sábado, julio 01, 2023

La cometa

 Aquella tarde me acerqué al parque, en Madrid alguien pinta el cielo de un azul que no se puede ver en ningún lugar del mundo.

Corría una ligera brisa, intenté atrapar en ella algún vestigio de olor a mar, a sal, a paz.

Allí entre la algarabía de los pequeños,  separado, había un pequeño que jugaba con su cometa, corría veloz aprovechando la brisa para que la cometa, tras rebotar dos o tres veces en el suelo emprendiera el vuelo.

M e senté en la yerba a verlo, le pequeño tiraba suavemente del hilo y la cometa hacía una cabriola elevándose unos metros sobre el suelo, como si de alguna manera tuviera vida propia, pero en ese instante el chico soltaba el cordón , volaba más alto, y con un leve tirón la hacia descender, a veces y sin quererlo era tal el tirón que la cometa se estrellaba  contra el suelo, con un leve crujido.

El pequeño la recoge, la posiciona, y sale corriendo, la cometa zigzaguea un poco antes de volver a levantar el vuelo,  el chico pega pequeños tirones, se diría que son susurros que le hace llegar a la cometa para que se eleve, gire, revolotee.

Pero si se excede en el tirón, si lo deja mudo, si no le habla a la cometa, esta cae, despacio, pero cae.

De algún modo me sentí como esa cometa, esa tarde de verano.

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