jueves, abril 29, 2010

Susana

Hola.

Me llamo Susana, Nicolás escribió una historia sobre mi, y quería agradecerle la forma en que lo hizo, y esta oportunidad que me da para poder escribir yo misma algo más.

No sé quien lee este blog, ni sé que pinto escribiendo esto, quizás haría mejor contándelos a Nicolás y que él lo escribiera, pero me ha dicho que no, que intente poner en palabras lo que siento que puede ayudarme. Asi que intentaré expresarme lo mejor posible.

Quizás lo primero que deberia decir es por qué quiero escribir, creo que necesito ponerlo en palabras, puede que haya alguién que esté pasando lo mismo que yo, y puede que haya alguien que lo lea y sepa lo que se pasa cuando de la noche a la mañana te encuentras en el paro, o puede que a nadie le importe.

El caso, es que como os contó Nicolás, de pronto un dia alguien decide que tu vida pegue un cambio radical, y te ves en casa, buscando los papeles para acercarte al INEM. Y allí empiezas a sentirte como un ciudadano de segunda clase, incluso como si uno tuviera la culpa de estar en paro y te hicieran un favor por ir a pedir una prestación que es tuya por derecho. Pero eso no es lo peor, es esa sensación de que has pasado de ser útil a ver el tiempo pasar lentamente, una sensación que se apodera de tu autoestima, y poco a poco acaba con ella.

Hay personas que logran tomarselo como unas vacaciones como un tiempo en el que te pagan por estar "haciendo nada". Pero yo no puedo, no logro sentirlo así, los días pasan y pienso en como va todo, como va cambiando todo, los amigos, la concepción de las cosas.

Ahora intento ocupar mi tiempo en cualquier cosa para no pensar en estar en casa, para no pensar en la soledad que provoca estar sin trabajo.

Y no puedo quejarme tengo paro, tengo algún ahorrillo y puedo ir tirando, cuando pienso en esas familias donde todos están en el paro, siento escalofríos, tantos que el otro día en casa de una amiga, alguien sacó el tema de la política de como todo iba mal y nadie hacia nada, mi amiga sin más soltó que bueno que la culpa es también de los otors por no echar una mano, una ayuda. No pude más que quedarme mirándola, como alguien puede ser tan frívolo, como en este país existe ese fanatismo político donde que importa lo que pase si hay dos bandos y la culpa nunca es de mi bando, por un momento desse que fuera ella la que estuviera en el paro. Ya sé que no es de buena persona, pero no pude aguantarme, cogí mi bolso y me fuí.

Algunas mañanas cojo el metro, simplemente por cogerlo y me acerco al centro, en el vagón veo a la gente, y mi cabeza se pierde entre sus historias, una madre con su niño, dos jóvenes que comparten unos cascos, inmigrantes que seguramenten llegaron pensado que esto era la panacea, y ves en sus miradas perdidas que solo han cambiado una pobreza por unas promesas rotas. Imagino que si alguien me mirase, quizas viera que mi mirada tambien se pierde a menudo.

Y cuando llegas a casa, y se hace de noche es cuando quizás llega el peor momento del día, como diria Nicolás las palabras se cuelgan de las paredes, los sueños quedan colgados en esos hilos, y todo enmudece en ese silencio frio que cala hasta los huesos.

Bueno no quiero ser lúgubre, por que pienso que siempre habrá gente que esté peor que yo, en momentos así uno se aferra a la esperanza, y quien sabe como escribió Nicolás, quizás sea una puerta a un nuevo camino.

PD: gracias por dejarme escribir en tu blog, por desahogarme un poco.

Un saludo a todos. Susana.

jueves, abril 15, 2010

Susana's history

Aquella sala permanecía en silencio, no era un silencio total, sólo que el ruido de las teclas de los ordenadores se había convertido en algo tan monótono que pasaba desapercibido, se había disuelto en el ambiente de aquella empresa.

Miro a mi alrededor, y me sorprendo de que a pesar de ser 8 personas, se pueda oir el vuelo de una mosca.
"Que asco de empresa"- pienso para mis adentros. Y para colmo he tenido que aguantar a mi jefecillo una hora, esas reuniones tediosas semanales, todo para ponerse una medalla, el muy trepa, y lo que más me ha indignado eran esas miradas perdidas que me ha echado a mis piernas.
Mi falda de vuelo se habia posado algo más arriba de las rodillas y mi jefe no había dejado de observarla.
"Si hubiera sido otro, hasta me habria gustado provocarle un poco subiendome algo más la falda, pero a ese imbecil...". Mioó las hojas de la reunión, versan sobre la macro y la microeconomía, un powerpoint impreso en 14 páginas que seguro se habrábajado de internet.

