miércoles, marzo 18, 2009

Un cuento... diferente

A veces, quizas sólo a veces, un cambio puede serlo todo, puede sorprendernos, dejarnos atónitos, pero leches, que bueno llega a ser.

y aqui os dejo un giro radical, espero que os guste:

las 6 de la mañana, aquellas lucecitas verdes parecian luciernagas bailando sobre mis ojos, aun me quedaba una hora para levantarme y empezar un día más...

Deslice la mano sobre la sábana y sentí el frio de aquel espacio vacio, mi mente se sumergió en recuerdos, cuando no hacía mucho un timbre sonaba a mi puerta, un brillo de unos ojos, una sonrisa y unas manos que se deslizaban por mi espalda, sin casi darme tiempo a cerrar la puerta de la calle.

"Sus labios rozaban los mios mientras sentia como su cuerpo buscaba el mio, a esa distancia sus ojos dos almendros otoñales, refulgian. Yo le abrazaba, queriendo sentirme su sombra, él sabiendo mis gustos deslizaba su boca por mi cuello mientras sus manos acarician mi trasero sobre los vaqueros, noto la humedad de su lengua como desciende desde el lobulo de mi oreja hasta el principio de mi hombro, se para, me mira y me sonrie, sus labios se entreabren, creo que me va a decir algo pero solo asoma su lengua para rozar la comisura de mis labios."

Las sábanas notan mi calor mientras mis manos se deslizan por mi pecho y sienten como se me endurecen los pezones al contacto con las yemas de mis dedos...

"Él sigue besandome, me levanta un poco la camisa y siento el contacto de sus manos sobre mi piel , ascienden por mi espalda siguiendo mi espina dorsal como si subieran por la ribera de un rio, noto sus ligeros mordiscos en mi cuello y echo la cabeza hacia atras, él empuja mis caderas a su pelvis, noto la dureza de su sexo, que palpita bajo sus pantalones.

Desliza el tirante de mi sujetador lentamente mientras con su lengua dibuja circulos que bajan hacia mi pencho, mis piernas tiemblan y flaquean, deseo estar tumbada y sentir el peso de su cuerpo, pero él sabe retardar el juego para excitarme aun mas, no quiero ser solo un mero espectador, y le agarro del pelo echo su cabeza hacia atras y soy yo la que le muerde el labio inferior, lo succiono, sé que le encanta, y siento que de sus labios un suspiro se escapa.

Sigue jugando con sus manos, ha desabrochado mi sujetador y siento mis pechos libres de esa presion, sus manos bajan y se deslizan por la cintura de mi vaquero noto los dedos como funambulistas sobre la cintura del pantalon, hasta que alguno cae sobre el boton y le deja volar libre. Siento sus dedos deslizarse buscando el calor de mi sexo, y me mojo, mi lengua busca la suya y se entrelazan como las nubes con el viento. Mis manos se deslizan sobre su pantalon, lo dejan caer, siento como le libero de su presion."

Ya no siento el frío de la mañana con los ojos cerrados mis manos recorren las zonas mas erogenas de mi cuerpo, me dejo llevar por esas sensaciones mientras mis dedos juegan con mis labios...

"Muerde el lobulo de mi oreja, me encanta que me haga eso sabe que se me eriza la piel, mientras le desnudo del todo, yo tambien me reservo para cosas que le vuelven loco, mi lengua recorre su pecho mientras mis manos atrapan su sexo, me las humedezco y juego con su piel subiendola y bajandola despacio, mi boca desea tenerla.
estoy en cuclillas y le miro, siento la pasion y el deseo en su mirada, me suplica sin decir nada, mi lengua roza la punta de su sexo la rodea juga un poco con ella, el gime, se tambalea, abro mis labios y dejo que note el roce, le miro a sus ojos se que le pone, me gusta sentirme salvaje dejarme llevar por mis impulsos que me sienta como si fuera la mujer mas golfa de la tierra.

saboreo su sexo, mi boca se llena, se desliza, y se separa, noto como se endurece, como si fuera a estallar de placer, no quiero parar, pero él me toma de los brazos termina de desnudarme y casi con una violencia contenida me lanza sobre la cama. Se para y mira mi desnudez, se que le encanto, a mis oidos llegan susurrantes palabras "te deseo, y deseo devorarte, despacio... muy despacio"

Se echa a un lado y vuelve a morderme la nunca, las orejas, me mete su lengua por la oreja y eso me vuelve loca, auunque me provoca tantas cosquillas que no paro de reir, pero para los dos las risas es uno de nuestros juegos sexuales, sus dedos han encontrado ya mis pezones erguidos y los acarician despacio, preparando el camino a su boca.
Siento la humedad de su lengua como los moja ,los absorve los muerde y succiona, no se olvida de sus manos que recorren mi cuerpo se mojan en mi sexo y lo acarician lentamente sabiendo la tension que provocan en mi hasta que los voy sientiendo dentro, primero uno luego otro.

Me dejo llevar quiero disfrutar de cada sensación, cuando él desciende su cabeza y la entierra entre mis piernas, me mira y sabe que ardo en deseos, siento el calor de su aliento que me penetra, y su lengua recorriendo mis labios, despacio en circulos, buscando ese punto que tanto placer me da, lo encuentra, lo roza despacio para luego golpearlos con la punta de su lengua deslizandose sobre el , provocando en mi espasmos de placer, sabe lo que hace, y lo sabe muy bien, sus dedos no se quedan atras y con mi humedad juegan por los rincones mas prohibidos, su boca como una montaña rusa me eleva para luego dejarme caer..."

No puedo mas solo recordarlo me lleva al extasis, mis dedos no paran y yo queiro seguir recordando....

"Sigue jugando con su boca, mi pasion se desborda y siento como avanza el orgasmo entre los pliegues de mis piernas, y bajando por mi estomago y entonces, él bruscamente para.
levanta la cabeza y sonrie, en esos momentos lo mataria, peor me encanta que juegue asi conmigo que me lleve al limite para luego dejarme en ese estado,
Me voltea y me pone boca abajo, se tumba encima y siento todo el peso y el calor de su cuerpo, su lengua recorre mi nuca, mis hombros, se sienta sobre mi culo, y sus manos acarician suavemente mi columna vertebral mientras con su lengua moja toda mi espalda, cubre el camino de mi nuca hata el nacimiento de mi culito, recorre la columna vertebral con besos, con la punta de su lengua hasta que besa la parte interna de mis muslos forzandome a abrir un poco las piernas, y entonces se tumba todo lo largo que es sobre mi, noto como su sexo bucsa el mio arqueo mi cintura y siento como va entrando despacio, como se abre paso, como si desde dentro de mi alguien abriera una puerta por donde entra una corriente de placer salvaje.
me acoplo a el y a sus movimiento, siento todo su peso y como entra mas y mas en mi.

Estamos asi durante un tiempo excitandonos mientras el me va besando.
Me giro, quiero sentirlo encima mio, y ese gesto es el inicio definitivo de nuestros juegos, el encima empujando suavemente para luego agarrandome de los tobillos elevar mis piernas y sentir como esta dentro de mi como se para por unos instantes y luego sigue con su frenetico movimiento.
Cambiamos de posiciones segun nos gusta en ese momento, no hay un guion establecido, solo dos cuerpos que luchan piel con piel, palabras a veces tiernas otras tan obscenas que no las podria repetir, pero que me excitan tanto como él sabe, risas muchas risas entre nuestro combate, ahora de lado ahora me pongo de perrito, hasta que al final quiero estar sobre el, mi postura favorita, yo le manejo yo llevo el movimiento, el coje de mis caderas y me aprieta contra su pelvis, le siento muy muy dentro mientras nuestras pelvis se rozan salvajemente, y esta vez sé que no parará, y la descarga va apareciendo a lo lejos primero con lentas sacudidas para avanzar e ir cubriendome todo el cuerpo, vibro gimo jadeo me retuerzo de placer y como si una chispa saltase sobre dinamita, mi cuerpo estalla, pierdo la conciencia... y grito.

Luego caigo sobre el, mi cabeza reposa en su pecho, los besos son ahora pausados, leves roces de labios, manos entrelazadas, siento su sexo como va cayendo aunque mis dedos siguen jugando con el, nos miramos, y un beso estalla en nuestras bocas...... "

Un pitido, dos , tres, el despertador me saca de mi ensoñación. Dulce despertar, hoy es viernes, voy a la ducha aun caliente pero relajada, dejo caer el agua sobre mi piel, cierro los ojos y pienso que esta noche quizas, suene el tiembre de mi puerta y .......

jueves, marzo 12, 2009

Viento

Me deslizaba sobe las aceras de frías y mojadas de Madrid, en uno de esos dias que el invierno regala como despedida, cuando se inclina ante la llegada de la primavera, pero queriéndole decir: "Ahí te dejo un recuerdo".

Inmerso en el viento cruzaba el centro de la ciudad, pequeñas callejuelas adoquinadas, a veces rozaba el rostro de alguien que rapidamente tapa con la solapa de su abrigo, o me entretenia en alborotar la melena de la primera chica que se me cruzaba.

Me paré cuando una puerta a mi pasó se abrio y una corriente caliente me atrajo hacia dentro, era un pequeño café, de paredes verde manzana, alli fuí entrando en calor, me posé un poco en la barra, y miré a mi alrededor, el café dispuesto en dos salas estaba lleno de mesas pequeñas y sillas de madera cuya primera impresión no era de gran comodidad.

En algunas mesas, la presencia de un portátil y un café eran la unica compañia de la persona, en otras, las conversaciones se cruzaban con el ritmo frenético de las teclas del de al lado.

Dejé la barra y volé por encima de alguno de ellos, una pareja miraba absorta la luz de la pantalla. En ella se dibujaban unos garabatos formando intrincadas frases, él la miraba mientras la chica seguia debatiendose en cómo seguir el trabajo. Pude percibir que el chico hacia caso omiso a lo que ella escribía, la miraba, no como él que escudriña un objeto en busca de sus formas, y defectos, aquella mirada tenia el lazo de los sueños, ese lazo que encierra en un vuelo los sentimientos mas inesperados.
Ella seguía tecleando y él con su mirada susurraba a su oido lo mucho que le gustaba tenerla tan cerca, el deseo de poder acariciar su mano y sentir su piel sobre la suya, por un momento el chico miró lo que ella teclea y en sus pupilas veo como atrapa las yemas de ella para escribir "te quiero", pero en la pantalla letra a letra sólo aparece :" Aristoteles nacido en el año 384 a.C. en una pequeña localidad macedonia cercana ...." Él ahoga en el café su sueño, deslizó la página del libro y le expuso como sería el siguiente parrafo del trabajo.

Paso de soslayo por otras mesas, donde las conversaciones se entrecruzan unas con otras, palabras que se deslizan de una boca a otra y se pierden entre las grietas de la madera, como si se quisieran refugiar alli, para ,quien sabe, un dia volver a bailar en el aire. Conversaciones casuales, que llenan el tiempo, que alli se quedarán.

Rozo la nuca de un chico y este siente un ligero escalofrío, también él está con su portatil, sus dedos bailan sobre las teclas a gran velocidad como si tuviera miedo a que si se para ya no podrá continuar. Miro lo que escribe, sus letras dibujan casas de paredes blancas cerca de un mar verde esmeralda, donde un viejo no tan viejo sonrie mientras cruza el puerto y ve las barcas salir un día más a pescar. Pinta con las teclas la mirada de aquel hombre que se pierde en el horizonte, sus arrugas echan raices en su sonrisa, y recuerda los tiempos felices, aquellos de cenas a la luz de una vela, cuando el frió de la noche huia al encontrarse con el calor de dos cuerpos, cuando sobre la pared colgaba las sonrisas, fotos de dos seres abrazados mirando a una cámara. Y escribe, que de sus ojos unas lagrimas caen sobre la arena, dejando la huella del pasado, y cuando las lágrimas golpean la arena suenan a puertas que se cierran, a tiempos que no regresaran.

Siento frió, aunque sea tan etérea a veces me conmueven los seres humanos, miro a mi izquierda y veo una pareja sentada uno enfrente del otro, rien, ella habla y habla mientras el chico escucha sus palabras. Ella le cuenta como su corazon está jugando con la vida, voy o me quedo, me lanzo como lo hacia antes de que alguien estrellara mis ilusiones contra el suelo, o me quedo tras el rompeolas donde sé que alli nada me hace daño. El chico la mira y sonrie, se cruza de piernas y se mesa el cabello, si me aventurase podria decir que es un gran escuchador, y teje palabras en su boca: "lanzate, ve, vive, la vida fluye, no te ancles..." Ella las atrapa pero le queman entre las manos, siente la sensacion que da el vacio de haberse perdido una vez en el camino y no haberse encontrado, "si acaso volviera a ser la que era... iría..". El coje los hilos y vuelve a coser con las palabras, "...quizas él te devuelva lo que fuiste, a veces hay alguien que te devuelve a la vida, que te arranca la sombra que se te ha pegado a la espalda y te hace sentir de nuevo como Peter Pan". Y siento que esas palabras tejen abrigos para aquellos a los que se las cuenta, pero él anda desnudo,porque nunca se atrevió a vestirse con ellas.

