martes, septiembre 15, 2015

Cuentos por telefono 3

- ¿Hola? - contestó una voz
- Hola , ¿te molesto? - dijo el contador de historias.
- Noo, claro que no, después de haberte yo llamado  ¡Cómo me ibas a molestar?, ¿pasa algo?
- Nada sólo que me apetecía contarte un cuento,. ¿quieres?
- Por supuesto, espera que me voy a poner cómoda..  ya..
- Vale, ahí va:

"En una lejana radio sonaba el "Too much love will kill you"
y mientras él la tarareaba se miraba al espejo, "demasiado amor te matará" se dijo observando su pecho. este dolía una vez más como casi siempre había hecho desde que recordaba y ya de eso hacía tanto tiempo.

"Tengo el corazon viejo y cansado, igual que un viejo boxeador al que han noqueado demasiadas veces, es hora de dejarlo, de pararlo de vivir sin el, quizáss, sólo quizás así sea más fácil"

De alguna extraña manera logró sacar su corazón, en sus manos parecía un pequeño juguete desgastado, cubierto de cicatrices, que ya casí no tenía fuerzas para palpitar.
Su imagen hizo que los ojos se le llenaran de lágrimas, recordando las veces que lo había sentido explotar en su pecho henchido de felicidad, el primer beso, el susurro de un te quiero, las caricias de una mano, el compartir una noche estrellada al borde del mar...

Envolvió su pequeño corazón en una cajita, la cerró con un lazo rojo y caminó por las calles de su pequeña ciudad hasta una tienda casi escondida en un chaflan. Cuando abrió la puerta sonó una campanita y tras el mostrado apareció un viejecito con el pelo blanco y unas diminutas gafas, sonrió al verle.

- Buenas tardes, veo que me trae algo en sus manos.
- Hola, si le traigo algo que ha estado siempre conmigo, algo que he querido y a veces también odiado, algo que me ha dado la mayor de las felicidades y la mayor de las desdichas, algo que me ha hecho soñar y tambien que me ha producido el dolor que nunca imaginé
- Bueno, bueno, veamos eso tan extraño que me trae.

El anciano abre la caja, y cuando tiene a su vista el pequeño corazón, no se asombra sólo suspira y mira al portador de la caja.

- Es su corazón, ¿está seguro que quiere empeñarlo?, se le ve cansado viejo, con cicatrices, pero yo diría que aún se puede recuperar, que está sano y ...
- No quiero empeñarlo, quiero venderlo no me importa lo que de, es más creo que me llevare algo de su tienda a cambio, sólo quiero deshacerme de el., creo que ya no volverá a palpitar y ... es mejor así.
- Como usted desee, no suelen traerme este tipo de cosas, pero aún asi.. ¿quiere que se lo guarde, por si vuelve a por el? mucha gente me trae cosas y luego se arrepiente, hace poco vino un chico , uno que decía que contaba historias cargado de frascas de cristal, unas llenas de los besos no dados, otras de nubes de verano, otra de espuma del mar, otra con susurros de todo lo que nunca llegó a decir. NO dijo nada sólo me las dejó, cogio unos lápices y unos cuadernos y se fue. A las tres días volvió a por ellas, según me dijo no podía vivir sin abrir la frasca de nubes de verano, no podía  estar sin dejar que los besos no dados volaran por su ventana para llegar a las personas a las que nunca se los dió, me dijo que cada noche abria la frasca de los susurros para dormise tapado con ellos... ¿seguro que usted no volverá a por su corazón?
- No - dijo con total firmeza - me llevaré ese viejo reloj de cuco a cambio.
- Como quiera, aún así le pondré en la vitrina en una cajita de cristal.

Cerró la puerta con el reloj de cuco en sus manos, intentó sonreir pero lo unico que consiguió fue una extraña mueca en su boca.

Sólo pasó un mes cuando la campanita de la puerta volvió a sonar, cuando él, cargado de un reloj de cuco entró de nuevo a la tienda y cuando aquel viejito apareció de nuevo tras el mostrador.

- Vengo a por mi corazón, desde que lo dejé aquí ya no sueño, ya no logro sonreir,  ni imaginar, ni siquiera logro sentir mis recuerdos ni darle color a mis ilusiones, ya no siento cuando veo una foto u oigo una canción, ni siquiera cuando el sol entra en mi habitación...
- Yo... lo siento... su corazón ya no lo tengo, tan rotundo fue su no, que cuando la chica me pidió por favor que se lo vendiera, no pude rehusarme.
- Pero.. usted me dijo... ¿la chica?
- Si una chica se quedó mirando en el escaparate su corazón, no se si fue mi imaginación pero yo diriía que empezó a palpitar, ella entró y yo no pude negarme.
- ¿Y sabe donde puedo encontrala?
- No debo hacerlo, pero este caso es especial - y le entrega una pequeña hoja con la dirección.

Llama a la puerta, nervioso por saber quien tiene su corazón, y cuando abre descubre unos ojos oscuros, brillantes y una sonrisa tan dulce que a pesar de no tener corazón provoca que le tiemblen las piernas.

- Perdona que te moleste pero tienes algo que me pertenece
- ¿Cómo? no te conozco,  ¿cómo es eso posible?
- Creo que compraste algo en la tienda del anticuario.. algo que yo dejé.
- Eres... eres tú.... pero pasa por favor.

En el pequeño salón  hay una mesita, y sobre ella un cajita de cristal en la que el corazón parece bailar, aunque lo unico que hace es pum pum, palpita coo todos los corazones del mundo.

- ¿Es ese mi corazón? - pregunta él
- Claro, yo no voy comprando corazones, sólo que le ví.. y bueno...
- No se parece en nada al que yo dejé en la tienda.
- No creas que  lo he cambiado, he curado alguna de sus cicatrices las he cosido, le he susurrado algún cuento, y hemos cantado juntos, no he hecho mucho más.
- Y... ¿me lo devolverás?
- Ummm...  tu lo dejaste,  y yo lo compré, cuando lo encontré estaba viejo y cansado ahora parece feliz, no sé si sabrás cuidarlo, y me daría pena volver a encontrarmelo en la tienda, no me fio.
- ¡¡ Pero es mio!!
- No, perdona - y le enseña el ticket de compra - ahora es mio, aunque  puedo proponerte un trato, te dejaré que vengas a verlo siempre que quieras, y si un día siento que estas preparado para tenerlo de nuevo te lo devolveré.
- Está bien, acepto - Sabía que poco más podía hacer.

Y así cada mañana y cada tarde él pasaba a ver su corazón... y también a la chica, hasta que un día cuando ella le dijo:

- Creo que es el momento de devolverte tu corazón.

Él le contesto:

- Ya no es mio, ahora te pertenece, porque has sabido curarlo, y si salgo con el en mi pecho pero sin ti, sé que no volverá a ser feliz."

- Así fue como como me lo contaron, y así es como yo te lo cuento a ti
- Gracias, es precioso, como los que me cuentas, ¿puedo hacerte una pregunta?
- Claro dime
- ¿Y tu corazón como está?
- Bueno, bueno... quizas otro día en otro cuento...
- Sabía que dirías eso , si me dejas te mando besos, tantos que ni sé.
- Yo también.

domingo, septiembre 13, 2015

Cuento por teléfono 2

Corría un aire cargado de otoño, en cuyos brazos el verano ya dormía, como si supiera que era el momento de irse.
Miraba el vaiven de las hojas, habia tenido un verano extraño, duro,triste y  difícil, aún podía sentir esa especie de devastación que habia dejado la época estival en su interior.

Sonó el teléfono.
Una, dos, tres veces.

- Hola.. soy yo

Su voz le era familiar, pero tenia otro color.

- ¿Te acuerdas? el otro día me equivoqué y bueno me contaste una historia, te llamo para darte las gracias y porque necesito otro cuento, otra historia
de las tuyas, una que me de fuerzas, que me abrigue el corazón.
- Las historias son historias, los cuentos son cuentos, las palabras pueden abrigarte el corazón en el momento en que se desprenden de ese hilo... pero ¿y luego?
- Luego.. no sé, quizas las cosa a mi piel, quizás las guarde en un frasco de cristal para oirlas en estas noches de insomnio solitarias, por favor lo necesito.
- Está bien, déjame que piense algo que como tu dices te abrigue te pinte una sonrisa, pero como en las películas todo parecido con la realidad quizas sea pura coincidencia o simplemente se quede en ficción.
- No te preocupes, lo sé
- Ok, ahi va:

