lunes, mayo 13, 2013

En un pequeño bar

Es un pequeño bar, con olor a madera, a retazos de cocina antigua, a trozos de vida que cuelgan de la barra donde un hombre entrado en años, con  generoso estómago, amplia sonrisa y pelo blanco como la nieve. Sirve despacio, como si la vida se parase a el instante que él  baja la manivela
para servir una cerveza, con su tapita, que no hay que perder las buenas costumbres.

Un viejo reloj vigila desde la pared central a los clientes. A las  once y media, entra una chica, de unos treinta y tantos, con un periódico bajo el brazo,
le pide un cafe, en vaso leche templada y dos azucarillos.Se sienta siemrpe en el mismo sitio, como si alguien se lo reservase,  junto a la cristalera que da al paseo. Antonio, el de la amplia sonrisa y generoso estómago,
le sirve el café, ella le mira con ternura como haría una hija a su padre.Extiende el periódico buscando las ofertas de empleo, de su bolso saca un bolígrafo bic, con la capucha roida, de tantos mordiscos que le da mientras recorre con
la esperanza, por que la esperanza, dicen, es lo último que se pierde,  los anuncios de empleo.
Y como ayer y antes de ayer y la semana pasada, una o dos ofertas que envuelve en un círculo azul, apunta la dirección de correo electrónica, saca su tableta y envia
el curriculum. Sueños e ilusiones, sonrisas y esperanzas que navegan en las extrañas ondas de internet.

Levanta  su mirada ve volutas de polen flotando en el aire, y siente que es una de ellas,  que la vida ha sido el viento que la ha ido llevando de un lado para otro, a veces
sin poder resistirse. piensa en su hija, en la sonrisa que aún le da fuerzas para levantarse cada día, para pensar que la vida merece ser vivida, que lo mejor aún está por llegar.
Pone los dos azucarillos en el café, y le da varias vueltas con la cucharilla, aún esta caliente demasiado para lo que a ella le gusta.

La puerta del bar se abre, Antonio saluda y una pequeña mujer apoyada en un bastón recorre los pocos metros que hay hasta la primera mesa libre. Antonio le pregunta si quiere lo de siempre, ella asiente mientras coloca el bastón apoyado en la silla vacía. Silla que hace exactamente ocho meses y catorce días ocupaba su marido. Sonríe pensando que aún está allí, pidiéndose su cafelito con un chorrito de anís, por supuesto, por que, amorcito, como la llamaba, un café sin su chorrito de anís "no es ná". Y ella, que le amaba desde la primera vez que le vió en el pueblo saltando al ruedo delante de una vaquilla que según contaba ya había corneado a los mozuelos más bravos de la comarca, ella se pedía su vaso de leche caliente con su chorrito de miel, que dicen que es bueno para todo. Y ahora que él no está, ella baja todos los días a la misma hora, y aparta un poco la silla vacía, y mira ese espacio en el que él no está, no está fisicamente, por que ella aún le ve tomar su café con su chorrito de anís, mientras le sonrie y le dice por que no le das un chupito amorcito, verás como te gusta.

Se oye una algarabía fuera del bar, es la hora en la que en el instituto paran las clases, unos van a por chuches otros corren tras la esquina y de un bolsillo bien escondido sacan un pitillo que se van pasando, tres chicas entran, una parece que lleva la voz cantante mientras las otras dos no paran de decirle cosas, dejan sus carpeta, y una se asoma a la barra donde Antonio friega unos vasos. "Tres coca cola cero ¿verdad?  y que no se me olvide el platito de patatas fritas" le dice, la chica sonrie y pícara le suelta "como sabes Antonio lo que nos gusta".

Y es que cada dia de lunes a jueves, las tres chicas se citan en el bar y alli se cuentan sus secretos, hablan de chicos, de ese pantalon tan ajustado que he visto y que vale 70 euros que seguro mi madre me compra, del carmín que no deja marcas, de la macrofiesta que ninguna se perderá, y que rapidamente cogen sus móviles y lo suben al twiter. la vida galopa entre sus carpetas, sus faldas cortas y ese botón que se desabrochan de más, que no muestra nada pero que se ve mucho, la vida tan rápida que aún no saben que en esa fiesta la muerte tiene  cita con una de ellas.

Antonio mira su bar, 45 años tras la barra, la vida colgando de ella, las ve, ellas no se conocen entre sí, y sin embargo a Antonio le parece que todas ellas tienen algo en común.
Y silba por lo bajito mientras sigue fregando.

domingo, mayo 05, 2013

Día de la madre

El disco rojo  se desliza sobre el horizonte, todo se tiñe de color dorado. En la ciudad los coches dan sus luces, las farolas empiezan a encenderse, la noche se va abriendo paso poco a poco, como si fuera un actor tímido al que le da miedo aparecer en el escenario.
La pequeña niña está en la cama, sonríe cansada mientras su madre la tapa, cierra el libro que acaba de leerla por enésima vez, le besa, y le desea dulces sueños.
Sobre la mesa tiene un bolígrafo, una calculadora y un motón de facturas.  Las mira cansada,  no le hace falta hacer cálculos para saber que al final los números se vestirán de rojo, una vez más. Cierra los ojos, como si con ello fuera a borrar la cruda realidad. Por un momento piensa en él,  en aquellas promesas, en aquellos besos, en todo aquello que se quedó en el camino. Un camino que se dividió en dos cuando él se fue, y ella se hizo cargo de todo.
Apaga la luz, y arrastra los pies hasta la cama, mañana será otro día se dice, mientras sus ojos echan el telón.
****
Desliza sus manos sobre tu estómago, allí lo siente, bajo la luz del neón y el olor a desinfectante. El camino ha sido largo, el camino ha sido duro. Aquella noche, la fiesta, el chico del que estaba enamorada, el coche y el calor de agosto, una locura, no pasa nada, no te preocupes no habrá problemas… Y sin embargo lo hubo, sus padres, el instituto, y ella. Ella que siempre dijo que no, no voy a terminar, no voy a ceder, si no lo quieres, si no me quieres  es mejor que no estés.
Entra la comadrona, ya está todo listo, inspira y expira,  lo siente, algo late deseando salir.
****
Decidió irse de la ciudad, a pesar de dejar a sus hijos, de abandonar aquella ciudad que había sido su hogar durante tantos años. El destino a veces juega sus cartas y sin esperarlo,  en el ocaso de su vida encontró el amor.  Pero por mucho que le quisiera, no llegaba a tapar ese hueco que persistía en su corazón como un boquete abierto que nunca lograba tapar, la ausencia de sus hijos. Aquella noche les llamó por teléfono,  como si al atrapar sus voces pudiera tenerlos más cerca, como si de alguna manera estuvieran allí, con ella.
***
Amanecía,  aquel domingo la ciudad se desperezaba con  las primeras luces.
Una niña salta de la cama, mete su mano debajo de ella y saca un pequeño paquete. Corre y de un brinco se lanza sobre su madre, la despierta, la abraza y sonríe. “Feliz día de la madre, mami. Aquí está mi regalito”.
Y ella llora y rie, rie y llora,  porque sabe que en el fondo es feliz, ella es toda su felicidad.
***
Suda. Grita y vuelve a apretar otra vez, “vamos una vez más” y a pesar de estar agotada, vuelve a empujar, esta vez   con todas su fuerzas hasta no poder más y en el último suspiro siente como la presión se desvanece, y su cuerpo se relaja.
Hay unos instantes de silencio, que para ella son una eternidad, de pronto el silencio se rompe en mil pedazos, el bebe llora llenando sus pulmones de aire por primera vez,  la chica llora cuando le ponen a bebe en sus brazos, La matrona se acerca y le susurra: “ ¿sabes que día es hoy? , es el día de la madre, felicidades” Ella mira a su bebe, y tras el cristal sus padres con los ojos llenos de la mano.
***
Se levanta muy temprano como todos los días, se acerca a la cocina para pre para el desayuno, mira el calendario es el primer domingo de mayo, y  a pesar de que sabe que él está allí se siente sola,  piensa que nadie puede sentir lo que una madre siente, nadie.
“Hola, princesa” le dice él, “ iba a prepararte yo el desayuno, hoy es tu día”. Ella sonríe aunque es una sonrisa triste. Suena el timbre, “quien podrá ser ahora” se dice, “otra vez la vecina, ufss” Va a la puerta y cuando la abre… allí están ellos, sus tres hijos.
_¿Qué pensabas que te ibas a librar de nosotros en tu día?.


Para todas aquellas madres.