Los dejó allí, disfrutando de confidencias de amigos, cuando la confianza abraza.

Alguien abre la puerta, y un remolino de aire frio me llama, vuelvo a deslizarme cuando me estrello contra unos labios, me atrapan entre sus dos bocas, y me mojan con sus lenguas, cuando llegan a separarse, sólo puede ver un mundo ante ellos, donde todo está por descubrir, no hay muros, ni vallas, ni peros, ni lo siento. donde las palabras son escritas con silencios, y los silencios se llenan de palabras.

Hay un quicio en la puerta, y he de marcharme, la noche ha caido sobre madrid, y una vez más, la recorro en soledad, luces amarillentas se reflejan en algunos charcos, y yo asciendo sobre los edificios, buscando alguna nube, hasta que llego a ella.
la llamo y ella abre su boca y me traga, no lo sabe, no sabe que ahora se ira disolviendo en gotas, que yo la haré llorar, y llorará sobre ese asfalto que acabo de recorrer, para volver a mojar las callejuelas frias de mi Madrid.

miércoles, febrero 25, 2009

Una historia

A veces una canción sugiere una historia, quizas sea su banda sonora, pero me gustaria que pudierais escuchar esta canción mientras leeís este pequeño cuento.

escúchala

:D)

Es otra tarde más que corre sobre las amarillentas hojas de un calendario.
Otra tarde más en aquel café , con sus escaleras que llevan a unos sillones, no muy cómodos, pero alejados de la planta inferior, del ruido y del bullicio.
Él abre su portatil, se sube las gafas y empieza a escribir.

Una tarde más.

Levanta la vista y su mirada se cruza con unos ojos del color del almendro en primavera, y se desliza patinado en esa mirada como lo haria un funambulista sobre el alambre. Ella sonrie. Él no sabe si aquella sonrisa que revolotea lleva en el sobre su dirección.

Y una tarde más, sube las escaleras y abre su portatil, y ella vuelve a aparecer, vestida con su sonrisa, con los almendros en flor. Él ya no trabaja, dibuja con palabras paisajes donde se abraza a sus besos y baila con palabras susurradas al oido, mientras ella sujeta un te quiero con el hilo de una cometa.

Una tarde más.
Sólo cruzan miradas y pequeñas sonrisas, coqueteando como niños en el patio de colegio, sin atreverse a más. Nadie cruza ese puente que establecen sus miradas, más cuando ella se va, él cierra su portatil, y las palabras que mueren en su boca, acaban disolviendose en el café.

Un día levanta la vista, pero ella ya no está, en la calle llueve, y él se olvida de escribir.
El café se queda frío.
Él espera. Y espera...

El tiempo corre sobre las amarillentas hojas de un calendario.

Una tarde más, el eco de unas palabras caen sobre sus teclas, alguien habla de ella, de su ingreso en el hospital, de la espera de un transplante, él mudo recoge las palabras en sus manos y las guarda en el bolsillo. Ahora sabe, ya sabe.

Y esa noche en un banco frio con el olor que sólo tienen los hospitales, pasa la noche, delante de una puerta, de un número.
Alguien pasa y le toca el hombro, -"no puede estar"- , déjeme quedarme es lo único que me queda, esperar... -.

Esperar, él no puede esperar, y se levanta a otro banco donde firma unos papeles, y a cambio le devuelven una cicatriz.

Es otra tarde más.
Otra tarde en ese café de escaleras que llevan a unos sillones, y él abre su portatil se sube las gafas y empieza a escribir.
Ella llega un poco más tarde y se sienta donde solía hacerlo, él levanta la vista y sus miradas se cruzan una vez mas, ahora los almendros son mas oscuros, pero siguen brillando.

Y él sonrie mientras se acaricia la cicatriz de su costado.

jueves, febrero 12, 2009

Comerse el mundo

Estaba delante de su mesa.

La misma mesa donde tenia su portatil, donde trabajaba, donde escribia, donde habia desayunado, comido, cenado, pasado noches de insomio, donde tumbada sobre ella le habian hecho el amor. Y ahora ante si, aquel diario, el mismo en el que volcaba sus sueños, sus ilusiones, como el niño vuelca su cubo lleno de arena para crear el mas fantastico de los castillos.

Tomó el lápiz y escribió:

"A veces el mundo se empina, se obceca en ser una cuesta, como esa montaña el Turmalé de la ronda ciclista a Francia, y por más que lo intentas, que sigues paso a paso, subiendo, la cima cada día parece mas lejos. Pero no decaigo, sigo en mi lento caminar, no voy a ponerme límites, sé que puedo con ello, ¿quien opina? ¿quien critica? ¿quien puede pensar sobre mi?, ya da igual, sólo existe el presente, quizas el pasado existió y está ahi, pero soy yo, sólo yo y mi presente, y la cima no se mueve, estará ahí, y cuando llegué habrá otras que alcanzar, otros sueños, otras ilusiones, quizas me paré en el camino más de una vez, no es un sprint, es una carrera de fondo, mejor dicho, es un paseo, un paseo donde estoy aprendiendo a disfrutar del paisaje, de lo que me va rodeando. Quizas nos han engañado y la felicidad como estado permanente no existe, sólo son momentos, ratitos que uno debe saber apreciarlos, en cada cosa pequeña, en cada gesto, ya sea por que amanece un dia azul, o por que sentado en una terraza disfrutas de una cerveza bien fría. De esa mirada de un desconocido, o de una sonrisa, de un mail, o un mensaje al movil inesperado, del beso robado, o del sueño por el que vendrá, de una lagrima por los recuerdos, por lo que fue, y por lo que no llegó a ser, por el mañana que no existe, pero que si coges el bote de pintura está en uno poder colorearlo, por esa capacidad de sorprender, por la soledad, y por la compañia, dónde nos enseñaron que la felicidad quizas, sólo quizas resida verdaderamente en sentirse viva."

Y cerró su diario, se vistió con su mejor vestido, un toque de color en su cara, unas gotas de perfume, y salió...

...a comerse el mundo.

viernes, enero 30, 2009

Reencuentro.

Hacía tiempo que no paseaba por el rastro.
Hacía tiempo que no cogía mi ipod y me perdía por las estrellas calles del antiguo Madrid.

Hacía tiempo ... de tantas cosas.

Volví a recorrer aquellas calles, una mañana de domingo más, mientras las nubes corrian tras el sol, luces y sombras, como si quisieran pintar el asfalto.

La gente fluía a mi alrededor, o quizás era yo el que lo hiciera. En sus rostros se notaba el "estado de ánimo" de aquella palabra que nos habia asaltado a todos sin esperarla, había entrado por las ventanas, por debajo de las puertas y se habia quedado con nosotros, "crisis", y todos la llevabamos sobre los hombros.

Aún podía oirse el eco de las últimas risas de fin de año, pero ya tan lejanas que era como si no nos perteneciesen.
La gente es así, a veces olvida demasiado pronto.

Y me lo encontré allí, donde siempre, en aquella silla de madera de aquel café, como si el destino y la vida me lo hubiera grapado a la espalda, ese café, esa mesa, la mesa y dos sillas, dos sillas y una ilusión.

Quien iba a saber lo poco que duraría.

Le encontré envejecido y cansado, me saludó.
Y entré, y me senté a su lado.

Sus ojos..., nunca os he hablado de sus ojos, gris perla, brillaban como si los acabaran de pulir.

- "Un café con leche por favor, templada".- pedi.

Mojé su sonrisa en el café.
Sus palabras descendieron por su pecho y descansaron en la mesa.

- ¿Que tal han ido las navidades?, ¿cómo estas en este año nuevo?.- me preguntó.
- Un poco más viejo,- le dije. - las navidades muy tranquilas, demasiadas ausencias para recordarlas como unas buenas navidades.
- Suele pasar cuando uno crece y se hace mayor, pierde la esencia de las navidades el verlo con ojos de niño, y entonces sólo piensas en la cena, en las compras, y en la gente que no está. ¿Una historia?
- Por favor, desde que le he visto estaba deseándolo.

- Hace tiempo, en una casita pequeña de pueblo, corrían tres niños, dos chicos y una chica, para ser exactos un jovencito y dos mocosos. Llegaban las navidades y aunque por aquel entonces no había mucho que celebrar, la familia se reunía frente a un buen cordero, abuelos, padres, hijos, primos y nietos, todos juntos celebrando unas navidades.
Nadie supo cuando brindaron, que ese sería el último brindis para muchos de ellos, aquel invierno fué muy frió, la abuela no resistió mas alla de Marzo, unos dijeron que fué la edad, otros, aquel viento helado que nada bueno presagiaba.
Para aquellos dos mocosos, la pérdida de su abuela no fué muy dolorosa, preguntaron los primeros dias que por que no estaba, pero luego la rutina se llevó la ausencia, y la vida a esa edad duele sólo un poco.
Llegó el verano y cogido de su mano llegó el odio entre hermanos, la insensated vestida de guerra, y visitó la casa, y se llevó al padre y al hijo.
Esas Navidades, sobre un pequeño y seco trozo de madera que hacía de árbol navidad, los niños dejaron colgadas las ilusiones y los sueños, crecieron como nunca deberian hacerlo los niños, mirando en la mesa unas sillas vacias.
La madre no pudo evitarlo, o no quiso, o fué su manera de decirse: "están aquí, unos presentes aunque se hayan ido para simpere, otros ausentes pero volverán". Y el pequeño mocoso, al ver la silla vacia y la cara de su madre, se preguntaba: "¿les esperamos?"

Esperaron, el tiempo suficiente para saber que aquella tierra se cobraría su parte, una silla más se quedó vacía para siempre, una silla se volvió a ocupar, pero ya no de aquella persona que se fué, sino de una piel y un cuerpo vacio.

Y el peso de las sillas vacias llenó aquella casa de pueblo, se quedó flotando en al ambiente para no irse jamás.

El hijo no volvió, el padre si. ¿Por que yo y no él? Fué lo primero que el padre dijo a su esposa.

Aquellos dos mocosos fueron creciendo, y cada navidad la madre siempre dejó una silla vacia. nadie dijo nada, ni cuando ponía el plato, ni cuando lo retiraba.

Con el tiempo aquel niño fué el que puso la mesa, al que un día alguien le ayudó a poner la mesa, el que vió a otros dos mocosos correr alrededor de un árbol, y en vez de colgar sus sueños e ilusiones, él colgaba calcetines vacios para llenarlos de juguetes. Y cuando se sentaba a la mesa por Navidad, por unos momentos veía las sillas vacías, y escuchaba la promesa que se hizo, "nunca, nunca más una silla vacía en mi mesa"."

Esa es la historia. A veces nos aferramos a las personas que ya no están, y empezamos a dejar sillas vacias, quizás creamos que es la mejor manera de no olvidarlas, pero esas sillas ocupan un espacio, ocupan un lugar, creemos que asi evitaremos que las reemplacen, que se sienten en su lugar, y no nos damos cuenta que la habitación se llena de lugares huecos, donde ya no entra nadie.

Imagino que tú tienes tus sillas vacias, y que estas navidades han debido ocupar mucho espacio en tu habitación, sacúdelas, no tiene porque ser así. Piensa en que hubo un tiempo que alguien las ocupó y quédate con ello, guarda ese espacio en tu corazón, donde no hay límites de espacio, pero no dejes que tu habitación se llene de sillas vacias.

Intenté decir algo, pero las palabras se convirtieron en piedrecitas cuando llegaron a mis labios, y cayeron y las oi botar hasta salir del café.

El silencio llenó el espacio que nos separaba. Y cuando desapareció, mi mano rozó la suya y la sentí cálida.

Hablamos por espacio de media hora más, de los regalos, de este Enero loco, incluso nos atrevimos a buscar soluciones a la crisis.

El café se me quedó frió.

En esa mesa, la de las dos sillas, las dos sillas y una ilusión.

Cuando salí, eché un último vistazo, allí se habia quedado con la taza entre sus dedos, mojando su sonrisa en el café.

lunes, enero 19, 2009

El coleccionista de sueños

Déjame que te lo presente con este nombre, "el coleccionista de sueños", quizás te cuente por que lo llamo así, o quizás seas tan listo, que tú mismo lo adivines.

