lunes, marzo 27, 2006

la estacion

Quizas ya lo haya subido o quizas no, pero aqui está ...

Aquella estación olía a humo, y sudor, a esperanza y tristeza, sabía a la amargura de una lágrima y a la dulzura de unos besos.
Y allí estaba yo esperando que entrará un nuevo tren, con mi pequeña maleta entre los pies y por un instante desee saber como se fuma, y tener un pitillo entre mis labios, echado hacia delante, en aquel banco de madera mirando a uno y otro lado.
Alguna gente movían sus manos nerviosas, apretaban el periódico y se preparaban para coger el tren.

Nos íbamos preparando para cuando el tren llegara.

Otros se abrazaban como si aquel abrazo fuera a retenerlos en la estación y no partieran nunca, me detenía a mirarlos, veía en sus ojos todo un mundo de recuerdos, de felicidad y de tristeza, se besaban, y yo mientras apretaba mi billete mirando la hora de partida, iba a añorar aquella estación con sus olores y sus sabores, a aquella ciudad que me había cobijado tanto tiempo y donde había dejado mi alma y mi corazón a tiras, pero era momento de partir. Por un instante desee que todos aquellos recuerdos quedasen encerrados en la madera del banco de la estación y despedirme de ellos y no volverlos a ver.
En otro andén un tren partía, saludos desde la ventana, gente corriendo tras el, sonriendo. –“te veré pronto”, “feliz viaje”, presente y futuro todos en uno, en aquella estación que rezumaba historias de llegadas y partidas, de corazones rotos, de felicidades que comienzan.

Miré el reloj, quedaba ya poco tiempo, nadie había venido a despedirme, no lo habría querido.

El tren entro, con un rugido sordo, con aquella luz que parecía un ojo, mirando a todos, la gente se aferró a sus maletas
“adiós amor mio, cuídate”.
“pensare en ti, cuando llegue te llamo”.
“Papa, me traerás algo cuando vuelvas?” , “Si hijo mío”
“Mi amor, mi vida, te quiero” le decía la esposa al esposo, mientras ella se acercaba mas a él, intentado impregnarse de su ser, el tren frenó bruscamente, las puertas se abrieron una parada breve y saldría de nuevo.

La gente ya estaba preparada y entraron, besos y lagrimas cruzaron el anden, yo también estaba preparado y justo antes de que las puertas se cerrasen tiré mi maleta al anden y con ella todo lo que llevaba dentro de mi, lejos en algún lugar, otra estación, otra parada me estaría esperando.

Esta vez estaba preparado.

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