miércoles, marzo 19, 2014

El ascensor (parte 1)

Llegaba tarde, a mí que la puntualidad es algo que me trae de cabeza,  corrí por el vestíbulo y apreté el botón del ascensor,
cómo no este se encontraba en los últimos pisos. Mientras bajaba miré el reloj con insistencia como si con aquello fuera a  retrasar la hora.
Por fin llegó, se abrieron las puertas y accedí a aquel receptáculo metálico, presioné el botón que indicaba la octava planta, mientras en el espejo intentaba dominar mi pelo. En el led aparecen y desaparecen los números, y cuando el número cinco va a hacer el honor de ser visible, el ascensor frena de golpe, las luces parpadean y finalmente se detiene. Pulsó con frenesí el 8 hasta casi desgastarlo, luego el 6, el 7, el 2, y nada el ascensor está muerto. Una risa floja se desprende de mi garganta, y pienso en las malditas leyes de Murphy, está claro que no debía llegar a la reunión.

Intento controlar mi nerviosismo, aprieto el botón de emergencia y de él surge una voz femenina.

- Hola buenos días  - ¿buenos días?  me digo debe estar de coña.
- Perdone estoy atrapado en el ascensor y llego tarde a una reunión por favor necesito que esto funcione ¡ya! - le digo casi gritando.
- Estamos intenando solventar el fallo técnico, creemos que es un error de software, de todas maneras hemos avisado al conserje, para que si desde nuestras oficinas no podemos arreglarlo, lo haga él manualmente..." - me contesta con una voz tranquila y suave, que dista mucho de mi estado anímico
- Me parece correcto señorita, ¿pero podría decirme cuanto tiempo van a tardar?
- Intentaremos que sea lo más breve posible, ¿ es usted claustrofóbico?
- ¡No, por supuesto que no lo soy!, pero debía entregar un trabajo y ya me será imposible.
- Por favor no se ponga nervioso, seguro que entenderan que no es por culpa suya el retraso - su voz se vuelve mas dulce, como si con ello intentara calmar mis nervios.
- No me diga cómo me tengo que sentir, y arreglen el ascensor
- ¿Le importaría decirme como se llama?
- ¿Cómo? ¿Es que va a psicoanalizarme?...
- No señor, pero parece que va a llevar un poco de tiempo el subsanar el fallo técnico, pero si lo desea corto la comunicación aunque puede volver a contactar conmigo pulsando de nuevo el botón de alerta.
- Fernando, me llamo Fernando... - prefiero seguir oyendo su voz, quizás así el tiempo pase más rápido.
- Muy bien  don Fernando....
- Por favor tutéame, no me hagas sentir peor de loq ue estoy en estos momentos.
- Bien Fernando, mi nombre es Laura,  desde control me pasan que el tiempo estimado es de 15 minutos.
- ¡¡ 15 minutos!! pero bueno ni que estuvieramos aún en el siglo xx
- No se preocupe, quizás se subsane antes, y pueda llegar a tiempo a entregar su trabajo.
- Ya da igual, seguramente la reunión haya empezado, y tenga que regresar...
- Entonces problema solucionado, ¿ve cómo habia solución?
- ¿Solución? la mañana pérdida, dígame Laura, ¿mantiene esta conversación con todos los usuarios que quedan atrapados en el ascensor?
- No, Fernando, cada caso es un mundo, a veces sigo las directrices de la empresa, otras, como hoy, me tomo ciertas libertades.
- No sé si debo darte las gracias o no, Laura. Al menos estas haciendo que el tiempo pase más rápido.
- Esa es mi función, sirvo de enlace entre el usuario y el departamento técnico, y si es posible intento que los afectados no lo pasen mal.
- Vaya entonces... ¿soy solo un afectado?
- No... - en su voz hay cierto titubeo.
- Eso quizás se lo digas a todos los usuarios... afectados - y por primera vez en la mañana, sonrio.

En ese momento el ascensor suspira, vibra y empieza a ascender.

- Fernando ya está arreglada la incidencia, que pase un buen día y reitero las disculpas por las molestias ocasionadas.
- ¡Qué políticamente correcta te has puesto ahora Laura!, gracias por tu compañía.

Se abren las puertas y me quedo esperando una contestación de aquella voz suave y sugerente llamda Laura, pero sólo oigo el leve mecanismo de las puertas al cerrarse.

Una hora y dos discusiones después, vuelvo a estar en el ascensor.
Desciende lentamente, y pienso si volver a darle al botón, al menos por educación me debería despedir, aunque ¿no es cierto, que también me apetece vovler a oírla?
Aprieto el botón.

- Hola, buenos días. - dice con la misma voz.
- Hola Laura  le contestó.
- No detecto ningún fallo, ¿va todo bien?
- Sí, sólo me apetecía despedirme de tí, gracias al retraso he de volver en dos días.
- Por favor, no utlice l botón de emergencia si no hay un motivo para ello.

Me quedo helado, ¿dónde está esa voz amable y dulce?

- Laura, ¡qué soy Fernando!
- Lo sé, pero no debes tocar... donde no debes tocar... - suelta con una risita.
- Jo... me habías asustado, creía que habías perdido toda esa amabilidad.
- Es mi trabajo, pero a veces me permito alguna licencia, ¿ha ido todo bien?
- Bueno alguna discusión...

El ascensor anuncia que llega al primer piso, y he de salir.

- Ya llego, si lo llego a saber le doy al botón de parada.
- ¡No hagas eso! A veces se queda bloqueado y podrías permanecer dentro otros 15 minutos.
- Bueno he de salir ya , que se van a abrir las puertas, gracias por esa voz tan dulce.
- Gracias a usted, perdone las molestias y vuelva a utilizar ascesores UpandDown, feliz dia.


Dos días después vuelvo a estar en las puertas de la oficina,  dos días en los que inevitablemente he pensado como sería la persona a la que pertenece esa voz, es tan difícil recrear un rostro a partir de una voz. Me la he imaginado dulce, con un punto de picardia en la mirada, sensual, casa o con novio problablemente, quizas con una niña de bucles rubios,  aunque tambien puede que no sea así, pero de esos pensamientos rehuía, es facil idealizar cuando no tienes la imagen delante, y deseas proyectar en esa persona todos tus deseos y fantasías. La he imaginado alta, con una sonrisa amplia que rie a cada momento, independiente, como dicen ahora proactiva, aventurera... bueno dejémonos de películas. Tengo que entrar y ver el resultado de mi trabajo.

Cuando subo en el ascensor, esta vez acompañado, cierro los ojos y aún me parece estar escuchándola. Una hora después, estoy esperando que se abran las puertas, todo ha ido mejor de lo que me esperaba, y tengo que entregar nuevos bocetos, me siento eufórico, con ganas de compartir mi éxito, espero a que nadie quiera tomar el ascensor, entro y cuando empieza a bajar presiono varias veces el botón de parada.  El ascensor renquea y con un quejido frena y se para. Pulso el piso primero, pero no obedece, sonrío, y acaricio el pulsador de alerta.

- Hola, buenos días, ¿en que puedo ayudarle?
- Por Dios, es que este ascensor siempre falla cuando yo monto, y ahora que voy a hacer me juego mi trabajo, ¡haga algo! - le digo gritando auqnue en mi voz hay menos angustia de la que quisiera.
- Señor calmese, en unos instantes la avería estará subsanada, acabdo de pasar la incidencia al departamento técnico, en el caso que se retrasease, el conserje accedera de modo manual a abrirle las puertas, rogamos disculpe las molestias.
- ¿De verdad que te sabes todo eso de memoria, o lo estas leyendo... Laura?

****************   CONTINUARA  ************************

jueves, marzo 13, 2014

Cosas pares

Hago un inciso, para contaros que hay un blog, en este océano de blogs m que es como un islote verde, un oásis entre tanta información e imágenes. Hacen un juego de fotografías, a pares, un rincón especial.

Pues han tomado mi último relato y han creado un juego de letras e imágenes con dos fotos, que ha quedado maravilloso.

Os recomiendo que le hagáis   una visita  http://www.lascosaspares.es

El relato: http://www.lascosaspares.es/2014/03/el-bloc.html


Gracias a Emilia Vilaplana

miércoles, marzo 05, 2014

El bloc.

Tenía en su armario  una colección de sonrisas olvidadas colgadas en perchas de madera.
Un cajón reservado para los "y si..." y una balda de adioses doblados por la mitad, junto a jerseys con la palabra "perdóname" cosida en el pecho.

Cada mañana se vestía de azul y blanco, si lucía el sol pero cuando este se tapaba con las nubes, ella prefería el negro y rojo.

En el primer cajón de su cómoda, a la derecha guardaba el corazón, junto a él, inseparablemente, siempre, siempre, una cajita de tiritas.

Tenia como costumbre bajar al café a las 12.20 de la mañana, como relevo de sus compañeras de trabajo. Se sentaba en la barra del viejo bar con la única compañía de un café y una rebanada de pan tostado con aceite y sal.

Tres mesas más allá, un chico con parca verde y gafas de pasta negra hundia su cabeza en un bloc de páginas blancas, bolígrafo en mano parecía mantener un duelo con el bloc, del que cada día salía perdiendo.
De vez en cuando sus miradas se cruzaban lo que provocaba en ella un rubor rosáceo en sus mejillas.

Ninguno de los dos se atrevía a cruzar la distancia que había de la mesa a la barra del café.

Aquel día, cuando ella daba sui último bocado al pan tostado, el muchacho se levantó, pasó a su lado y se marchó sin decir nada.

Sobre la mesa, como un naúfrago quedó el bloc.

Ella se levantó lentamente, se acercó a la mesa,, miró a un lado y a otro y tomó en sus manos aquel bloc.
Todas las páginas estaban en blanco excepto la última, donde ella leyó:

"Llevo años buscándote y ahora cuando por fin te hallo, siento miedo a encontrarte."