lunes, mayo 30, 2011

Mensaje en una botella

Detrás de él había un pequeño pueblo de casas blancas, de gentes con el alma blanca.
Pensaba que por fin, quizás había encontrado su sitio.
Y sin embargo estaba allí, en la playa, sentando en la arena, viendo amanecer, con una botella en sus manos.
Había escrito toda la noche. Toda la noche había roto hoja tras hoja lo que había escrito.
Hasta que en una pequeña nota volcó sus deseos y sueños, la metió en la botella, puso un corcho y se dirigió a la playa.

"Sé que alguien lo leerá"- se dijo.
Se levantó y con todas sus fuerzas arrojó la botella al mar.
La corriente arrastró la botella mar adentro, cuando se perdió de vista, giró tras sus pasos y regresó.

No muy lejos de allí, en una playa cercana, una chica pasea, sueña con príncipes azules que le roben el corazón, cuando a lo lejos un brillo llama su atención, las olas, como si de una mano invisible se tratara, acercan la botella a sus pies.

Ella ve un papelito dentro, algo de agua ha entrado en la botella.
La abre, saca el papel esperando ver lo que hay escrito.
Su corazón palpita.
Pero el papel está en blanco, restos de tinta ilegible borrados por el agua de mar recorren la hoja.
Vuelve a introducir la nota en la botella, y cuando llega a casa la deja en la alacena.

Ella nunca supo lo que él había escrito, él nunca supo que nadie leería su nota

viernes, mayo 20, 2011

Reencuentro

El invierno azotaba aquel paraje, como si quisiera no perderse el espectáculo.
Estábamos a mediados de noviembre, a las puertas de Madrid, aquel año de 1936.
Me acurrucaba en mi nido de ametralladora, fumaba escondido, con mi fusil Mauser de 7,92 mm. al lado.
Aún me preguntaba que estaba haciendo allí. Ni siquiera tenía ideas políticas, un chaval no sabe de esas cosas.
Sin embargo había visto muchas más atrocidades que la mayoría de adultos, cómo soldados republicanos habían
entrado en la iglesia de mi pueblo, violado a las monjas y torturado, para después crucificarlo, al sacerdote.
No tardó mucho tiempo el otro bando de cobrarse venganza, aquello parecía una carrera para ver quien de los
dos bando podía ser más cruel.

Cuando mi pueblo pasó al bando nacional, me reclutaron, y ahora estoy a las puertas de Madrid.
En mi agujero tiemblo de miedo, al atardecer vemos pasar los aviones cargados con sus bombas incendiarias, desde aquí
se ven las columnas de fuego en el centro de la ciudad.
Ayer nos atacaron con piezas de artillería de 77 mm, tuve suerte, salté de mi agujero y me refugié entre los restos de un Tanque T-26
antes de que mi posición volara por los aires.
Tenemos noticias de Asensio, esta noche atacaremos, hemos de cruzar al otro lado del rio Manzanares, hay tropas de la columna catalana en la ciudad
universitaria.

A mi alrededor los árboles arrancados de cuajo por los morteros, alargan sus sombras como fantasmas que esperan a la carnicería que está por llegar,
se agacharan y con sus ramas recogerán los restos de los cuerpos destrozados por las balas. Quiero borrar esos pensamientos de mi cabeza, sólo deseo que
si me llega la hora sea una muerte rápida.
El sol huye y la noche cae, muchos caerán también y no volverán a ver un nuevo amanecer. Duermo un poco, un mano golpea mi hombro, se acerca el momento de lanzarse al ataque, unas cuantas bengalas alumbran el espacio entre las trincheras.
Gritos endemoniados, y nos lanzamos a la carrera, llevo mi mauser apuntando a todo lo que se mueve por delante, explosiones, balas silbando y los primeros gritos de dolor y muerte rompen la noche.
Corro, corro y corro, hasta que caigo en otro hoyo de protección. Es una locura no sé donde está la línea del frente, los obuses estallan a mi lado, arrancan los pocos árboles que se mantenían en pie. Todos son gritos, peticiones de auxilio tragadas en una oscuridad absoluta sólo rasgada por los estallidos.
En frente de mi oigo ruidos, mi corazón se acelera, estoy muerto de miedo, imagino el frio metálico de una bayoneta atravesar mi estómago, asomo la cabeza, disparo y un grito me dice que he acertado en el blanco.
Sólo oigo sus lamentos, me está destrozando los nervios, le grito que se calle, y él me contesta con suplicas de que le ayude, que no le deje allí tirado.
Salgo de mi nido de ametralladora, repto hacia él en la oscuridad, y tiro de su ropa.
Ya en el agujero le tapo la boca, y le susurro que un grito más y le vuelo la cabeza, no sería capaz de hacerlo, pero sé que el miedo es capaz de de todo.
Obedece, le palpo para asegurarme que no lleva ninguna arma, y noto mi palma mojada de su sangre, mi bala le ha atravesado el costado pero ha salido limpiamente, cojo unas tiras de tela y tapono su herida.

Con el resplandor de una granada nuestras miradas se cruzan, veo el miedo en sus ojos, como seguramente el habrá visto el mio.
Nos cubre el silencio, hasta que de mi mochila saco un trozo de chocolate y se lo ofrezco.
Come.
Yo callo.
Entonces él empieza a decirme que es de un pueblo de Aragón, que sus padres se mudaron cuando él era pequeño a Madrid, que lo reclutaron a la fuerza, como a muchos otros de los dos bandos.
Yo le digo que soy también de pueblo, que como a él me dieron un fusil, me enseñaron a disparar y desfilar un poco, hasta ahora que he ido sobreviviendo.
Nos volvemos a callar.
Las primeras luces del alba dibujan nuestras figuras, es poco mayor que yo, pero está mucho mas delgado, y me mira, con esos ojos en los que puedo ver un pozo negro donde él baña sus temores, ¿me matara? ¿que será de mi?
Mete su mano en su chaqueta, y saca una foto, me la enseña, sus padres. Detrás casi ilegible una dirección calle Leganitos.
- Por favor cuando toméis Madrid, visita a mis padres, y diles cuanto les quiero que nunca les he olvidado.

Me coge del brazo y me casi echándose encima hace que se lo jure.

Y yo se lo juro, por que pienso que podría ser yo el que estuviera en su lugar.
Aparece un sargento, me da ordenes de unirme a unos cuantos soldados, vamos a pasar el rio Manzanares. Mira al prisionero, lo levanta y le señala a un grupo, no muy lejos de compañeros que también han sido capturados.

Cuando se va, a empujones, se gira y grita. "calle Leganitos", el sargento le golpea y cae al suelo, se levanta y se une al grupo de prisioneros.

Al final no entramos en Madrid hasta el 28 de Marzo, cuando por fin pude acercarme a la calle, el edificio era un amasijo de piedras e hierro. Intenté averiguar donde había ido su familia, pero nadie pudo decirme nada. Guardé la foto en la cartera y el tiempo pasó.
Los años pasaron.
Y con ellos la guerra quedó en un amargo y doloroso recuerdo.

Estamos en un siglo nuevo, he tenido una vida de la que sólo puedo quejarme de una cosa, ella me dejó antes, siempre quise ser yo el primero en morir y sin embargo ella partió antes que yo.
No hace mucho tiempo, llamaron a mi puerta, traían un certificado preguntando por Diego Carcelán Oriol, se habían equivocado, era el portal siguiente y sin embargo ese nombre...

Pasé varios días intentando recordar, hasta que una noche volvía a revivir el ataque a Madrid, el miedo y esa foto, la foto.
Me acerqué a su casa, y un anciano en silla de ruedas me abre la puerta.
Me mira y le miro, no digo nada pero le entrego una fotografía cuarteada.
Una lágrimas caen de sus ojos, y me invita a pasar.
Nos ponemos al día, me cuenta como fue trasladado a un campo de prisioneros cerca de Toledo, como al acabar la guerra buscó a sus padres, por suerte sobrevivieron, emigraron, y luego él volvió se casó, su mujer murió... la vida.
Yo le cuento que busqué a sus padres pero el edificio había sido bombardeado, que estuve semanas recorriendo aquellas calles en busca de alguien a quien entregar la foto, pero que al final la guardé para no olvidar nunca.

Ahora, por las mañanas le recojo temprano, vamos a la estación de Atocha, en ese pequeño jardín botánico, nos sentamos, y vemos a la gente pasar, unos con prisas por ir a su trabajo, otros cargados de maletas y esperanzas, abrazos y despedidas.
A veces recordamos aquellos viejos tiempos antes de que la guerra nos arrebatara parte de nuestra vida, sin embargo nunca hablamos de aquella noche en la que nos conocimos.

martes, mayo 10, 2011

Muda

La puerta se cerró.
Y tras ella quedó el silencio, el abandono y la soledad.

Se había ido, sin más, simplemente giró el pomo de la puerta y se fué.

Y allí quedó ella.
Y sus palabras, y su voz despegaron de sus labios y salieron volando para no volver.
Así dejó de hablar.


Pasó el tiempo, sus palabras crecían en su garganta pero morían en sus labios. Ningún sonido, ni un susurro.
Lo habían intentado todo, médicos, curanderos, hasta varias sesiones con un psicólogo de prestigio, pero su voz
seguía callada, y todos llegaban a un punto en común, el amor le quitó el habla, el amor se la devolverá.

Un día alguien llegó a su vida.
Intentó hacerse un hueco, poco a poco, sin importarle el silencio de ella.

Una tarde ella abrió la boca, al principio sólo fué un ligero aire, luego se tornó en un leve susurró hasta que que se formaron unas letras que vibraron en sus cuerda vocales.
Él se lleno de estupor, la miró perplejo y extrañado.

Había hablado , había pronunciado un nombre... pero no fué el suyo

viernes, abril 29, 2011

Pantone

Un manto se desliza despacio, cubriendolo todo, tapándome como lo haría una madre a su bebe.

Un manto de silencio.
Y las palabras van quedánse mudas, ya sólo suenan a silencio.

No pinto de colores las letras, ya no dibujo arco iris con las manos, como en las películas antiguas todo se tiñe de blanco y negro.

Sólo tus labios cuando sonrien abren la caja de acuarelas, colores pantone donde elegir: un magenta, un azul, un verde, un naranja...

Olvidando

Todo sucedió de un día para otro, o quizas se fue gestando como una semilla bajo tierra, que no se ve hasta que una mañana entre la arena aparece un tallo.

Sólo fué un: "no me acuerdo", "se me ha olvidado".

Luego las preguntas que se reptian cada cierto tiempo.

Más tarde ese tiempo se fué acortando.


Quien sabe que pasa por tu mente cuando piensas "me han robado" y buscas en un cajón y en otro y en otro, y cuando llego y te enseño que allí están las cosas que no encontrabas, esas mismas que dices "me las ha robado", callas y miras.

Y yo intento tener paciencia, y decirte: "no te preocupes, están aquí", aunque tus ojos lloren al comprender, sólo ese instante, que algo está pasando.


Un dia, abrirás la puerta y me mirarás, descubriré en tu mirada un brillo extraño, un brillo ajeno, y tus labios se abrirán para decir. "¿Quién eres?".

Sé que esas palabras se clavarán en mi piel como chinchetas, y por mucho que intente quitármelas estas se habrán pegado como esparadrapo, sin esquinas de donde tirar para arrancarlas.


Ya sólo me quedaran los recuerdos, esos mismos que en algún lugar escondido de tu mente tú también tienes, pero que ahora ya no llegas a encontrarlos.

jueves, abril 07, 2011

Un día más

Los tulipanes, aún envueltos, estaban sobre la mesa.
Un mantel de lino, dos copas de vino, aquellos platos guardados para ocasiones especiales despertaban de su letargo., bajo el brillo de la cuberteria.

Ella se estaba pintando, después de mucho tiempo había perdido la práctica, un poco de maquillaje, un ligero toque de sombra en los ojos, y los labios tal como a él le gustaban, con una pizca de color.
Llevaba puesto el vestido sugerente que tanto le gustaba a él, un escote generoso, la espalda al aire y lo suficientemente corto como para insinuar más que mostrar.
Recordó la primera vez que se lo puso, cuando entraron en su piso, y él deslizo sus manos por la espalda, cuando intentó quitárselo las urgencias se estrellaron con las estrechez del talle, los dos rompieron a reir. Luego tras un breve silencio se dejaron llevar por la pasión.

Ahogó una lágrima que insistentemente atacaba con jugar con el rimel.
Sacó la botella de vino del frigorífico, encendió las velas, puso la música.. su música, y se sentó.

Cerró los ojos.
Dió un largo trago a su copa de vino.
Y levantó el pequeño marco, donde la foto de el rostro de él parecía sonreirle.

- Hace un año, un año de tu... - aún le costaba decir la palabra - de tu muerte.

Quizás deberia empezar a superarlo, pero si lo hiciera, ¿no sería una forma de perderte?.

Se bebió dos copas más de vino, un acceso de rabia contenida le inundó el cuerpo. Agarró el bolso, y salió a la calle.

Entró en el primer bar que estaba lo suficientemente limpio, un lugar donde los yuppis desataban sus corbatas, y competían entre sí por la cantidad de tarjetas y las marca de las llaves del coche.

Desde la barra eligió al que más le gustaba, igual que el león elige al impala que servirá de cena.
Una ligera insinuación, dos cruces de piernas y se convirtió en un corderito.

Se lo folló.
Sin compasión.
Con todas las prisas del mundo, como si fuera el último deseo de un condenado en el corredor de la muerte.
Y cuando acabó, le lanzó la ropa y le abrió la puerta.

Quitó las sábanas de la cama y las echó a la lavadora, se tumbó en la cama y apagó las luces.

El silencio lo llenó todo.
No lloró.

El sueño fué apoderándose de sus párpados, que empezaron a cerrarse como los cierres de las tiendas.

Antes de dormir murmuró -" He sobrevivido, he sobrevivido un día más... sin ti."

jueves, marzo 31, 2011

Violín

Suena el despertador.
Las 6 de la mañana.
Un día más, como el de ayer, como el de mañana.

Llevaba ya mucho rato despierto, un cuerpo se mueve a mi lado.

- Quédate un poco más, mientras me ducho y preparo café.

Emite un leve suspiro.
La miré.
Estaba de lado dándome la espalda, me invadió una oleada de ternura y de culpabilidad.
Abrí la boca para volver a hacer el mismo ruego de todos los días, pero las palabras cayeron mudas sobre la almohada."- No vengas, quédate en casa."
Sabía su respuesta, una mirada fría y un "no" duro, contundente, como un puñetazo lanzado directamente al mentón.

Me metí en la ducha, el agua caliente caía sobre mi cuerpo despertando cada último rincón de mi piel.
Preparé la vieja cafetera, y mientras la habitación se llenaba de su aroma, empecé a vestirme.
Ella ya se había levantado, depositó un suave beso en mi mejilla con una sonrisa gastada, y se fué al baño.
Sobre la repisa estaba el viejo violín. Yacia sobre su funda como lo hace un muerto en su féretro.

Recordé mi infancia, cuando la pasión por la música era el centro de mi vida, mis padres en un esfuerzo que les costó no tener vacaciones en dos años, me compraron uno de los mejores violines del mercado. el profesor de música de mi escuela les convenció de que yo tenía un don que no podía desaprovechar, y ellos se sacrificaron.
Todos nos sacrificamos.
Fuí al conservatorio, gané algun concurso juvenil, y sobre mi horizonte se dibujaba un brillante futuro, hasta que de golpe, aquel dibujo se emborronó.

Fué una mañana como otra cualquiera, no teníamos colegio y mi hermano pequeño quería dar una vuelta en bicicleta,- "venga que te llevo"- me dijo, sin saber que sería la última vez que lo haría.
Aquel coche se llevó para siempre a mi hermano y mi futuro.

Me miré la mano, miientras intentaba apagar los recuerdos, aún estaba alli la cicatriz de la operación, la que cerró mi herida y silenció mi violín.

En mi casa nada volvió a ser lo mismo, nuestras miradas se tiñeron de una luz apagada, y las sonrisas se tornaron vacias.
Había abandonado los estudios por la música, y tuve que retomarlos, estudié contabilidad, y mi vida vagó entre saldos y haberes, en esa lenta procesión que es ver la vida pasar.

Ella trabajaba en la misma empresa, como comercial, vestía su hermosura con la naturalidad de quien no se percata de ello. Nunca pensé que se fijaría en mi, sin embargo, cuando me miró por primera vez supe que sería mia.

Nos casamos, y supo darme la felicidad en pequeñas dosis, dosificándolas lo suficiente como para no acostumbrarnos a ella, lo suficiente para nunca echarla de menos.
Tuvimos un hijo, navegamos por la vida, a veces en aguas tranquilas otras refugiándonos en puertos hasta que la tormenta pasase.
Siempre juntos, juntos siempre.

- Se te enfría el café y se hace tarde.-
Su voz me llega desde la cocina.
Entro y la miro, sé que está cansada, que quizás no era lo que ella esperaba para cuando fueramos viejos, pero me sonríe y siento el aliento frío de la culpabilidad recorriendome la piel. Maldigo para mis adentros la escasa pensión que nos queda, maldigo la política y a los políticos que congelan las pensiones y ardo de rabia e impotencia.
Ella lo intuye, me conoce bien, se acerca me abraza y me besa.
- Vamos, coge tu violín, sabes que me encanta escucharte.

Salimos a la calle, en este marzo que muere en los brazos de abril. Caminamos hasta el metro, no son muchas estaciones hasta llegar a nuestra estación, "Sol".
Allí, de mi pequeña maleta saco las dos sillas plegables, mientras ella abre la funda del violín, la deja en el suelo, y se sienta a mi lado.
Cojo el instrumento, y la miro, ella asiente en silencio y yo sé que soy un hombre con suerte, la suerte de tenerla a mi lado.
Empiezo a tocar.
La gente pasa a nuestro lado, deprisa, camino de sus trabajos, mientras yo sigo tocando y alguna moneda cae en la funda de mi violín.

martes, marzo 22, 2011

Dormir

Sentía frío, un frió que se colaba por las rendijas de la puerta de entrada y me abrazaba como un amante que acaba de llegar.

A mi lado, sobre la mesa, había dejado un libro de meditación.

Cerré los ojos.

Según todo lo que había leido si uno visualiza lo que desea fervientemente ocurrirá.
Pero mi mente se disipa en la realidad que me acompaña, no logro que se quede en blanco, sumergirme en la música chill-out y visualizar mis deseos.

Sólo ocurre, y no siempre, cuando duermo, mis sueños son tan nítidos que parecen reales, y es donde mi vida se transforma, el trabajo, los amigos , el amor.


Tomo una pastilla, la deposito en mi garganta y un trago de agua la traslada a mis entrañas, en poco tiempo mi mente se adormece y poco a poco entro en un estado de somnolencia que me lleva a mis sueños.

Pasa el tiempo, a veces confundo la realidad con mi otro mundo, y la dosis ha ido en aumento, me cuesta dormir, una pastilla no me basta, y sé que sin esos momentos mi vida estaría vacia.


Sobre la mesa he desparramado el botecito de pastillas, una a una siguen el mismo camino, debería parar pero no puedo, quiero entrar en mi mundo, tomar posesión de él, donde puedo ir a trabajar andando, donde hago lo que más me gusta, donde las personas que quiero y me rodean son felices, donde siento con la intensidad que siempre deseé, por que sé que si lo sueño alguna vez no habrá diferencias entre mi sueños y la realidad.

Mis párpados se cierran, y voy a empezar mi viaje.

Días después me encontraron en mi casa, sentado, un bote de pastillas vacio. El diagnostico fué coma profundo inducido por ingesta excesiva de pastillas para dormir.

Los que acudieron a verme al hospital decian lo mismo.

Es como si estuviera vivo, sus ojos brillan de vida, y sonrie , no para de sonreir.

Y porqué no, yo me siento vivo.

lunes, marzo 07, 2011

un final para la historia de Paris

Para quien no haya leido la historia, el principio está en el siguiente post a este, más abajo...

y.....

allí estaba ella.
Sir Eduard no dice nada, se acerca y se sienta a su lado. Ella toma su mano y le mira a los ojos.

- Ella me lo contó todo, cuando le pregunté cual era el motivo por el que nadie se acercaba a mi, me contó que usted
había dejado el dinero para que nadie me requiriera, entonces le confensé que nunca habría podido acostarme con alguien, desde que le ví sentado en el sillón mirandome, me enamoré de usted, de la ternura que desprendía su mirada. La madame al enterarse de mis sentimientos, se compadeció de mi... y de usted, me entregó el dinero que le dejó, y me dió su dirección, y ahora estoy aqui...

No le dió tiempo a terminar la frase, los labios de sir Eduard besaron los suyos apagando cualquier palabra que ella pudiera decir.

viernes, febrero 25, 2011

Una historia en París




Otro relato para www.relatosconjuntos.blogspot.com

Sir Eduard Gallard había heredado de su padre, el titulo, una inmensa fortuna pero no la inteligencia de aquel. Era lo suficientemente listo como para poner al frente del negocio familiar a alguien competente y lo necesariamente estúpido como para llevar a la bancarota a la familia.
Por lo que opto viajar, conocer mundo y supervisar las cuentas sin entrometerse demasiado.

Era un hombre alto y apuesto, coronado por una gran mata de pelo negro, que siempre llevaba cortado pulcramente. Vestía según los dicatdos de la moda, pero siempre se guardaba de que se ajustara a su personalidad. Había disfrutado de mujeres de alta arcunía, tanto como de otras a las que muchos llamarían plebeyas, sin embargo en ninguna halló más que placer carnal y poco más.

Había recorrido casi la totalidad de Europa, la India y parte de los Estados Unidos, pero ahora que el siglo estaba agonizando iba a hacer caso a las recomendaciones de visitar la ciudad de la luz.

Nada más llegar quedó impresionado con la Torre Eiffel, Les invalides, La catedral de Notredame. Una de sus primeras noches, dirigió sus pasos a la zona de los cabarets y del Moulin Rouge, allí quedó maravillado con los carteles de un tal Lautrec, y sin poder resistir la tentación entró en uno de ellos.

Fué recibido por una mujer entrada en años, mas bien oronda, cuya cara reflejaba el paso del tiempo, un tiempo que debió ser duro dado las arrugras que cruzaban su rostro, pensó él. Sus ojos dos pequeños círculos marrones, estaban pintados de un azul intenso que contrastaba con el rojo de sus labios y la palidez de su piel.
Amablemente le llevó a una sala amplia, con grandes columnas que recordaban a la época dorada del imperio romano y unos grandes sillones rojos. Le indicó que se sentara en un butacón, que resultaba más cómodo de lo que a simple vista parecía.

La madame dió una palmada y tras unas cortinas fueron apareciendo hermosas chicas, cuyos vestidos dejaban entrever sus generosos pechos, algunas de ellas llevaban medias negras con zapatos de gran tacon, otras vestian ligeras telas que insinuaban sus figuras. Formaron pequeños grupos y fueron a sentarse en los sofas. Alguien apareció detras de él, se agachó y sus senos casi le rozaron la mejilla, le ofreció una copa de champán y desapareció. La mujer le susurro que podía elegir a cualquiera de ellas, y en pocas palabras le informó de las habitaciones que se hallaban en el piso superior.

Él le escuchó atento, le agradeció su amabilidad, y le dijo que ya le avisaría. Bebió un poco más de champan, depositó la copa en la mesita cercana y observó a las chicas. Sintió que el deseo iba apoderandose de él, cuando su mirada se posó en una de ellas. Su aspecto era frágil, como un cervatillo perdido que sabe que pronto será presa de los lobos. La miró detenidamente, el pelo castaño que caía gracilmente sobre sus hombros desnudos, sus manos juntas en su regazo, sus piernas largas y desnudas, su piel tostada que jugaba a ocultarse bajo la tela de un vestido blanco. ella levantó la mirada para encontrarse con la de él, avergonzada por ese gesto cerró los ojos y volvió a mirar habia el suelo. A sir Eduard aquello le enterneció sobre manera, por primera vez en su vida se sentia tentado y a la vez perturbado por los sentimientos que aquella chica despertaba en él.
Llamó a la madame, esta presta se acercó, él le dijo algo al oido, ella sonrió y se marchó.

Al poco tiempo el salón se fué llenando de hombres, todos de alta posición, políticos, empresarios... la sala se llenó de humo y risas a la misma velocidad que las chicas empezaron a coquetear con aquellos hombres que se les acercaban.

Sir Eduard seguía impasible en su asiento observando como los grupos y parejas que se habían formado subían por las escaleras camino a las habitaciones. Todas menos una, aquella a la que él seguía mirando. Al poco rato, se levantó, se acercó a la madame depositó en su mano unos billetes y se marchó.

Aquello se convirtió en una especie de ritual, sir Eduard llegaba al cabaret, y pasaba las noches observado a la joven, las chicas desaparecian y ella se quedaba sentada en el sofá a la espera, hasta que él se marchaba y la señora entraba en la sala para decirle a la chica que podia irse a su dormitorio.

Sir Eduard retrasó su viaje, hasta que llegó un cablegrama requiriendo su presencia en Londres.
Aquella sería su última noche.
Entró en el cabaret, se sentó en el sillón, y le trajeron una copa de champan. Esa noche no esperó al final, cuano la sala estaba llena se acercó a la madame y le entregó un fajo de billetes.

