lunes, junio 18, 2012

El hombre


Sobre aquel pueblo la crisis había caído como un manto de nieve, cubriéndolo todo, dejando tras de si un poso de tristeza en aquellos habitantes que aún no habían emigrado.
Lentamente la desesperación, se filtro en el adobe de las casas, en la mirada de la gente, mientras el pueblo poco a poco agonizaba.
La primera mañana del primer día de Diciembre amaneció con una niebla densa como un puré de guisantes, cuando al final los rayos del sol lograron entrar, una figura llegó al pueblo.

Se acercó a la plaza y preguntó si alguien alquilaba alguna habitación. No hubo respuesta, le miraron con el temor con el que se miran las cosas nuevas, aquello que rompe la rutina.

- "Quizás Laura pueda alquilarte una habitación, ahora que se ha quedado...".

No terminó la frase, las miradas se clavaron en él como cuchillas.

- ¿Alguien me puede indicar cual es su casa?

Sin mediar palabra le indicaron el camino. Subió por la calle empedrada, el pueblo ascendía por una suave ladera que daba al mar, un pequeño puerto pesquero, una plaza central con su bar, y varias calles pintadas de blanco.

Llegó a casa de Laura, por el camino pocos le saludaron, a pesar de que ninguno apartó la vista.
Laura era una bella mujer que rondaría los treinta y tantos, sus ojos estaban enrojecidos, sin duda había estado llorando.
Se le quedó mirando sorprendida mientras él le solicitaba el alojamiento.

-"Seguramente en otro momento no le alquilaría la habitación, pero tal como están las cosas necesito el dinero."

Acordaron la cantidad, él pagó un mes por adelantado y dejó sus pertenencias en la habitación antes de volver a salir.

Cruzó el pueblo, bajó al puerto, el se bañaba en las aguas, mientras los barcos se recogían entre las sábanas del puerto y los pescadores descargaban la pesca
del día. Se acercó a uno de ellos.

- ¿Qué tal ha ido?
- Mal, fui al caladero del norte donde se supone que en estas fechas debería haber gran pesca, y vuelvo casi de vacío.
- Vaya lo siento, y ¿por que no prueba otro lugar?
- Tal como están los precios he de ir a lo seguro, no puedo aventurarme a volver de vacío de nuevo.
- Me gustaría acompañarle, puedo pagarle por el viaje y echarle una mano en que lo que me diga.

El pescador se lo pensó, una mano más y gratis le vendría bien.
Aceptó y quedaron al amanecer.

Pasea distraído de vuelta a su habitación, cuando casi se tropieza con un pequeño que malhumorado iba dando patadas a una lata.

- ¡ Ey !  muchacho, al menos podías disculparte.
- Déjeme tranquilo.

El hombre cogió al muchacho por el hombro.

- Ven camina un rato conmigo, soy nuevo aquí y podría perderme  así si quieres puedes contarme que te pasa.
- Bueno, la verdad,  es que... he llegado a casa llevaba una nota del profesor, y mis padres me han regañado, dicen que no sirvo para nada, que la escuela
  es una pérdida de tiempo, que debería ayudar a mi padre con la cosecha y aprender un oficio, pero a mi me gustan los libros, a veces hay cosas que no
  entiendo, pero  pongo todo mi interés.

Llegaron a un pequeño jardín, se sentaron en la hierba.

- Mira si tienes un sueño no permitas que nadie diga que eres incapaz de hacerlo, ni siquiera tus padres Si tienes un sueño debes llevarlo a cabo, si quieres algo esfuérzate en conseguirlo, ve a por ello con todas tus fuerzas,  ¿Sabes?, la gente que no logra conseguir sus sueños suele decirles a los demás que tampoco cumplirán los suyos, y en la medida en lo que puedas ayuda también a tus padres, ellos nunca dejaran de hacerlo por ti.  NO olvides nunca en que tú eres tu
propia fuerza.

El chico lo miraba con los ojos abiertos, sonreía. De pronto se echó a correr.

- ¿Dónde vas? - le dijo el hombre.
- Voy a echar una mano a mi madre con la cena, luego me pondré a estudiar, y esta noche empezaré a atrapar todos mis sueños.

El hombre sonrió, se metió las manos en los bolsillos y mientras el cielo encendía sus luces fue caminando hasta la casa de Laura.
Cuando llegó, olía a estofado, orégano y tomillo, sobre la mesa un pequeño mantel dos platos y dos vasos.

- Buenas noches, ¿llego tarde?
- No, no, pase, tampoco yo le dije la hora de cenar.
- Gracias eres muy amable, pero no quería ser más carga, sólo con un sitio donde dormir me vale.
- NO se preocupe, ademas hace tiempo que no cocino para nadie y ....

Se echó a llorar, desconsoladamente como sólo se hace cuando en el pecho sientes el corazón roto.
El hombre se acercó la abrazó  y la acercó hasta la mesa, apartó la silla y Laura se sentó. Sollozaba.

