miércoles, febrero 09, 2005

El metro




Como si de una buena amante se tratara asi me siento atraido por el metro, una relación de amor y odio. Odio las mañanas cuando aún estoy amaneciendo, y el fuerte olor al gentio inunda mis sueños, evaporandolos del todo. Estación Atocha, un empujón, dos, tres, cuatro y ya tienes un hueco, un brazo en el costado, la hoja de un periódico llenándote la boca. "- Pero oiga, es que no se ha dado cuenta que no hay espacio ni para pestañear? y Usted ahí leyendo la prensa como si tal cosa?, Otra estación, es imposible pero dos personas más entran, Dios, donde está la Ley de Arquimides de Newton o cualquier otra ley, aqui se descubre que el espacio no es un lugar finito, que va, al contrario...

Sin embargo en las tardes, o en los trayectos donde uno puede disfrutar del viaje, es donde vuelvo a enamorarme del metro. Nunca me siento, quizás por la vergüenza que me da el levantarme para ceder el asiento, y sentir las miradas clavadas en mi. Prefiero escoger una esquina donde ver a la gente, y es alli entre estación y estación donde vivo sueños diferentes, el niño que mira embelesado la oscuridad del tunel, la señora con la vista perdida. "-Cuando llegue a casa tengo que hacer la cena, pero que puedo poner esta noche...". Los chicos ayyy los chicos, que lejos me quedan ya, sus risas su mala educación, su buena educación, pintados para la disco, risas, picardías, aire fresco. Y paras en otra estación, ¿Tendrá razon la ley de Murphy? por que mira que cuando vas pasando por el anden te fijas en las chicas que esperan entrar y justo se para el vagón donde no hay mas que hombres o chicos para entrar y... no entra ninguna chica? pero bueno, este Murphy... si es que tenía que ir dos vagones mas allá. Pero de vez en cuando te encuentras con una mirada azul o morena, tus ojos se cruzan se retienen un instante y en esa sutil brevedad de tiempo corre una energía, y centellean miles de fotogramas en tu mente, y crees en la vida y crees en el amor,entre estación y estación puedes vivir cien vidas que digo, doscientas vidas mil ilusiones. Llegas a tu destino, y aparece un lento The end, ella se va, sin nombre, sin pasado sin futuro, como una película en un cine de barrio. Y cuando sales del metro, todo queda atrás bajo tierra, hasta la próxima vez, que te odie o que me enamores, tú solo tú sabes como hacerlo querido Metro.

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