Pongamos un ser más o menos alto, más o menos delgado, más o menos inteligente. Y pongámosle en una casita pequeña, una casita como una caja de cerillas, sin encender claro está.
Ahora que ya lo tienes situado, ¿te hacen falta más datos?, creo que no, y de todas maneras no harían falta para contarte esta historia.

Hagamos un ejercicio mental e imagina un niño, un niño de pelo negro como la noche, con un cazamariposas. El niño, y un cazamariposas en su mano, suena extraño ¿no?, pues no te adelantes, no lo imagines cazando mariposas, ni siquiera dientes de león, sólo intenta atrapar sus sueños, ¿lo tienes?, sí es así, digamos que ya sabes algo más de su infancia.

Y ahora adelantémosnos en el tiempo, es lo bueno de contar historias, que puedes ir donde quieras, en el momento que quieras.

Está sentado en un rincón de su caja de cerillas, en penumbra, como a él le gusta, aún huele a una vela de cumpleaños que nadie llegó a soplar, y sobre el suelo corren los deseos.

Déjame que me adelante un poco más, aunque parezca que voy a destripar la historia, pero en unos instantes se levantará e irá al baño, y en el lavabo encontrará trocitos de su corazón esparcidos, desparramados, dejando rastros rojizos sobre el blanco inmaculado del lavabo...

Pero no nos adelantemos más, por el momento sólo debes saber que guardó su cazamariposas en el fondo más oscuro de su armario.

ya se que me vas a preguntar si atrapó alguno de sus sueños, sería una buena pregunta, sino se viera claramente, echa un vistazo a las parades ¿ves? no, no hay cuadros, son unicamente sueños lo que ves allí, sueños estampados contra la pared.

Uno y otro, y otro, y otro más.

¿Tengo, entonces que explicarte por qué lo llamo así?


continuara....

martes, enero 13, 2009

Un día de Enero

El despertador, como una mano invisible zarandea los sueños, y sin piedad te saca de ellos.
El otro lado de la cama parece la losa de una lápida, fría como el invierno.

E intentas sumergirte en el abrazo de las sábanas, que forman un nido que no quieres abandonar.

Agua caliente y olor a café.
La única realidad agradable de despertares solitarios.

Despertares de un enero, un enero del 2009.
Sales a la calle y sobre las acera de Madrid, una fina capa de nieve, como si un desfile de niños hubieran vertido saquitos de harina.

Y las personas se encogen en sus abrigos, algunas sólo asoman sus ojos, ánimas que caminan sobre la harina.

Desde aquí puedo ver, como lentamente la noche corre a esconderse, un día mas, y las nubes tejiendo su jersey dejan caer copos de algodón.

La estación de Atocha abre su boca y engulle, avanzas entrando en su garganta a la espera de que
llegue el tren.

Y subes, y te acurrucas en una esquina, desde donde puedes ver como la mirada de la gente se desparrama entre los asientos, mientras sus esperanzas y sueños cubren de vaho los cristales, de ese tren que arranca, reptando sobre las vias.

Y quieres escribir sobre el vaho, trazar líneas con tus dedos recogiendo los sueños y las ilusiones que alli quedan presas en gotas que se deslizan por el cristal.

El tren se abre paso sobre los campos, estos parecen pequeñas ensaimadas cubiertas de azucar, mientras la tierra asoma su cara.

Rostros que cierran los ojos queriendo detener un momento más, entre sueños, el inevitable comienzo del dia.
Miradas que se cruzan, historias encerradas entre tapas de cartón que se abren y son lanzadas al aire de la imaginación.

Otros rostros simplemente miran, y no ven, cuerpos inertes, mentes perdidas en un mundo muy lejano a ese tren.

El cielo sigue escupiendo algodón y en el suelo se teje un gran jersey blanco.

A lo lejos la sierra de madrid se yergue como testigo mudo, el tren frena y las ruedas chillan en silencio. Las puertas se abren y decenas de autómatas salen como si Dios tuviera un radio control, y los moviera a su antojo.

Figuras que caen sobre el adoquinado, dibujando pasos recorridos una y otra vez, una y otra vez.

Y tú sonries. Nieva, y nieva mucho, te hace sentir un niño pequeño deseoso de coger una gran bola y lanzarsela al destino, esperando que estalle en su cara.

Saltas y pisas ese gran jersey blanco, y sueñas, sueñas con sueños en blanco...

Es hora de entrar, te quitas el abrigo, enciendes tu pc, y esperas a que el monitor cobre vida.

Ahora tus dedos bailan sobre el teclado, letra tras letra, palabra tras palabra, intentando engarzar alguna historia, una historia quizás como la que yo ahora relato, la de una mañana cualquiera en un dia cualquiera de este enero, enero del 2009 en Madrid...

Y te dejo con tus letras y el baile de tus dedos, sé que de alguna forma ese baile te lleva lejos muy lejos de allí.

lunes, enero 05, 2009

Reyes Magos...

Frió.
Hace tiempo que dejé de oler la Navidad.
Sólo encuentro sillas vacías y huecos que nada ni nadie los cubre.

- Cierra los ojos.
- Lo intento, pero sólo veo un manto negro.
- Cierra los ojos.
- Los cierro.
- Ahora intenta no pensar, encierra los recuerdos que te atan como si fueran lianas, y deja que los sueños corran, como cuando eras niño...
- Hace tiempo que dejé de serlo, creo que uno no deja de ser niño por ir creciendo, sino por que te van robando los ideales, los sueños, las creencias, y uno cree que si se hace mayor si se hace mas duro todo le irá mejor y por el camino deja de ser un niño
- Pero puedes volver a serlo, cierra los ojos y piensa en todo aquello que sentias cuando eras niño, recupera esos sueños, piensa en tres reyes, tres reyes magos, tres reyes magos cuyas capas un dia dijiste que viste...
- Ya, pero los resyes magos son...
- Los reyes magos son lo que tu quieras que sean, tus sueños, tus deseos, tus ansias tus esperanzas, cierra los ojos y simplemente velos.
- Espera, creo que si, me veo en la cama, pronto, quiero dormir, dicen que si llego a ver a los reyes mis regalos no llegaran
- Si, no debes ver a los reyes, no debes preguntarte por que, ni como, ni donde, sólo concentrate en tus deseos, en todo lo que has querido, en cómo te han querido, en todo lo que fué y en todo lo que ha de venir...

- Creo que llego a sentirlo, si, ahí está, es esa noche mágica donde los sueños se convierten en realidad, tengo los ojos cerrados y ahora sé que mañana cuando los abra, no será un simple recuerdo, será un sentimiento...
- Es real, cierra los ojos y sientelo.
- Gracias.
- No las des, está en ti, sólo tienes que sentirlo y creerlo.
- Tengo que dejarte, quiero seguir con los ojos cerrados, quiero sentir que de nuevo llegan los reyes, como un día cuando los ví en una cabalgata de reyes, ese día que sentí por primera vez que los reyes magos se acordaban de mi, despues de mucho tiempo...
- Shhh... no hables, solo siente..

- Adios, mañana te cuento
- Adios, mañana te espero, y me cuentas.
- Te contaré como vinieron los reyes magos...

lunes, diciembre 22, 2008

Feliz tiempo de navidad y 2009


...

No pares...
Y él seguia deslizando sus dedos sobre el piano mientras ella lo miraba.
No pares, por favor...
La lluvia golpeaba los cristales, y el frío de la noche llamaba a su puerta.
No pares...
Mientras, la música navegaba en el aire.
No pares, por favor...
Acercándose le besaba su cuello, y sus dedos seguían bailando entre las teclas.
No pares, le decía.Con el miedo de que aquello acabara.
Y él dejó de tocar el piano.
Y tomándola, la beso,y dijo: “No parare nunca más.”

...

jueves, diciembre 11, 2008

Es tiempo

Amanecía.
En algunas casas las luces prendian tras los cristales, y el color rojo de las flores de pascua despertaban de su letargo.

Su cristal se empañaba con el vaho de su aliento. Dibujó un pequeño sol, y recordó cuanto echaba de menos el verano.

Navidad. Otro año más.

Miró a su alrededor, había decorado un poco la habitación, unos angelitos colgando de una lámpara de cáñamo, y unas luces de la tienda del chino.

Sintió frío. Encendió la cafetera y dejó que su aroma lo inundara todo, aquel olor le trajo recuerdos de otros tiempos. Donde las risas, los abrazos y los besos habían dibujado una navidad diferente, llena de figuras de un belén gigante sobre el adoquinado de una ciudad antigua.
Un invierno que duró lo que tardó en llegar la primavera, pero esta, aquella vez, traía la esperanza de un futuro.

Y ahora todo aquello le parecía tan lejano.

Decidió darse una ducha caliente, dejó caer el agua sobre su piel, mientras sus manos le iban recorriendo, cerró los ojos y añoró aquellos abrazos, aquel suave roce de unos labios sobre los suyos, preludio de una pasión contenida durante tiempo, ejerció una leve presión sobre su sexo, deseando que evocara el peso de su cuerpo sobre el suyo, cuando él descendia lentamente recorriendo con la boca su cuello, aquellos mordiscos en el lobulo de su oreja que tanto le gustaban, las risas entremezcladas con las caricias, sentir la proximidad de su boca sobre su sexo y como él retrasaba ese momento. para que luego ella rodeara con sus piernas su cintura, abriéndole el camino, arqueando su cintura, mientrás él, se deslizaba dentro de ella, mordiendo sus labios, en un baile frénetico ... y luego, apoyar la cabeza sobre su hombro sentirse acompañada en un abrazo que la llevaba a un sueño donde mañana sería un día distinto, donde no habría monotonía, donde alguien la esperaría, ya sea en un café, en un sms, o tras la puerta de su casa.

Cerró el grifo de la ducha mientras de sus ojos se desprendian unas lágrimas, volvió a sentir el frío de aquel invierno, pero ahora venía acompañado de otro frío, el que te cala hasta el alma, el frío de la soledad.

Decidió que aquella víspera de nochebuena no la pasaria sola, no estaba acostumbrada a ligar al primero que se le pusiese a tiro, pero aquella noche quería dormir acompañada, y dejarse llevar simplemente por una noche de sexo sin compromiso.

Se vistió y salió a la calle, decidió pasar la mañana viendo escaparates, tenía tiempo, estaba decidida y nada le echaría atrás.

Se probó varios modelos, anduvo calle abajo y arriba, entre mareas de gente con su afan consumista, en algún momento se había perdido el verdadero sentido de aquellas fiestas.

Entró en un buffet y se sirvió una ensalada, pensó en todo el año que ya terminaba, cómo se habia ido desarrollando su vida, lejos de aquello que cuando era joven soñaba, una familia, unos niños corriendo por el salón, y alguien a quien esperar.

Sin embargo la vida le había deparado otras sorpresas, unos cuantos desengaños, y mucha lucha, no era que se quejase de ello, al fin y al cabo había disfrutado de sus buenos momentos, pero el presente pesaba y el silencio de cada dia era una losa pesada.

Levantó la mirada y sus ojos se cruzaron con los de un chico que la miraba fijamente, él la sonrio y ella bajo sus ojos, ¿era posble que estuviera coqueteando?, le encantaba ese juego y entró en el.
Un cruze de piernas, miradas perdidas, una imperceptible sonrisa. Sintió un vacio en el estómago, ¿sería capaz de terminar lo que estaba empezando? o sólo se quedaría en un juego más.

Miró como él se levantó, se acercó a la caja y pagó, pensó que ahí acababa todo y volvió a concentrarse en su ensalada, cuando una mano rozó su hombro.

- ¿Puedo sentarme?

Dudó un instante, el tiempo que sus ojos se posaron en los suyos.
Luego todo fué rodado, un café, un paseo, una invitación a cenar, el deseo de no sentirse esa noche sola, y un momento de duda, cuando él la acompaña al portal y ella le invita a pasar, una eternidad vestida en segundos, los que tarda él en cogerla de la cintura y entrar al portal.


Ella se pone cómoda, sirve dos copas, y elige una música tranquila, él la espera en el sofá abre sus brazos y ella se cobija en ellos.
Cierra los ojos, y por un momento desea que todo fuera así, ".. mañana se habrá ido.." como un tren de mercancias ese pensamiento cruza su mente y ella intenta frenarlo, descarrilarlo.

Mañana no existe.

Se gira y acerca los labios a los de él, sólo un roce un suave roce. Le toma de la mano y ella lo lleva a la cama, despacio acaricia su pelo y vuelve a rozar los labios de él. Siente el calor de su beso, pero en él sólo hay ternura. Le mira a los ojos, y él asiente, ella lo abraza, mientras él vuelve a recoger su cabeza sobre su pecho.

