martes, enero 13, 2009

Un día de Enero

El despertador, como una mano invisible zarandea los sueños, y sin piedad te saca de ellos.
El otro lado de la cama parece la losa de una lápida, fría como el invierno.

E intentas sumergirte en el abrazo de las sábanas, que forman un nido que no quieres abandonar.

Agua caliente y olor a café.
La única realidad agradable de despertares solitarios.

Despertares de un enero, un enero del 2009.
Sales a la calle y sobre las acera de Madrid, una fina capa de nieve, como si un desfile de niños hubieran vertido saquitos de harina.

Y las personas se encogen en sus abrigos, algunas sólo asoman sus ojos, ánimas que caminan sobre la harina.

Desde aquí puedo ver, como lentamente la noche corre a esconderse, un día mas, y las nubes tejiendo su jersey dejan caer copos de algodón.

La estación de Atocha abre su boca y engulle, avanzas entrando en su garganta a la espera de que
llegue el tren.

Y subes, y te acurrucas en una esquina, desde donde puedes ver como la mirada de la gente se desparrama entre los asientos, mientras sus esperanzas y sueños cubren de vaho los cristales, de ese tren que arranca, reptando sobre las vias.

Y quieres escribir sobre el vaho, trazar líneas con tus dedos recogiendo los sueños y las ilusiones que alli quedan presas en gotas que se deslizan por el cristal.

El tren se abre paso sobre los campos, estos parecen pequeñas ensaimadas cubiertas de azucar, mientras la tierra asoma su cara.

Rostros que cierran los ojos queriendo detener un momento más, entre sueños, el inevitable comienzo del dia.
Miradas que se cruzan, historias encerradas entre tapas de cartón que se abren y son lanzadas al aire de la imaginación.

Otros rostros simplemente miran, y no ven, cuerpos inertes, mentes perdidas en un mundo muy lejano a ese tren.

El cielo sigue escupiendo algodón y en el suelo se teje un gran jersey blanco.

A lo lejos la sierra de madrid se yergue como testigo mudo, el tren frena y las ruedas chillan en silencio. Las puertas se abren y decenas de autómatas salen como si Dios tuviera un radio control, y los moviera a su antojo.

Figuras que caen sobre el adoquinado, dibujando pasos recorridos una y otra vez, una y otra vez.

Y tú sonries. Nieva, y nieva mucho, te hace sentir un niño pequeño deseoso de coger una gran bola y lanzarsela al destino, esperando que estalle en su cara.

Saltas y pisas ese gran jersey blanco, y sueñas, sueñas con sueños en blanco...

Es hora de entrar, te quitas el abrigo, enciendes tu pc, y esperas a que el monitor cobre vida.

Ahora tus dedos bailan sobre el teclado, letra tras letra, palabra tras palabra, intentando engarzar alguna historia, una historia quizás como la que yo ahora relato, la de una mañana cualquiera en un dia cualquiera de este enero, enero del 2009 en Madrid...

Y te dejo con tus letras y el baile de tus dedos, sé que de alguna forma ese baile te lleva lejos muy lejos de allí.

5 comentarios:

Belén dijo...

Me gusta ver nevar, sin duda... pero de lejos, no me gusta los hielos y los peligros de la nieve...

Besicos

NuNú dijo...

Uysssss, es verdad, en este extraño invierno todos nos hemos sentido niños con ganas de lanzarle una bola de nieve al destino... Me encantó esta idea...

BEsitos y disfruta que todavía queda un poco de nieve por las calles

tumejoramig@ dijo...

Espero que este día no fuera un día más, que ese espíritu infantil te haya invadido y te llenara de ilusión.

Tengo anotado que hoy es tu cumpleaños...

FELIZ CUMPLEAÑOS!!!!

Que seas siempre muy feliz!

Un beso enorme

¿Escritora o escribidora? dijo...

Vengo de visita...
Y me encuentro con un mundo de nieve...

Y... me entero que ha sido tu cumpleaños ¡Felicidades!
El mío también. Capricornios...

Un abrazo

ShAdOw dijo...

Me gusta el invierno, los dias frios, aún cuando solo he visto algo parecido a la nieve en mi vida, la melancolía de un dia frio me hacen sentir bien, sé bien lo que es despertar sola entre las sábanas y sé de despertares solitarios acompañados de una taza de café, no sabes como me identifiqué con tu relato, te acompañé en tu recorrido como lo hago con el mio, solo que yo voy en bus, tambien observo desde un rincón los rostros de las personas y me preguntó que pasará por su mente en esos momentos, llegó a la oficina tambien enciendo la pc y algunas veces logro escribir lo que en mi mente pugna por salir, no salgo de ella hasta el momento de ir a casa, lo más curioso es que no estoy sola, hay quien espera por mi.