domingo, julio 30, 2023

La cena (ÉL)

 Aquella cocina era pequeña, pero no importaba, como no me importaba que cuando le daba los platos, o un vaso rozara intencionadamente la mano de ella.

Ese roce me cortaba la respiración, era como si alguien me pasase un cubito de hielo por la espina dorsal, se me erizaba la piel.

Llevaba mucho tiempo preparando esa cena, pensando en esa cena, incluso soñando con esa cena, sin saber si ella accedería al final.

Cuando sonó el timbre de la puerta, mi corazón brincó como si acabase de montarse en una montaña rusa, subía lentamente hasta la cima  y entonces caía a toda velocidad.

Abrí la puerta, y allí estaba ella, radiante, con esa sonrisa que llena cualquier espacio y esa mirada juguetona tras sus cristales redondos.

Descendí mi mirada hasta sus labios, llevaba un vestido largo, ligero, de seda que bailaba sobre ella cada vez que se movía.

- No sabia que traer, así que, sabiendo que no te gusta el vino, me he decidido por un "Sangre de Guida". - me dice con esa voz que me encandila.

- ... genial me encanta... - las palabras salieron torpemente de mi boca.

- ¿Me vas a dejar pasar, o vamos a cenar en el rellano de las escaleras?

- Perdona,  es que...

- Mira que eres tonto, anda vamos

La abracé, y susurré a su oído: "estas preciosa", ella se separó y me devolvió una sonrisa, que aceleró mi pulso.

Cogí la botella y la puse en el frigorífico, una amiga me dijo una vez que el vino que te traen nunca se pone en la cena, se guarda para la siguiente vez.

- ¿Quieres tomar algo?  un vermú...

-  No se si mezclar... ¿o es que me quieres emborrachar? - soltó mientras me sonreía.

- No... en serio, si no quieres,  tengo un mosccato muy frío.

- Mejor el mosccato.

- Aún tengo que acabar unas cosas en la cocina, ponte cómoda, he dejado unos cd's en la mesa, teddy pendergrass, maxwell,  pero elige lo que tu quieras.

Volví a la cocina, le puse una copa de vino, y se la llevé al salón, me quedé mirándola un rato, mientras ella se fijaba en las fotos que vestían la pared del salón.

Como si supiera que estaba detrás de ella, me dijo: " siempre me han gustado tus fotografías, sabes captar la mirada, el gesto, dicen algo..."

No supe que contestarle, ella se giró y se quedó mirándome fijamente a los ojos, mi mano tembló cuando le ofrecí la copa de vino, por un momento tuve la sensación de que nuestras miradas se habían enreadado en una conversación sin fin.

- ... Tengo que volver a la cocina... - puse como excusa - ¿pones algo de música?
- Vale, ¿pero no quieres que te ayude?
- No hace falta, no te vayas a manchar tu vestido... ¿te he dicho que estas preciosa...?
- Gracias - contestó dejando volar las palabras.

Noté un cierto rubor en sus mejillas, ¿o sólo fue mi imaginación?

Volví a la cocina, la oí trastear con los cd's, al final se decidió por teddy pendergrass.

Tenía en la nevera las dos copas con el cocktail de gambas, a la salsa rosa le había dado un ligero toque de whisky, que combinaba perfectamente con el sabor dulce de la piña.
Mientras en la olla los mejillones terminaban de cocerse, desprendiendo ese olor a mar.

- Me encanta como huele - su voz me sorprendió 

Había entrado en la cocina, se  puso detrás de mi intentado pasar para ver lo que había cociéndose, retrocedí  cerrándole el paso, y sentí como su cuerpo se pegaba al mío y su respiración en mi nuca.

- No seas malo, ¿no crees que ya sé lo que estás haciendo solo con olerlo?

Me giré y nuestras bocas quedaron a escasos centímetros, ardía en deseos de besarla, pero no quería estropear la noche sin saber si ella lo aceptaría.

- Vale, vale, recuerdo que me dijiste que te encantaban, tengo ya preparada la salsa de tomate, van a ser "al tigre" como los hacía mi madre, solo que yo les pongo algo más de picante, ¿te gustarán?


- Claro, me gusta el...picante - y deslizo lentamente esa palabra por sus labios

Noté que me acaba de excitar, tan cerca, su voz,  el calor de la cocina...

- Bueno saco los entrantes y así dejó que se enfríen un poco los mejillones.

- ¿Te importa llevarte estos platos a la mesa? - y sus dedos rozaron los míos, por un instante creí que había sido intencionadamente, como si hubiera buscado ese contacto.

La mesa era sencilla, había colocado dos sobre manteles blancos, que cruzaban la mesa, dos pequeñas velas en el centro, las copas los cubiertos, no era nada del otro mundo, pero para mi lo era todo.
Encendí una vela de vainilla en un rincón del salón.

- Está bonita la mesa - me dijo - pero no tenías que haberte molestado tanto.

De pronto sentí un vacío en el estómago, aquel "no tenias que haberte molestado tanto" fue como un directo al hígado que te deja sin respiración.

- Voy a ver como va todo por la cocina, siéntate - y salí del salón lo más rápido posible.

Preparé los mejillones,  saqué el sorbete de limón para que estuviera en su punto y lo rocié un poco más con champagne.
Llevé las dos copas del cocktail, ella estaba jugueteando con los cubiertos.

 - Ya estoy aquí, la mesa es pequeña así que luego traigo el plato principal
- No te preocupes, así está bien. Tienes una casa muy acogedora.
- Bueno digamos que es algo ecléctica, no la siento como mía, ni como me gustaría. ¿ te sirvo mas mosccato?
- Si, gracias, aún así, tiene algo de tu personalidad.

Volvió a clavar su mirada en mi y sentí que un calor subía desde mi estómago hasta mis mejillas, su mirada era como un lazo rojo de seda que lo lanzaba y se iba anudando a mi cuerpo.

Pasamos el resto de la cena charlando de todo un poco, alguna broma, sus risas, sencillamente me sentía como se debe sentir ese capitán de barco que está en plena tormenta con el temor a que una ola lo hunda y de pronto ve la luz del faro, el puerto, sabiendo que allí estará a salvo y recogido.
Así me hacía sentir ella, como si al final hubiera llegado a donde siempre quise estar.

Extendí mi mano y acaricié la suya, sentí que daba un pequeño respingo, pero no la apartó, abrí mis dedos y los entrelace con los suyos, me sonrió, y por un momento estuve tentado de levantarme coger su cara entre mis manos y besarla.

Habíamos acabado con la botella de mosccato y con una de lambrusco, me sentía ligero, y en sus ojos había una chispa diferente.

- Si quieres nos sentamos en el sofá y traigo el postre.
- ¡Ufff!  no sé si me entra más, estaba todo muy rico, y esos mejillones... me tienes que dar la receta de la salsa...
- Es secreta... pero si sabes como conseguirla... quizás te la diga - le dije en plan juguetón
- Eres un diablo...- me dice, dibujando en sus labios una sonrisa aún más picante que la salsa

Tomamos la sorbete, y después saqué unos chupitos de "Hermanito" un licor de tequila rosa.
No sé si fue el alcohol, Maxwell, ella tan cerca, que mis dedos cogieron un mechón de su pelo que caía sobre su cara y lo aparté, ella acarició mi mano, y me incliné un poco más para besarla... y ella... se separó, cogió el chupito y  se lo bebió de un trago.

Otro golpe en el hígado, me sentí como si caminase por un páramo helado en camiseta y pantalón corto, cerré los ojos, intentando atrapar esa lágrima que luchaba por salir. ¡¡ Había rechazado que la besara!!

- ¿Puedo pedirte un favor? - le dije contrariado 
- Claro, siempre y cuando pueda hacerlo...
- Por supuesto, no es nada malo.
- Venga, dime...

Me levanté y cambien el cd, puse un recopilatorio de lo mejor de Frank Sinatra, y cuando empezaban los acordes de "Strangers in the night" extendí mi mano...

- ¿Bailarías conmigo?

Ella la tomó con fuerza, no lo dudó un instante, y se pegó a mi, sus brazos abrazaron mi cuello y una de sus manos sujetaba mi nuca, sentí escalofríos, cerré los ojos, y hundí mi cabeza en su cuello, su olor me invadió, mientras nos movíamos lentamente, mis manos se deslizaban por su cintura apretando su cuerpo más al mío,. sentía el latir de su corazón en mi pecho.

- Nico... - susurro - ¿Qué voy a hacer contigo?, quiero... pero...

Me separé de ella y la miré a los ojos, su mirada estaba entre aguas como si fuera a romper a llorar, o simplemente era el efecto del alcohol... nunca lo sabré.

- Yo... - no me salía que poder decirla, la sentía tan cerca y a la vez tan lejos.

- No digas nada, sólo bésame y prométeme que nunca, nunca me romperás el corazón - me dijo 

Y la besé, noté en sus labios el sabor dulce de su boca, el sabor a tequila, a pasión, a prisas, a deseo, y a miedo, un miedo que se fue apagando a medida que nos besábamos.









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