viernes, noviembre 22, 2013

Sin sueños

Se sentó delante de aquel hombre que lucía una bata blanca inmacualda. Le miró a sus ojos y le dijo: "señor estoy enfermo, no tengo sueños".
El hombre de la bata blanca, sonrío, dejando ver unos dientes tan blancos como su bata, "no se preocupe, soy el mejor doctor de la ciudad, le prometo que volverá a tener sueños".

Aquello fue le principio de un camino largo y tortuoso, le pincharon, le hicierón tomar pastilas de cien colores diferentes incluso llegaron a raparle la cabeza entera, le pusieron unas ventosas y sintió como aquella descarga eléctrica recorria su cabeza.

Pero seguía sin sueños.

El doctor cuya bata empezaba a amarillear, tuvo que reconocer que no sabía como tratarlo. Escribió una carta muy larga que firmó y selló, para que fuera a la capital.

Allí le recibieron no uno si cuatro hombres con batas aún más blancas, allí recorrió un camino más largo y más tortuoso y allí siguió sin sueños.
Los cuatro hombres de las batas más blancas se reunieron, ellos no podían reconocer que no sabían cómo curarle, por lo que solucionaron declararle loco.
Escribieron una carta corta y escueta, "está loco, su lugar está entre ellos" rezaba la misiva.

Esta vez no tuvo que ir a ningún sitio, vinieron a recogerle unos hombres de batas azules, le llevaron a un edificio gris, con rejas en las ventanas y puertas cerradas.

Cuando entró, dijo "estoy enfermo, no tengo sueños" y los habitantes de aquel edificio le enseñaron a volver a soñar.

1 comentario:

Arita dijo...

Que suerte ha tenido este hombre, apartarse de las batas blancas y estar con gente que te haga soñar!

Soñar siempre es bueno, dormido o despierto.

No dejes de soñar despierto y sigue escribiendo Nicolás