- Es mi última noche en París, aqui le dejo una carta con mis instrucciones, mi dirección y este dinero que espero sea suficiente.
- Lo es, señor, pero si me permite, puedo hacerle una pregunta.
- Adelante - contestó sir Eduard.
- Llevo muchos años regentando este cabaret, y he visto de todo créame, parejas fornicando, trios, orgias salvajes, hombres de la iglesia que moralizaban en el exterior para luego dejar su sotana en la puerta y aqui dentro ser de lo más libidinoso, pero nunca me encontré con un caso como el suyo, alguien que pagara por estar, sólo por estar.
- En eso se equivova, mi encantadora señora, yo he hecho el amor cada noche con ella, en su mirada, en su suave piel en su cuerpo que desnudaba cada día lentamente imaginando sus pechos y el calor de su sexo. Cada noche diferente, cada noche en mi mente.
- Y no le hubiera gustado poseerla, sentirla en sus brazos...
- No, siéndole sincero, era la primera vez que sentia un deseo abrazado a un sentimiento, quizas si hubiera yacido con ella, la magia se habría perdido, habría pasado a ser una más de sus chicas, una más... y así ,aún puedo guardar el recuerdo.

La madame no pudo aguantar las lágrimas, le dió la mano a sir Eduard y se despidió de él.

Pasaron meses, un gris otoño cayó sobre Londes, la lluvia pertinaz llevaba días empapando las calles. Sir Eduard había envejecido en aquellos meses, los que
le conocían no llegaban a reconocerle, había perdido la ilusión, ya no pensaba en su siguiente viaje, como las calles su alma estaba empapada de nostalgia.

El primer domingo de noviembre alguien llamó a la puerta de su mansión , el mayordomo se acercó a Sir Eduard.

- Señor, hay una persona que pregunta por usted.
- Charles, no tengo hoy ninguna cita y no me apetece ver a nadie, dígale que no me encuentro en casa
- Perdone señor, pero se niega a irse si no le recibe.

Malhumorado, sir Eduard camina hacia el vestíbulo, abre la puerta y....

miércoles, febrero 09, 2011

Relatos conjuntos

Relatos conjuntos propone a partir de una foto, escribir un relato.
La foto es esta:



Foto: Feliz Corchado


Y este el relato:

Centro correccional del norte de carabanchel para mujeres (Madrid- España)
Celda 37.
Preso femenino C.R. número 2678

La celda es pequeña, una cama metálica de bordes redondeados, una mesa sobre la que se halla una cesta de mimbre, y un inodoro.
en la pared pegada con cello, la fotografía de un camino en un bosque nevado y pelado.

.... tres días antes...

Unas manos preparan la comida.

-"Hoy no podré llevarla yo, ¿podrías acercarle la comida a la abuelita?.
-"Si mamá, no te preocupes.

Mete en la cestita la comida, unos pastelitos y un tarrito de miel.

-"Si vas por el bosque, no se te olvide ir preparada, ya sabes lo peligroso que puede ser."
- "Si, mamá, no te preocupes, papá me enseñó como defenderme".

La niña, que ya es una mocita, coge su caperuza roja, la cestita y camina cantando alegre hacia el bosque.

El frío invierno ha dejado restos de nieve sobre el camino, y ha desnudado a los árboles de su vestimenta.
La niña silba contenta, tiene ganas de ver a su abuelita, mientras con su smartphone entra en el facebook y escribe en su muro lo que ha hecho en le día.

Tras un árbol acecha un lobo, el cambio climático y al desertización le han hecho bajar de la montaña y buscar comida cerca del pueblo.
Ha olido a la niña, la comida y los pastelitos, sigiloso se acerca a la chica, que con su caperuza roja es visible desde kilómetros.

El lobo salta y bloquea el camino, avanza lentamente enseñando sus fauces.
Por el susto la chica suelta de golpe su teléfono, este cae y se hace añicos.
Da unos pasos hacía atrás mietras el lobo mira alrededor, evalua por donde ella puede echarse a correr, es todo un estratega.
Sin embargo la chica no parece asustada, pero si muy cabreada.

- "Maldita sea, me gasté todos los puntos de Movistar en ese móvil y tú perro de mierda me lo has destrozado"

Es lo que tiene la ESO, que a su edad no sabe distinguir un perro de un lobo.
Revuelve en su cestita, nota el frío metálico de lo que hay bajo los pastelitos.
Lo saca.
Y apunta a la cabeza del lobo.
Este se queda extrañado, esperaba que la chica saliera corriendo y asi su presa sería más fácil, le suenan las tripas, y no se amilana, avanza.

- "Jeje, menos mal que mi padre es guardia civil, ya sabes maldito perro, en estos tiempos una chica ha de ir preparada"

Aounta y dispara.
El lobo cae fulminado.

Una hora y media después, aparece el samur, y la policia local.
Dos horas despues, en el pueblo está todo el equipo de "Salvame", una tal Belen Esteban entrevista a la chica, parece que lleva toda la vida delante de las cámaras.

Como la situación económica del país es un desastre, la hazaña de la chica a la que ahora llaman Caperucita Roja, sale en portada en todos los periódicos mediaticos, "El País", "Público", incluso en el telediario de "La Sexta", más un especial de "Callejeros" en Cuatro. Sin embargo en Intereconomía la noticia pasa desapercibida y hablan del caso "Faisan" y las metiraas de Rubalcaba.

La madre se frota las manos pensando en ir de plató en plató, quien sabe si mi hija acabará de tertuliana con Ana rRosa se dice, ya se ve en un chalet a las afueras de Madrid posando para la revista "Cosmopolitan" al lado de "la Lomana", pero negras nubes se ciernen sobre Caperucita Roja.

Un becario de Green Peace ha visto "La sexta", tiene que hacer algo o sino su precario sueldo se reducirá a la nada y está harto de aguantar las largos colas del Inem y los cursos de jardineria oriental para interiores en los que le inscriben, por lo que entra en la Wikipedia y ve que el lobo que la chica ha matado es una especie en extinción.
Suenan todas las alarmas en los grupos ecologistas, IU avída de votos presenta una querella, insta a que el gobierno actue. En la Puerta del Sol se manifiestan los Verdes.

Al día siguiente "Publico" lanza una editorial donde acusan al padre, que para más inri es de la guardía civil, de educación perniciosa a su hija por el uso de armas, de abandono de sus obligaciones, ya que la chica faltó al insituto para llevar la comida a la abuela, y ademas y lo peor, de estar afiliado al PP.
Ni que decir tiene que el padre es despedido sin honores de la guardía civil por orden expresa de "la Chacón".
La chica es detenida, y acusada de maltrato a los animales y de matar una especie protegida y es ingresada en el Centro correccional del norte de carabanchel para mujeres (Madrid- España). Todo ello televisado en directo.

Su madre tiene que poner la casa en venta para poder pagar la fianza que ha establecido el Fiscal del Estado, sobre la que pesan dos hipotecas.

A todo esto, nadie sabe aún que la abuelita ha fallecido de inanición, pronto sera una nueva noticia sobre el abandono que sufren los ancianos por parte de sus familiares.
....

Mientras la presa número 2678 C.R. (Caperucita Roja) mira la foto del camino, allí donde aparecio ese maldito perro (ya sabeís la ESO tiene estas cosas) y no se cansa de gritar:

- "Soy inocente, no he hecho nada, salvo matar un perro rabioso que queria comerme....."

No escribo..

Hoy no voy a escribir nada mio, la frasca de mis letras se encuentra vacía, y la alacena dodne guardo mis frascas de lágrimas y sonrisas están llenas y cerradas.
Hoy aólo quiero mirar por la ventana, ver el cielo azul de Madrid de un dia de febrero y dejarme llevar por lo que bulle en mi cabeza, por loque se mece dentro de ella con la música ... y con una canción.

esas canciones que nos acompañan en la vida y que forman parte de nuestra banda sonora..

La vida, o mi vida , no la entenderia nunca sin la musica ,sin canciones, sin es banda sonora que nos va llenando, que se cose a los sentimientos y a las vivencias. Una cancion para un baile, una cancion para cuando te han roto el corazon, una cancion para cuando el sol entra de llenos de nuevo, una cancion para un encuentro, una cancion para una despedida. asi se van formando bandas sonoras, que luego uno recuerda y revive.



Esta es una de ellas...


http://www.youtube.com/watch?v=mHeHJs6V70o



No escojas sólo una parte,
tómame como me doy,
entero y tal como soy,
no vayas a equivocarte.

Soy sinceramente tuyo,
pero no quiero, mi amor,
ir por tu vida de visita,
vestido para la ocasión.
Preferiría con el tiempo
reconocerme sin rubor.

Cuéntale a tu corazón
que existe siempre una razón
escondida en cada gesto.
Del derecho y del revés
uno sólo es lo que es
y anda siempre con lo puesto.

Nunca es triste la verdad,
lo que no tiene es remedio.

Y no es prudente ir camuflado
eternamente por ahí
ni por estar junto a ti
ni para ir a ningún lado.

No me pidas que no piense
en voz alta por mi bien,
ni que me suba a un taburete
si quieres, probaré a crecer.
Es insufrible ver que lloras
y yo no tengo nada que hacer.

