jueves, abril 04, 2024

Selenicereus grandiflorus

 Cuentan que en un lugar lejano, en un remoto pueblo de Japón, vivía un hombre que se dedicaba a la pesca y a escribir haikus.

"Cierro los ojos, nieva sobre almendro en flor"

"Llueve en mi corazón, el monte llora"

Una tarde arribó al puerto un barco, según la costumbre japonesa "Omotenashi", aquel hombre ofreció su casa y su amabilidad sin esperar nada a cambio. Sin embargo, días después, el capitán del barco un tal Juan aficionado a las plantas le regaló un "Selenicereus grandiflorus"

- Gracias por tu hospitalidad - le dijo - en correspondencia toma esta planta es conocida como la "Dama de la noche" florece una vez al año y solo de noche, su flor muere horas después.

La plantó en el centro de su jardín, nunca había tenido un regalo así, investigó en los libros el origen de aquel cáctus. Su origen era de América central  y su nombre procede de Selene la diosa griega de la Luna, y "cereus" por su floración nocturna, florece a finales de la primavera, principio del verano.

Y allí en su pequeño jardín, pasaba las noches en vela a la espera de verla florecer, hasta que una noche de finales de Mayo, tras una tormenta, y cuando la luna empezó a asomar entre las nubes, aquella planta, empezó a florecer.

El rincón se lleno de olor a vainilla y azahar, que le embriagó, la flor fue abriéndose poco a poco, mostrando una belleza sin igual. 
Dicen que le vieron llorar de emoción, se acercó a la planta y con miedo acarició uno de sus pétalos.

Pasó toda la noche despierto y con las primeras horas del alba, la flor murió.

"Vive la fragilidad. Acaricia unas manos, solo en la noche"
"Caen copos de nieve. Desaparecen con tu suspiro"
"Mi corazón palpita, el amanecer lo paga todo"

Esto es lo que escribió de aquella noche, y su vida volvió a la rutina, pero nunca fue igual.

Terminé de leer aquella breve historia, y solo pude pensar en aquellas personas que son como un "Selenicereus grandiflorus", llegan sin esperarlas, y un día florecen ante nosotros para que en una brevedad de tiempo, desaparezcan, solo queda el recuerdo, el recuerdo y la duda de si aquello que vimos fue real, o solo esa flor es un cactus sin más.

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