"Había esperado mucho tiempo, demasiado, como esos barcos que temen salir a la mar por si alguna tormenta les alcanza, o por si pierden de vista la luz del faro, esperan a resguardo del puerto, varados, simplemente mirando la mar.
Así  había sido, y ahora todo lo que podía ver a su alrededor era un inmenso vacío, un ruidoso silencio que le perforaba el interior. Se decía así mismo que lo había intentado, que quizás.., que el tiempo lo curaria, que por algo sería que había tenido que ser así, pero cuando se lo decia sólo veía aquellas palabras esparcirse por el el suelo y derretirse como cubitos de hielo al sol. La realidad era bien distinta a lo que él se decía.
"has de aprender de lo errores" - pensaba - y sin embargo había vuelto a cometerlo.
Lentamente el tiempo pasó,  y aunque aún dolía, no había nada que pudiera hacer..."

- ¿pero que le pasa, es una chica, es la vida..? - le interrumpió ella.

- Ten paciencia, deja que continue, es simplemente un cuento ya sé que tu quieres "tu cuento", vale sigo:

" A veces simplemente uno cree que es mejor cerrar los ojos, taparse los oidos por que de esa manera puede tomar decisiones que parecen más fáciles, a veces te dicen que hagas  y uno cree que con todo ello la vida será más sencilla, es como montarse en un bote hinchable y dejarse llevar por la corriente, es fácil ir a la deriva, tan fácil que no tienes que hacer nada, sólo dejarte llevar... pero, al final nada es sencillo, y ella se dejó llevar, no es que le costase, que va, sólo que era una decisión que incluso sintió que no tomaba ella, la vida, el momento, los consejos.. "dejarse llevar".
Estaba bien, con él se reía, era simpático, lo pasaba bien, y a esas alturas de su vida después de haber esperado, ¿no era lo mejor que podía hacer?.

Lentamente el tiempo pasó, y la vida se convirtió en un transcuirrir como un rio va hacía la mar, lento tranquilo impasible sabiendo que su destino irrevocabelmente es ese llegar al mar, ¿que puede hacer el rio para evitarlo?

Aquella tarde soplaba un viento de otoñó con ese olor a lluvía, ella hablaba tranquila a su chico, era una tarde más, de vez en cuando sonreía, de vez en cuando había silencios, de vez en cuando, muy de vez en cuando recordaba...
Fue cuando levantó la vista, en la esquina, apareció él, iba caminando con ese aire distraido que le caracterizaba sin fijarse en nada mirándolo todo, y ella sintió que su corazón se paraba, que un súbito calor enrojecía sus mejillas, y su corazón despuiés de pararse aceleraba como en los anuncios de coches de 0 a 100 en 1 segundo. En la lejanía oyó una voz "¿te pasa algo cariño?" ella musitó un "no" que se deslizó sobre la mesa.

Bajó la vista, esperando que él no la hubiera visto, que no se acercara, que pasara de largo, por que su vida era eso, tranquila como un rio. Sin embargo él la había visto y como si de un resorte se tratará en algún rincón lejano de su interior donde había construido un muro para guardar todos los recuerdos, algo explotó y todo aquello saltó por los aires invadiéndolo, recuerdos y la imagen, la imagen de ella, la imagen de ella con él. Se mordió el labio hasta casi hacerlo sangrar, aceleró el paso y dejó todo atrás.

En la mesa estaban los dos, aunque lo justo sería decir que ya solo estaba él, ella ya no estaba, al menos no su mente, oía las palabras de él y contestaba con monosílabos. Se encontraba luchando contracorriente,  contra lo que estaba sintiendo, contra ese pellizco que sentía en su corazón, contra todas las dudas que habían surgido del fondo de ese rio que ella pensaba que era tranquilo y ahora sufria un maremoto. Le miró,  y en sus ojos, aunque él no lo vió, había una mirada distinta.
Oyó una voz, un leve susurro de su interior, "estas bien, eres feliz, ¿que haces? ¿por que piensas?" y a su vez sin poder contenerlo oyó como una parte de si contestaba "por que no te hace sentir lo que acabas de sentir, por que a pesar de todo hay algo que no te hace vibrar, que no te provoca,  por que la vida es como una montaña rusa y no como una pequeña noria para niños pequeños que gira pero sin emoción"

Aquella tarde ella le mandó un mensaje, sabiendo que probablemente no le contestaría, aquella tarde él recibió un mensaje, un mensaje que cuando vió de quien era no abrió.