Nadie dice nada, pero el silencio es tan diferente al que ella sentía ayer.
De pronto él rompe ese silencio, y sus palabras se enredan en su pelo, descendiendo sobre su piel, tapandola con un calor nunca antes sentido.

Y sus ojos se cierran lentamente, y se pierde en el abrazo de él, como lo hacen las olas en la arena.

Despierta, él ya no está, aún siente el calor de las sábanas y sonrie, quizás fué mejor así, ahora sentiría el vacio que suele dejar una noche de sexo por sexo, -piensa-, e intenta recoger entre los pliegues de la cama sus últimos sueños, aún queda en el aire una sensación extraña, una sensación de que algo va a cambiar, lo percibe.

Va a la cocina y sobre su taza de café, una nota.

".. recuerdo cuando era pequeño, el frió de las calles, las luces de la ciudad, esa sensación en el estómago de que es un tiempo mágico, de villancios, de reyes magos y papa noel, de sopresas inesperadas, anoche fuiste mi sorpresa inesperada. Espero que te sirva para creer que a pesar de todolo que te ha pasado, este es un tiempo mágico..."

Ella toma la nota, abre su libro preferido y la guarda entre las páginas, "quien sabe, quizás tenga razón y vuelva a creer.."

Mira de nuevo por la ventana, y sobre el vaho se redibuja el sol, sonrie, es hora de ir a la oficina, la fiesta de nochebuena, no debo faltar, al menos, se dice, no pasaré todo el día sola.

Y llega.
Y la gente sonrie.
Sonrisas de navidad...
A veces solo se necesita una excusa.

Una compañera se acerca.

- Hola, con eso de tus vacaciones te perdiste la presentación del nuevo compañero.

Se lo presenta, acaba de llegar a la ciudad, y no conoce a nadie.
Allí los dos solos pasan la fiesta, mientras algunos cantan villancicos, mientras se oyen saltar los tapones de las botellas de champan.

Cae la tarde, y ella le pregunta donde cenara.
Una habitación solitaria de hotel, ¿y tu?...

Ella mira a través de la ventana de ese pequeño restaurante, es nochebuena y sobre el asfalto caen los primeros copos de nieve, alguien pasa despacio delante de la cristalera, envuelto en un abrigo blanco, con una llamativa bufanda y un gorro al estilo ruso.

Ve sus ojos y él la sonrie.
Reconoce esa sonrisa, la misma que la pasada noche veló sus sueños.

Alguien roza su mano, y ella mira a su nuevo compañero de trabajo, quien sabe, quizás todavía esté a tiempo de creer.

miércoles, diciembre 03, 2008

un cuento...

El estruendo rasgó la noche.

Mientras en el camino las piedras caían, en el pueblo algunos se habían despertado, otros
seguían durmiendo ajenos a todo aquello.

Pero con las primeras luces del alba, todo el pueblo fué consciente de la gravedad de los hechos.
El derrumbe habia taponado la única vía de salida del poblado, las rocas habia formado un miro infranqueable, sólo un pequeño hueco daba salida al otro lado del camino.

Aquello suponia, rodear la montaña, un viaje que ahora en lo más crudo del invierno acarreaba muchos peligros.
Y aún así, si alguien pudiera paar tendría que atravesar todo el bosque para llegar hasta el pueblo mas cercano en busca de ayuda.

Evaluaron lo que tardarían en quitar las inmensas rocas del camino, demasiado tiempo, aquel año no había sido generoso con las cosechas y dependian de los viajes que hacían para traer víveres.

Aquella tarde el alcalde convocó una reunión de urgencia, no podían demorarse, la ayuda tardaría en llegar pues el proximo viaje estaba previsto para tres días despues, mientras tanto nadie allí afuera pensarían que estaban aislados.
Empezaron las discrepancias, unos que deberian esperar, otros que racionando los alimentos y si todo el pueblo cooperaba podrían despejar el camino, y como última opción alguien podría pasar por el hueco atravesar el bosque y traer ayuda, era arriesgado pero era la solución más rápida.
Llegaron al acuerdo de empezar a despejar el camino, mientras alguien iba en busca de ayuda, sólo había una pega, quien sería el voluntario, dado la estrechez del hueco un adulto no cabría, tendrían que enviar a uno de los chicos.

Y de nuevo surgió la discusión, las madres se negaban a dejar ir a sus pequeños, temian que no lograsen atravesar el bosque, incluso hubo alguna voz señalando a una pequeña chica, - ella, ella si que podrá, está todo el dia perdida por mla montaña, hace su vida, es fuerte e independiente, seguro que no le teme a nada"

Aquello que en principio fué solo un murmullo, acabó convirtiendose en un grito, - "¡¡ella, ella !!"-. Todos se giraron cuando la pequeña chica avanzó hacia el alcalde, estela miró de arriba abajo evaluando si sería capaz de llevar a buen termino la misión, dejar en manos de aquella chica el futuro del pueblo era complicado, más aún cuando él tenia un hijo de la misma edad que la chica, pero la mirada de su mujer no dejó duda alguna, aquella pequeña era la solución a sus males.

Nadie salió a defenderla, ni siquiera una voz para proponer otra idea, aquella chica estaba sola en el pueblo, y la fama de ser dura y segura de sí misma la precedía.

La decisión fué tomada por unaminidad, al amanecer siguiente la chica partiria con una carta del alcalde pidiendo ayuda, no podría llevarse mucho equipaje pues no pasaría por el hueco, tendría que valerse por si misma.

Esa noche, en aquella pequeña casa la joven lloró, no era tan fuerte ni tan segura como el pueblo creía, ella era como todos los demás con sus miedos con la inseguridad de saber si hacia bien o mal, quizas nunca lo habia demostrado así, por que la vida se habia mostrado dura con ella, se había llevado lo que mas quería y ella había tenido que aprender a salir adelante sin contar con nadie, con su propio esfuerzo, pero aún asi, ella se sentía frágil.

Al día siguiente todos fueron a despedirla, nunca antes había recibido tantas atenciones ni tantos abrazos, en el fondo pensó lo egoista que se vuelve la gente y con qué facilidad te alaban si creen que nunca más vas a volver.

Y mientras se introducía en el hueco entre las grandes piedras, una lágrima corria por su mejilla.
Siguió sorteando las piedras, a veces tenía que ir a gatas y de vez en cuando se paraba cuando un leve crujido le recordaba que podía haber otro derrumbe. Se sintió muy sola, pero una voz muy familiar voló entre los huecos de las piedras, como si el viento le llevara esas palabras... - "confái en ti, aunque no nos veas, estamos a tu lado, nunca estaras sola...."-. Miró a su alrededor, a sabiendas de que allí no podria haber nadie, y se sintió reconfortada, no estaba sola, cogió fuerzas y siguió entre las rocas.

Un aire frío acarició sus mejillas, por fin llegaba al final del derrumbe, salió de entre las piedras con algunos arañazos en sus rodillas, pero con una gran sonrisa, lo había conseguido.

Gritó con todos sus pulmones, -"He pasado, estoy al otro lado"- pero nadie contestó, al otro lado de las rocas nadie quedaba ya, todos habian vuelto cabizbajos al pueblo, unos con la desesperanza como abrigo, otros con una manto de culpabilidad por haber mandado a una pequeña a una misión de mayores.

La pequeña miró al frente, el haber pasado las rocas le habia insuflado un valor que antes no había sentido, el bosque la estaba esperando, sin embargo ella salió a su encuentro corriendo, dejando atrás sus miedos, ahora verían de lo que ella era capaz de hacer.

Y corrió.
Y corrió.

Tanto que no miraba sus pasos, y así entro en el bosque, hasta que una rama se interpuso en su camino, ella iba tan lanzada que cuando quiso esquivarla fué demasiado tarde, y cayó de bruces contra el suelo.

Permació tumbada allí en el suelo un rato, se sintió como una tonta por dejarse llevar, como si ella fuera invencible, se sentó sobre una piedra y pensó en su vida, en aquellos altibajos, en lo duro que habia sido representar el papel de chica madura y fuerte, siempre la dejaba agotada sin fuerzas, ahora estaba allí sola a la entrada del bosque, no tenía que interpretar nada, solo sentir.

- " eh tú la de ahí abajo, ¡¡ no ves que por ir a toda prisa sin mirar te has pegado un tortazo de aupa !! , jaja mira que los humanos os creeis listos pero luego sois de un torpe."

Miró hacia arriba y vió a una lechuza que con sus grandes ojos la miraban.

- Pero ¿cómo es que te entiendo?, ¿cómo es que puedes hablarme?
- Bueno, es fácil al principio todos podemos entendernos pero los hombres abandonaron esa cualidad cuando se creyeron superiores al resto de los animales, tú eres especial quizás por que no crees en esa superioridad, quizás por que esto sólo sea un sueño.
- No puede ser un sueño, esto es real, dime buho...
- Lechuza, soy una lechuza...
- Perdona, dime, es fácil salir del bosque.
- Bueno yo no tengo problemas je je , aunque nunca he salido mas alla de los lindes del bosque, dicen que a veces es peligroso sobre todo por la noche, claro que desde estas ramas todo es más fácil.
- Pues si que me estas dando ánimos...
- Pensé que querrias oir la verdad.

La joven miró al cielo, este se oscurecía rapidamente, los días allí en invierno era muy cortos, y empezó a tener miedo, debía seguir su camino, ahora ya no correría iría mas pendiente.

- Veo que has aprendido una lección. - le dijo la lechuza.
- Vaya y me puedes decir ¿cual es?
- La gente cree que por estar seguros de uno mismo todo esta hecho, pero a veces es bueno tener cierta inseguridad, por que te hace estar más precavido, aprender de tus errores y seguir avanzando, no digo que sea bueno ser inseguro, pero es peor ser un prepotente creer que se puede con todo. Ahora recorreras el camino con mas detalle, observando cada resquicio seguro que eso te hará estar mas segura.
- ¿Y si me acompañas?, tambien asi estaría mas segura y si quieres podré compartir la comida que llevo en la mochila.

A la lechuza le pareció una buena idea, de hecho hacia años que no entablaba un diálogo con un humano.

Y asi se fueron adentrando más y más en el bosque. La joven le contó a la lechuza el motivo de su viaje, y esta se quedo admirada de la valentía de la pequeña.

- Muchos no habrían llegado ni a la mitad del camino que tu has recorrido, y más contando el egoismo de tu pueblo.
- Si no lo hubiera hecho, ellos lo pasarían mal, además no tengo nada que perder. En el fondo quizás solo sea un reto conmigo misma, quizás alguna vez pueda oirme decir que lo hago bien, y lo más importante es que me lo crea.

Un crujido de hojas cortó la charla, la lechuza voló a la rama mas alta del abeto y se tapó los ojos con sus alas.
La pequeña se quedó unos instantes paralizada, - no tengo miedo soy fuerte soy fuerte-, se decía, pero sus piernas no la obedecieron y salió corriendo , saltó sobre unas setas y oyó unos grititos.

- Cuidado que nos pisas, corre hacia ese hueco de los árboles y escóndete allí.

Casi podía oirse el corazon de la chica, sus ojos miraban hacia la oscuridad cuando vió pasar la figura de un gran lobo.

- Menos mal que he corrido a esconderme si llego a seguir, el lobo me habría devorado.

En eso pensaba cuando sintió que alguien tiraba de sus calcetines.

- Oye, oye no nos vas a pedir perdón, un poco más y acabas con nosotros.

Aquellos gnomos no paraban de saltar unos sobre otros.

- Uyss perdonad, salí tan deprisa que ni me fijé.- les dijo la chica.
- Está bien, estas perdonada, menos mal que corriste por que sino, ese lobo tenía muy mala pinta.
- Sí, a veces es bueno tener miedo, aunque haya gente que se ria de los miedosos, un poco de miedo es bueno por que nos hace estar alerta ante situaciones dificiles y nos vuelve mas inteligentes.- dijo otro de los gnomos.
- Nunca me había parado a pensarlo de esa manera, quizas el no tener miedo nos hace ser mas incautos y confundimos valentia con irresponsabilidad.

La lechuza bajó de la rama.

- Hey, estas aquí.
- Valiente ayuda que tengo contigo, anda que me avisaste.
- Bueno yo la verdad es que...
- No pasa nada, has visto tengo unos nuevos amigos estos gnomos.

Allí pasó la noche entre los cuentos y las travesuras de los gnomos, y las ocurrencias de la lechuza.
Cuando el día empezó a clarear, salió del hueco del árbol.

- He de seguir mi camino, pero si os apetece acompañarme...
- Sii siii- gritaron de contentos los gnomos.
- Vamos - dijo la lechuza - si nos damos prisa al atardecer estaremos saliendo del bosque.

Caminaron toda la mañana, hasta que llegaron a un claro del bosque, y la pequeña sacó la poca comida que llevaba y la compartió con sus nuevos amigos.

De pronto, sin que ninguno de ellos se diera cuenta, el lobo apareció y de un saltó se puso enfrente de la chica.
La lechuza voló, los gnomos se tapararon con unas margaritas.

Los ojos del lobo miraban fijamente a la chica, ella no se movió, por un segundo pensó que todo estaba acabado.
Así que se sentó y le dijo:

- Lobo haz lo que tengas que hacer, no puedo ofrecer resitencia eres mas fuerte que yo.

El lobo avanzó hacia ella, despacio abrio sus fauces y enseño sus terribles dientes.
La pequeña sonrió.

- ¿Porqué sonries?, estoy a punto de comerte.
- Por que sé que no lo harás, por que en el fondo eres como yo, tienes que demostrar a los habitantes del bosque que eres fiero y temible, quizas asi te ganes su respeto, pero en el fondo no eres así, deseas ser amigo de ellos jugar con ellos. sólo que cuando te acercas ellos desaparecen y tu has asumido que ese debe ser tu papel, el de un temible lobo.

El lobo se paró en seco, la miró, y alzó una pata. la chica la acaricó despacio.

- Es la primera vez que alguien no me huye.
- Es la primera vez que acaricio la pata a un lobo.

Y la lechuza regresó, y los gnomos dejaron su escondite.
Y todos juntos comieron lo que la chica llevaba en su mochila.

- Lobo ¿ me acompañaras al final del bosque?
Y el lobo se puso a dar brincos de alegría.

Terminaron de comer y la acompañaron hasta el final del bosque, desde allí ella se despidió estaba cerca del otro pueblo y no podía quedarse más con ellos.

- ¿Volveras?- le gritaron todos
- Volveré, por sois mis amigos y a los amigos nunca se les abandona.

La pequeña corrió el camino que quedaba hasta llegar al pueblo, allí le mostró al alcalde la carta y todos se dispusieron a partir a la mañana siguiente sin más demora.

Una familia acogió a la pequeña en su casa, tenían una hija de su edad, y la pequeña se pasó la noche contando sus aventuras en el bosque.

Al día siguiente todos partieron, habían avisado a un grupo de mineros y estos trajeron dinamita, llegaron al derrumbe y lo volaron.

Aquella explosión alertó al pueblo, que raudos se echaron a la calle, corrieron hacia el camino y se encontraron con los demás.

Todos fueron abrazos y sonrisas, lágrimas de felicidad. Cogieron a la pequeña y la lanzaron al aire muchas veces.

Ella reía.

Esa noche hubo una gran fiesta en su honor, y cuando todos volvieron a sus casas, y los del otro pueblo se prestaba a volver, se le acercó la familia, la hija la tomó de la mano.

- Vente.

La pequeña se quedo quieta, de sus ojos cayeron dos lágrimas.

- Gracias, pero este es mi lugar, esta es mi casa, pasaré a verte y a jugar contigo, pero he de quedarme.

Y así aquella pequeña siguió en el pueblo, visitando a la hija, y de paso a sus nuevos amigos.

La lechuza miró desde lejos las luces de la casa de la pequeña, subida en el lomo del lobo.

- A veces no es bueno dejarse llevar por lo que los demas ven de ti, no hay nada de malo en demostar que uno flaquea, que no es tan fuerte, que también necesita de los demás y de su cariño, ¿verdad, lobo?

Y el lobo aulló.

lunes, noviembre 17, 2008

Recuerdos

Un domingo mas amanecía sobre Madrid, Noviembre frío.
El cielo se vistió de azul y salí temprano para disfrutar del Rastro cuando solo los madrugadores cruzan sus calles.
Cajas y armazones aun sin montar, las primeras voces reclamando la atención,
- ¿cuanto vale? - no te vayas reina, que te lo rebajo un poco mas-
y yo cierro un poco mas mi abrigo para guardar el calor, y no dejar que la soledad de mi paseo llegue a cruzar umbrales prohibidos.

Y cruzo Cascorro hasta la plaza Mayor donde ya han instalado las luces de Navidad, prisas por correr contra el tiempo, sensacion de que otro año mas se escapa de entre los dedos, como el agua que se pierde entre las rejas de una alcantarilla.

Allí en un soportal veo una figura conocida, con un lento caminar, y me acerco, y es él, y me pongo a su lado y le miro.

- Hola.

El gira lentamente la cabeza y suelta un escueto "hola".
Me quedo parado, no esperaba esa reacción fría como la mañana, y por unos segundos busco en su mirada un por qué.
- ¿le pasa algo?
Y él me mira detenidamente, sopesando la contestación, hasta que por fin me agarra del brazo, y siento que esta a punto de caersele el mundo encima.

Nos sentamos al abrigo de un bar que huele a cerveza y calamares.

- No sé si debo, y si quiere, pero me gustaria saber que le pasa.
- Bueno, creo que ya tenemos algo de confianza entre tú y yo,... estoy perdiendo la memoria.
- Venga no se preocupe por eso fíjese en mi, no me acuerdo ni cosas de ayer ni de fechas , no vea los problemas que he tenido con eso , no creo que sea nada grave.
- No, no, no me preocupa el no acordarme de las cosas, a mi edad es un peaje más que pagas, sólo que ya no recuerdo su cara, sus gestos y es como si la perdiera del todo, ¿comprendes? cierro los ojos y su cara aparece borrosa no hay facciones ni el brillo de su sonrisa.

Ss ojos vibraron húmedos, y me sentí estremecer, su pena era tan tangible.

- Ummm, si me deja hacer alguna cosa quizas...
- No puedes hacer nada, la vida es asi, no te preocupes.
- Me permite algo, ¿por favor podría confiar en mi?
- Bueno, confio, no creo que tenga nada que perder.
- Pues salgamos de aquí, y no me ponga un pero ni me diga que no, sólo déjese llevar, vamos...

Y así los dos caminamos despacio, tranquilamente, él no me preguntó nada, ni siquiera cuando entramos en El Corte Inglés, pero cuando nos dirigmos a la zona de perfumeria, y llame a la dependienta me miró extrañado.

- No se preocupe, y sígame el juego.
- Buenos días, desean algún perfume en especial?
- La verdad es que tenemos que hacer un regalo y no tenemos mucha idea, queremos un perfume con un suave y sutil aroma que no embriague.

La dependienta sonrió y miro al viejito, que rápidamente capto mi idea. Llegó con varias fragancias.

-Si hace el favor. - le dije a la dependienta- muestreselas a él.

Una a una fué mostrando las fragancias, hasta que llegó a L´EAU D´ISSEY MIYAKE, el viejecito, inspiro y cerró los ojos, se quedó inmovil por un momento, me acerqué a la dependienta y le dije:

- Por favor envuelvame esta, y cóbremela.

Él seguia con los ojos cerrados, no quise interrumpirle, sabía que en esos momentos estaba en otro lugar.
Cuando se recobró, no dijo nada, pero su mirada lo decia todo.

- Bueno ahora vamos a ir al café del que tanto me ha hablado.

Paré un taxi, y fuimos a un cafe por la ronda de segovia, chiquito, con ese olor peculiar del café recien molido.
Entramos y pedimos dos café, pero cuando se iba a ir el camarero, él le llamo y pidió otro largo de café con una nube de leche, y un sobrecito de azucar moreno.

Dispuso el cafe frente a una silla vacia.

Yo me acerqué a él, y le pregunté:

- Ahora dígame cual era la música que le gustaba, aquella que bien podría llamarla su canción.
- Pero no te reiras de este pobre anciano ¿verdad?
- NO claro que no, le sorprenderia lo que escucho.
- Pues un bolero antiguo, quizás no lo conozcas auque fué famoso en su tiempo "Reloj no marques las horas"

Saqué mi ipod giré la rueda y alli estaba Luis Miguel, y un recuerdo cruzó mi mente, le coloque como pude los cascos y le di al play.

Con los primeros acordes él me miro y sonrió, luego cerró los ojos, ví como sus dedos se movian despacio sobre la mesa de mármol, incluso sentí que movia los pies como si estuviera bailando, podría jurar que por un momento los vi bailando en aquel café, pegados, mirandose a los ojos sin decir nada, con una vida por delante.

Acabó la canción, se quitó los cascos, y de entre sus labios se deslizó un "gracias" suave y aterciopelado, que trepó por mi pecho y se introdujo entre los pliegues de mi corazón.

Tomamos el café en silencio, no habia nada que decir, sabía que él saboreaba sus recuerdos, y yo los mios.

Nos costó decidir que debíamos irnos, caminamos despacio subiendo de nuevo hasta la Plaza Mayor, le acompañé un poco más justo hasta el edificio de la Puerta del Sol dónde un día esperando ya a nadie, sólo a mis recuerdos, le conocí.

Saqué el perfume envuelto y se lo dí.

- A veces cerramos los ojos y sólo hay una figura borrosa, pero no mire la imagen mire en su corazón, en aquellos sentimientos, en aquel olor, aquella canción, aquellas palabras, aquellas baldosas de aquella calle o aquel café, todos tenemos alguno, perdido entre los sueños.

Y sin más me abrazó.

Quiso darme las gracias de nuevo, pero le interrumpí.

- No diga nada, dejemoslo en que es nuestro secreto, ahora disfrute de ello, y como siempre, espero verle pronto, cuidese.
- Cuidate tu también y sí, te estaré esperando por aqui.

Bajé por la calle Atocha, con las manos en los bolsillos, pero en aquel momento no estaba en Atocha, estaba lejos de alli. escuchando otras voces, oyendo unas sonrisas, con el suave roce de unos recuerdos...

martes, noviembre 04, 2008

La niña y la flor

La niña...

Se despertó. el día la esperaba con un montón de segundos de segundos para que ella los invirtiera,
a veces la inversion daba sus beneficios, otras simplemente se perdian.

Abrió la ventana y de pronto la vió. Allí semi escondida entre las ramas del árbol asomaba una flor,
una extraña flor que se abria paso entre las ramitas.

La niña se quedó mirando a la flor, abrió la ventana y le dijo:

"buenos dias flor ¡¡¡¡ yo vivo aqui y espero que ahora que te he visto podamos ser amigas"

La flor...

Se desperto. Allí estaba un día más, pero no sabia donde se encontraba, miró a su alrededor
y se sintió extraña, rodeada de ramitas, en un lugar ajeno, cuando bajó la mirada vió entre
la hierba flores de todo tipo, margaritas, amapolas, claveles.

Oyó un ruido extraño y luego una voz que le deseaba buenos dias.

Al menos,- pensó - quizas tenga una amiga.


La niña...

Cada día la niña se levantaba abría la ventana y saludaba a la flor, cuando volvía a casa,
le contaba cómo le había ido el día lo que había hecho, y sus secretos.

Para ella se estaba convirtiendo en algo mas que una amiga, ya se que ¿una flor, una amiga? pero bueno,
hay quien tiene como amigo su diario, y además esto es un cuento... y volviendo a el, la niña tenia en
la flor su confidente, y aunque muchas veces pensó en cogerla para resguardarla de los pájaros o del frío
nunca se atrevió a salir y subir al árbol a por ella.

La flor...

Se sentía sola, alli en el árbol, y como única compañía tenía a aquella niña que le contaba sus cosas, sus ilusiones
sus sueños, y temores. Esperaba el momento de oir la ventana abrirse y entonces ella abria sus pétalos
intentando con su fragancia alegrar a la niña, intentado que la tocara con sus manos, incluso, pènsó algunas
veces que ojala fuera a por ella y se la llevara del árbol, sobre todo cuando llegaban los pájaros a los que
tenía un miedo horrible, o por la noche cuando se sentía tan sola que de sus pétalos salian gotas de agua,
algunos la llamaban rocio, pero ella sabía que eran sus lágrimas.

La niña...

pasaba el tiempo y la niña sentia que la flor habia crecido dentro de ella, la necesitaba, deseaba muchas veces
que llegase la hora de llegar a casa y poder verla, sentia las ganas de tenerla entre sus manos, tocarla,
poder cuidarla, más no se atrevía, cuando al pie del árbol intentaba subir un miedo atroz se apoderaba de ella,
¿y si me caigo? ¿y si al cogerla le hago daño o no crece en la maceta?
Asi todos los dias se volvía a casa a verla desde su ventana.

La flor...

Esperaba y esperaba más el momento de sentir que la niña estaba alli a su lado nunca llegaba. Las noches
se hacian mas largas y mas frias, y la flor sabia que no duraria mucho, que cualquier noche...

.......

Y el tiempo pasó, el inviernó llegó. La flor empezó a sentir el frio, mas y mas, cerraba sus pétalos y se decía
que al día siguiente la niña la llevaría con ella, pero nunca llegaba.

Un día la niña abrió la ventana, y la flor no estaba en el árbol, miró y miró, pero no la encontraba, salió al jardín y al dar la vuelta al
árbol la encontró marchita en el suelo.
La subio a casa y entre lágrimas la guardó en su libro mas preciado.

Hoy cuando ya los años han pasado aún conserva ese libro y entre sus páginas reposa una flor seca, que aún hace llorar a
aquella niña.

lunes, octubre 27, 2008

La estación

La ciudad despertaba, si es que acaso,una noche de sábado la había dejado dormir.
En las aceras recuerdos de la gente que dejan sus cuatro paredes,
para hacer colas interminables, para encontrarse, para buscar, para perdeerse, para olvidar, para vivir.

Y yo paseo en esta mañana de domingo, bajo un intenso manto azul, disfrutando de las primeras horas de este domingo, de sus calles desiertas, olor a churros y café.

Paso por el café Jamaica, de la Puerta del Sol, e instintivamente echo la mirada dentro, siluetas transparentes,ligadas al tiempo se miran. Y tras ellos, una mirada y una sonrisa.

Le reconozco y sonrio a la vez, mientras siento una paz interior.
Me acerco y él se levanta despacio, voy a darle la mano pero extiende sus brazos y me acoge, cierro los ojos y lo primero que recuerdo es a mi madre, el calor de sus abrazos.

Nos separamos, y me invita a sentarme, pido un café con leche templada, y dejo mi mochila. Me mira despacio, como si intentara mirar mas adentro. Me ruborizo.

- ¡Cuanto tiempo!, ¿Cómo le ha ido en todo este tiempo? - le pregunto.
- Bien he llegado hace dos dias, de la casa que aún conservo en el pueblo, suelo ir todos los años, una especie de encuentro
con el pasado, ya sabes... Al caer la tarde sacas la silla a la calle y alli charlas con los vecinos, con la gente que pasa, conversaciones
sobre la proxima vendimia, los precios del gasoleo, como el pueblo poco a poco se va muriendo, los jóvenes ya no van alli.
- Si, es una pena, la ciudad nos engulle a todos, tarde o temprano, y los que hemos vivido siempre aquí añoramos esa tranquilidad del pueblo.
- ¿ Y tus vacaciones? , ¿más tranquilo?
- La verdad es que bien, no me puedo quejar, siempre queda ese gustillo de un viaje de aventura, de perderse y probar cosas nuevas, pero no me puedo quejar.
- Quizás el proximo año, ¿no?, de alguna manera tus palabras, esa sensación de aunque todo vaya bien, haya un gusto de insatisfacción, como si siempre faltase algo me ha recordado...
- ¿Un cuento?
- No, jajaja, esta vez creo que no, aunque podrias tomartelo como si lo fuera, ¿tienes tiempo?
- Si, todo el tiempo del mundo - me recosté en la silla de madera, dí un ligero sorbo al café, y me dispuse, a escucharle una vez más.
- Te cuento, entonces, a la vuelta del pueblo, esta vez viene en tren, no sé por qué, pero queria viajar en el ave por primera vez, y lo que más me sorprendió...
- A la velocidad que va, y uno ni la siente... - le interrumpí.

- Jajaja, no, que va, no me vas a creer, pero me sorprendió la estación de Atocha, el jardín con esos aspersores, una charca repleta de tortugas, asi que me senté allí a ver la gente pasar, unos con prisas cargados de maletas con la ilusion de emprender viaje, otros con la pena del regreso a sus espaldas, luego me pareció ver a alguien disfrazado de cura, quizás lo fuera, pero la sotana le quedaba corta y su moreno era de playa, por un momento imaginé que iría disfrazado, quien sabe alguna apuesta, alguna sorpresa...

Por un momento cerré los ojos, y sentí todas esas personas que se quedan anclados en alguna estación, van en su tren de la vida, y de vez en cuando se bajan en una estación, intentando que esta sea su ultima parada, y a pesar de todo, de los esfuerzos, de dejar allí las maletas, llega un día que se dan cuenta de que no es su estación, y que han de emprender de nuevo el viaje. No se dan cuenta de que es mas doloroso, al final uno coge cariño a las estaciones, se acostumbra a sus bancos, y cuando ha de reemprender la marcha, siempre queda algun jiron de piel y corazón. Quizás les sean necesarias esas paradas, quien sabe, dicen que todo tiene un motivo y un por qué, pero creo que es un tipo de gente, a la que le da miedo que el viaje no acabe nunca, a pesar de que la estación definitiva pudiera estar más cerca de lo que ellos creen.

Le miré, en el fondo era fácil reconocer que llevaba razón. Y continuó...

- Esa tarde ví trenes pasar, casi sin detenerse y tras sus cristales, caras cansadas, ojos tristes, apagados, pero aun guardando un lejano brillo, para el momento de llegar. Y ví en esa gente aquellos, que nunca bajan del tren, que el miedo les atenaza, miedo a sentir de nuevo el suelo bajo sus pies, el saber que, por fín, han llegado, aunque no sea el punto final, sino sólo un principio, y por eso sólo miran tras la ventana, estación tras estación, sin atreverse a lanzar las maletas a saltar del tren aun en marcha, convirtiendose en sombras de un tren que nunca acabará su viaje.
Pero créeme, siempre hay una estación esperándonos, siempre, y aunque a veces parezca que nadie estará allí para ayudarnos con nuestras maletas, al final la estación no está vacía.


Se detuvo, tomó la taza y la acercó a sus labios, mientras sus palabras caian dentro de mi como cae la noche apagando el día.

- Y bien, - me dijo - supongo que tu si conoces la estación, ¿no?, sino es asi te recomiendo que vayas, sin prisas, sientate una tarde, y observa a la gente, en ellos puedes encontrar muchas respuestas.

No dije nada, que podía decir a todo aquello, apuré lo que me quedaba de café, que se había quedado frío.

- Anda, no te quedes aqui más rato, sigue con tu paseo, aprovecha aun la hora, ya sabes dentro de nada esto se llenará de gente y sera imposible.

Tomé la mochila y le miré, no me quería ir, pero de alguna manera deseaba estar solo, y seguir mi paseo.

- ¿Nos volveremos a ver? - le pregunté mientras le daba la mano.
- Claro, en cualquier calle, en cualquier café o quien sabe en alguna estación cuando te bajes del tren...

lunes, octubre 20, 2008

Zumo de limón

Cogio sus recuerdos y una cerilla, los prendió, una llama
se levantó crepitando entre azules y naranjas.

El humo olía a azahar y melancolía.

Y en su alma llovia zumo de limón.

Con las cenizas dibujó besos en el aire, trazó líneas curvas de un cuerpo recorrido,
moldeó las lágrimas con sus sueños e ilusiones, y con el resto pintó una sonrisa.

Mientras en su alma llovía zumo de limón.

lunes, octubre 13, 2008

Salir

Bajó la persiana, la oscuridad era como una manta en invierno, le daba el calor suficiente como para llegar a pensar que todo era un espejismo, un mal sueño del que al final siempre te despiertas.

Pero no era un sueño.

Y se dejó llevar, acurrucada en su cama, hecha un ovillo, deseando que un susurro le dijera: "no te preocupes todo va a ir bien, todo irá bien", pero no lo había.

Afuera, el sol era una bola fría y distante, y el cielo había perdido su color como si de tanto lavarlo hubiera desteñido.

Para ella el tiempo era un simple goteo, unas vias de un tren en linea recta sin parada ni final.

Un telefono sonó, como lo hacen las campanas de Santa María del Mar, tañendo en dia de difuntos.

Y tirarón de ella.

Dejó detras de su puerta la soledad colgada del armario.

Salío a la calle, donde la vida germinaba al calor del atardecer, entre risas e ilusiones de sabado por la noche.

Entraron en un bar, y alli entre cerveza y cerveza ahogó sus penas, que se diluyeron como azucarillos.

Una mirada que se esconde, otra que la busca, y así le vió, mirandola sin recato, entrando en un juego del pilla pilla, como dos niños que entran en un laberinto con el deseo de encontrarse en cualquier esquina.

Y así, jugando al escondite inglés con sus ojos, deja pasar la noche, caminando en el filo del vacío, sin lanzarse, por que sabe que no habrá red con la que protegerse.

Él se va, dejando tras de si una sonrisa y un guiño, que ella atrapa al vuelo entre los pliegues de su falda.

La noche muere en las aceras, y ella regresa a casa, con el ego atado al hilo de una cometa, con el peso en los bolsillos de aquel que sabe que no hay nadie que te espera, que no habra nadie a quien esperar.

viernes, octubre 03, 2008

Una hoja de papel

Un día más amanecía.
Y la rutina se desperezaba bajo las sábanas.

Una ducha, un café, y muchas horas por delante de un trabajo que se había vuelto tedioso.
Aún tenía tiempo, se sentó, tomó un bolígrafo, papel y escribió:

"A ti:

Hola, hoy me levanté sintiendo el frió y el vacio en mis sábanas, en mis brazos y en mi pecho, son dias que amaneces mas gris sin las pinceladas de tu sonrisa y tu mirada.
Me encanta enredar mis dedos en tus cabellos cuando aún no estas despierto del todo, acercar mis labios a los tuyos y susurrar en ellos un buenos días.

Deslizar las yemas de mis dedos por tu espalda como si de un eslalon gigante se tratase, surcando cada pliegue, saltando por tus curvas.

Me gusta enredar mis piernas en las tuyas, y sentir como con ellas me abrazas mi cintura, cual hiedra que se aferra a las paredes para no soltarse jamás.

Y quedarme mirando el brillo de tus ojos, sintiendome girasol, girando con ellos en busca del sol.
Deseo sentir la suavidad de tu piel, que me recuerda la de los bebes empapados en su Nenuco.

Y caminar descalza a la cocina mientras te preparo el café y adivino tu figura mirandome, esperando el momento para abrazarme por detrás, y sentir la humedad de tu boca en mi cuello.

Poder abrazarme con tu olor en mi piel, vestirme con tu sonrisa, esa de niño pícaro y travieso, esa que sabes que me vuelve loca, y me provoca, me provoca perderme en mis instintos.

Y miro el reloj y es hora de irme al trabajo, y te doy un abrazo que es como el que recibe la arena blanca de las olas, y no me quiero ir, y me quedo en instantes fugaces que desearía intemporales.

Y me voy, y sé, y siento, y quiero, y deseo, y sueño ... "

Deja el boligrafo sobre la mesa, y dobla la hoja de papel, y abre el cajón de su mesilla, y alli entre otras hojas de papel dobladas, deja esta última, y sonrie y cierra el cajón, y toma su bolso y sale a la calle, y el dia no es tan gris, tiene las pinceladas de color de esa hoja de papel.

viernes, septiembre 26, 2008

Miedo

Tengo miedo a olvidar que voy olvidando.

Miedo a reinventarme cada dia y olvidar un poco lo que fuí,
calles, lugares, olores empiezan a desvanecerse entre la arena del reloj del tiempo, se entierran alli sin ninguna losa, sin epitafio, sin señal alguna que indique que pasaron y siento miedo.

Miedo a empezar a olvidar que estoy olvidando.

viernes, septiembre 19, 2008

Arco Iris

El sol acariciaba la ventana, corriendo sus rayitos por el cristal como si de una pista de patinaje se tratara.
El café caía lentamente llenando la estancia con su aroma, ella apoyaba sus manos contra la pared de la ducha, el agua se deslizaba por su piel.

Salió con la toalla enrollada a su cuerpo, se sacudió el pelo, y llenó su taza, en la calle la gente como conejos saliendo de su madriguera apuraban el paso al son de las manecillas del reloj.

Bebió un poco, y dejó que su vista se perdiera en la acera.

Empezaba otro otoño, miró a su alrededor, qué pocas cosas habían cambiado, cada año promesas, sueños, la ilusión de que algún día el silencio y el eco de las paredes se rompieran por risas, por gemidos, poder cerrar los ojos bajo un cálido abrazo y dejarse llevar.

Sus ojos saludaron a esos recuerdos, como sólo ellos sabian hacerlo, dejando escapar un rio sobre sus mejillas.

Se acercó a su cómoda y abrió el cajón, alli entre encajes y seda, vió un grupo de cartas, todas con la misma dirección, todas sin enviar, como si hubiera llenado los frascos con palabras, los hubiera cerrado, y olvidado en la alacena.

Las acarició, y los recuerdos se enredaron en sus dedos.

Sintió la caricia de la soledad abrazar de nuevo su corazón, como el invierno se lanza sobre la piel nada más salir de la cama.

Y en aquel cajón encontró su diario, un libro de viaje de pastas negras, donde vertía sus sentimientos.

