lunes, abril 04, 2022

Asteroide

 Hacía un frío de mil demonios, entrado ya Abril parecía más que Noviembre había vuelto a recorrer el asfalto de Madrid.

Me abrigué y salí, un cielo raso y azul cubría la bóveda de la ciudad, de un color que sólo se puede ver en esta ciudad, anduve por una de las zonas mas chic de Madrid, calle Goya, Serrano, Velaquez, cruce la famosa plaza de Colón y me encamino para pasear por lo bulevares.

Las terrazas ahora vestidas con una especie de pirámide de fuego calienta los cafés tardíos y las primeras copas de la tarde.
Es sorprendente cuando paseas sin prisa fijarte en los detalles que te brinda una ciudad tan cosmopolita, chicos de varias nacionalidades con sus motos y bicis a la puerta de un restaurante a la espera de que salgan a darles el encargo de alguna app para montar y salir "zumbao" a su destino. 
Chicas jóvenes desafiando las bajas temperaturas, tops y mini faldas  cercadas por unas botas que trepan mas allá de sus rodillas, maquillaje a gogo y móvil en la mano, imposible no exponer lo que harán esa tarde a sus suscriptores, vidas colgadas en el balcón de la curiosidad.

Es entonces cuando, en un banco  reconozco a mi viejito, sentado con su viejo abrigo, levanta la vista y me ve, se echa a un lado indicándome que me siente a su lado.

- Lo creas o no, te estaba esperando - me dice, con esa mirada que podría hablar sin que él moviera los labios.
- No lo dudo . le respondo, mientras me acomodo como me es posible a su lado.
- Tengo una historia que contarte...
- Y yo tengo una historia que escuchar

Con su voz pausada, empieza...

"Hace mucho, pero mucho tiempo cuando yo era una chaval y vivía aún en mi pueblo llegó un hombre con una furgoneta destartalada pero llena de cajas. Yo me acerqué, más por curiosidad que por el afán de ayudarme, pero al verme, me preguntó si querría ganarme unas pesetillas acarreando algunas cajas.

Y como nunca vienen mal, ahí estaba yo, con mis brazos como dos palillos sosteniendo las cajas y recorriendo el empedrado, más pendiente de que no se me cayeran que de el tortazo que podría darrme.
Cuando fui a coger una,  aquel hombre se adelantó y me dijo "esa no la cojas son cosas muy frágiles y no me perdonaría que se rompieran".
Luego me explicó que le encantaban las estrellas y que en esa caja iba su más preciado tesoro uno de los mejores telescopios que había por aquella época.

Me aficioné a subir a su casa, incluso algunas noches me escapaba por la ventana, subía a una especie de torreón que había fabricado aquel hombre y me dejaba ver las estrellas.
Un día, mientras volvía del colegio me lo encontré en la plaza, estaba eufórico...

- Tienes que venir esta noche,  te voy a enseñar lo que no me deja dormir las ultimas semanas...

No quiso contarme más, y aquella noche con una sonrisa que le llegaba de oreja a oreja y con alguna lágrima asomando a sus ojos me enseñó un asteroide, era algo pequeño, pero aquel hombre me lo describió como una belleza tal que cualquiera diría que se había enamorado de esa roca que surcaba el universo.

Pasaron semanas, a veces había días que no lo veía y otros casi no quería soltarme.
Hasta que una noche de verano, cuando el asteroide iba a pasar muy cerca de nuestra orbita,  encontré el torreón iluminado...

- Hoy es la noche,  vamos a verlo en todo su esplendor... tan cerca...

Y dejo caer esas dos últimas palabras con todo el amor que puede guardar un primer beso.

Y el asteroide brilló y se acercó tanto, que la gravedad de la Tierra lo atrajo para sí, entró en la atmosfera y se diluyó en una explosión, la explosión más hermosa que jamás he visto."

El viejito se para y me mira, en mis ojos ve el deseo de que termine la historia.

- Pero... ¿que pasó? no puede terminar asi...
- Aquel hombre me regaló el telescopio, recogió sus cajas y se marchó del pueblo, nunca más le volví a ver, aunque siempre he pensado que se fue a otro lugar, que compraría el mejor telescopio del momento y que buscaría alguna estrella, otro asteroide, o quizás una nueva galaxia...

Mi viejito se levantó, "es hora de irme, espero verte de nuevo", y le ví alejándose camino de la Plaza de San Bernardo.

Cuando volvía a casa, pensé en esa historia, en esas personas que las vemos, que las queremos y que se nos acercan, se acercan y cuando creemos que ya están tan cerca como para no irse nunca más... estallan


domingo, abril 03, 2022

Y me decía

 Y me decía...
"no soy lo que tú esperas..."
pero yo moría por esperarla

 Y me decía...
"búscate a alguien que te de más."
pero yo ya tenía todo de ella

 Y me decía...
"somos tan distintos"
pero yo amaba nuestras diferencias

 Y me decía...
"tú eres agua, yo soy aceite"
pero yo contestaba, tú eres el yin de mi yan

Hasta que un día decidió no decir nada más... y como en las viejas películas hizo "fade out"