viernes, noviembre 26, 2010

El regreso de mi viejito

Cielo azul.
Hace frío.
El invierno coge de la mano al otoño y le invita a irse.
A veces es mayor el frio interior que el de la calle.

Sobre madrid, el domingo viste sus calles.
Calles que se pintan de luces apagadas. Luces de Navidad.

Cada vez más tempranas.
Cada vez nos adelantamos más a lo que viene.
Cada vez vivimos más el futuro en vez del presente.

Y cruzo las calles de Madrid, subiendo por Embajadores, las tiendas de los chinos proliferan como las setas en el bosque, sus tiendas con ropa que parece de saldo metidas en bolsas de basura se agrupan a la espera de que lleguen a recogerla con destino a algún mercadillo de pueblo.
No muy lejos un negocio de apuestas, con sus puertas cerradas a la vista del público, cuando paso estas se abren, me golpea una corriente de aire impregnada de sudor y tabaco. Puedo ver a varias personas de color, ante una de las televisiones. Una carrera de caballos, unos pocos euros, quizás las ventas de los cd's piratas de su correspondiente manta.
Y siento que aquella promesa del paraiso europeo queda encerrado en las 625 líneas de una pantalla, esperando que"su" caballo pase el primero por línea de meta. Otros, no habrán tenido tanta suerte en esta tierra que llamamos Europa.

Sigo mi camino, los recuerdos me golpean sin piedad, pero sonrio, dicen que cuando los recuerdos dejan de doler es cuando se disfruta de ellos. Y yo empiezo a disfrutar recordando.

La Plaza Mayor acoge un nuevo año más a las tiendas de Navidad. Recuerdo cuando en aquellas televisiones de blanco y negro, ponían "La familia y uno más", el abuelo buscando a Chencho.
Ahora todo huele a "merchandaising".

Llego a Sol, y me siento en la fuente circular, el sol calienta poco, pero me gusta ver pasar a la gente.
Me pierdo en mis pensamientos, cuando noto un leve roce en el hombro, me giro y ÉL está allí.

Mi viejecito.
El viejecito.

Cierro los ojos, no puede ser, los abro y me sonrie.

- Estoy aquí, quizás no como algo a lo que tu llamas vivo, pero estoy.

No podía creer lo que mis ojos veían, pero me gustaba sentir su presencia, necesitaba sentirla... una vez más.

- Sé que me has echado de menos, que tendrás mil y una pregunta que hacerme, pero no puedo contestarte a ellas, en su momento tus dudas quedarán resueltas. A veces nos dan la oportunidad de "volver" y de hacernos "visibles", depende del efecto que esto pueda causar en las personas.
- Pero.. pero estas bien... - logre decirle, como si las palabras resbalasen por mi boca.
- Si, mucho mejor de lo que imaginas, estoy ... como podría decirte, estoy en paz, siento paz mucha paz.
- Y...
- No puedo decirte mucho más, me gustaría sentir que tú estas mejor, que todo te va bien, que ese "culo inquieto" encuentra por fín su lugar...
- Bueno no estoy mal, en serio, sigo igua que cuando tu estabas... quiero decir, que igual que cuando tu te fuiste...
- Pues no es mucho, pero perservera.
- Gracias, ¿sabes? te echo mucho en falta, te añoro.
- Lo sé, puedo sentirlo, pero no estes triste por mi ¿vale?. Ahora he de irme nuestro tiempo es limitado aqui. Sólo queria volver a recorrer estas calles, su olor, y volver a coincidir contigo. ¿Nos acercamos a "tu café?
- Vale.

Anduvimos despacio, hasta la entrada de aquel viejo café, cuya mesa, aquella mesa seguía libre.

- Bueno, ahora si que he de marcharme...
- Pero... ¿no puedes quedarte un momento más?, ¿cómo es todo aquello?
- No puedo decirte nada, lo sabes, sólo quiero que sepas que soy feliz, que ella está aqui, y que todos, ¿me entiendes? TODOS están aquí. Por cierto una última cosa, lo más difícil en la vida es ser honesto con uno mismo.

Se desvaneció.
Intenté pensar que todo había sido un invento de mi cabeza, y sin embargo sentía que había sido real.

Una lágrima descendió por mi mejilla.
Susurré un adios.

Miré aquella plaza, la Puerta del Sol, la gente transcurria con normalidad, y sin embargo yo acababa de presenciar algo maravilloso y mágico.
Doblé aquella sensación y la guardé en mi bolsillo, no quería perderla... nunca.

Me puse mi ipod, seleccione aquellas canciones, y envuelto en recuerdos, volví a mi caja de cerillas.

domingo, noviembre 14, 2010

Dos bolígrafos, uno azul, otro rojo.
Papeles sobre la mesa, el portátil encendido.
Unas cuentas que cuadran.
Una sonrisa.
Por fín los números en azul superan a los de rojo.
Y ella... ella sonrie.

Sin embargo no hace mucho, las cosas eran bien diferentes.

La indiferencia de él, una piel abandonada de caricias, noches de esperas, un lado de la cama que se enfría y se vacía.
Hubo un día que se enamoró de él, o quizás fuese la urgencia de salir de su casa, de vivir, o puede que sólo buscase una demostración
de que ella valía, vivía, podia ser alguien a los ojos de los demás.

Su hermana era hermosa, salía, triunfaba con los hombres, los libros, le decía, son cosa tuya, mientras yo vivo y disfruto, tu te marchitas estudiando.
A su hermana le permitían cualquier cosa, a ella se le exigía más, a pesar de llevar las mejores notas.
Algunos compañeros la llamaban "rata de biblioteca", otros se acercaban a ella con el interés puesto en su hermana.
Hasta que él se cruzó en su camino, ¿ Amor o la oportunidad de demostrar que ella también era una mujer?
Y sin más, se encontró en el altar, vestida de blanco e ilusión. Y sin más, se encontró en otra casa con una vida por delante.

Fué un tiempo donde ella creyó ser ella misma, pero como los espejismos del desierto al intetar tocarlo con los dedos todo se desvaneció.
Y calló. Y aguantó.

Las comidas familiares se convirtieron en una tortura, donde su hermana, altiva, destilaba sus triunfos que caían sobre ella como lápidas,
viajes, coche nuevo, su vida, su marido, todas aquellas cosas parecían que se las lanzaba a la cara estrellándose contra ella.
Ni siquiera cuando anunció que estaba embarazada llegó a sentir que la respetaban.

Y como las olas se abaten sobre el acantilado, sobre ella se abatió la derrota, dejó de luchar, de pensar, se limitó a dejarse llevar, a ver la vida pasar
sin esperar nada de ella.

Pero un día, todo rebosó, puede que la mujer que llevaba dentro se rebelara, o simplemente encontró un resquicio, el suficiente, para ponerse delante de él y hacerle frente.
Cuando la puerta se cerró, y el se fué, se llevó la valentía de ella, un terror la paralizó las piernas. Estaba sola, por primera vez en su vida, nadie le cubriría las espaldas,
Sola para llevar las cuentas, sola para cuidar y educar a su hijo, sola en aquella casa, sola ante su familia y amigos.
Se sentó en el frio suelo de la cocina, metio la cabeza entre sus piernas y lloró, lloró por todo el tiempo que no lo había hecho, por toda la rabía contenida año tras año,
Lloró por ella misma, por la derrota... por lo que sentía que era su derrota.

No voy a decir nada, intentaré sacar esto adelante, demostrarme que puedo con ello, que no me hará falta nadie, aunque me cueste la vida.
Cuando por fin tuvo que decirlo a su familia, la primera frase que oyó fué: "Ya te lo decía yo, que tarde o temprano pasaría, ¿es que no sabes retener a un hombre a tu lado?. Eso lo esperaba, pero lo que más le dolió fué la indiferencia de su hermana, se había refugiado en su burbuja de cristal y parecía que nada le importara de la vida de los demás, la miró y le dijo laconicamente: "No eres la primera que se separa, no vayas de víctima".

Se sintió como en esas series dodne la portagonista se va haciendo más y más pequeña a medida que le van diciendo de todo. Intentó no echarse a llorar delante de ellas, no quería darles un nuevo triunfo. Apretó los puños, cerró la boca y espero a la hora de marcharse con su pequeño.


Al caer el día cuando el niño ya estaba en la cama, solía sentarse en la mesa de la cocina, miraba a su alrededor, escuchaba el silencio de las paredes, y lloraba, ni una palabra de queja salió más de su boca, sólo en aquellos momentos se permitía dar rienda libre a sus sentimientos.