- Nooooooo que lo abra, que lo mire, que lo lea, que no sea imbecíl, dime que dice el mensaje no puede acabar asi, me has prometido que era mi cuento y yo no quiero que acabe asi - dijo ella casi gritándole.
- Aún no he acabado.

"Dos días depués, él jugaba con el móvil, nunca había tenido el valor de borrarla ni de su telefono ni de la red social, y volvió a ver el mensaje no leido, Se paró un momento, quería leerlo pero sabía que aquello revolvería todo otra vez, que simplemente sería un "te he visto ¿como estas? espero que bien besos" y no quería más dolor. Pero algo le traicionó, quizas fuera que a veces la esperanza nunca se pierde, y abrió el mensaje.

"Hoy te he visto desde lejos, nunca pensé que nos volvieramos a ver, porque quizás en el fondo sabía lo que podría pasar, y no quiero volver a vivir lo que viví, ahora estoy tranquila... bueno estaba tranquila, hasta que te he visto y no he podido evitar que todo volviera, quizas sea tarde, pero quiero verte, quiero oirte, quiero tenerte delante y....  ¿querrás?"

Él sólo escribió dos palabras...

- ¡Qué... qué quéeeeeeee!, por dios no te pares dime que le dijo que si, dime que quedaron en verse....
- Es tu cuento, ahora terminalo como tu quieras, como te gustaría,  como quizas deberia acabar....
- Oh eres malo ¿lo sabes?
- Sólo soy un contador de historias, y ahora cuento cuentos por teléfono
- Gracias, eres un encanto a pesar de lo que me hiciste rabiar,  voy a acabar mi cuento, ¿podré llamarte otra vez?, y así te digo como lo termino
- Me encantaría
- Lo haré, gracias, un beso
- Ciao un besito.

Y él mira a través de la ventana abierta, el viento se lleva definitivamente el verano en sus brazos, en algún lugar el otoño empieza a despertarse, ha sido un verano extraño, dificil, triste y duro.

jueves, septiembre 10, 2015

Cuentos por teléfono

Sonó el telefono.

- ¿Carlos? - dijo una voz femenina rota por el llanto
- Carlos, soy yo, otra vez... otra vez ha pasado...

Quise contestarle que se había equivocado, pero ella siguió hablando.

- Se ha ido, y quizás sea para siempre - el llanto entrecortaba sus palabras - y otra vez no he sabido implicarme, me ha dado tanto miedo, decirle lo que sentía,
que cuando se lo he dicho, ha sido demasiado tarde... y ahora ya no está... le echo tanto de menos,  me siento tan vacía...

Oigo sus sollozos pero no puedo decirle nada, solo escuchar.

- Ahora me he dado cuenta de cuanto le quería y lo que le echo de  menos, pero se ha ido, le he perdido,  no sé si algún día volverá, me dijo tantas cosas... creí que nunca pasaría...
y no supe verlo... ¿porqué Carlos?, por que soy tan estúpida, por que siempre dejo pasar a las personas que me quieren y no logro darme... hasta que es tan tarde...
- Perdona, no soy  Carlos...
- ¿No? - noto como su voz se endurece, se retrae asustada - perdona yo... no ...pensé que eras...
- No te preocupes, quizás sea mejor así, desahogarse con un extraño.
- Yo... no sé... ¿quien eres?
- Eso es lo de menos, soy un contador de historias, un tejedor de palabras, quizás ahora sea alguien que puede contar cuentos por teléfono, ¿quieres oir uno?

Su voz cae por el hilo del teléfono y se apaga, sé que se lo está pensando, ¿estará loco, un contador de cuentos por teléfono?,  espero  hasta que su voz nace de nuevo.

- Está bien, no sé quien eres ni sé que me vas a contar, pero siempre puedo colgar ¿no?
- Siempre que quieras, aunque  creo que no lo harás.
- Veremos...
- Este es mi cuento.

Y empiezo una historia.