Cuéntale a tu corazón
que existe siempre una razón
escondida en cada gesto.
Del derecho y del revés,
uno sólo es lo que es
y anda siempre con lo puesto.

Nunca es triste la verdad
lo que no tiene es remedio.

miércoles, febrero 02, 2011

Sueños

Un día mas, como el anterior, como el siguiente.
Después del paseo desde el metro a casa, esta se encuentra vacía y fría.
Empieza el ritual diario, el correo en el ordenador, preparar algo de cena, leer un poco ver la tele.
la cama pese al edredón nórdico está helada, cuando me meto, me hago un ovillo, pongo el temporizador del televisor, me quito las gafas, y cierro los ojos.
Espero que esta noche el mundo de los sueños me esté esperando.
¡Qué rápido ha pasado la noche! El día despunta, y me convierto de nuevo en un autómata, hago las cosas como si siguiera un guión, ducha, desayuno, metro, transbordo.
Hoy hace más frío que de costumbre en el andén del metro ligero, hay poca gente lo que me hace mirar el reloj por si acaso voy tarde, no, es la misma hora de siempre.
La luces iluminan el fondo del tunel, el tren llega, abre sus puertas y vomita gente.
Ocupo la misma esquina de todos los días, subo el volumen de mi ipod, Van Morrison canta "Someone like you", cierro los ojos y dejo que me invada la canción.
De repente el tren frena bruscamente, miro entre los asientos y me quedo paralizado, un chico con la camisa ensangrentada avanza hacia mi, tras de sí ha dejado tres cuerpos abiertos a cuchilladas, me mira fijamente, no pudo moverme no puedo gritar, parece si el resto de los psajeros no los viera, ahora ha cogido a una chica por detras, su mano en la frente empuja el cuello hacia el exterior, sin dejar de mirarme, sonrie mientras con el cuchillo dibuja un llinea alrededor de su cuello. Rapidamente esta se torna roja y fluye la sangre, la chica cae hacia delante sin ningún ruido.
Ahora nadie nos sepera, está a 2 metros de mi, no puedo gritar, ¡por Dios! siento mis piernas como dos bloques de hormigón clavados al suelo...

Me incorporo sudando, sólo el reflejo verde de los números del despertador iluminan mi cama, las 05:13, un sueño un maldito sueño, - "mierda"- suelto mientras voy a por un vaso de agua.
Tardo en conciliar el sueño. El resto de la noche no vuelvo a soñar.

Ha pasado otro día, y aqui estoy a punto de apagar la tele y meterme en la cama, aún recuerdo el sueño de ayer, ¡que leches sueño, una maldita pesadilla!!
Me encuentro en el anden, hoy también hay poca gente y mucho frío, entro las puertas se cierran miro al fondo del vagón y allí está él, me sonrie, saca el cuchillo... y empieza...
Las 05:13, mi corazon parece que va a salir por mi boca disparado, otra vez la misma pesadilla. Ya no puedo volver a dormir.

........

Han pasado varios días, y cada noche se repite lo mismo, no he sido capaz de contárselo a nadie, se reirían de mi, He cogido unas pastillas de dormir, no aguanto de pie.
Me tomo una entera, me meto en la cama y mis ojos se cierran al instante.

Suena el despertador, bien parece que las pastillas han hecho su efecto, he dormido del tirón, pero aún así tengo sueño. Me ducho tranquilo, desayuno mi café con dos madalenas, y empiezo mi viaje diario.
El metro va lleno hoy, cuando hago el transbordo al metro ligero hay menos gente, asientos vacios, son dos paradas, pero me siento, los párpados se me cierran.
Un fuerte frenazo me despierta, se ha parado en medio del tunel, tranquilo me digo, en nada se reanudará la marcha, veo un extraño reflejo, cuando mi vista busca ese brillo se da de bruces con su sonrisa, allí está él, con la camisa ensangrentada, mirrándome fijamente, mientras atraviesa con su cuchillo el híhado de un hombre que iba leyendo el periodico.
Tiemblo, un ruido llama mi atención y...

He abierto los ojos, la apertura de las puertas me ha despertado, me queda una estación para llegar. Sudo. Me pongo de pie para no volver a quedarme dormido. Algo tengo que hacer...
La parada donde me bajo está cerca, pero el tren va cada vez mas despacio, hasta que se para totalmente, estoy despierto, vamos una pesadilla es sólo eso una pesadilla. No quiero mirar al final del vagón, pero miro... miro... y... está alli, ¿cómo...?, no es posible, estoy despierto, me digo, pero él avanza hacia mi, sonriendo, nadie grita, nadie se mueve cuando clava su cuchillo en el estómago de un chico y con un rapido movimiento ascendente le deja sin vida. Ahora esta cerca, mas cerca de mi.
Lo tengo enfrente me sonrie, -"sólo será un momento"- me dice, noto frío en el estomago. ahora él se aleja, voy perdiendo fuerzas, no me tengo en pie...

Las 05:13, vuelvo a mirar, sí estoy en casa, entonces no era real, era otro sueño, me siento mojado, debe ser el sudor me digo, enciendo una luz y me miro las manos y... estan ensangrentadas, pero ... ¿de donde?, cuando corro el edredón ecuentro la respuesta, mi pijama está lleno de sangre y siento un frío que me invade más y más, voy perdiendo fuerza, me recuesto en la cama y mis ojos se cierran.

Lo último que veo es la hora en el despertador.
Las 05:15.

martes, enero 25, 2011

Una tarde

Esperaba en la puerta.
Sólo se conocían por alguna foto y muchas charlas.
No estaba nervioso, pero si expectante. De repente, ella apareció, las fotos no mentían, tenía una mirada clara y una sonrisa alegre..
Se dieron los dos besos de rigor.
- "Bueno ya era hora que nos conocieramos"- dijo ella.
- "Si la verdad tenía ganas de poder charlar contigo cara a cara, está bien poder hacerlo por el ordenador, pero es demasiado frío. ¿Te parece que entremos aquí?.

La cervecería era un lugar tranquilo, el aire acondicionado estaba puesto, y se agradecía en comparación con el calor de la tarde. el local estaba dividido en dos partes, una baja con la barra a la izquierda de la puerta de entrada, un espacio mediano en el cual se diponían varias mesas, y una zona superior alargada con dos sofás de varias plazas y algunos butacones.
En las mesas había algunos chicos y chicas que se entretenían con juegos de mesa.
Decidieron pasar a la parte de arriba, en uno de los sofas había una pareja muy acaramelada. Ellos se sentaron en el rincón mas alejado.
Al momento subió el camarero y pidieron de beber.
Hubo un momento de silecio, en el cual se miraban como si esperasen a ver quién se decidía a dar el primer paso.
Ella rompió el hielo.
- "No había estado nunca aquí, se está bien"
- "Es un lugar tranquilo, quizás esperases otro sitio, pero creí que lo mejor sería un sitio donde pudieramos charlar sin tener que gritar por la música"
- "Sí es mejor, además es muy cómodo".

Se recorrían con la mirada, buscando cada detalle, con la duda de si aquella cita sería la primera o la última.
LLegó el camarero con la bebida, la dejó en la mesa con un plato de patatas fritas y el ticket de la consumición.
Empezaron a conversar sobre banalidades, "como te ha ido el ida" "que tal en el trabajo" "has quedado muchas veces" y poco a poco se fueron sintiendo más cómodos. La timidez fué desapareciendo, dejando paso a palabras más íntimas.
Ella le habló de su familia, de su última relación y de lo desengañada que estaba con los hombres.
Él le habló de sus ilusiones, de esos sueños que se tienen de pequeño y que con el paso de los años se van quedando atrás.
Había momentos de silencio, pero no era un silencio incómodo, al contrario, sus miradas hablaban por ellos.
Él pensaba si por fin sería la persona por la que tanto tiempo había esperado.
Ella se sentía cómoda a su lado, pero aún dudaba si valdría la pena lanzarse y jugarse los trozos de su corazón roto, sin embargo las palabras se derramaban de sus labios como una presa que deja abierta sus compuertas.

La vida a veces juega con las casualidades, y los dos se inclinaron a la vez a coger sus vasos, sus labios quedaron cerca el uno del otro, él sintió el suave perfume de su piel, ella rozó su mano. Sólo fué un breve instante, pero el suficiente como para que el cuerpo de él se estremeciera, hacía demasiado tiempo que no sentía.
Ella sonrio, dió un ligero sorbo y continuó hablando.
El miraba como sus labios danzaban con la música de sus palabras, se fijó en sus brazos, salpicado de peca, sus manos que acompasaban con gestos lo que ella iba diciendo.

Cerró los ojos.

El aroma de ella lo invadía. Se acercó, y posó sus labios sobre los suyos. El beso se fué haciendo más intenso, rozó con la punta de su lengua la comisura de sus labios, ella se estremeció ligeramente, abrió su boca y participó de aquel beso.
La pasión del primer beso, dejó paso a la ternura de él, la besó los párpados, los pómulos, deslizo su boca por su cuello inspirando la fragancia de su perfume. Jugó con el lóbulo de su oreja, ella se dejaba llevar, le gustaba la combinación de pasíon y ternura que él dibujaba sobre su piel con su boca.
-"Para, me haces cosquillas".
El se separa de su cuello y le mira a los ojos, brillan.
-"¿No vas a seguir?"- le dice ella
- "Si me has dicho que pare..."
- "Me haces cosquillas, pero me encanta"
Ella tomó su cara en sus manos acercó sus labios y le besó introduciendo su lengua en la boca de él.
Poco a poco se inclinó hasta sentir el peso de él sobre ella, sus manos acariciaban su espalda por encima de la ropa, mientras él le daba pequeños mordiscos en su hombro.
Sentía un calor que nacía desde dentro, jadeaba.
Él bajó el tirante de su camiseta, ella alzó los brazos, entendió el gesto y le quitó la prenda.
Fue como si hubieran dado el pistoletazo de salida de una carrera, los dos se desvistieron uno al otro, sus cuerpos se unieron, piel con piel.
Él la tumbo boca abajo describiendo con la yema de sus dedos el camino de su columna, ascendiendo y descendiendo en suaves caricias.
Ella había cerrado los ojos y se dejaba hacer, besó su nuca y recorrió con sus labios su espalda. Saltó de lunar en lunar, como en aquellos dibujos en los que había que unir los puntos con una línea. Sentía que el cuerpo de ella respondía a sus caricias, moviéndose al compás de sus dedos.
Descendió.
Suavemente acarició el interior de sus piernas, ella gimió cuando sintió el contacto de sus manos en su sexo.
Buscó su boca, y prolongó el beso hasta que necesitó volver a respirar.
No dijo nada. le miró, sus ojos tenían un brillo pícaro y provocativo.


-"Yo también quiero participar..." - Susurró ella.
-"No, ahora no, quiero verte sentir, que te dejes llevar, ciérrate al mundo exterior, ahora es ahora, tú y yo. Solos los dos".


Ella se incorporó, se sentó encima de él, cerrando las piernas en su cintura.
Acercó sus labios a él y un leve susurro, como una brisa voló hasta sus oídos.
- "Hazme el amor".


Abrió los ojos. Sentía que había pasado mucho tiempo, sin embargo todo aquello había sucedido en el breve espacio de un parpadeo.
Ella estaba allí, mirándole, hablándole.
Él se ruborizó.
¿Había pasado de verdad? ... había sido tan real.


Sin embargo se encontraban el bar, estaban sentados más cerca, pegados el uno al otro.


-"Ya es muy tarde, tengo que coger el último autobús"
-"Llamo al camarero"


Pagaron la cuenta, bajaron las escaleras y salieron.
Dos figuras en una esquina, un silencio.
Hay miradas que se encuentran mientas las estrellas son mudas invitadas.
- "Me ha encantado pasar la tarde contigo"
- "A mi también"


Algo queda suspendido en el aire, pendiente de unas palabras.
La voz tiembla.
-"¿Quieres que volvamos a quedar"
-"Si"


Y una sonrisa prende en su rostro.
Cuando ella se va, él cierra los ojos, y vuelve a pensar qué ha sido real y qué ha sido un ensueño.
Quizás, se dice, un día...

martes, enero 18, 2011

El Manzano

Era un pueblo pequeño, de esos en los que la vida se detiene en la plaza, y la plaza, al caer la tarde, bulle de vida.

Era una plaza circular, con su fuente de tres caños,, que antiguamente era el abrevadero de ovejas y vacas, hasta que el pueblo creció y el alcalde se cansó de mandarla limpiar de los excrementos del ganado y transformó el abrevadero en fuente.
A su lado un gran manzano, nadie sabía cuanto llevaba alli, los más ancianos decían que cuando ellos nacieron ya estaba en la plaza.

A principio de septiembre el árbol empezaba a dar sus frutos, unas grandes manzanas de color rojo intenso, de carne jugosa y muy dulce. El alcalde había establecido un dia festivo en el pueblo, la recogida de las manzanas, lo llamaba.

Todo el pueblo se congregaba en la plaza y cada año elegían a un habitante que tenía el honor de recolectar, una a una, ayudado por una escalera, mientras la banda del pueblo tocaba chirigotas y en varias mesas se repartía vino y comida.
Una vez que había recogido todas las manzanas, estas se repartían equitativamente entre sus habitantes.

La fiesta solía durar hasta medianoche, en ese momento, cuando sonaban las doce campanadas en la iglesia, se descorchaban unas botellas de sidra y se brindaba por el manzano.

En cuanto llegaba el buen tiempo, y la plaza se llenaba de gente, el árbol daba cobijo con su sombra a los niños, que correteaban alrededor de el, otros intentaban trepar hasta las ramas más bajas, hasta que llegaba el alguacil del pueblo corriendo y los ahuyentaba, pero en cuanto se daba la vuelta los chiquillos volvían a intentarlo. Las ancianas sacaban las sillas y se ponian a tejer, y siempre había una o dos mesas donde se jugaba al dominó y al cinquillo.

Alguna vez en la corteza aparecía un corazon dibujado con un navaja y dos iniciales, siempre eran falsas puesto que estaba prohibido dañar al manzano, sin embargo nunca nadie fue reprendido, nunca nadie borró aquellas señales.

En invierno el árbol servía de cobijo a los pájaros que no podian volar a zonas más cálidas, y un ancianito cada mañana, lloviera o nevara, llevaba migas de pan, él mismo habia hecho con unas tablas unas casitas que habian colocado en las ramas más altas.

Así era aquel árbol, daba vida a la plaza, daba vida a los habitantes de aquel pueblo, y a su vez, se llenaba de vida con los canticos y juegos de los niños, con los besos robados bajo sus ramas a la luz de la luna, recuerdos de viejecitos, cotilleos y alguna que otra pelea por celos.

Un día, una rama se partió y cayó sobre el empedrado de la plaza, nadie le dió importancia, sólo el ancianito la recogio, miró al manzano con preocupación y se llevó la rama a su casa.
La gente empezó a alejarse del árbol, los niños ya no corrían a su alredor, trasladaron las mesas de sitio, sólo el anciano se acercaba, ponía la mano sobre la corteza y cerraba los ojos.
Ese fué el principio, sus hojas empezaron a amarillear, sus ramas se volvieron quebradizas, el árbol se estaba secando. Nadie encontraba un motivo, el alcalde llamó a los expertos y ninguno supo dar una respuesta.

El anciano dijo:
- El árbol se está muriendo de tristeza, lo habeis abandonado.

Todos echaron a reir, "¿Un árbol morirse de pena?", "Anciano, estas loco"...

Pronto olvidaron los días bajo la sombra del árbol, los corazones dibujados en su corteza. El manzano se iba secando poco a poco, ya no le quedaban hojas y las ramas se partían con fácilidad en cuanto algún pájaro se posaba en ellas.

Una tarde el alcalde reunió a la gente.

- "Hemos de tomar una decisión, el manzano está seco, es hora de pensar en sustituirlo, pero antes quiero saber vuestra opinión"


La gente apoyó al alcalde, en una semana el manzano sería arracando y sustituido por otro.

Esa misma noche, el anciano se acercó al árbol y empezó a susurrarle.

- "No me queda otra opción, no dejaré que te arranquen sin más, la gente olvida facilmente, han olvidado los días que nos dabas tu sombra, las risas que provocabas cuando alguien intentaba subirse a tus ramas, tus frutos dulces y jugosos, los trinos de los pájaros que con tu verdor atraías aquí. Ahora todos ellos sólo piensan en el nuevo árbol, les da igual lo que han vivido bajo tus ramas, los besos, los sueños, la tranquilidad de leer un buen libro apoyado contra ti. Parece mentira qué rápido se olvida todo, dirán que la vida pasa, contínua, pero se olvidan que la vida se hace mirando hacía delante pero sin olvidar lo vivido. Ahora tengo que hacer lo que debo hacer."


De una bolsa sacó un hacha, y empezó a cortar el árbol, las ramas y el tronco, lo que iba cayendo lo metía en una carretilla, cuando estaba llena, paraba, la cogía y llevaba a casa lo cortado.

Tardó toda la noche en cortar el manzano, cuando la luz del alba vistió de colores la plaza, sólo quedaba un hueco en la tierra.

Nunca nadie supo que pasó con el manzano, nunca nadie quiso saber que fué de el.
A los pocos dias plantaron un nuevo árbol, y nadie más lo recordó .

