lunes, junio 26, 2023

Nadar

 La encontré  una tarde cualquiera, de un día cualquiera, cuando todo parece indicar que va a ser una fecha más en el calendario que pasa sin pena ni gloria.

Estaba sentada en una rocas, con la mirada pérdida en la mar.
Me senté a su lado silencioso, sin querer romper ese momento,  y a ella no le importó.

Estuvimos en silencio un buen rato como si ambos escuchásemos diálogos diferentes entre la mar y las rocas, las rocas y el mar.

De repente una voz suave se deshila de sus labios, y voletea con la brisa...

- Me encantaría ir a nadar...
- Vamos, voy contigo.-  le digo atrevido.
- No puedo
- ¿Por qué?, solo es saltar, no hay rocas, ni nada que te lo impida...
- Tengo miedo
- Ven dame la manos, yo te ayudo

Ella levanta la mano lentamente, lo justo para rozar mis dedos y en cuanto nota el roce, la encoge como lo hace el caracol con las antenas de sus ojos y vuelve a su caparazón.

La miro, en sus ojos está todo el mar que uno puede encontrar en unos ojos, y levemente dibuja una sonrisa,  como esas pequeñas olas que rompen sin que te des cuenta.

Sin más, salto al agua, me zambullo y vuelvo a salir a la superficie, ella me mira, y en esa mirada hay un puente colgante que cual castillo de naipes nos une, pero siento que al menor toque puede venirse abajo.

- ¿Vienes? - le grito.

Ella se mantiene en silencio, me sumerjo, nado entre dos aguas y cuando vuelvo a salir a la superficie... ella ya no está.

Pasó una semana entera, hasta que me la volví a encontrar, en el mismo sitio, en la misma roca, mirando al mismo mar.
Me vió llegar y antes de que me sentara, me habló. dejó caer su voz tranquila suave como la seda, como si hubiera dejado caer un pañuelo para que se meciera en la brisa del mar, de su mar.

- Me hubiera gustado ir a nadar contigo, pero tengo miedo...
- ¿Qué miedo, no sabes nadar? - le contesto - si quieres yo te enseño
- Se nadar, pero la ultima vez.. alguien me invitó a nadar, se juntó con sus amigos y dejaron que la corriente me llevara contra las rocas, yo esperé, esperé que ese "alguien" viniera, me diera la mano, y nadara hasta lo más profundo de este mar conmigo... pero...

Cayó en un profundo silencio, y esta vez pude sentir que un frío recorrió su cuerpo, un frio disfrazado de miedo,  un miedo que había hecho correr a la esperanza  y a las ilusiones al lado más oscuro de su corazón.

- Si quieres, yo no te soltaré de la mano,  podemos saltar juntos, podemos... si quieres ... ahogar esos miedos para siempre.

Sonrió y me tendió su mano, la tomé como hace un bebe con el dedo de su madre, y por un leve instante tan fugaz como el paso de un cometa, en nuestras miradas cruzadas nadamos juntos.

No llegó a levantarse de las rocas, ni llegó a saltar conmigo al agua, ni mucho menos nadó a mi lado, simplemente me miró como yo lo hacía mientras se levantaba y se iba.

Ahora yo me siento en "su roca" y miro  a "su mar", y espero que un día tome el valor de venir, de coger mi mano, y saltar a la mar, nadando hasta las aguas abiertas.




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