- "Ella bajó a la playa,  y a pesar de ser principio de Otoño, el sol calentaba la arena, sintió que el calor de sus pies peleaba con el frío que cubría su corazón, estaba sola de nuevo, y aquella playa como un cuchillo que se hunde en la mantequilla, rasgaba la piel de sus recuerdos, recuerdos de risas, de paseos acompañada, de una casa que no era suya pero que por horas  lo era.
Anduvo como si estuviera pérdida, como si todo aquello fuera un lugar desconocido.
Vió a un chico, ya había dejado de ser un niño, pero aún no era un hombre, se sentó en la arena ni demasiado cerca para incomodarle ni demasiado lejos para no verle. Estaba construyendo un castillo de arena, despacio con detalle, cuidando cada parte,  se para y le hace una foto  un instante antes de que una ola se lo lleve. Él mira como se deshace, y en cuanto la ola se va, vuelve a comenzar a construir otro.  Hace la misma operación, y otra ola llega y se lleva su castillo.
Al tercer castillo que una ola besa, atrapa y se va con el, me acercó, él me mira y yo dudo de si preguntarle, pero las palabras caen de mis labios, - ¿si sabes que una ola puede llevarse el castillo, por que sigues haciéndolo? - le pregunto.  - No sé si se lo llevará hasta que lo hace, me gusta pensar que llegará el momento en que la ola no pueda con mi castillo y rompa contra su muralla...-  ¿Y las fotos? - le pregunto de nuevo.  - Las fotos son para recordar los que hice, para recordar donde me equivoqué, por donde la ola se llevó mi castillo, para... si acaso volver a construir otro, quien sabe quizás construya uno nuevo, o quizas construya el mismo pero sabiendo por donde no ha de caerse..."

Me despido y le dejo con otro castillo, desde lejos me doy la vuelta, él me saluda con la mano, y yo miro su nuevo castillo, este parece que será mas fuerte y aguantará el envite de la ola, y yo pienso en mis propios castillos, en prepararme para construir uno nuevo, quizás sea como el último, quizás... sin embargo sé que será más fuerte, y que no habrá ola que pueda con él."

Guardo silencio, oigo un leve sollozo, hasta que el silencio se rompecon su voz, esta vez más clara.

- Es hermoso... tu cuento - me dice - gracias.
- Gracias a ti, por no haberme colgado, por haberme escuchado, yo tambien tengo mis castillos yo tambien tengo olas que se lo llevan...
- ¿Puedo..?
- Dime
- ¿Llamarte otro día?
-  Puedes, siempre que quieras.
- Lo haré ¿cómo te llamas?
- Por ahora soy un simple contador de historias... cuentos por teléfono.
- Pues gracias por tu cuento, me siento mejor
- Yo también.
- Te llamaré
- Hazlo.. cuando quieras, quizas haya otro cuento.
- Ójala, un beso
- Un besito. ciao

miércoles, septiembre 02, 2015

Que no te escriba

Todo a su alrededor permanecía en silencio, a oscuras.
El ordenador apagado, el móvil desconectado.

Se puso un poco de vino en la copa, bebió, y dejo una ligera marca de carmín en el vaso.
Abrió la ventana y esa noche de verano entró sin ser invitada.
Miró el cielo donde alguna estrella luchaba por brillar, por ser vista.
"¿La estarás viendo? ¿la verás alguna vez, cómo yo la veo?" - se preguntó.

Tomó una pequeña servilleta y escribió:

Que no te escriba no quiere decir que me haya olvidado de ti.
Que no te escriba no quiere decir que haya dejado de pensar en ti
Que no te escriba no quiere decir que haya dejado de echarte menos
Que no te escriba no quiere decir que haya dejado de quererte

Que no te escriba no quiere decir que no eche de menos:

nuestras películas de miedo que nunca terminabamos de ver
nuestros paseos  sobre la arena de una playa casi vacía
poner la mesa mientras tu hacías la comida y yo te miraba desde  aquel pequeño salón
hacer la cama entre los dos después de que por la noche la hubieramos deshecho una y mil veces
esperarte a que llegues, ver como me despides
que me despiertes en mitad de la noche
despertarme y  ver como duermes
abrazarte mientras me quedo dormido


Que no te escriba no quiere decir que me haya olvidado de todo
Que no te escriba no quiere decir que ya no existas
Que no te escriba no quiere decir que no tenga ganas de desearte dulces sueños
Que no te escriba no quiere decir que no desee llenar tus mañanas y tus tardes y tus noches

Que no te escriba  no quiere decir que me guste el silencio.