Alguien llama al teléfono y me saca de mis ensoñaciones.

- "¿Susana, puede venir a mi despacho".

Es raro que me llamen a estas horas. Siento las miradas de is compañeros, y un mal presagio empieza a invadirme.

- "Hola Susana, sientate por favor, tenemos que hablar".

El presagio ha pasado a ser una certeza, busco en sus ojos una seña, mientras el desgrana el consabido discurso. "Son tiempos difíciles, la crisis, el reajuste, eres muy buena en tu trabajo pero..."

Me levanto sin más y corto aquella fuente de excusas para ir al grano.

"Quieres decirme que estoy despedida ?no?, pues déjate de remilgos, dáme mis papeles, y no hablemos más, nada de lo que puedas decir va a dulcificar vuestra decisión, como siempre echaís a la gente sin tener en cuenta su valía, somo piezas, peones que elimináis del tablero como os viene en gana, no perdona diría que mejor eliminarlos para no hacer sombra a tanto incompetente que hay aquí.."

No le dejo que diga nada más, cierro la puerta tras de mi, oigo como balbucea algo, palabras que se estrellan contra el cristal de su despacho.

Recojo las cosas de mi mesa, me siento observada, en algunas miradas hay lástima, y eso hace que subleve más aún, me acerco a los pocos compañeros a los que estimo, y les comento que ya hablaremos, no es el momento.
Por un instante estoy tentada de darme la vuelta y mandarles a todos a tomar por... pero en el último momento me freno, mejor salir con la cabeza alta, no se merecen nada más.

Salgo a la calle, el aire de la primavera tardía se enreda en mi pelo, echo a andar, necesito alejarme lo suficiente, entro en una cafeteria, me pido un café y mientras me lo ponen voy al lavabo. Cierro la puerta con llave, y entonces... el mundo se me cae encima, como si todo ese tiempo hubiera estado colgando de un hilo de seda que ha ido disolviendose. Y mi mundo cae sobre las baldosas frías y sucias de ese lavabo haciéndose añicos, el trabajo, los amigos, los sentimientos, la soledad, todo salpica aquel pequeño rectángulo, y yo sin fuerzas para resisitir echo a llorar.


No sé cuanto tiempo ha pasado, abro la puerta y me miro al espejo, esta descascarillado, y me siento un poco como el, descascarillada, un enorme vacio se ha apoderado de mi interior. Arreglo un poco la pintura de mis ojos, y salgo.
Mi café esta esperandome, el camarero me mira, y yo intento no pagar mi frustración con él, cuando le digo si hace el favor de echar un chorrito de coñac en la taza.

Dejo el café, siento el calor del coñac, y vuelvo a casa.

Abro la puerta, silencio, el mismo silencio de hace ya.. cuanto tiempo, dejo caer el bolso encima del sofa, y miro mi pequeño apartamento, el mismo que ha recogido entre sus paredes, los sueños cuando empecé a decorarlo, cada cuadro, cada maceta, cada detalle, llevaba un trocito de mis ilusiones. Aquellas paredes han sido testigos mudos de tantos besos, abrazos, susurros y enredos de sabanas... que algunas veces me hacen enrojecer, sin embargo, cuando las miro solo las veo colgadas como si de cuadros se trataran y como aquella canción de Los Secretos, yo me quedo colgada a ellos.


Ahora, como si de un diminuto desierto se tratase, todo permanece en silencio, y sin quererlo enciendo mi portatil, y en aquella carpeta olvidada releo viejos escritos, fotos que si fueran de papel estarían amarillentas en el fondo de algún cajón.

En algún lugar...

Años, ¿por que ahora pienso en ello?, quizas por que el volver a estar en el paro, hace que uno recapacite sobre su vida, es como una vuelta a empezar, quizás si mi dosis de optimismo fuera otra, podría verlo como una nueva oportunidad, pero me siento cansada, y a mi llegan palabras como "mira otra vez sola" "anda si vienes sin compañia" "hija que se te va a pasar el arroz"... he dejado de ir a reuniones, a fiestas por que por mas que he intentado que no me afectase, siempre, como la lluvia de otoño, terminaba calada hasta los huesos.

Y él, donde estará, tener a alguien como si no lo tuvieras, es como invitar a tu casa a un fantasma, ¿puedes llegar a soñar,a creer, a ilusionarte con un fantasma?, por que lo tangible se convierte en intangible cuando mas lo necesitas, quien sino puede mirarse al espejo cada noche y hablar con uno mismo, sólo aquel que convive con uno de ellos.
Al final cualquier cosa se convierte en algo etéreo, llamadas, breves encuentros, todo son como aquellos espejismos que suelen verse en los desiertos...

Y este es mi desierto, mis cuatro paredes, con mi fantasma y mis espejismos.

Llaman al teléfono, no sé como demonios se ha enterado, dicen que las malas noticias vuelan, y sus palabras me suenan a huevas y vacias, "ánimo, todo saldrá bien, ya verás que pronto encontrarás otra cosa..." sé que lo hace con todo el caruiño del mundo, pero a mi me recuerda cuando estas en un entierro y se acercan desconocidos para darte el pésame "lo siento mucho, qué pérdida..." qué coño sabrán ellos lo que yo siento, cómo me siento...

No quiero pelearme con el mundo, aunque ganas y excusas no me faltan. Tengo que apuntar las cosas, empezar a recopilar los papeles para el paro, y sobre todo, avisar que mi madre no tiene que enterarse, lo que me faltaría es aguantarla, que estuviera encima, además para qué darla un disgusto, tengo fé tengo la esperanza de que esta situación es pasajera, pasajera, pasajera....

Cae la noche, es el peor momento, ya ha pasado una semana desde que ... desde que estoy sin trabajo, y los atardeceres las noches son como esas montañas que desafian a los ciclistas, pendientes del 20%, rompepiernas, a veces creo que llego a comprender a los suicidas, llega un momento que dejar de sufrir es lo mas sencillo, la única cuestión es el como.

Por fin han pasado las llamadas de los conocidos que al enterarse no pierden el tiempo en saber como estas, no debo juzgarles por que yo he hecho lo mismo, pero todo vuelve a su cauce y como en los telediarios lo que hoy es primera plana al cuarto día sólo ocupa unos segundos.

Me siento sola, muy sola, pero ¿cuando no ha sido asi?, quizas en algún momento levanté un muro que no he sabido deriibar, y esta soledad ha sido una soledad merecida. Extraño demiasadas cosas, al menos ... mi querido fantasma... mi fantasma que me acompaña a estar solo.


La cama se convierte en un mar embravecido y solitario, donde yo soy como una pequeña cáscara de nuez, al merced de sus corrientes, y sólo, cuando el sueño me vence, es cuando llego a puerto y descanso, por que en ese cerrar de ojos, la tierra se convierte en un jardín, las nubes grises en algodón de azucar, y aunque parezcan cosas de cria, hay hadas a las que pedir deseos, y castillos, y principes que no piensan en llevarte a la cama a la primera de cambio, pero si te llevan el desayuno, olor a café recien hecho.

Y mañana el dia se vestirá de primavera, y yo escribiré mis sueños en papel, los meteré en un sobre y no pondré remite, para no dejar mis huellas, y quizás me de cuenta que la vida, el destino no ha cerrado una puerta, sino que ha puesto delante de mi un nuevo camino...

¿En que dirección?

Eso sólo lo sabes cuando echas a andar.

lunes, abril 05, 2010

Colgados



Alguien ha cogado las zapatillas de baile.
Quedan suspendidas de una puerta. como si la música hubiese quedado en suspenso.

Silencio.

Se cuelgan los sueños en hilos transparentes.
Se cuelgan las sonrisas, aquellas que se deslizaban entre las sábanas.

Quedan colgadas las fotografías, que con el paso del tiempo amarillean y cuartean.

Cuelgan del techo como lamparas de cristal apagadas, las aceras mojadas, en cuyos reflejos las sombras bailan...

Bailan sin sus zapatillas de baile.

Cuelgan del techo, puertas cerradas.
Cuelgan de hilos todos los abrazos de bienvenida que miran de reojo a cada adios.
Cuelgan de lazos, las esperanzas, con etiquetas de poemas olvidados.


Quedan colgados los sentimientos, como si fueran bolas de navidad en un abeto de plástico.

Los miro y me quedo colgado.


Y me subo a una escalera, y cuelgo un hilo, y del hilo cuelga un principio, que termina colgando en un final.

Y me bajo de la escalera, y veo en el techo, blanco, todos aquellos hilos colgando.

Y los miro y me quedo colgado.