Después de la última cita que tuve con él, y de la charla que marcaría los días que siguieron, estuve muy confusa.
Era la primera vez en mucho tiempo que alguien me hacía sentir importante, querida, diferente, sabía que se había esforzado al máximo por ello y sin embargo algo en mi interior, un muro alto e infranqueable, me impedía tomar una decisión, vivía en un sí pero no, en un "y si...", cuando lo único que me había pedido era saber en que lugar de mi vida encajaba él, y si había alguna posibilidad...
Aquel día le miré, sus ojos color caramelo tenían un brillo especial y cuando dejé caer las palabras de mis labios, me oí decirle "soy una idiota, eres lo mejor que me ha pasado, me siento tan a gusto contigo... pero... pero..."
Y él se derrumbó por dentro, lo percibí en el mismo instante que el "pero" cayó de mis labios contra el suelo, y con el, los trocitos de su ilusión.
Estuvo un tiempo sin escribirme, sin hablarme, sabía que debía darle su espacio pero tenía miedo a perderle, a no volver a saber nada más de él, y no podía juzgarle, de alguna manera le había roto el corazón, aunque no fuera mi intención.
Poco a poco volvimos a hablar, algún whatsapp, algún audio, pero no era como antes, le notaba apagado, lejano, sus contestaciones era breves, y sentía que medía cada palabra que escribía, manteniéndose a una distancia prudencial.
Yo seguía debatiéndome, le echaba de menos, echaba de menos nuestras conversaciones, las cosas que me decía, sus bromas, y la fe ciega que tenía en mi... y verle, volver a sentir su mirada en mi, a sentir como se ponía nervioso cada vez que me acercaba a él, a como en cada despedida él quería besarme pero se limitaba a rozar sus labios con los míos, como si yo fuera de porcelana y me fuera a romper.
Y en el fondo de mi ser, yo deseaba que lo hiciera, quería saber a que sabían sus besos, sentirle, soltar el freno de mano y ser libre de decidir, pero a la vez ese muro alto e infranqueable me impedía ir más allá, tampoco quería darle falsas esperanzas, y dejaba que las cosas siguieran su curso.
Por eso me extrañó cuando aquella tarde me dijo si quería ir a cenar a su casa, y me sorprendí a mi misma dicéndole: "claro, ¿cuando?"
***************
Estaba delante de su puerta, no soy de maquillarme mucho, un poco de colorete, un tono rojo en los labios y ese vestido largo que se que me queda bien, y una botella de vino, un "Sangre de Guida".
Estuve unos minutos sin llamar al timbre, mi cabeza volaba, ¿hacia bien yendo a su casa? ¿ que pasaría si se desmadraba todo? y recordé una de sus frases de nuestra última cita "deja que ocurra", ¿sería capaz de hacerlo?
Llamé, no tardó en abrirme y allí estaba él, vestía todo de blanco con esas camisas estilo japonés de lino que tanto le gustan, se quedó mirándome fijamente, sus ojos caramelo estaban más oscuros, pero su sonrisa seguía igual, cálida, sincera.
- ¿Me vas a dejar pasar o vamos a cenar en el rellano de las escaleras? - le dije, en vista de que aún seguíamos de pie en la puerta de entrada a su casa.
Me abrazó, mientras me susurraba, "estas preciosa", el olor a su colonia me inundó y sentí el palpitar de su corazón. Noté como si una mano invisible me apretará el estómago, y me faltara el aire, algo se removía en mi interior, con él todo era más fácil a pesar de todo, me sentía más yo, sino fuera por ese muro...
Le di la botella que guardó en el frigorífico, me ofreció un vermú, que rechace, no quería mezclar, deseaba tener la mente despejada, pero no pude negarme a una copa de mosccato, pasé al salón, tenia las paredes llenas de fotografías, algunas en blanco y negro, otras en color, pero todas tenían un denominador en común, la mirada, sabía como captar la mirada de las personas que fotografiaba, dando a sus fotos una personalidad diferente.
Le sentí a mi espalda, me observaba en silencio y se me erizó la piel cuando me giré y al comentarle lo de las fotografías se ruborizó como lo haría un niño.
Era una de las cosas que me atraían de él, era capaz de ruborizarse, de ponerse nervioso como si fuera todo la primera vez, eso, y su capacidad de sorprenderme.
Me había dejado varios cd's para que eligiera la música, y aunque no había escuchado nada de un tal Teddy Pendergrass, supuse que sería bueno cuando él me lo recomendó.
Le encanta la música negra, el blues, el folk, aunque está varado en los grupos de su tiempo, Supetramp, Bruce, Meat Loaf, Queen...
Sonaba el "If You Don't Know Me By Now", cerré los ojos por un instante y me dejé llevar, cantando bajito para que no me oyera...
Salió del salón a la cocina, y yo me quedé allí, mirando la mesa, pensando que decir para que no se sintiera herido, mi intención no era menospreciar lo que había hecho por mi, no estaba acostumbrada a que nadie me "mimase" tanto, se preocupasen por mi, y fuera su prioridad, eso me desconcertaba.
- Es secreta... pero si sabes como conseguirla... quizás te la diga - me dijo con un tono muy juguetón.
- Eres un diablo... - le contesté y mi imaginación se perdió en las mil y una cosas que le haría para sacarle el secreto de la salsa, me excité solo con pensarlo.
- Claro, siempre y cuando pueda hacerlo...
- Por supuesto, no es nada malo.
- Venga, dime...
- ¿Bailarías conmigo?
Wondering in the night
What were the chances
We'd be sharing love
Before the night was through
Something in your eyes
Was so inviting
Something in your smile
Was so exciting
Something in my heart
Told me I must have you
Strangers in the night
Two lonely people
We were strangers in the night
Up to the moment
When we said our first hello
Me miró y me perdí en él.