martes, junio 14, 2005

Una deuda...



Hace tiempo, mucho tiempo chateaba con una persona unos años mayor que yo, una argentina a quien la crisis de aquel país zarandeó y echó de Buenos Aires a un pueblo perdido en busca de una supervivencia, como a muchos otros. Con su hija en Madrid, con la soledad como unico equipaje, y con la ventana del chat como esperanza. Hablamos mucho tiempo, llegue a conocer a su hija como un favor que le hice por que no sabia como estaba y para darle un mensaje. Y un dia recibí una llamada de su hija, acababa de recibir dos días antes un mail de su madre, y entre cortada la voz, la hija me comunicó que su madre había muerto, su corazón no aguantó más y la dejo.
Yo ese día prometí escribirle un cuento y aunque ha pasado ya un tiempo nunca es tarde.
Para ti Iris desde ese cielo austral donde disfrutaras de la libertad que unos políticos de mierda te robaron un día.

" Llegó como el atardecer de los veranos que acaban , como una ligera brisa que se agradece, con una sonrisa perdida, ya cansada de tanto viajar.
Atrás quedo su Buenos Aires querido, sus tangos, sus noches y su bendito Maradona.
Ante si, todo un pueblo de aquellos que describia Vargas LLosa, de gente que te mira tras los tablones de la ventana, de gente que tras pasar puedes oir sus cuchicheos, de miradas que se clavan como agujas. Y allí ella, intentando encajar en un mundo anclado en el pasado.
Al menos tenia una casa chiquita si, de blancas paredes, desde la cual pòdía verse a traves de los tejados un mar no muy lejano.
Y pasó el final del verano, acoplandose a ese nuevo mundo, cosiendo, cocinando haciendo trueques para seguir viviendo.
Cada martes había un mercadillo de trueque y al pueblo llegaban gente de los pueblos de alrededor, unos a pie, otros en una destartalada guagua y otros en sus pequeñas barcas.
En esos martes el mercado cobraba vida, bajo un griterio se cambiaba un jersey antiguo por un saco de patatas, un remendón a un abrigo por unos tomates.

Ella llevaba algunos guisados, tambien se ofrecia para coser o para dar clases a alguno de los chicos, y asi fué como lo conoció. El llego con un jersey desgarrado, un anzuelo se habia enganchado en la lana y lo habia dejado para el arrastre, al ver que ella cosia se lo ofreció por si podía hacer algo con él, a cambio le traeria pescado durante varias semanas.
Se miraron un instante, solo fué un suspiro, pero ella sintió una calidez como hacía tiempo que no sentía, y se ofreció a coserselo.
Pasó noches remendandolo deshaciendo y rehaciendo para que aquel jersey quedase como nuevo, le puso parches de cuero viejo en los codos, añadió lana para hacerle una capucha, para que el siguiente martes cuando él llegará tuviera el jersey preparado.
Esperó hasta media mañana y allí apareció él, con su cara surcada por las arrugas de la madurez su pelo canoso y su mirada profunda. En su mano llevaba la pesca del día como la habia prometido y ella ruborizandose ligeramente le entrego el jersey. Se sorprendió del gran trabajo que había hecho con el trozo de lana que le habia dado, sonrió prometiendole que el martes y durante un mes no tendria que preocuparse por el pescado por que no faltaria a la cita.
Y fué cierto, durante los tres martes siguientes él no faltó al mercado llevandola el pescado prometido. Así en el tercer martés y antes de que él se fuera ella al devolverle la bolsa dejó caer una nota invitandole a cenar.
Se arregló como pudo para aquel cuarto martes, y como siempre al mediodia apareció él, la miró y simplemente le dijo "si".
Aquella tarde ella le preparó la mejor cena que él habia probado, bebieron y bailaron y cuando el vino empezó a hacer efecto ella acercó su boca a él, y él se dejo besar. Las manos de él recorrieron su cuerpo su boca buscaba la de ella con pasión y tras aquellas paredes blancas se amaron. sus cuerpos se enlazaron con el ansía que da el tiempo, con las prisas que dan el pasado y el futuro.
Ella dormia cuando él se fué, tras de si, dejaba el jersey, y un pedazo de papel que decia: "quiero que te lo pongas asi sabré que sigo estando en ti. el martés que viene volveré quiero hablar contigo y volver a hacerte el amor".
Lloró, cuando leyó aquel pedacito de papel se lo acerco a su pecho se puso el jersey y salió a la calle.

La miraron, si, murmuraron, si, pero ella sólo miraba al frente, ella y el jersey.

Esa noche cuando iba acostarse sintió una punzada, fue un ligero cosquilleo al principio. pero repentinamente se convirtió un agudo dolor que la atravesó el pecho,
sintió que las fuerzas le fallaban, que su corazon dejaba poco a poco de latir, y en un último esfuerzo agarró el papel lo introdujo dentro de su sostén se puso el jersey y calló muerta.

Cuando abrió los ojos todo era una luz brillante y blanca pero no la cegaba, ante ella un anciano le daba su mano.
- Ven Iris. Alguién te está esperando.
- Pero donde estoy, qué es este lugar.
- Ya lo comprenderas, ahora tienes que venir conmigo.

De algo estaba segura, no estaba en el pueblo, aquel lugar le daba una sensación de paz y tranquilidad muy diferente a lo que sentía en el pueblo.

Entonces apareció él, llevaba el jersey puesto, y sonreía. Cuando la tuvo enfrente la besó y la dijo: "Te estaba esperando, desde aquella mañana que dejé tu casa"

Ella lo miró se abrazó a él y lentamente se perdieron en la playa.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

ESTE CON DIOS!!!
campos....

Anónimo dijo...

Venga campos solo se te ocurre decir eso? alguna impresion de lo escrito? indiferencia tal vez? cuentanos algo de ti...

Mónica Calvo dijo...

:(

es precioso...

:(

Anónimo dijo...

indiferencia?, claro no!!!pero al saber que es un tributo para alguien ausente, no se que decir por eso, ESTE CON DIOS, de mi puedo contarte que soy de Mexico!!!!,tengo 28 años, y me gusto mucho tu espacio,nos seguimos viendo por aca,jeje
campos....

Anónimo dijo...

jose
gracias
su blog es super.
buena continuación
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