Poco a poco, asoma la cabeza a la vida, empieza a arreglarse, se compra algo de ropa, se permite el lujo de ir a la peluqueria, un ligero toque de maquillaje, una salida con alguna compañera de trabajo. Pequeñas dosis de vida.
Hasta que conoce a alguien, y sus miedos la atrapan, la mujer que lleva dentro se esconde, pierde de nuevo la batalla. ¿Seré capaz de gustarle? ¿Podré tener una nueva relación? ¿Y si mi hijo no lo acepta? ¿Que diran mi madre y mi hermana?

Acepta la invitación de él. En el restaurante, por primera vez en mucho tiempo se siente el centro de atención de una persona. Él la lleva a su casa, y su piel vuelve a vibrar al contacto de otra piel. Siente de nuevo el vértigo de lanzarse, cuerpo con cuerpo, a pesar de que se cuestione si será capaz de satisfacerle como mujer.

Al día siguiente se lo cuenta a su amiga, ella la oye perpleja, no puede creer lo que tanto tiempo lleva diciendole, "por fin, por fin abandonas a esa persona que ha ocupado tu cuerpo y tu mente, échala, despídela, has empezado a ser tú, nadie podrá decirte que le camino será fácil pero será el camino que tu hayas elegido".
Cuando termina de hablar con ella, se siente volar, de alguna manera algo ha muerto para siempre, algo que la atenazaba, un lastre que le aferraba al suelo.

Va a recoger a su hijo, su madre está con su hermana, está de nuevo embarazada, pero esta vez no se calla, no será la actriz secundaria nunca más, felcita a su hermana, y sin dar tiempo a más, suelta la noticia.
"Otro hombre en tu vida, y ¿y tu hijo?, y esta aventura cuanto te va a durar?", su madre escupe las palabras. "Bueno hermanita, ¿es cierto lo que dices, o sólo intentas ser la protagonista sabiendo que voy a tner un hijo?"

Arde, arde por dentro y estalla: "Basta, basta ya, madre he hecho todolo que estado en mi mano para ganarme tu cariño y aprecio, estudié y terminé mi carrera, me casé y ahi tienes a tu nieto, he sido condescendiente contigo, te he dado mi vida, si mi vida, he callado y he aguantado tus impertinencias, tus desplantes y tu indiferencia hacia mi, todo lo que yo hacia no te servia, mira el marido de tu hermana, mira que casa se ha comprado, mira que guapa es, ues quédate con ella" y dándose la vuelta hacia su hermana la mira fijamente a los ojos, por un momento siente que las fuerzas le fallan que ese atrevimiento ha sido una locura y en su mente se dibujan palabras de arrepentimiento. Dí que lo sientes, que no lo pensabas, que no querías decir eso.
Pero cuando escucha de nuevo la voz fría de su hermana, ya no puede parar. !
"Y tú, guardate de tus banalidades, de tu vida hueca y vacía donde sólo ves lo material, tu coche tu casa ya sabes donde puedes guardartelas, o no te acuerdas cuando viniste a mi la vez que descubriste la infidelidad de tu intachable marido, ahh eso no cuenta, me pediste silencio y lo respeté, y tu bajaste la cabeza y aguantaste, por que él te da un nuevo coche una vida de lujo. Pues yo prefiero mi vida que vivir esa hipocresía."

En ese momento le suena el móvil. un mensaje, dos palabras "Te quiero". Ella orgullosa alza la pantalla ante los ojos de su famila. "¿Veís, ahi lo teneís,alguien que me ama por que sí, por mi misma, sin mas, una mujer que ha sacado su casa adelante, su hijo y... y...."
Se girá dejando un silencio tras ella, abre la puerta, y cuando está a punto de cerrarla las vuelve a mirar por un instante. "Si quereís saber de mí, ya sabeís donde estoy".

No espera al ascensor, baja las escaleras de dos en dos, y cuando llega a la calle , grita, grita de felicidad.

Han pasado algunos meses, como decía su amiga el camino no es fácil, pero es el que ella ha elegido, aquella historia terminó, pero guarda un buen recuerdo de ella, fué el detonante para ser como es ahora, para llegar donde está ahora.
Mira los números y vuelve a sonreir, el azul gana al rojo, apaga el portátil.

Se levanta y se mira al espejo, ha envejecido algo, pero ahora se gusta. No queda ni un vestigio de aquella otra mujer.
Y cuando apaga la luz de su dormitorio, después de tapar a su pequeño piensa en el largo camino que aún le queda por recorrer.
Y sonrie... ella sonrie.