Tenía en el banco una cuenta de sentimientos de los que puedes expender cheques pero no a amigos ni familia, son cheques que valen por besos lascivos , caricias de piel, sexo, por sábanas revueltas, por miradas encontradas, llamadas a horas intespectivas, a deseo de encontrarse y no perderse, a perderse para volver a encontrarse, a te conozco desde siempre pero te encontré hace un rato, a cobijarse bajo un abrazo, a sonreírle a la luna, a hacer la cucharita en la cama, a naufragar tus labios en su boca...
Y se sentó a la puerta de aquel banco cheque en mano para entregárselo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario