Habían pasado años desde mi último paseo por el parque del Retiro.
La vida, el precio de los alquileres, me habían llevado a dejar mi Madrid, y hoy años después, vuelvo.
Recorro en los primeros días de otoño los viejos caminos que pisé, huellas en el barro y en el corazón, lejanas conversaciones, miradas y sueños perdidos.
Y allí en un banco, esa mirada, "su mirada". Su piel muestra el paso del tiempo, surcos suaves recorren
su mejilla, un leve temblor en sus manos, donde reposa un libro, la miro y lo sé, es ella.
Me acerco, levanta su mirada, al principio no me reconoce, pero cuando me siento a su lado y oye mi voz, asiente, una leve casi imperceptible sonrisa cruza su boca como un coche lo haría en la noche.
- Hola, ¿ te acuerdas de mi? - le digo, a sabiendas que si, que si se acuerda
- Si claro, aunque hace años ya
- Muchos, muchos años... perdidos
. Bueno eso lo dices tú - hay algo de amargura en su voz
- Es lo que sentí la última noche y aún siento - mi voz sonó débil
- No has querido saber nada en todos estos años, no me vengas con esas - contestó
- Da igual, "agua pasada no mueve molino"
- Tú y tus refranes, nunca cambiaras
- Al menos, cuenta, que tal te ha ido tu vida, ¿sigues en tu casa? ¿y tu hija?
- Si, allí sigo con mi patio, mi hija está muy bien, con un trabajo que le encanta, soy abuela de una niña preciosa, se casó pero a los dos años se separaron, vive cerca por que así puedo cuidarla, yo me jubilé, tuve una relación después de ti, pero no funcionó, y la vida es curiosa, se acabó esa relación y nació mi nieta, como si vinera para que no estuviera sola, mi gato murió cuatro años después de nuestra ultima.... - dudo mucho, y no dijo nada.
- Vaya, me gustaba aquel gato, me alegro, debes ser una gran abuela
- ¿Y tú? , ¿no me vas a decir nada?
- Yo... seguí dos años más con lo que hacía, pero al final tuve que dejar Madrid, me fui a un pueblo pequeño, y me dediqué con lo que me quedaba de dinero y la pensión a leer, a salir por el campo a fotografiar y a escribir. Si me vas a preguntar si conocí a alguien, no, no conocí a nadie, no creo que hubiera aguantado otro envite más.
- Vaya lo siento, aunque conociéndote no te creo . - no sonó a reproche pero llevaba su carga de profundidad
- Lo sé, nunca llegaste a creerme, y fue lo que destruyó todo...
- No vamos empezar...
- No, por supuesto que no- tomé su mano, que al contacto con las mías dejó de temblar - me ha gustado verte... otra vez, nos veremos algún día de estos...
Deposité un beso en su mejilla, y me fui, una lágrima asomó y se lanzó en paracaídas por mi mejilla. Me giré y a lo lejos volví a verla, leyendo su libro.
Fue la última vez que la vi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario