jueves, noviembre 23, 2006

El azucarero

Abrí aquella puerta, verde, de madera envejecida por el paso del tiempo y por la humedad. Gritó como casi siempre que se abria con un quejumbroso llanto de impaciencia por volver a su estado natural, cerrada y tranquila.

Las paredes de aquella habitación olían a café recien hecho, inspiré lentamente su aroma, humeante y caliente, impregnó mi piel y evocó recuerdos lejanos, oía el lento caer del café en el vaso de cristal, el murmullo de la puerta de la nevera, el suspiro del tetabrik de leche y como esta se diluia en el negro café, el tintineo de la cucharilla removiendo las tres cucharaditas de azucar y luego uno, dos , tres leves golpes de la cuchara en el borde del vaso que evitaban cayera la última gota de café en la mesa.

Entre la penumbra de la habitación vi el azucarero, ese mismo que en una tarde de otoño robé del café de aquella posada, un día lluvioso de los que invitan a quedarse en casa, y sin embargo no quise encerrarme en las cuatro paredes de mi casa al salir del trabajo, viendo como el tiempo iba desgranandose en un bucle eterno casa-trabajo, trabajo-casa, . Y empezó a llover, después de varios dias secos, caía una fina lluvia que loiba empapando todo, del asfalto subia una francia a húmedad, a acera mojada, me hundí en mi gaban recolque mi gorro de lluvia y disfruté un poco mas de aquel olor, de quel paseo, mientras a mi alrededor la gente corría buscando refugio. Anduve hacia el parque envuelto en mis ensoñaciones, me encantaba perderme por los caminos del Retiro cuando llovia, desiertos, sin gente en un silencio comparable a un cementerio, solo perturbado por el ruido de la lluvia al caer sobre las hojas de los árboles. Y de nuevo ese olor a hierba mojada, cerré los ojos y dejé que me penetrara que me invadiera sin oponer ninguna resistencia, aquel olor por un momento era mio y solo podía compararlo a las veces que iba a la costa y cuando desde el coche empezaba a divisar el mar, bajaba la ventanilla y olia la mar, el salitre el viento trayendome historias de barquitos pesqueros graznidos de albatros buscando algun pez.
Entré en el café, y al verlo no pudi reprimir el acto de llevármelo a mi mochila y ahora estaba alli, entre la penumbra de aquella habitación.

Pusé el equipo de musica, había un cd puesto y elegí al azar una canción, y como si fuera el destino el que manejaba el lector sonó aquella canción de Lluis Llach, me senté y dejé que sus palabras fluyeran por la habitación:

“Si me dices adiós
quiero que el día sea limpio y claro
que ningún pájaro
rompa la armonía de su canto

Que tengas suerte
y que encuentres lo que te ha faltado
en mí

Si me dices "te quiero",
que el sol haga el día mucho más largo,
y así robar
tiempo al tiempo de un reloj parado

Que tengamos suerte,
que encontremos todo lo que nos faltó
ayer

Y así toma todo el fruto que te pueda dar
el camino que, poco a poco, escribes para mañana.
Que mañana faltará el fruto de cada paso;
por eso, a pesar de la niebla, debes caminar.

Si vienes conmigo,
no pidas un camino llano
ni estrellas de plata,
ni un mañana lleno de promesas, sólo
un poco de suerte,
y que la vida nos dé un camino
bien largo. “


Cuando acabó el silencio llenó de nuevo la habitación, y en mis ojos una lagrima corría mejilla abajo.

Abrí las contraventanas y la luz inundó la habitación, mientras las sombras corrian a esconderse debajo de la cama, forcejeé con los cierres de los ventanales, que cedieron muy a su pesar dejando caer el tiempo pasado. Y el viento como si llevara años empujando aquella barrera de cristal se abrió paso navegado por la habitación, removiendola toda, atrapando entre sus brazos un pequeño papel, que cayó a mis pies.

Lo tomé y recordé lo que en él habia escrito:

“ Cariño, no queda azucar te dejo un poco en el azucarero, voy a comprar, ahora vuelvo”

De aquello hace ya 5 años….

Caé de nuevo lentamente el papel, cierro las ventanas tomo el cd, el azucarero, los guardo en mi mochila y abro aquella puerta, verde, de madera envejecida por el paso del tiempo y por la humedad. Gritó como casi siempre que se abria con un quejumbroso llanto de impaciencia por volver a su estado natural, cerrada y tranquila.
Cerrada y tranquila.



Gracias al blog http://ungustazo.blogspot.com/ por que alli me reencontre con la canción de Lluis Llach

viernes, noviembre 03, 2006

No sé por qué

Hoy me siento triste y no sé por qué
se me estan casi saltando las lagrimas y no sé por qué ,
me siento solo muy solo auqnue este rodeado de gente y no sé por qué ,
no tengo especial apego a lo que vivo y no sé por qué ,
siento q las ilusiones volaron un dia y no sé por qué ,
me da la sensacion que dios o la vida o el destino juega conmigo un macabro juego y no sé por qué ,
siento que se me cubrió el corazon de una capa helada y que ni el agujero del ozono es capaz de deshelar y no sé por qué ..



echo de menos no tener un botón y poder resetearme de vez en cuando