El anciano desapareció del pueblo unos meses, aunque nunca se fué de allí.
Con la madera de aquel manzano hizo figuras, algún que otro mueble sencillo, talló pájaros y niños, no dejó ni una astilla sin labrar.

Cuando miraba todo aquello, sonreía.

- "Ahora viejo manzano nadie te olvidará"

viernes, enero 14, 2011

La carta

Estaba allí.
Sobre la barandilla de aquel lago.
En sus ojos un mar se debatía, provocando olas que rompían en sus pestañas.
Una rosa.
La rosa que unos momentos antes vivía en sus manos, yacía ahora en un cementerio de agua, cuya losa eran unas pequeñas olas.
Una carta.
Un sobre cerrado que había viajado con ella en el bolso, a la espera de llegar a ese rincón, el rincón de los dos.
Allí, con sumo cuidado rasgó el sobre, con suavidad.
Sacó la hoja de papel, y las palabras se fueron deslizando entre sus labios.
Recuerdos, sentimientos que revoloteaban como mariposas, mientras su mirada se posaba en cada palabra, en cada línea, en cada párrafo.
Le hablaba del desierto, de miradas pérdidas, de sueños rotos por las balas, por el radicalismo de las religiones, por la ambición de quién sabe quién, o de qué poderes fácticos.
La letras dibujaban noches de insomnio iluminadas por las granadas y el fuego de artilleria, del calor de una tierra que hace muchos años fué berjel y esplendor.
De mujeres y niños que perdían la vida en una cuneta.
De hombres que empuñaban sus armas sin saber el motivo de por que tenían que hacerlo.
Matar para sobrevivir. Sobrevivir matando.

Le costaba leer aquella hoja, el dolor de su ausencia se bañaba en sus lágrimas.

Terminó de leerla, y la apretó contra su pecho.
Cerró los ojos y dejó caer la rosa.
La rosa que ahora moría en el agua.

Recogió sus recuerdos, guardó la carta en su bolsillo, envolvió sus lágrimas en una sonrisa triste, y dió la espalda a aquel lago.
Había leido su última carta.

viernes, diciembre 31, 2010

Habitación 2010, habitación 2011

Transcurre el dia.
En madrid el cielo se ha cubierto de nubes, como si no quiseria que el sol se despidiera de este viejo año que agoniza.
Estoy recogiendo mis últimos bartulos de esta habitación.
Pocos y cansados como yo.

Sobre la puerta cuelga el número de habitación. 2010
No le ha dado tiempo siquiera a cubrirse de polvo.
Sioento que mi estncai en las habitaciones de este hotel llamado vida cada vez son más breves, casi sin dejarme tiempo a desempaquetar las cajas de la anterior habitación y ya he de partir.

en cada antigua habitación voy dejando parte mi, se van quedando muebles cuadros cajas, diríase que mi equipaje se va haciendo más liviano.

Sin embargo llevo conmigo unas pocas fotos, unos dibujos y una agenda. En una pequeña caja envueltos en papel de seda están mis recuerdos, algunos aún no he podido disfurtarlos por que duelen, otros los dejo volar por la habitación.
Mariposas que revolotean con los rayos de sol.

Casi he de irme ya.
Volveré a dejar la puerta entre abierta nunca me ha gustado cerrar puertas trás de mi, se quedan entornadas. ¡quien sabe si algún día se volverán a abrir del todo !


Nos espera una nueva habitación.
Paredes donde colgar ilusiones y esperanzas.
Estanterias que rellenar de letras, palabras, sensaciones.
suelos que abrigar, sábanas a las que quitar el frío y llenarlas de sueños.

Esbocemos una sonrisa, da igual como esta habitación 2010 quede, ya todo ha pasado, hemos de dejar las llaves en recepción y coger las nuevas.

Tenemos tiempo para empezar a decorar de nuevo, a pintarla de colres, a abrir ventanas a dejar que el sol inunde cada espacio y cada rincón.

La habitación 2011 nos espera.
Vayamos pues a ella con la mejor de nuestras sonrisas

miércoles, diciembre 15, 2010

Feliz...





Un año.
Una noche.
Recuerdos que visten sillas vacías.
Sonrisas, encuentros, promesas.
Una noche...

356 días.
Ilusiones, sueños, esperanzas.
Promesas abrazadas en lazos rojos.
365 días...

Ójala esa noche y esos 365 días lleguen en una caja de sorpresas, aquellas que aún uno desea vivir.

Feliz Navidad y 2011, te deseo de todo corazón

viernes, noviembre 26, 2010

El regreso de mi viejito

Cielo azul.
Hace frío.
El invierno coge de la mano al otoño y le invita a irse.
A veces es mayor el frio interior que el de la calle.

Sobre madrid, el domingo viste sus calles.
Calles que se pintan de luces apagadas. Luces de Navidad.

Cada vez más tempranas.
Cada vez nos adelantamos más a lo que viene.
Cada vez vivimos más el futuro en vez del presente.

Y cruzo las calles de Madrid, subiendo por Embajadores, las tiendas de los chinos proliferan como las setas en el bosque, sus tiendas con ropa que parece de saldo metidas en bolsas de basura se agrupan a la espera de que lleguen a recogerla con destino a algún mercadillo de pueblo.
No muy lejos un negocio de apuestas, con sus puertas cerradas a la vista del público, cuando paso estas se abren, me golpea una corriente de aire impregnada de sudor y tabaco. Puedo ver a varias personas de color, ante una de las televisiones. Una carrera de caballos, unos pocos euros, quizás las ventas de los cd's piratas de su correspondiente manta.
Y siento que aquella promesa del paraiso europeo queda encerrado en las 625 líneas de una pantalla, esperando que"su" caballo pase el primero por línea de meta. Otros, no habrán tenido tanta suerte en esta tierra que llamamos Europa.

Sigo mi camino, los recuerdos me golpean sin piedad, pero sonrio, dicen que cuando los recuerdos dejan de doler es cuando se disfruta de ellos. Y yo empiezo a disfrutar recordando.

La Plaza Mayor acoge un nuevo año más a las tiendas de Navidad. Recuerdo cuando en aquellas televisiones de blanco y negro, ponían "La familia y uno más", el abuelo buscando a Chencho.
Ahora todo huele a "merchandaising".

Llego a Sol, y me siento en la fuente circular, el sol calienta poco, pero me gusta ver pasar a la gente.
Me pierdo en mis pensamientos, cuando noto un leve roce en el hombro, me giro y ÉL está allí.

Mi viejecito.
El viejecito.

Cierro los ojos, no puede ser, los abro y me sonrie.

- Estoy aquí, quizás no como algo a lo que tu llamas vivo, pero estoy.

No podía creer lo que mis ojos veían, pero me gustaba sentir su presencia, necesitaba sentirla... una vez más.

- Sé que me has echado de menos, que tendrás mil y una pregunta que hacerme, pero no puedo contestarte a ellas, en su momento tus dudas quedarán resueltas. A veces nos dan la oportunidad de "volver" y de hacernos "visibles", depende del efecto que esto pueda causar en las personas.
- Pero.. pero estas bien... - logre decirle, como si las palabras resbalasen por mi boca.
- Si, mucho mejor de lo que imaginas, estoy ... como podría decirte, estoy en paz, siento paz mucha paz.
- Y...
- No puedo decirte mucho más, me gustaría sentir que tú estas mejor, que todo te va bien, que ese "culo inquieto" encuentra por fín su lugar...
- Bueno no estoy mal, en serio, sigo igua que cuando tu estabas... quiero decir, que igual que cuando tu te fuiste...
- Pues no es mucho, pero perservera.
- Gracias, ¿sabes? te echo mucho en falta, te añoro.
- Lo sé, puedo sentirlo, pero no estes triste por mi ¿vale?. Ahora he de irme nuestro tiempo es limitado aqui. Sólo queria volver a recorrer estas calles, su olor, y volver a coincidir contigo. ¿Nos acercamos a "tu café?
- Vale.

Anduvimos despacio, hasta la entrada de aquel viejo café, cuya mesa, aquella mesa seguía libre.

- Bueno, ahora si que he de marcharme...
- Pero... ¿no puedes quedarte un momento más?, ¿cómo es todo aquello?
- No puedo decirte nada, lo sabes, sólo quiero que sepas que soy feliz, que ella está aqui, y que todos, ¿me entiendes? TODOS están aquí. Por cierto una última cosa, lo más difícil en la vida es ser honesto con uno mismo.

Se desvaneció.
Intenté pensar que todo había sido un invento de mi cabeza, y sin embargo sentía que había sido real.

Una lágrima descendió por mi mejilla.
Susurré un adios.

