"Tenía que haberte matado" me dijo, sin ninguna emoción
en su voz, con una frialdad que asustaba.
Y sus palabras cayeron sobre el frío suelo de aquel baño, trepando por sus paredes hasta llenar la pequeña estancia.
"Tenía que haberte matado, porque no cumpliste ninguna de tus promesas, esas que me hiciste hace mucho tiempo, y ahora solo hay un corazón roto en mil pedazos, noches de insomnio y lágrimas, soledad y desilusión, tú que decías que seríamos felices, qué nos comeríamos el mundo, que conoceríamos rincones y gente, que reiríamos sin parar hasta dolernos las tripas y que correríamos bajo la lluvia, tú... tú me has mentido" y su voz sonó fría y metálica, resonando en aquel cuarto de baño.
Te miré y vi a aquel muchacho que un día fui, lleno de ilusiones
y esperanzas, mi yo del pasado que tras el espejo me seguía
diciendo...
"Tenia que haberte matado..."
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