miércoles, diciembre 03, 2008

un cuento...

El estruendo rasgó la noche.

Mientras en el camino las piedras caían, en el pueblo algunos se habían despertado, otros
seguían durmiendo ajenos a todo aquello.

Pero con las primeras luces del alba, todo el pueblo fué consciente de la gravedad de los hechos.
El derrumbe habia taponado la única vía de salida del poblado, las rocas habia formado un miro infranqueable, sólo un pequeño hueco daba salida al otro lado del camino.

Aquello suponia, rodear la montaña, un viaje que ahora en lo más crudo del invierno acarreaba muchos peligros.
Y aún así, si alguien pudiera paar tendría que atravesar todo el bosque para llegar hasta el pueblo mas cercano en busca de ayuda.

Evaluaron lo que tardarían en quitar las inmensas rocas del camino, demasiado tiempo, aquel año no había sido generoso con las cosechas y dependian de los viajes que hacían para traer víveres.

Aquella tarde el alcalde convocó una reunión de urgencia, no podían demorarse, la ayuda tardaría en llegar pues el proximo viaje estaba previsto para tres días despues, mientras tanto nadie allí afuera pensarían que estaban aislados.
Empezaron las discrepancias, unos que deberian esperar, otros que racionando los alimentos y si todo el pueblo cooperaba podrían despejar el camino, y como última opción alguien podría pasar por el hueco atravesar el bosque y traer ayuda, era arriesgado pero era la solución más rápida.
Llegaron al acuerdo de empezar a despejar el camino, mientras alguien iba en busca de ayuda, sólo había una pega, quien sería el voluntario, dado la estrechez del hueco un adulto no cabría, tendrían que enviar a uno de los chicos.

Y de nuevo surgió la discusión, las madres se negaban a dejar ir a sus pequeños, temian que no lograsen atravesar el bosque, incluso hubo alguna voz señalando a una pequeña chica, - ella, ella si que podrá, está todo el dia perdida por mla montaña, hace su vida, es fuerte e independiente, seguro que no le teme a nada"

Aquello que en principio fué solo un murmullo, acabó convirtiendose en un grito, - "¡¡ella, ella !!"-. Todos se giraron cuando la pequeña chica avanzó hacia el alcalde, estela miró de arriba abajo evaluando si sería capaz de llevar a buen termino la misión, dejar en manos de aquella chica el futuro del pueblo era complicado, más aún cuando él tenia un hijo de la misma edad que la chica, pero la mirada de su mujer no dejó duda alguna, aquella pequeña era la solución a sus males.

Nadie salió a defenderla, ni siquiera una voz para proponer otra idea, aquella chica estaba sola en el pueblo, y la fama de ser dura y segura de sí misma la precedía.

La decisión fué tomada por unaminidad, al amanecer siguiente la chica partiria con una carta del alcalde pidiendo ayuda, no podría llevarse mucho equipaje pues no pasaría por el hueco, tendría que valerse por si misma.

Esa noche, en aquella pequeña casa la joven lloró, no era tan fuerte ni tan segura como el pueblo creía, ella era como todos los demás con sus miedos con la inseguridad de saber si hacia bien o mal, quizas nunca lo habia demostrado así, por que la vida se habia mostrado dura con ella, se había llevado lo que mas quería y ella había tenido que aprender a salir adelante sin contar con nadie, con su propio esfuerzo, pero aún asi, ella se sentía frágil.

Al día siguiente todos fueron a despedirla, nunca antes había recibido tantas atenciones ni tantos abrazos, en el fondo pensó lo egoista que se vuelve la gente y con qué facilidad te alaban si creen que nunca más vas a volver.

Y mientras se introducía en el hueco entre las grandes piedras, una lágrima corria por su mejilla.
Siguió sorteando las piedras, a veces tenía que ir a gatas y de vez en cuando se paraba cuando un leve crujido le recordaba que podía haber otro derrumbe. Se sintió muy sola, pero una voz muy familiar voló entre los huecos de las piedras, como si el viento le llevara esas palabras... - "confái en ti, aunque no nos veas, estamos a tu lado, nunca estaras sola...."-. Miró a su alrededor, a sabiendas de que allí no podria haber nadie, y se sintió reconfortada, no estaba sola, cogió fuerzas y siguió entre las rocas.

Un aire frío acarició sus mejillas, por fin llegaba al final del derrumbe, salió de entre las piedras con algunos arañazos en sus rodillas, pero con una gran sonrisa, lo había conseguido.

Gritó con todos sus pulmones, -"He pasado, estoy al otro lado"- pero nadie contestó, al otro lado de las rocas nadie quedaba ya, todos habian vuelto cabizbajos al pueblo, unos con la desesperanza como abrigo, otros con una manto de culpabilidad por haber mandado a una pequeña a una misión de mayores.

La pequeña miró al frente, el haber pasado las rocas le habia insuflado un valor que antes no había sentido, el bosque la estaba esperando, sin embargo ella salió a su encuentro corriendo, dejando atrás sus miedos, ahora verían de lo que ella era capaz de hacer.

Y corrió.
Y corrió.

Tanto que no miraba sus pasos, y así entro en el bosque, hasta que una rama se interpuso en su camino, ella iba tan lanzada que cuando quiso esquivarla fué demasiado tarde, y cayó de bruces contra el suelo.

Permació tumbada allí en el suelo un rato, se sintió como una tonta por dejarse llevar, como si ella fuera invencible, se sentó sobre una piedra y pensó en su vida, en aquellos altibajos, en lo duro que habia sido representar el papel de chica madura y fuerte, siempre la dejaba agotada sin fuerzas, ahora estaba allí sola a la entrada del bosque, no tenía que interpretar nada, solo sentir.

- " eh tú la de ahí abajo, ¡¡ no ves que por ir a toda prisa sin mirar te has pegado un tortazo de aupa !! , jaja mira que los humanos os creeis listos pero luego sois de un torpe."

Miró hacia arriba y vió a una lechuza que con sus grandes ojos la miraban.

- Pero ¿cómo es que te entiendo?, ¿cómo es que puedes hablarme?
- Bueno, es fácil al principio todos podemos entendernos pero los hombres abandonaron esa cualidad cuando se creyeron superiores al resto de los animales, tú eres especial quizás por que no crees en esa superioridad, quizás por que esto sólo sea un sueño.
- No puede ser un sueño, esto es real, dime buho...
- Lechuza, soy una lechuza...
- Perdona, dime, es fácil salir del bosque.
- Bueno yo no tengo problemas je je , aunque nunca he salido mas alla de los lindes del bosque, dicen que a veces es peligroso sobre todo por la noche, claro que desde estas ramas todo es más fácil.
- Pues si que me estas dando ánimos...
- Pensé que querrias oir la verdad.

La joven miró al cielo, este se oscurecía rapidamente, los días allí en invierno era muy cortos, y empezó a tener miedo, debía seguir su camino, ahora ya no correría iría mas pendiente.

- Veo que has aprendido una lección. - le dijo la lechuza.
- Vaya y me puedes decir ¿cual es?
- La gente cree que por estar seguros de uno mismo todo esta hecho, pero a veces es bueno tener cierta inseguridad, por que te hace estar más precavido, aprender de tus errores y seguir avanzando, no digo que sea bueno ser inseguro, pero es peor ser un prepotente creer que se puede con todo. Ahora recorreras el camino con mas detalle, observando cada resquicio seguro que eso te hará estar mas segura.
- ¿Y si me acompañas?, tambien asi estaría mas segura y si quieres podré compartir la comida que llevo en la mochila.

A la lechuza le pareció una buena idea, de hecho hacia años que no entablaba un diálogo con un humano.

Y asi se fueron adentrando más y más en el bosque. La joven le contó a la lechuza el motivo de su viaje, y esta se quedo admirada de la valentía de la pequeña.

- Muchos no habrían llegado ni a la mitad del camino que tu has recorrido, y más contando el egoismo de tu pueblo.
- Si no lo hubiera hecho, ellos lo pasarían mal, además no tengo nada que perder. En el fondo quizás solo sea un reto conmigo misma, quizás alguna vez pueda oirme decir que lo hago bien, y lo más importante es que me lo crea.

Un crujido de hojas cortó la charla, la lechuza voló a la rama mas alta del abeto y se tapó los ojos con sus alas.
La pequeña se quedó unos instantes paralizada, - no tengo miedo soy fuerte soy fuerte-, se decía, pero sus piernas no la obedecieron y salió corriendo , saltó sobre unas setas y oyó unos grititos.

- Cuidado que nos pisas, corre hacia ese hueco de los árboles y escóndete allí.

Casi podía oirse el corazon de la chica, sus ojos miraban hacia la oscuridad cuando vió pasar la figura de un gran lobo.

- Menos mal que he corrido a esconderme si llego a seguir, el lobo me habría devorado.

En eso pensaba cuando sintió que alguien tiraba de sus calcetines.

- Oye, oye no nos vas a pedir perdón, un poco más y acabas con nosotros.

Aquellos gnomos no paraban de saltar unos sobre otros.

- Uyss perdonad, salí tan deprisa que ni me fijé.- les dijo la chica.
- Está bien, estas perdonada, menos mal que corriste por que sino, ese lobo tenía muy mala pinta.
- Sí, a veces es bueno tener miedo, aunque haya gente que se ria de los miedosos, un poco de miedo es bueno por que nos hace estar alerta ante situaciones dificiles y nos vuelve mas inteligentes.- dijo otro de los gnomos.
- Nunca me había parado a pensarlo de esa manera, quizas el no tener miedo nos hace ser mas incautos y confundimos valentia con irresponsabilidad.

La lechuza bajó de la rama.

- Hey, estas aquí.
- Valiente ayuda que tengo contigo, anda que me avisaste.
- Bueno yo la verdad es que...
- No pasa nada, has visto tengo unos nuevos amigos estos gnomos.

Allí pasó la noche entre los cuentos y las travesuras de los gnomos, y las ocurrencias de la lechuza.
Cuando el día empezó a clarear, salió del hueco del árbol.

- He de seguir mi camino, pero si os apetece acompañarme...
- Sii siii- gritaron de contentos los gnomos.
- Vamos - dijo la lechuza - si nos damos prisa al atardecer estaremos saliendo del bosque.

Caminaron toda la mañana, hasta que llegaron a un claro del bosque, y la pequeña sacó la poca comida que llevaba y la compartió con sus nuevos amigos.

De pronto, sin que ninguno de ellos se diera cuenta, el lobo apareció y de un saltó se puso enfrente de la chica.
La lechuza voló, los gnomos se tapararon con unas margaritas.

Los ojos del lobo miraban fijamente a la chica, ella no se movió, por un segundo pensó que todo estaba acabado.
Así que se sentó y le dijo:

- Lobo haz lo que tengas que hacer, no puedo ofrecer resitencia eres mas fuerte que yo.

El lobo avanzó hacia ella, despacio abrio sus fauces y enseño sus terribles dientes.
La pequeña sonrió.

- ¿Porqué sonries?, estoy a punto de comerte.
- Por que sé que no lo harás, por que en el fondo eres como yo, tienes que demostrar a los habitantes del bosque que eres fiero y temible, quizas asi te ganes su respeto, pero en el fondo no eres así, deseas ser amigo de ellos jugar con ellos. sólo que cuando te acercas ellos desaparecen y tu has asumido que ese debe ser tu papel, el de un temible lobo.

El lobo se paró en seco, la miró, y alzó una pata. la chica la acaricó despacio.

- Es la primera vez que alguien no me huye.
- Es la primera vez que acaricio la pata a un lobo.

Y la lechuza regresó, y los gnomos dejaron su escondite.
Y todos juntos comieron lo que la chica llevaba en su mochila.

- Lobo ¿ me acompañaras al final del bosque?
Y el lobo se puso a dar brincos de alegría.

Terminaron de comer y la acompañaron hasta el final del bosque, desde allí ella se despidió estaba cerca del otro pueblo y no podía quedarse más con ellos.

- ¿Volveras?- le gritaron todos
- Volveré, por sois mis amigos y a los amigos nunca se les abandona.

La pequeña corrió el camino que quedaba hasta llegar al pueblo, allí le mostró al alcalde la carta y todos se dispusieron a partir a la mañana siguiente sin más demora.

Una familia acogió a la pequeña en su casa, tenían una hija de su edad, y la pequeña se pasó la noche contando sus aventuras en el bosque.

Al día siguiente todos partieron, habían avisado a un grupo de mineros y estos trajeron dinamita, llegaron al derrumbe y lo volaron.

Aquella explosión alertó al pueblo, que raudos se echaron a la calle, corrieron hacia el camino y se encontraron con los demás.

Todos fueron abrazos y sonrisas, lágrimas de felicidad. Cogieron a la pequeña y la lanzaron al aire muchas veces.

Ella reía.

Esa noche hubo una gran fiesta en su honor, y cuando todos volvieron a sus casas, y los del otro pueblo se prestaba a volver, se le acercó la familia, la hija la tomó de la mano.

- Vente.

La pequeña se quedo quieta, de sus ojos cayeron dos lágrimas.

- Gracias, pero este es mi lugar, esta es mi casa, pasaré a verte y a jugar contigo, pero he de quedarme.

Y así aquella pequeña siguió en el pueblo, visitando a la hija, y de paso a sus nuevos amigos.

La lechuza miró desde lejos las luces de la casa de la pequeña, subida en el lomo del lobo.

- A veces no es bueno dejarse llevar por lo que los demas ven de ti, no hay nada de malo en demostar que uno flaquea, que no es tan fuerte, que también necesita de los demás y de su cariño, ¿verdad, lobo?

Y el lobo aulló.

2 comentarios:

Maybe dijo...

Una linda fábula con muchas lecciones que debemos recordar siempre.
Saludos.

Dejame que te cuente dijo...

bonito cuento con moraleja...que me llega la vispera del dia internacional de los animales..(mañana dia 10)...
que seria de nosostors sin ellos...¡¡¡
basta mirarlos y observarlos para aprender....
un abrazo nico