- Déjame que sea yo quien termine de poner la cena ¿vale? y si quieres podrías contarme lo que te pasa, a veces hablar con un desconocido ayuda
a decir cosas que a nadie más contarías.
- Yo... es difícil, pero podría decir que  me enamoré y mi vida empezó cuando él me beso, me sentí morir cuando el me abandonó y gocé de la vida el tiempo
que creí que me amaba, a pesar de las cosas que dijo a pesar de las cosas que me hizo, llegué a sentir que no era nadie.
- Pero Laura eres una mujer hermosa, fuerte por lo que has tenido que vivir,  pasar por lo que has tenido que pasar es duro, a veces las cicatrices que deja
se curan tan despacio que parece que nunca llegaran a dejar de sangrar, pero la vida cose los retales del corazón y este poco a poco vuelve a latir.

Él tomo sus manos, la miró a los ojos, marrones como las hojas del otoño.

- No dejes de sonreír, no merece la pena que alguien que no supo valorar tu belleza te haga sufrir. Venga voy a poner la cena en mi mochila creo que llevo una botella de buen vino.

Cenaron, bebieron e incluso el hombre bailo con ella, cuando al final de la noche ella acercó sus labios a los de él, él se deslizo en sus brazos, la abrazó y le susurró al oído:

- Yo no soy el hombre para quien debes guardar tus besos, pronto vendrá una persona, llamará a tu puerta y dirá tu nombre, te preguntará si hay una casita libre,tu sonreirás, el se sonrojará. Entonces sabrás que todos los besos que tienes guardados son para él.

Durmió poco, con las primeras luces del alba llegó al puerto. Allí le esperaba el pescador.

- ¿Preparado para un día duro?
- ¿Preparado para pescar como nunca había imaginado?

Los dos rieron, soltaron amarras y entraron a la mar, como un bebe se recoge en los brazos de su madre.

- ¿Vamos a los caladeros? - preguntó el hombre.
- Si allá vamos.
- Dígame y si no fuera así  ¿donde cree que podría estar la pesca?
- Siempre he pensado que tras la barrera del buque hundido habría buena pesca, pero allí las aguas son traicioneras y el riesgo es alto, podríamos
volver de vacío y perder una jornada.
- Y si le dijera que por una vez se deje de llevar por la intuición, que deje de hacer lo que hacen todos, que rompa las normas, que se arriesgue.
- El riesgo es demasiado alto,en el caladero están los demás barcos, no correriamos peligros y más vale una pequeña pesca que nada.
- Pero la vida es de quien arriesga ¿no?

Sin más el pescador giró su timón, reía a carcajadas cuando su barco enfiló hacia la barrera del buque hundido.

- Creo que se siente bien.
- Si me siento bien, siento que me dejo llevar, que realmente soy yo.

Soltaron las redes, compartieron sobre la borda la comida que llevaba el pescador, hablaron de la vida, de lo duro que se había vuelto vivir, de como
se había perdido el disfrute de las pequeñas cosas sustituyéndolas por el tener y cuanto mas mejor aunque no sirva de nada.

Llegó la tan temida hora y cuando empezaron a subir las redes el barco casi se escora del peso, estaban llenas.

- Ha sido la mejor pesca de mi vida, pero lo mejor ha sido descubrir que ya no tengo miedo a ser yo.

Llegaron a puerto y por más que el pescador quiso llevar al hombre a la taberna y celebrar el día, este rehusó.

- He de irme pero nos volveremos a ver.
- Gracias, gracias por todo no sé como podría pagarle.
- Ya lo ha hecho compartiendo el día conmigo.

De vuelta a casa de Laura, en la plaza estaba reunido casi todos los habitantes del pueblo.
El alcalde hablaba de la crisis, de que la gente se iba a la ciudad en busca de trabajo y que si no hacían algo el pueblo terminaría muriendo.
Un gran murmullo  se levantó entre la gente, unos decían que ya no había solución, otros que no podrían hacer nada, la resignación había
calado hasta los huesos de aquella gente.
El hombre se adelantó y pidió permiso al alcalde.

- No me conocen, quizás piensen que es un atrevimiento por mi parte dar consejos, pero tengo el privilegio de poder verlo desde fuera, sé
que las posibilidades del pueblo se han mermado, pero tienen dos potenciales, el paisaje natural donde se hayan y el grupo humano.

- ¿ Y con eso que podemos hacer? déjese de palabrería- gritó alguien entre la gente.
- Sencillo he visto que a las afueras hay varias casas abandonadas, podríais arreglarlas y crear un centro de casas rurales. Creo que Laura
es una persona muy apropiada para llevarlo adelante, además dará trabajo, entre mantenimiento, personal para ocio...

