martes, febrero 23, 2016

Cuentos por teléfono 10 - Cuando...

Sonó el teléfono, una, dos, tres veces.
Descolgó.
En algún lugar al otro lado del aparato una voz apagada, cubierta de lágrimas, susurró un "hola" tan bajito que las palabras se descolgaron de sus labios con una tirolina, saltarón al telefono y caminaron hasta donde él pudo escucharlas.

- Hola - respondió el contador de historias - hace tiempo que no sabía de ti, pensé que ya no necesitarías de nuestras charlas.
- Hola - repitió ella, esta vez con algo más de fuerza - lo siento, sólo que no tenía fuerzas, a veces uno suelta tanta mierda que parece un aspersor de un parque cuando toca la hora de riego, y yo no quería empaparte con la mia.
- No digas eso, me gusta que me llames, que me cuentes, que por un momento descargues tu mochila, si eso te hace sentir mejor, a mi me hace sentir mejor que  escuches mis cuentos, que yo te escuche a tí y cuando cuelgas note que tu voz ha cambiado.
- Gracias... de verdad, ¿podrás aguantar una más?
- Claro que sí.
- Hoy no sé si te pediré un cuento, hoy soy yo la que quiero leerte algo que he escrito en una de esas noches que no puedes conciliar el sueño, que las sombras de una vela se confunden con las sombras de los  recuerdos, recuerdos que saltan de su arcón, un arcón guardado en un recoveco del corazón al que uno no quiere ir a visitar, pero va.
- Dime... leemelo.
- Son unas pocas líneas... me inspiré en una canción
     
      "Cuando me hayas ahogado en las aguas de tu olvido.
        Cuando me hayas disuelto en la niebla de la mañana
        Cuando me hayas dejado ir entre la espuma de las olas
        Cuando sólo sea una página más que pasaste del libro de tu vida
        Cuando cierres la puerta de aquella casa de la playa y 

            el eco de nuestras risas solo sean eso un eco
        Cuando me conviertas en un recuerdo de tus recuerdos..."


Se hizo un silencio, un extraño silencio lleno de sonidos.

- Lo has dejado sin acabar - dijo el contador de historias.
- No sé acabarlo, me quedé ahí colgada, como esos cuadros que se cuelgan solo por el hecho de que hay que vestir una pared para que no quede desnuda.
- ¿Me dejas?
- ¿El que?
- Terminarla
- Si quieres...
- A ver ...

    "Cuando la vida te sonría y no te acuerdes del ayer
      yo aún estaré detrás de tí
     Cuando todo lo que veas es el azul intenso del cielo
     yo tendré en mi mano el bote de pintura
     Cuando tus risas apaguen el sonido de mi voz
     yo aún guardaré mis canciones para ti.
     Porque  cuando llegue la tormenta que un día llegará
     y no tengas sitio donde ir
     Piensa en mi y allí estaré
     acunándote una vez más"

- Me gusta ese final... pero...
- ¿Pero?
- El final ya se escribió, el final estaba escrito en el viento, gracias de todas maneras
- ¿Sabes?
- Dime...
- Los finales nunca se escriben, los finales los pone uno cuando cierra  puertas, cuando deja de sentir, cuando guarda los recuerdos en arcones olvidados, los finales los pone uno cuando cierra los ojos,  no pongas finales, simplemente pon punto y seguido, o puntos suspensivos, porque quien sabe...

   "Cuando abrás los ojos y abras la ventana, cuando quieras pintar de azul el cielo gris
     y de verde  esmeralda el mar de tu vida
     cuando quieras, puedes empezar a vivir."

    Llámame pronto, te echo de menos.

- Gracias una vez más mi contador de historias, lo haré, no lo dudes.

domingo, febrero 21, 2016

Llorar

Había alquilado aquel pequeño estudio,  como un caracol ermitaño buscaba su concha, su caparazón donde resguardarse, muchos hubieran dicho donde esconderse y quizás fuera así.

Quería escribir, rellenar todas aquellas hojas en blanco de su block con historias de sueños cumplidos, de amores imposibles que la final se abrazan y besan, de manos que acunan corazones, de manos que cosen con hilo las cicatrices de corazones rotos.

Quería escribir todo lo que él quiso vivir y sólo le dejo el corazón roto.

Aquel pequeño estudio tenía las paredes de papel, podía oír a las 7 en punto de la mañana ni un minuto antes ni un minuto después, el despertador del piso de al lado, oía correr el agua y a las 7:42, ni un minuto antes ni un minuto después alguien cerraba la puerta. Puerta que no volvia a hablar hasta las 18:15, día a día, cada día de la semana excepto los fines de semana.