Miré aquella plaza, la Puerta del Sol, la gente transcurria con normalidad, y sin embargo yo acababa de presenciar algo maravilloso y mágico.
Doblé aquella sensación y la guardé en mi bolsillo, no quería perderla... nunca.

Me puse mi ipod, seleccione aquellas canciones, y envuelto en recuerdos, volví a mi caja de cerillas.

domingo, noviembre 14, 2010

Dos bolígrafos, uno azul, otro rojo.
Papeles sobre la mesa, el portátil encendido.
Unas cuentas que cuadran.
Una sonrisa.
Por fín los números en azul superan a los de rojo.
Y ella... ella sonrie.

Sin embargo no hace mucho, las cosas eran bien diferentes.

La indiferencia de él, una piel abandonada de caricias, noches de esperas, un lado de la cama que se enfría y se vacía.
Hubo un día que se enamoró de él, o quizás fuese la urgencia de salir de su casa, de vivir, o puede que sólo buscase una demostración
de que ella valía, vivía, podia ser alguien a los ojos de los demás.

Su hermana era hermosa, salía, triunfaba con los hombres, los libros, le decía, son cosa tuya, mientras yo vivo y disfruto, tu te marchitas estudiando.
A su hermana le permitían cualquier cosa, a ella se le exigía más, a pesar de llevar las mejores notas.
Algunos compañeros la llamaban "rata de biblioteca", otros se acercaban a ella con el interés puesto en su hermana.
Hasta que él se cruzó en su camino, ¿ Amor o la oportunidad de demostrar que ella también era una mujer?
Y sin más, se encontró en el altar, vestida de blanco e ilusión. Y sin más, se encontró en otra casa con una vida por delante.

Fué un tiempo donde ella creyó ser ella misma, pero como los espejismos del desierto al intetar tocarlo con los dedos todo se desvaneció.
Y calló. Y aguantó.

Las comidas familiares se convirtieron en una tortura, donde su hermana, altiva, destilaba sus triunfos que caían sobre ella como lápidas,
viajes, coche nuevo, su vida, su marido, todas aquellas cosas parecían que se las lanzaba a la cara estrellándose contra ella.
Ni siquiera cuando anunció que estaba embarazada llegó a sentir que la respetaban.

Y como las olas se abaten sobre el acantilado, sobre ella se abatió la derrota, dejó de luchar, de pensar, se limitó a dejarse llevar, a ver la vida pasar
sin esperar nada de ella.

Pero un día, todo rebosó, puede que la mujer que llevaba dentro se rebelara, o simplemente encontró un resquicio, el suficiente, para ponerse delante de él y hacerle frente.
Cuando la puerta se cerró, y el se fué, se llevó la valentía de ella, un terror la paralizó las piernas. Estaba sola, por primera vez en su vida, nadie le cubriría las espaldas,
Sola para llevar las cuentas, sola para cuidar y educar a su hijo, sola en aquella casa, sola ante su familia y amigos.
Se sentó en el frio suelo de la cocina, metio la cabeza entre sus piernas y lloró, lloró por todo el tiempo que no lo había hecho, por toda la rabía contenida año tras año,
Lloró por ella misma, por la derrota... por lo que sentía que era su derrota.

No voy a decir nada, intentaré sacar esto adelante, demostrarme que puedo con ello, que no me hará falta nadie, aunque me cueste la vida.
Cuando por fin tuvo que decirlo a su familia, la primera frase que oyó fué: "Ya te lo decía yo, que tarde o temprano pasaría, ¿es que no sabes retener a un hombre a tu lado?. Eso lo esperaba, pero lo que más le dolió fué la indiferencia de su hermana, se había refugiado en su burbuja de cristal y parecía que nada le importara de la vida de los demás, la miró y le dijo laconicamente: "No eres la primera que se separa, no vayas de víctima".

Se sintió como en esas series dodne la portagonista se va haciendo más y más pequeña a medida que le van diciendo de todo. Intentó no echarse a llorar delante de ellas, no quería darles un nuevo triunfo. Apretó los puños, cerró la boca y espero a la hora de marcharse con su pequeño.


Al caer el día cuando el niño ya estaba en la cama, solía sentarse en la mesa de la cocina, miraba a su alrededor, escuchaba el silencio de las paredes, y lloraba, ni una palabra de queja salió más de su boca, sólo en aquellos momentos se permitía dar rienda libre a sus sentimientos.

Poco a poco, asoma la cabeza a la vida, empieza a arreglarse, se compra algo de ropa, se permite el lujo de ir a la peluqueria, un ligero toque de maquillaje, una salida con alguna compañera de trabajo. Pequeñas dosis de vida.
Hasta que conoce a alguien, y sus miedos la atrapan, la mujer que lleva dentro se esconde, pierde de nuevo la batalla. ¿Seré capaz de gustarle? ¿Podré tener una nueva relación? ¿Y si mi hijo no lo acepta? ¿Que diran mi madre y mi hermana?

Acepta la invitación de él. En el restaurante, por primera vez en mucho tiempo se siente el centro de atención de una persona. Él la lleva a su casa, y su piel vuelve a vibrar al contacto de otra piel. Siente de nuevo el vértigo de lanzarse, cuerpo con cuerpo, a pesar de que se cuestione si será capaz de satisfacerle como mujer.

Al día siguiente se lo cuenta a su amiga, ella la oye perpleja, no puede creer lo que tanto tiempo lleva diciendole, "por fin, por fin abandonas a esa persona que ha ocupado tu cuerpo y tu mente, échala, despídela, has empezado a ser tú, nadie podrá decirte que le camino será fácil pero será el camino que tu hayas elegido".
Cuando termina de hablar con ella, se siente volar, de alguna manera algo ha muerto para siempre, algo que la atenazaba, un lastre que le aferraba al suelo.

Va a recoger a su hijo, su madre está con su hermana, está de nuevo embarazada, pero esta vez no se calla, no será la actriz secundaria nunca más, felcita a su hermana, y sin dar tiempo a más, suelta la noticia.
"Otro hombre en tu vida, y ¿y tu hijo?, y esta aventura cuanto te va a durar?", su madre escupe las palabras. "Bueno hermanita, ¿es cierto lo que dices, o sólo intentas ser la protagonista sabiendo que voy a tner un hijo?"

Arde, arde por dentro y estalla: "Basta, basta ya, madre he hecho todolo que estado en mi mano para ganarme tu cariño y aprecio, estudié y terminé mi carrera, me casé y ahi tienes a tu nieto, he sido condescendiente contigo, te he dado mi vida, si mi vida, he callado y he aguantado tus impertinencias, tus desplantes y tu indiferencia hacia mi, todo lo que yo hacia no te servia, mira el marido de tu hermana, mira que casa se ha comprado, mira que guapa es, ues quédate con ella" y dándose la vuelta hacia su hermana la mira fijamente a los ojos, por un momento siente que las fuerzas le fallan que ese atrevimiento ha sido una locura y en su mente se dibujan palabras de arrepentimiento. Dí que lo sientes, que no lo pensabas, que no querías decir eso.
Pero cuando escucha de nuevo la voz fría de su hermana, ya no puede parar. !
"Y tú, guardate de tus banalidades, de tu vida hueca y vacía donde sólo ves lo material, tu coche tu casa ya sabes donde puedes guardartelas, o no te acuerdas cuando viniste a mi la vez que descubriste la infidelidad de tu intachable marido, ahh eso no cuenta, me pediste silencio y lo respeté, y tu bajaste la cabeza y aguantaste, por que él te da un nuevo coche una vida de lujo. Pues yo prefiero mi vida que vivir esa hipocresía."

En ese momento le suena el móvil. un mensaje, dos palabras "Te quiero". Ella orgullosa alza la pantalla ante los ojos de su famila. "¿Veís, ahi lo teneís,alguien que me ama por que sí, por mi misma, sin mas, una mujer que ha sacado su casa adelante, su hijo y... y...."
Se girá dejando un silencio tras ella, abre la puerta, y cuando está a punto de cerrarla las vuelve a mirar por un instante. "Si quereís saber de mí, ya sabeís donde estoy".

No espera al ascensor, baja las escaleras de dos en dos, y cuando llega a la calle , grita, grita de felicidad.

Han pasado algunos meses, como decía su amiga el camino no es fácil, pero es el que ella ha elegido, aquella historia terminó, pero guarda un buen recuerdo de ella, fué el detonante para ser como es ahora, para llegar donde está ahora.
Mira los números y vuelve a sonreir, el azul gana al rojo, apaga el portátil.

Se levanta y se mira al espejo, ha envejecido algo, pero ahora se gusta. No queda ni un vestigio de aquella otra mujer.
Y cuando apaga la luz de su dormitorio, después de tapar a su pequeño piensa en el largo camino que aún le queda por recorrer.
Y sonrie... ella sonrie.