miércoles, septiembre 26, 2012

Eras tú. ( Ella )



Llevaba las trenzas, y aquella falda tipo Custo.
Sobre Madrid, las nubes vestían el cielo azul de gris.
Yo caminaba perdida en mis pensamientos, miraba el asfalto cuajado
de charcos, por un momento estuve tentada de saltar sobre uno como
cuando lo hacía de pequeña. 
Donde se habrá quedado aquella inocencia y todas las ilusiones, cuando
piensas en como será la vida cuando hayas crecido, marido, hijos...
normas no escritas pero que te las han grabado tan profundamente que
cuando no son así parece que algo has hecho mail.

Busqué en  mi bolso el abono transportes y cuando levanté la vista, te ví.

Ibas de pie pegado a la ventana de aquel autobus, con la mirada perdida. Por un momento
me quedé sin respiración, hacía meses que no te habia vuelto a ver, aún  
dolían las costuras con las que había tenido que coser mi corazón.

Eras tú, quizás en algún momento te tuve como las olas besan la orilla,
por ese breve instante que parece que será una eternidad.
Eras tú, con tu gabán de  melancolía, el que algunas veces desnudé pero que 
dejabas colgado del perchero para vestirte por la mañana.
Yo sabía que en el fondo quizás no querías que te quisieran pero si que te abrazaran
y yo te abracé queriendote como nunca antes había hecho.
Eras tú y yo acepte que tras el sol hay dias grises, que tras mi puerta
a veces traías empaquetados mis sueños con lazos de espuma de mar.

Eras tú, el que tras el cristal iba en el autobús.

Sonreí, con la sonrisa cansada de tantos amaneceres con el lado de mi cama
vacia. Cuando descalza recorría el pasillo abrazada a tu almohada.

Entonces me viste, y pegaste la mano al cristal, tus ojos se quedaron pegados a
mi mirada.
Moviste tu mano. 
Nunca supe si fue en un gesto de saludo o de despedida.
Un beso se ahogó en mis labios mientras te fuiste haciendo pequeño en la distancia.


Y llegó mi autobus, me quedé colgada de tu mirada, mientras me sentaba junto
a la ventana.

Eras tú.

Y en Madrid las nubes grisis terminaron de vestir al cielo azul.

sábado, septiembre 22, 2012

Aún sueño

Son las 8 de la mañana.
Mes de mayo.
Un dia gris que parece mas finales de Octubre.

Y llueve. Llueve sobre Madrid.

En mis  manos tengo un cafe, 1,40 euros, un poco de calor para afrontar la mañana, bajo esta esquina del cine, espero, espero a un cliente.
Por mi garganta se desliza un sorbo de ese café y dejo que su calor me llene, cierro los ojos y recuerdo...

"Vivía en una ciudad hermosa, con un mar hermoso, y una tranquilidad hermosa, eres feliz, todo lo que una niña pequeña puede llegar a serlo, hasta aquel octubre del 91 cuando todo se rompió, como cuando un vaso cae al suelo y se hace añicos.

Mi padre fue reclutado a la fuerza, las fuerzas serbias no tuvieron ningún tipo de piedad, era la limpieza racial, en la Europa moderna, esa misma Europa que miraba a otro lado, mientras mi madre y mis hermanas junto a miles de personas eramos desplazados.
De mi padre nunca mas supimos, ahora le imagino enterrado en algun bosque no muy lejano a mi querida Dubrovnik.
Mi madre desapareció una noche del campamento de refugiados, cuando los soldados hacian sus incursiones en busca de lo que ellos llamaban "tiempo de entretenimiento".
Luego leí todo lo que les hacian, interminables violaciones en grupo, tratadas como esclavas, encerradas de dia, para sacarlas de noche como si de perras en celo se trataran.

Lloré, lloré muchos días, hasta que se me secaron las lagrimas, hasta que el corazón se me seco y se convirtió en una dura piedra."

Bebo otro trago de café, mientras la gente pasa a mi lado y veo como me miran, algunos con reproche como si estuviera aquí por mi gusto, en su Europa moderna, el paraíso de la prosperidad, ¡ja! ellos cierran los ojos, como los cerraron cuando los francotiradores, jugaban al tiro al blanco con ancianos y niños, un punto de mira, y son Dios, eligen quien debe vivir quien debe morir, un ligero zumbido y la muerte viaja encorsetada en metal que viene de Estados Unidos, o de esta vuestra maldita Europa.

Alguien se acerca, le sonrío, establecemos un precio y vamos al hostal de siempre, la habitación huele a tabaco, le indico el baño para que se lave, mientras despacio me desnudo, el sale, establezco mis normas nada de besos en la boca, ni por detras, obligatorio  condón.

Se tumba y noto su peso sobre mi, mientras vacia sus prisas en mi piel, yo sueño con la arena caliente de mi playa, con volver a ser esa niña que corria por las calles, a las 7 de la tarde cuando mi padre volvía del trabajo. Sueño con volver alli donde mi hermana vive aún con mis abuelos.

Deja los 30 euros tirados sobre la unica mesa de la habitacíon, se viste y sin mirar atrás cierra la puerta.

Voy al lavabo, me lavo, me enjuago la boca y me miro al espejo, algunas arrugas cruzan ya mi cara, a pesar de ser tan joven, recompongo el carmín de mis labios, y guardo los 30 euros, esos que me van acercando a mi sueño, sueño con volver, y mientras me acerco a mi sueño mi corazon se endurece un poco más....

****

Hoy subia al trabajo alli bajo una esquina al lado de la puerta de los cine Acteón una hermosa chica de veintipocos años con rasgos yugoslavos, apuraba un trago de café, mi mira y la miró, y en sus pupilas leo esta historia ¿verídica? quien sabe puede ser...

lunes, septiembre 10, 2012

El álbum de cromos (historias de mi viejito)


Hacía calor.
A pesar de que el calendario corría raudo en la pista de Septiembre, el verano
se negaba a irse.

Sin embargo, las tormentas presagiaban que aquello eran los últimos coletazos
antes de que las hojas empezaran a vestirse de pardo.

Me coloqué la mochila, los cascos y salí.
Las calles de Madrid me abrían sus brazos una tarde más, con sus casas antiguas,
las ventanas abiertas como ojos, yo te miro tu me miras.

Subo por la calle santa isabel, esquivo las obras, y algún cubi de basura,
revuelto, son sintomas de cómo muerde la crisis a todo tipo de personas.

Intento parar la centrifugadora de mi cabeza y me dejo acariciar por una
ligera brisa que huele a lluvia.

Paso por el cine Doré, y sin querer me recuerda a la película 'Cinema
paradiso' recuerdos se agolpan en el baúl, lo golpean queriendo salir, pero
esta vez no lo logran.

LLego a la calle Atocha, ahora la gente cambia, hay mas extranjeros algunos
perdidos buscando el camino a la Plaza Mayor, otros con el plano en la
mano se orientan, señalan y sonrien quizás para sus adentros crean que son
una especie de Indiana Jones del asfalto.

Por fín bajo por la calle Carretas, y aunque no quiero al llegar a la Puerta
del Sol giro un poco a la derecha y me asomo al café.

La mesa sigue alli, hoy vacía, y por un instante fotogramas se proyectan en
un cine mental. Café, miradas y una sonrisa.

Justo en ese momento de mis cascos surge una canción...

"And how can you mend a broken heart?
How can you stop the rain from falling down?
How can you stop the sun from shining?
What makes the world go round?
How can you mend a this broken man?
How can a loser ever win?
Please help me mend my broken heart and let me live again."

Ligeramente mis ojos se mojan.

Vuelvo hacia el centro de la PUerta del Sol y me siento en una de las fuentes centrales.
No hay mucho espacio, pero extrañamente a mi lado hay un hueco vacio, que
yo siento que se ocupa.

Se ocupa, pero no hay nadie.
Y lo siento
Lo presiento.
Y él está alli, ha vuelto.

- Hola. - le digo.
- Hola, ¿cómo estas?
- Cuanto tiempo ¿verdad?, pero no te he olvidado, he pasado muchas veces por
aquí buscándote, pero no llegué a verte.
- Bueno, he estado muy ocupado, ya sabes, después de tanto tiempo, allí te
reencuentras con tanta gente que hacía tiempo no veía que no pude volver.
- Es lógico, ya sé que no puedo preguntarte nada, pero por lo que veo estás muy bien.
- Sí, realmente bien, me gustaría contarte pero... ¿y tú que tal?
- ¿Yo? bueno vivo, que a estas alturas no es poco.
- Algo sé, es un privilegio que tenemos, desde tan alto se ven tantas cosas..
  ¿quieres que te cuente una historia?
- Por supuesto, sabes que las amo.

... "cuando era pequeño, uno de nuestros sueños era rellenar un albúm con
los cromos de los futbolistas de aquella época, en la plaza del pueblo nos
reuníamos todos los críos los domingos e intercambiabamos cromos, "le te,
le te, no le, le te, no le..." Luego llegaba la negociación, yo te doy 2 por
este, no, me das al portero de Atletic de aviación y tres más.
Era una carrera por ver quien completaba el albúm antes, haciamos pequeñas
tareas para ganarnos unas perras y comprar los sobres.
Al final siempre había dos chicos que  completaban los albunes. Un año llegó
una chica al pueblo para pasar el verano y los chicos se enamoraron de ella. Hacían todo lo posible
por llamar su atención. Recuerdo cuando trajeron sus albunes completos, como
dos gallitos se pavoneaban enseñando las colecciones completas.
Cuando el verano acabó, la chica al despedirse dió un suave beso a uno de los
chicos, junto a un papel con su dirección.
El oro se quedó mirando y a pesar de que rabiaba, soltó. "soy fuerte, me da igual
seguiré hacia delante".

Unas semanas mñas tarde, le pregunté al chico cómo había conseguido que la
chica le besase, él me enseñó su album, en aquellas hojas faltaban cromos,
había huecos vacíos. Le miré a los ojos, no encontré ningún atisbo de arrepentimiento
de su boca cayeron unas palabras que nunca olvidaré:

"se que me ha roto la colección, sé que me nunca volveré a ternerla entera,
pero cuando vea estos huecos vacíos, siempre siempre me acordaré de ella y
de lo que me hizo sentir".

A veces la gente mirá su corazón, y aquellos huecos vacios lo rellenan con
otras historias o lo tapan, y se convencen de que es mejor sacudirse y seguir
adelante sin más. Otros dejan esos huecos vacios, cosen la herida lo mejor
posible para que no sangre más, pero cuando se miran el corazon y ven esos
agujeros recuerdan lo que sintieron.

Ahora he de dejarte, ya sabes alli arriba no nos dejan estar aquí por mucho tiempo.


Le abracé. Y de pronto el sitio que había a mi lado estaba vacío.
Miré mi corazón y vi aquellos huecos, pocos, alguno mas grande que otro.
El último aún sangraba, pero me alegré por que como me había dicho mi viejito
nunca lo taparia.

El cielo se cuajaba de estrellas, el verano terminaba y yo volvía a mi caja
de cerillas.