Aquel lunes fue la primera vez que oyó como alguien lloraba detras de la pared, no era un llanto desgarrador,era casi silencioso, sin duda un llanto de mujer.
Paró lo que estaba haciendo, aquel sonido llenaba su habitación y como una mano helada apretaba su corazón.
Se sintió tentado de ir a ver que pasaba, pero tenía experiencia en que aquello sólo le acarrearía problemas y si acaso, quizás, otro jiron más en su corazón.

Al cabo de un rato el llanto cesó, oyó ruidos de platos y como encendian un televisor.

Tres días después y más o menos a la misma el llanto volvió y de igual manera al rato cesó, oyó un ruido de platos, un televisor encendido y nada más.
Empezó a pensar en los motivos de aquel llanto, quizás se sintiera sola como él, quizás solamente era la nostalgia o la ausencia de un ser querido, quizás... quizás no era de su incumbencia y lo mejor era dejarlo estar.

Pero el lunes volvió a pasar, y tres días después otra vez, como si fuera algo programado, a la misma hora el llanto y con el mismo final un ruido de platos y un televisor encendido.
Como buen escrito emborronó un montón de hojas sobre la historia de aquella chica que lloraba dos días a la semana y a la misma hora, ¿leería una carta de un amor que la había abandonado? ¿ quizás escucharía alguna canción triste con unos cascos  y su recuerdo le hacía llorar? Pero no encajaba que casi siempre fuera a la misma hora.

Aquel llanto se estaba conviertiendo en una banda sonora  y él necesitaba apagarlo, no soportaba la idea de oirlo una vez más.
Y ese lunes a la misma hora, quizas un minuto antes, quizás un minuto después, cuando ella empezó a sollozar, él llamó a la puerta.

Oyó una voz que le decía "un momento, voy" y cuando la puerta se abre aparece ante él una chica envuelta en un delantal de cocina, sus ojos rojos delatan que estaba llorando, él intenta blabucear unas palabras

- Hola, soy tu vecino, verás... quizás no debería meterme donde no me llaman... pero te oigo llorar  siempre los mismos... bueno... yo ... me preguntaba si te pasa algo, si necesitas cualquier cosa...
- Ohh vaya - le contesta la chica azarosa - no pensé que me oyeras, no quería molestarte...
- No, no... no es ninguna molestía, sólo me preocupaba oirte, esas lágrimas, algún amor perdido, algún pariente, o quizás la soledad... y me dije voy a llamarla que sepa que si necesitas algo...
- ¿Cómo? - y aquella chica esbozo una sonrisa, casi era una risa incontenible, que por educación ahoga entre sus labios - jajaja no, no.... perdona que me ria, de verdad, no me río de ti, pasa anda y verás...

Entró en la casa, era algo más grande que la suya, ella le indicó que la siguiera, entraron en la cocina, sobre una pequeña mesa había un bol con patatas cortadas, al lado un montón de cebolla picada.

- ¿Ves? ese es el motivo de mi llanto, adoro la tortilla de patatas, pero al cortar las cebollas no puedo evitarlo, y bueno soy algo metódica suelo hacerme una tortilla los lunes y una los jueves...
- Yo... esto... vaya estúpido que debo parecerte, pensando que llorabas por alguien y...
- No te preocupes, es un detalle encantador que te hayas preocupado por mi,  esas cosas ya no se llevan
- Bueno al menos déjame darte un consejo para que no llores más cortando la cebolla
- ¿Sabes alguno?
- Si claro, mi abuela encendía una vela cerca de donde cortaba la cebolla, según decía absorvía los gases de la cebolla y evitaba llorar.
- Ummm ¿lo probamos?, venga, si resulta te invito a cenar... tortilla de patatas

Y aquella noche lo vecinos oyeron el ruido de unos platos, un televisor encendido... y unas risas en compañia

Fué la primera de muchas tortillas de patatas...

jueves, febrero 18, 2016

Ventanas abiertas

Subió la persiana y abrió la ventana.
Afuera lucía un sol implacable, colgado de un cielo azul intenso.
En el horizonte el mar de un verde  que parecía esmeralda rompía contra la playa.

Se frotó los ojos, los cerró y los volvió a abrir.

Allí seguian, un sol que lucía implacable colgado de un cielo azul intenso, un mar de un verde que parecía esmeralda rompía contra la playa.

No volvió a cerrar la ventana, no bajó nunca más la persiana.

sábado, febrero 13, 2016

Una canción

Llovía sobre Madrid, aquel estaba siendo un invierno raro, cálido, seco como si el otoño no hubiera querido dejarnos y el invierno escondido en algún rincón del planeta no se atreviera a hacerle frente.

Hay ciudades que le temen a la lluvia y Madrid es una de ellas, el tráfico se colapsa, la gente no sabe andar con paraguas que te van clavando en cuanto te descuidas, e incluso si  no vas atento algún coche pasa raudo salpicandote.

Sin embargo, a mi me encanta pasear bajo la lluvia, sí, lo sé, es un incordio , pero recuerdo cuando de pequeño calzaba unas botas de agua e iba saltando de charco en charco, ¿recuerdo o simplemente es un sueño de lo que me hubiera gustado?. El caso es que salgo a la calle con mis cascos, quiero pasear, ¡no!, necesito pasear, que la lluvia empape mis pensamientos, quizás con un poco de suerte los arrastre bien lejos.

Llego al parque del retiro, casi vacío, en el estanque solo los patos se atreven a posarse encima de sus aguas, y los pocos que caminan por el parque lo hacen rápido y con la cabeza baja, sin embargo a mi me encanta mirar el cielo cubierto, las ramas vestidas de gotas de agua que se zarandean, y llega a mi la visión de como me gustaba jugar a pasar debajo de un árbol y cuando aquella persona pasaba lo zarandeaba para que le lloviera encima, un instante de reproche un instante de  sonrisa.

En un rincón encuentro una figura conocida bajo una capa de lluvía, es mi viejito, hoy si que no me lo esperaba.
Me siento a su lado.

- Hola - le digo - no esperaba encontrarte por aquí con la que cae...
- Yo sin embargo sabía que vendrías
- No me cabe duda
- Siempre que te encuentro te veo con los cascos puestos...
- Bueno me gusta caminar con música es cierto que a veces dentro del parque me los quito, me gusta escuchar el silencio, el sonido del viento entre las ramas, pero casi siempre tengo una banda sonora que me acompaña
- Si, yo recuerdo aquellas viejas canciones, de aquellos bailes,  donde uno nunca se decidia a sacar a la chica a bailar, hoy tristemente eso se ha perdido
- Es una pena - le contesto - yo recuerdo los lentos, alguien apagaba la luz o en la discoteca disminuian la luz, sentias sus brazos rodearte el cuello mientras tu agarrabas su cintura, y aquella sensacion de que todo alrededor hacía un "fade in black", aquellos veranos...
- Noto que te pones algo nostálgico
- Echo de menos aquellos tiempo, aquellas sensaciones, ese vacío en el estómago.
- Ummm, y ahora ¿cual seria tu banda sonora?
- No lo sé, supopngo que según el momento, pero si me tuviera que decidir por una canción que definiera lo que ha sido parte de mi vida quizás sería "Me dedique a perderte" 
  ( NOTA. puedes escucharla aquí https://www.youtube.com/watch?v=05dcxPp62BQ)
- ¿Y eso?
- Tengo la sensación de que cuando me llegan las mejores cosas de mi vida simplemente me dedico a perderlas, alguien una vez me dijo "nunca ves lo que tienes delante" y quizás sólo llego a verlo, a apreciarlo, cuando lo  he perdido
- Eso nos pasa a todos - me dice en tono amable, pero en su voz hay un desliz de compasión.
- No te preocupes, sé que es así, lo sé. ¿Y cual sería la tuya?
- ¡Qué dificil es elegir una canción que pueda definir un instante!, una época o una vida, pero quizás me quedaría con "My way"  Mi  vida ha sido de alguna manera a mi manera
( NOTA. puedes escuchar aquí https://www.youtube.com/watch?v=e7DWe6S2u6Y)
- Pues fíjate que yo te hubiera puesto "What a wonderful world", siempre te veo disfrutando de la vida
(NOTA. Escúchala aquí  https://www.youtube.com/watch?v=FaqSchFmVRM)
- No siempre ha sido así... no siempre

Y se puso a llover  con fuerza, como si el cielo quisiera que dejaramos aquella conversación.
Me levanté y antes de verle desaparecer de nuevo, le abracé.
Busqué en mi ipod la canción de sinatra y volví a casa despacio sin importar que llegara calado.


NOTA: Si hay una canción que me ha acompañado y que me acompañará siempre incluso cuando me vaya es esta "Drive all night" de Bruce
https://www.youtube.com/watch?v=p7Ehjlxs5Sk

viernes, febrero 12, 2016

Un libro "SEDA"

Volví a aquella ciudad, a mi ciudad, la de las calles vestidas de amarillo cuando caía la noche, la de las calles desnudas en sus infernales veranos. La de su parque que te pierde y te pierdes.

Me fui un día con el corazón hecho jirones, metí en la  mochila, una aguja y un rollo de hilo para coserlo, una frasca de lágrimas, y otra vacía de sueños. Un block garabateado con perdones no dichos, y un lazo que envolvía aquellas cartas escritas y nunca mandadas..

Y volví a mi ciudad con el corazón  remendado a trozos, con la frasca de lagrimas aún llena, la de sueños cubierta de arena de playa, otra que compré con nubes de verano, el block vacío de hojas, con estas, hice barquitos de papel que lancé al mar que tanto quiero, y las cartas, ¡ay las cartas! vuelven conmigo aún envueltas en su lazo rojo.

Recorría las calles que en un tiempo fueron parte de mi hogar, y sin embargo ahora me hacen sentir un extraño, aquellas tiendas pequeñas han dado paso a ultramarinos de chinos, a pequeños espacios de masaje y uñas. 
 Sin saber donde me llevaban mis pasos, como un perro que quiere encontrar a su dueño, terminé en tu calle. 
Esta, con el paso del tiempo, también había cambiado y sin embargo el olor, el asfalto abrían aquella caja de recuerdos que había guardado en un rincón de mi corazón.
Encontré una tienda de libros de segunda mano, en la que puedes dejar tus libros y llevarte, por unas monedas  los que quieras y entré. Siempre me han encantado los libros, sus historias que pueden llegar a  atraparte, deseando acabarlo, deseando que nunca se termine. Paseé por sus estanterias, libros revueltos, libros antiguos, libros que nisiquera han llegado a leerse acaban allí.

Me paré delante de una caja en el suelo, y mi mano, como si alguna fuerza la guiara ,cogió uno pequeño "1900", recordé al autor y enseguida me puse a buscar aquella pequeña novela que me habia enamorado  "SEDA". No tardé en encontrarla,  la tomé en mis manos y algo dentro de mi se sacudió, le había regalado aquel libro el segundo día, después de conocerla, aquella sonrisa y aquel brillo de sus ojos,  busqué las palabras en mi mente, la dedicatoria  "por ti y para ti, eres Seda".
Abrí el libro y mis dedos temblorosos pasaron las primeras páginas, escrito con tinta azul figuraba mi dedicatoria, aquella dedicatoria a la dueña de las cicatrices de mi corazón ... "Por ti, para ti, eres Seda"

Me acerqué a la chica que llevaba la tienda, y le pregunté si recordaba cuando y quien habia dejado aquel libro, sus palabras -"... no lo sé, viene tanta gente..." -se deslizaron de sus labios estrellándose contra el suelo.
Le pregunté si le importaría dejar el libro en su mesa, yo me lo quedaba, pero quería dejarlo allí, aún pensaba que ella volvería alguna vez a la libreria.
Cogí un bolígrafo y debajo de la dedicatoria escribí, "Morir de nostalgia por algo que no viviras nunca".
Dejé un buen donativo y el libro sobre su mesa abierto por la página de la dedicatoria.

Volví a los tres días, Nada.
Una semana después. Nada.

Pensé que aún era un idealista que creía en que las historias tienden a acabar bien, cuando la realidad es tan diferente.
Me olvidé de su calle, me olvidé del libro y volví a cerrar el arcón de los recuerdos.

A los dos meses tuve que pasar por su calle, y cómo no entré en la librería, el ser humano tiende a esperar lo inesperado, allí estaba el libro, pero esta vez cerrado.

¿Me recuerdas? - le dije a la chica.

Si claro, creo que alguien ha escrito en tu libro. Sin esperar que terminara de pronunciarlo cogí el pequeño libro, lo abrí y ...

"Nunca es una palabra que no deberia existir en tu diccionario"

Estaba escrito debajo de mi dedicatoria, era su letra, aquella inconfundible letra.
Debajo escribí:

" Nunca es un tiempo infinito que desaparece, siempre es un regalo que perdura en el tiempo".

Volví cada dia, a la misma hora con la esperzan de que hubiera contestado.

Un día. Nada
Dos días. Nada
Tres días.  ¡¡El libro no estaba sobre la mesa!!

Mis ojos gritaron a la chica si sabía donde estaba aquel libro, mi boca solo suspiró "¡¡no está el libro!!"

De pronto alguien me agarra del brazo, y me muestra el libro, me vuelvo y oigo una voz que me susurra

"Nunca digas nunca jamás, esta vez soy yo quien te regalará el libro"