Lo abrió al azar, y empezó a leer...

" Me siento triste, la lluvía golpea los cristales, la noche se hace dueña del dia y apaga mis fuerzas como si soplara la luz de las velas. Recuerdo los días así cuando dejaba de ser una niña y mi madre resistiendose a aceptarlo, aún venía a taparme a mi cama, se sentaba a mi lado y con el torso de su mano acariciaba mi mejilla, y siempre, siempre que me veía triste me contaba:
"Los días de lluvia nos traen la nostalgia envuelta en sus gotas, y uno cierra los ojos y recuerda esos días de cielo azul donde el sol como si fuera una enorme sonrisa nos viste de pies a la cabeza, pero recuerda mi niña, que para ver lo más hermoso que el cielo te puede regalar, para ver el arco iris como un puente a un mundo mágico, el sol necesita de la lluvia, y la lluvia necesita que el sol juege con sus lágrimas, para que de ellas, se extienda ese puente de color, quizas te sientas triste, pero cierra los ojos y dentro de esa tristeza verás que el sol saldrá de nuevo y sobre ti se dibujara un hermoso arco iris."

Y ella acaricia la página de su diario como si con ello pudiera acariciar a su madre, y entre sus labios florece un pequeño susurro: "si, mama, el arco iris se dibujara.. un día"

Entonces un rayo de sol logra atravesar la ventana y corre raudo hasta su mejilla y atraviesa sus lagrimas estallando en colores, y sobre el espejo se pinta un pequeño y diminuto arco iris.

viernes, septiembre 12, 2008

Tiempo

El calor pierde la batalla contra el tiempo y el alba,
dejando las sábanas llenas de escarcha.

Risas que se desvanecen entre las manecillas de un reloj,
y se estrellan contra la pared, astillandose en ecos perdidos.

Desayunos fríos, un café solitario y con prisas, a pesar que
nadie espera.

Tardes que agonizan lentamente, en una rueda que se repite
día a día, y que muere cuando los párpados echan el cierre.

Silencio que estalla en los oidos, palabras mudas, mordazas del alma.

Aún quedan los platos fríos, en cenas que nunca llegaron, mientras
el microondas calienta los sueños.

Pasos que huyen sobre baldosas de un calendario que desprende sus
hojas como los árboles en otoño.

La puerta se cierra, y la sombra se proyecta en espejos que vieron
imágenes que se pierden en el olvido.

Mañana traerá su luz el alba y con ella se iran estos versos de oscuridad.

miércoles, septiembre 03, 2008

El Rey y la Bruja

Hace mucho, mucho tiempo... ¿o no hace tanto?
Vivía un rey en un solitario castillo.
En su reino había pueblos, caballeros, guerreros, doncellas, pajes, y como no, una malévola bruja que ansiaba el poder del rey.

A los ojos del rey, la bruja era una poderosa alquimista que le ayudaba a sobre llevar el peso de su vida, con sus conjuros y su compañía,
Pero la bruja pasaba más tiempo en su cueva con los brebajes, los rabos de lagartija, ojos de murciélago, polvo de cuerno de unicornio y agua de luna, que con el rey. Por eso a veces el rey, en su solitario castillo deambulaba de un lado a otro, dejando sus quehaceres al margen, tal era la dependencia que tenía de la bruja.

Sin embargo cuando se asomaba a la almena y veia aquellos inmensos campos, en atardeceres dorados, suspiraba por los tiempos en los que él montado en un hermoso corcel se perdía en aventuras. Unas persiguiendo a dragones, otras llegando a remotos países.
Cuando esto pasaba, un cuervo, servil lacayo de la bruja, volaba raudo a decirselo a su ama, la cual corría al castillo, para que así el rey volviera a estar bajo su poder.

Un día, la bruja pensó que perdía mucho tiempo cada vez que tenía que "ensoñar" al rey, asi que abrió su gran libro de conjuros, y en él encontró la solución.
Creó unas gafas con las que el rey solo vería los colores que la bruja quisiera, de esa manera cuando el rey se asomara a su almena ella podría cambiar los atardeceres dorados, por una gama de grises y el rey nunca añoraria más la vida fuera de aquel castillo.

Pero la bruja cometió un desliz, engreida en que ella era todo poderosa, creó unas gafas que el rey no vería, pero se olvidó de que los demás si podrían verla.

Asi llegó a palacio y cuando el rey dormía placidamente, la bruja le puso las gafas.

Desde ese día la bruja controlaba al rey, cuando este se ponía un poco nostalgico, las gafas cambiaban los colores, e incluso con el tiempo la bruja las perfeccionó de tal manera que llegaba a cambiar lo que el rey podía ver, le cambió la realidad.

Nadie en el reino se atrevió a decirle nada al rey, pues este siempre lo negaba, llegó a ser tal su cabezoneria que en el reino decian que el rey habia perdido la razón.

Y llegaron las fiestas al reino y al castillo llegaron caravanas de gente, se instaló un mercado, donde trovadores cantaban hazañas de Oriente, osos enormes retozaban con perros simulando cruentas luchas, malabaristas y payasos ponian una sonrisa en los niños, y cara de asombro en los mayores.
La bruja enrojecía de cólera y envida, pues el rey esos días no se acordaba de ella, y entonces las gafas se pusieron a funcionar y todo aquello que hacía soñar al rey, cambiaba.

Las fiestas tenían su punto álgido en un torneo y una gran cena donde acudia todo el pueblo, el rey la presidía, regadas del vino de la región la gente bailaba, reía, se contaban historias de lejanos lugares, viajes misteriosos, por un dia la felicidad parecia que habitaba entre todos.
Sin embargo ese año el rey no mostraba esa felicidad, veía las cosas segun las gafas de la bruja, esta, para que el rey no viera que tras los muros del castillo hay una vida, pintaba de gris toda la fiesta.

Entonces un niño salió de entre la multitud y se acercó al rey.

- Rey, por que si todo el mundo está feliz, tú estas ahi sentado, sin disfrutar de la fiesta, ¿no te hacen reir los payasos? acaso, ¿los malabaristas no te sorprenden?, ¿será que estas cansado de esas historias de lugares lejanos donde habitan los trolls, y los dragones echan fuego por la boca?

- Yo no veo nada de eso, solo siento el frío de la noche, la soledad que se cierne fuera del castillo, la gente que bebe y come y habla, donde dices que estan los payasos, y los malabaristas, que me hablas de cuentos de paises lejanos..??

De pronto sin que nadie pudiera evitarlo el niño alzó su mano y cogió las gafas del rey, y ante los ojos del rey apareció un mundo nuevo, y vió a los malabaristas y se rió con los payasos, y vió en su corazón las historias de aquellos paises lejanos.

La bruja viéndose al descubierto, huyó en su cobardía y nunca más volvio al reino.

Y el rey, desde ese dia, supo que tras las murallas de su castillo sigue habiendo un mundo a la espera de descubrir.

martes, septiembre 02, 2008

El Guerrero

Ascendió por la ladera, desde allí podia ver el valle al atardecer, cuando el sol teñía todo de rojizo, como si envidiara a los campos inundados de sangre de mis enemigos y de mis compañeros.

Podía oir el bramido de la batalla, choque de escudos, cuerpos contra cuerpos, gritos de ánimo, y sollozos de angustia.

Miró al cielo y creyó ver en el, la sonrisa de los dioses, divirtiéndose ante el espectáculo que los mortales, sin ser consciente de ello, les estaban ofreciendo.

Se quitó la armadura, preso de una rabia contenida, y con toda la ira floreciendo de sus labios les gritó:

"Es esto lo que quereis? decidme, es esto? ver el sufrimiento, y el dolor?, pues aquí me teneis, si mi muerte puede satisfacer vuestros deseos ,tomadla, y dejad que esto termine ya.

Tomó su espada teñida en sangre y se lanzó a la carrera, los pocos valientes que salieron a su paso se encontraron con la muerte antes de lo imaginado, cercenó la cabeza del primero, y girando sobre si mismo hundió su espada en el estómago del segundo, fué avanzando viendo la mirada sorprendida de aquellos que osaban lanzarse a medir sus fuerzas.

Y sintió el dolor de la muerte pasar a su lado, y por un breve instante recordó el dolor que él habia provocado, ojos llorando su ausencia, y su traición, intentó borrar ese recuerdo, por que sabía, que si allí seguían abrirían la puerta a otros recuerdos.

Se concentró en el fragor de la batalla, el sol avergonzado se escondía mientras el cielo se cujaba de estrellas y el campo anegado de cuerpos narraba lo cruenta que era la batalla.

Pocos enemigos quedaban ya, el sabor de la victoria, de una paz deseada besó sus labios, cuando un compañero gritó: "victoria", él se giró, bajó su espada, y sintió quepor fin habia llegado la hora, que su hogar estaba cerca, que todo había acabado.


Nunca supo de donde vino esa flecha, sólo sintió una punzada que le atravesó el pecho, cerró los ojos un instante, mientras caia de rodillas, no quería morir asi, abrió de nuevo los ojos y ante él, el cielo estrellado brillaba de forma especial, sintió frio y soledad, quizas era como debía acabar, y en el fondo supo que volvía a su casa, mientras las estrellas se iban apagando.

Todo se tornó oscuro.
Y sólo sintió paz.

miércoles, agosto 27, 2008

Recuerdos

- No, no no y no. No quiero ir.

Corrió a su habitación, se dejó caer sobre la cama, y rompìó a llorar.
era inevitable, llegaba Semana Santa y sus padres la llevarían otra vez al pueblo, otra semana aburrida de procesiones, televisión, y paseos, odiaba aquel pueblo, ¿por que no la dejaban quedarse en Madrid, en su Madrid, algunas de sus amigas se quedaban y ya habían planificado una semana genial.

Pero que hacer cuando se tienen 16 años, y con patalear no basta, asi que un año más se vió metida en el coche en dirección a aquel pueblo.

De un año para otro, había cambiado, a las afueras estaban construyendo chalets, ella los miró extrañada ¿pero es que a alguien se le puede ocurrir venir aqui de vacaciones? Si esto es como enterrarse en vida.

Los primeros dias de la semana pasaron como ella suponia, paseos con sus padres, tediosas tardes pegadas a la tele, y alguna procesión de los pueblos de al lado, menos mal que entre el diario y el movil, las noches se hacian mas llevaderas. Maldecia su suerte, sus amigas ya habian ido a dos discotecas y al parecer habian conocido a unos chicos "monísimos" y con coche, y ella alli tirada en el culo del mundo, viendo pasos y capirotes. A punto estuvo de estrellar el movil contra la pared.

El miercoles santo se notó que las vacaciones reales empezaban, el pueblo cobró vida, y llegó mas gente. Esa tarde sentada en la plaza con su libro, vió llegar a una familia, no se fijó mucho, "una más" se dijo, pero de pronto oyó al padre llamar a su hijo

- Vamos Carlos, lleva tu el coche a ver si asi te animas un poco.

Ella miró hacia el coche, alli estaba Carlos, un chico de unos 18 años moreno, pelo largo, con sus vaqueros rotos, por un instante sus miradas se cruzaron, el levantó la mano y la saludo, ella no supo que hacer, se quedó mirando como entraba en el auto, arrancaba y se iba.

Aquella noche, no se quedó en casa, salió a dar un paseo, su objetivo era volverle a ver, quien sabe ¿y si se hubiera quedado en casa? pero ella no podría quedarse con la duda.

Y lo vió sentado junto a la fuente, con una psp en las manos.
Se acercó.

- Hola
- Ah hola.. tú eres la chica de esta mañana no?
- Si, y tu eres nuevo en el pueblo?
- Si, no queria venir pero me suspendieron dos y eso es como un castigo
- Vaya ya tenemos algo en comun, para mi, estar aqui es como ...un castigo.

Y asi con una charla tan poco trascendental, en una noche cualquiera, aquellos dos chicos se conocieron, sin saber que compartirian los mejores dias de su vida.

Compartieron sus paseos, alguna que otra procesión, los juegos de la psp, charlas de instituto, música, y sus cascos, y la noche del viernes santo mientras los tambores rasgaban el silencio, unos labios rozaron otros labios, una manos acarició una espalda mientras otra mano se adueñaba de una nuca.

El primer beso de amor, una descarga que nace en lo mas profundo y esquia por la piel, se introduce por cada poro, surfea en las entrañas y escala el corazón.

No hay tiempo para pensar, solo sentir, que mas da que la semana corra presa del tiempo, para que el domingo de resurrección, un amor muera atrapado en la distancia.

Y sobre el capó de un coche los adios se cruzan con un "te escribiré", los besos con las lagrimas, el sabor de la sal con el sabor de la boca, el amor, con el desamor... y una cara surcada de lagrimas se despide tras el cristal.

