jueves, diciembre 25, 2025

EN EL FILO (Parte 7 Final)

 


La ducha ha parado, hace frió, las baldosas que antes estaban empañadas ahora parecen llorar.
Ya no hay vapor.
El frío exterior ahora coincide con el frío interior.
Mis dedos están entumecidos alrededor del metal
.


Es ahora o nunca. El tiempo se acaba.


Cierro los ojos, intento visualizar una balanza, una hoja en blanco PROS y CONTRAS, SI y NO.


El platillo del SI pesa una tonelada, el fin al cansancio, el silencio absoluto de mi mente, el final de la lucha diaria por levantarme, por tragarme las lágrimas. El final de las decepciones, de darlo todo para no recibir nada, de la frialdad de la gente, del ghosting, de que te echen en cara cosas que nunca hiciste, entregarte a personas que luego te ignoran, o en el peor de los casos te utilizan.
El final de sentirse un fracaso, de que tu vida ha sido un fraude para ti mismo, de la incapacidad de amar o ser amado como corresponde. El SI a que ese dolor se detendrá, que todo parará, la anestesia final.
La seducción de la nada es poderosa, hipnótica. Me susurra que ya he sufrido suficiente, que merezco descansar.


En el otro platillo está el NO, en un principio no pesa, pero tras este rato en la ducha, solo con mis pensamientos, con la cuchilla jugando entre mis dedos, he ido llenando este lado. La devastación que puedo causar a las personas que me quieren, pongo la culpa y el platillo de esta balanza cruje con su peso, su peso no me alivia pero me aplasta, comprender que para mi puede ser un punto final pero para los otros será un punto de inicio sin retorno a ese lado oscuro del dolor y del porqué.
Si lo hago, no estoy matando al monstruo de la depresión; simplemente le estoy abriendo la puerta para que pase a otros. Les estoy pasando la antorcha de la tragedia.

Mi mente grita que continúe, que pare con ese centrifugado eterno, pero mi corazón ese músculo lleno de tiritas, se contrae ante la imagen del daño que voy a causar.


Estoy atrapado entre el egoísmo supremo del suicida y el sufrimiento insoportable del que se queda vivo por los demás. Ambas opciones duelen. Ambas parecen imposibles.


Y la decisión queda tambaleándose en el filo.
En el filo de una cuchilla de afeitar.

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