- ¿Y de donde vamos a sacar el dinero para montarlo?
- Creo que no hará falta, cada uno sabe hacer algo o tiene un oficio, algunos son carpinteros, otros fontaneros,  la comida puede salir de lo que cosecháis,
asi sucesivamente

La gente se fue animando, el alcalde intentó apaciguar los ánimos.

- Me parece una buena idea, aunar nuestros esfuerzos y crear algo que sea del pueblo, y beneficie al pueblo.

Todos se fueron contentos e ilusionados.

El hombre caminaba junto a Laura.

- ¿Quién eres, que eres realmente? El pueblo se moría, yo me moría y no sé como ni por qué pero has traído esperanza e ilusión, has hecho que todos
volvamos a creer en nosotros mismos.
- No soy mas que un caminante, que dice lo que todos sabéis pero no os atrevéis a escuchar, vivir con miedo es morir, dar un paso adelante aterra, salir
de lo conocido, descubrir algo nuevo y arriesgarse es para muchos algo que no está en su forma de ser, sólo se necesita un pequeño empujón, como
para ver un paisaje desde una ventana a veces hay que correr la cortina que lo tapa, yo sólo he movido un poco vuestra cortina.

A la mañana siguiente el pueblo amaneció con una niebla densa como un puré de guisantes, sobre la mesa de la habitación del hombre una carta.
En la carta unas letras.
En las letras unos sentimientos.

Nunca más volvieron a verle, el pueblo construyó unas cabañas y creo un centro rural.
El pescador dejó de seguir los caladeros conocidos y solo navegaba allá donde le llevará su instinto.
El pequeño ayudó a su padre con la cosecha y en el tiempo libre atrapaba sus sueños para convertirlos en realidad.

Pasados unos meses, alguien llegó al centro de las casas rurales, llamó a la puerta y Laura abrió.

- Hola,me llamo Carlos,  imagino que usted es Laura, me han comentado que hay alguna choza libre, vengo de vacaciones y querria alquilarla.
Laura sonrió acordándose de las palabras de aquel hombre.
Carlos se ruborizó cuando vio a Laura sonreir.

Carlos nunca abandonó el pueblo.

viernes, junio 08, 2012

Estrellas


Cogí la mano del pequeño, me miró y sonrió dulcemente.
Salimos al parque, donde las luces de la ciudad no molestaban tanto para ver el cielo estrellado de una noche de verano.

- ¡Cómo brillan! - me dice.
- Si, es algo que impresiona ¿verdad?
- Son muchas, pero  ¿porqué brillan?, ¿por que algunas desaparecen de pronto?

Por un momento pensé en hablarle de que la enorme presión y la gran temperatura que existe en el interior de las estrellas hacen que el helio se fusione, esa gran cantidad de energía se libera y se emite la luz que tarda años y años en llegar... pero cómo decírselo a un pequeño que te mira con esos ojos, asi que opté por una explicación más sencilla, mas dulce.

En el universo hay tantas estrellas como seres humanos en la tierra, cada uno tenemos una estrella, somos una estrella, brillan tanto como podemos brillar en nuestra vida. Cuando no ves una estrella es que ha bajado a la tierra para estar con nosotros, la estrella se convierte en persona nos acompaña, es como si subiese a nuestro tren  y está allí, y nos ilumina y nos hace felices, hasta que un día decide bajarse, decide volver a ser estrella y es cuando la vuelves a ver brillar.

- Pero y que pasa si la estrella se va y luego yo quiero que  vuelva,  que se vuelva a subir al tren conmigo.
- Sólo tienes que desearlo, pensarlo y soñarlo,  entonces, a veces, la estrella vuelve a bajar a la tierra, otras no regresa, pero la verás brillar con más fuerza, por que sabe que tú estas pensando en ella.

Nos quedamos callados mirando las estrellas, y por un momento pensé que todo aquello que le había contado era la verdad, que a veces una estrella se sube a nuestro tren, que a veces en alguna estación se baja para volver a brillar, y que bastará con pensar en ella con soñar con ella, para que brille con más fuerza.

lunes, junio 04, 2012

El acróbata

Decían, los que tuvieron la suerte de haberlo visto, que era como una pluma en el aire, de gráciles movimientos, suaves e increíbles
Piruetas y triples saltos mortales.

Decían que podía flotar en el aire mientras giraba una y otra vez.
Decían...

Pero un día cayó, como si le hubieran agarrado por los pies y tirado con fuerza hacia el suelo.
El acróbata se estrelló contra el suelo, como cae una estrella fugaz.
Y se hizo añicos.

Entonces empezó a ponerse una prenda tras otra encima, como si montara una coraza que le protegiera de otra caída, que amortiguara los golpes.
Y por cada prenda que se ponía sus movimientos se hicieron más lentos, ya no volaba, únicamente se lanzaba al aire para cogerse rápidamente
al trapecio.


Dicen los que ahora le ven, que ya no flota en el aire, simplemente se balancea como un péndulo, de un lado a otro