Luego llegaron las cartas, las promesas, el tiempo vuela, el año que viene, si mis padres me dejan iré a verte, una felicitación por Navidad, un "que la vida te vista de suerte", y el tiempo que se abre entre cada carta, como una grieta entre las montañas.. y la vida sigue su camino, y alli en un pasado que a veces se convierte en presente queda Carlos, y el primer amor.


Ahora ella lee su diario, ha pasado tanto tiempo, dos decadas, y siente en sus labios el calor de aquel beso, aquella sensacion, la cancion de fondo en el coche "too much love will kill you", y se siente morir un poco, por aquel amor, por los sueños que se quedaron en eso, sólo en sueños, por que a veces se vuela una vez, pero volver no significa volar otra vez.

Y en el cajón guarda de nuevo su diario.
Alguien espera en el salón y la cena aún no está lista.

lunes, agosto 25, 2008

25 Agosto...

Hoy simplemente no es un buen día...

Pero llego otra vez aquí, aunque hace mas de dos semanas que "aterricé" en Madrid.

Las vacaciones ya estan en el olvido.

Para mi, el final de Agosto supone empezar un nuevo año, vuelta al horario normal y emprender de nuevo el camino...

Pero antes, un recuerdo para las vacaciones, que este año se dividieron en dos.

La primera parte fuí a Florencia, y en el aeropuerto descargué y dejé el peso sobrante de mi maleta, me llevé la ilusión de volver allí, la suave brisa envuelta entre las camisas de dejarme ir, de dejarme llevar, de disfrutar de cada momento... y así fué.

La segunda parte volví a la playa, allí donde he pasado mi vida, y como la cancion: "... a veces no se debería volver a donde uno fué feliz..."

De la arena surgieron los fantasmas enterrados, en las olas llegaron aquellas botellas con los mensajes escritos de ilusiones y sueños, que nadie recogió.

Paseos por la playa donde veo caras del pasado, no me reconocen, antes cercanas y ahora a años luz, bebes correteando,parejas, sabor a sal que ya no tiene el mismo gusto.
Y me siento, cansado, tan lejos de todo, por que el futuro fue un sueño que tuve cerca, y como humo se desvaneció.

Pero miro a mi lado y veo una sonrisa que crece mas deprisa de lo que me gustaria y siento que la vida es un ciclo, y en esa sonrisa me veo,como cuando hace años alguien me lanzaba sobre las olas, cuando alguien aunque se mostrase lejano, me cogiera de la mano y jugase conmigo.

Esa sonrisa que es mi motor.

Aun quedan las estrellas desde esa terraza, aunque cada vez se ven menos con la contaminación luminica y aquello ya no es lo que yo recordaba.

Aunque los recuerdos perduren para siempre.

Vuelvo a mi Madrid, a sus calles semi desiertas, donde sobre el asfalto quedan esparcidos gran parte de lo que una vez soñé.

Dicen que me gusta ir de victima, que me recreo en ello, no lo sé, quizas haya algo de razon en ello, o quizas no, quizas sea solo un eterno solitario insatisfecho, o quizas sea el destino que me lleva a veces a rozar las estrellas con la punta de los dedos.

Quien sabe, pero en mi mochila quedan dias de vino y rosas, de golpes de felicidad, de sonrisas, de recuerdos, de calor, y tambien llevo vasos de cristal llenos de lagrimas, y de vacios y soledades, de noches frias, de palabras que se quedaron sin decir, de palabras que no regresaron. Y a pesar de que pueda parecer un eterno nostalgico, de vez en cuando sonrio a la vida y ella me sonrie, y saboreo esas burbujas de felicidad, y soy un viejo loco con sus locuras que rie como un niño, aunque haya gente que no lo entienda.

Y a las puertas de un nuevo septiembre se abre otro camino, donde me encontraré con mi viejito, con este espacio en blanco, con nuevos sueños e ilusiones, con atardeceres de color ambarmarina, donde madrid extiende sus brazos para arroparme de nuevo.

Con un camino que se irá haciendo poco a poco, día a día... quien sabe...

PD. Gracias a todos por seguir estando ahí.

martes, julio 22, 2008

Vacaciones...

Otro año...
y voy cerrando persianas, entornando puertas, desenchufando cables,
descolgando ropa y metiendola en la maleta

y de la maleta saco recuerdos, lágrimas, sueños e ilusiones rotas, y los cuelgo del perchero.

Busco entre los cajones alguna sonrisa, alguna foto, y la guardo en la maleta..

En la penumbra me siento ... otro año... que ha pasado como los trenes que ves desde la carretera rápidos, sin parar, dejándome varado en otra estación.
Un año de cambios, donde en el camino se quedó mi piel y mi corazon a jirones, un año donde descubres que gracias a la gente que te quiere, no abandonas todo, un año donde hubo más lágrimas que sonrisas, un año en el que he escrito otro capítulo más que no se cierra sino que continua, aunque muchos crean que la vida consta de capítulos que empiezan y acaban, no es asi, lo bonito de un libro es saber que los capitulos conforman el libro entero.


Bueno, mis maletas me esperan, cierro la puerta de mi caja de cerillas, y siento que parte de mi se queda entre las paredes, en el armario, en los espejos, a la espera de que regrese, que será más pronto de lo que yo quisiera.

Gracias a todos los que pasais por aquí, a los que me dejais unas letras que son para mi como rayos de sol en inverno, gracias a los que pasan por aqui se detienen leen y aunque no dejan nada algo se llevan. Y gracias a todos aquellos me ayudaron a salir, a seguir, sin preguntar sin decir nada, tendiendome la mano para continuar escribiendo ese libor que algunos llaman vida.

Gracias. Nos vemos en unos dias

Felices vacaciones ¡¡¡¡


********* HAY DIAS **************

Hay dias que uno siente que su caja de cerillas huele a soledad, y la sombra de los recuerdos a veces asoma su cara de dolor debajo de las sabanas.


Hay dias que uno siente que la soledad le viste, y que lo que hay alrededor son solo tiritas que no tapan las heridas.
Hay dias que uno siente que las cicatrices nunca dejan de sangrar.

Hay dias que una sonrisa, una palabra es el mejor bálsamo.
Hay dias que cerrar los ojos es un sueño, y hay dias que abrirlos se convierte en pesadilla.

Hay dias que el vacio de la cama es el abismo mas profundo.
Dias que aún volcando el café en el azucarero este sigue sabiendo amargo.

Hay días donde aquellos oasis de felicidad se vuelven borrosos y lejanos.
Hay días que uno construiria un puente de madera que empezase al pie de la cama y no terminara nunca.

Hay dias que uno abre el armario y desea vestirse de suerte y caminar en el presente.

Hay dias que uno viaja envuelto en una lágrima.
Hay dias que al llegar de nuevo aqui miro mi pared blanca y solo veo un paredon.

Hay dias que caminaria sobre las vias de un tren, vias que seguirian una linea recta sin fin, sin llegar nunca.
Hay dias que siento que no pertenezco a este mundo, que no encuentro mi lugar.

Hay dias que no se quien soy, ni a donde voy.
Hay dias que siento que un dia dejé mi hogar y por mucho que intento volver me perdí en el camino.

Hay dias que los arrancaria del calendario y hay dias que no deberian pasar nunca.
Hay dias que quiero coger el bote de pintura, y pintar esquinas, paredes y fachadas, esas que forman mi vida.

Hay dias que pueden dar paso a dias diferentes.
Y hay dias que la gente me los hace diferentes, y quizas por ello puedo soportar los otros días.

viernes, julio 11, 2008

Un castillo de arena

Cogió su pala, su cubo, y en él metió todas sus ilusiones.
Caminó hacia la playa despacito, sabiendo que el mar no se iria, que la arena estaba alli.

Buscó un lugar, donde la arena mojada tenia la consistencia suficiente para ir creando un castillo.

Vació su cubo, el que estaba lleno de ilusiones y estas se desparramaron por la arena, sacó su pala y escarbó.

Primero construyó un foso, no muy profundo, y luego las cuatro torres, separadas lo suficiente para dar espacio al castillo, las unió con un muro alto, y sobre el foso puso un puente que daba a la puerta principal.

en el centro del castillo, levanto una montañita de arena, plana por encima, coronada por una hoja de palmera.

Ya era mediodía, cuando terminó el castillo, estaba cansado. pero sonrió al verlo, lo habia hecho él, con sus manos con todo su esfuerzo, venciendo el miedo a no lograrlo, y allí estaba, el foso, las almenas, los muros, la hoja de palmera.

Y sonrió.
Y su sonrisa se transformó en una risa amplia y limpia.
Y dentro de él, su corazón vibró.

"por fin" - se dijo.

Entonces, una ola, no muy grande, no muy pequeña, avanzó, con su espuma abriendose paso, entró en el foso, y abrazó el puente, mordio el muro y trepó por las almenas, arrinconó la montaña del centro y en un ultimo suspiro antes de retirarse, se llevó la hoja de palmera.

el niño se quedó mirando como la ola se llevaba los granitos de arena, sin enfado, solo con esa cara de sorpresa, cuando no lo esperas.

y se preguntó

- ¿Por que ola vienes asi y te llevas lo que hice?
- ¿Por que castillo, si te hice fuerte no aguantaste la ola?
- ¿Recordara la arena, que un dia fué castillo, que mi cubo y mi pala le dieron forma?

Recogió su cubo, limpió la pala en el agua de mar, y volvió a su casa.

Con el cubo vacio.
Con la pala limpia.
Con una lagrima asomando por sus ojos.

Y cuando abrió la puerta y la tarde caia sobre el asfalto, se dijo:

- "Mañana, llenare mi cubo de ilusiones, meteré en el mi pala, y haré un castillo en la arena."

miércoles, julio 02, 2008

Hay.

Cae la tarde, y el sol apaga sus ultimas brasas sobre el asfalto de esta ciudad, donde la gente aguarda, paciente, para echarse a la calle y disfrutar
de este tiempo intentado dejar tras la puerta sus problemas, las falsas esperanzas, desnudándose del dia trabajado y vistiendose con una sonrisa, y los pocos euros que van quedando para tomar esa cerveza en cualquier terraza.

Sobre mi piel aun corren las ultimas gotas de la ducha resistiéndose a ser devoradas por el calor.
Más allá un vaso de limón y cerveza pinta le vaso de un dorado otoñal.

Todo permanece en oscuridad, rota solo por el reflejo de la pantalla del monitor.

Imagino mientras tanto cientos de catálogos de viajes, miradas que se estrellan en escaparates de agencias de viajes, donde se abren ventanas a playas doradas, a mundos soñados al alcance de la mano, de la mano que pueda pagarlos.

Y cierro los ojos, sobre mi pecho palpitan los dias corriendo a galope sobre las manecillas enloquecidas de un reloj que ora va hacia atrás, ora avanza lentamente.


Y siento...


Hay un frio vacio en la cama que me aterra y me espera, hay una distancia entre la primavera y el invierno que parece cada vez mas creciente, hay recuerdos esparcidos como cristales rotos en el suelo.

Hay piedras en mis zapatos, hay lágrimas que afloran, llevandose sonrisas no dibujadas.

Hay amaneceres que no llegan nunca a la espera de que el sueño aparezca y no acabe, hay tardes que empiezan y terminan sin apenas respirar, hay dias que te cogen y engullen atandote con cuerdas de monotonia.

Hay ilusiones tras los espejos, hay una cama llena de escarcha, hay sueños colgados de la lampara que no se encienden nunca.

Hay miradas ocultas y abrazos perdidos, hay besos robados que vuelan como mariposas, hay esperanzas que bañan corazones, hay cansancio en mi piel, hay peso en mi alma, hay sitios donde ya no se puede regresar.

Hay ecos de risas lejanas y hay susurros de te quieros pintados en el aire.

Hay volutas de humo, que echan el telon a noches de sexo y amor.

Hay madrugadas sin fin, y hay dias que se deslizan como hoja de afeitar por el borde del corazón.

Hay puertos donde nadie te espera y hay barcos surcando mares en busca de puerto.

Hay una vida que muere, y un muerto que vive.

Hay sueños que dan alas, y hay realidades que cortan el vuelo.

Hay una luz de una vela iluminando una cena solitaria una noche mas.

Hay en algun lugar un chica en una parcela corriendo tras sueños de margaritas y hay una chica superando una guerra con el brillo de la victoria en sus ojos.

Hay en algun lugar una chica acariciando su estómago donde la luz de una nueva estrella brilla y hay una chica soltando su jaula de oro, corriendo sobre la hierba mojada.



Hay en algun lugar una chica mirando a su hijo mientras la vida sonrie a su paso..



Y hay una soledad aferrada a una caja de cerillas.