PARTE 2
El
agua sigue cayendo, me mantiene caliente, aunque el sonido se ha
vuelto lejano como cuando me sumergía en el mar Mediterráneo y las
voces se volvían apagadas.
Ahora mi mundo gira en torno a esa
diminuta cuchilla.
¿Merecerá
la pena? ¿Solucionará algo, o simplemente es una huida hacia
delante? Mis dudas rebotan en las baldosas, que por si no os lo había
dicho son de un verde sucio, la separación entre unas y otras que
debería ser de un blanco puro es solo una franja gris oscura, ¿cómo
lo llamó el que vino?… ¡ahh.. si… lechada! Pues ahora esa
lechada es más bien un café con poca leche.
Es raro en
lo que uno se fija cuando todo se reduce a un si lo haré o no lo
haré.
La vida, imagino
que de alguna manera siempre merece la pena… hasta que no, ahora la
vida se ha convertido en una sala de espera incómoda. Me
refiero al acto. A este final sucio, húmedo y patético.
Imaginemos que existe el más allá, y que desde algún punto en otra dimensión pudieran vernos… si, si vernos nuestros seres queridos, pienso que diría mi padre, viéndome aquí como un espantapájaros caído, ¿sentiría tristeza, se compadecería de mi? O quizás me dijera “no tienes los huevos suficientes para hacerlo…” quiero pensar que no, que se echaría a llorar… por mi.
Siempre he pensado en este momento, en el valor que se debe tener, en esas personas que se lanzan desde una ventana o se tiran a las vías de un tren ¿habrán pensado en lo que van a sufrir? ¿habrá dolor? Porque tiene que haber una determinación brutal, sentir que es la única vía de escape, hace poco leí que una chica de catorce años, ¡¡catorce!! se había lanzado desde la ventana por acoso escolar...¿qué debió sentir? ¿qué debió pensar? En el momento breve de abrir una ventana, o subirse a un alféizar, ¿un terror absoluto? O una paz por que todo va a acabar. Siento casi una envidia enfermiza en esa capacidad de decisión. Otros lo llaman cobardía… quizás se así.
Yo, en cambio estoy aquí acurrucado, como un feto viejo, hablando con vosotros, negociando con esa cuchilla. Por qué así, me preguntaríais si estuvierais aquí, no se, creo que es lo menos doloroso, no tengo bañera que sería más fácil, el dolor del corte, siempre en linea con el brazo no en perpendicular, dejando que el agua caliente corra, y lentamente todo se vuelva rojo, poco a poco, me hace gracia… incluso para esto soy introvertido, incapaz de hacer ruido, irse por bambalinas.
Intento imaginar esos momentos de los otros, justo después de saltar, de soltarse, sin oportunidad de una marcha atrás ¿qué pensarán? Se arrepentirán mientras caen, o simplemente cerraran los ojos sintiendo el viento en sus caras hasta el “black out”