lunes, marzo 27, 2023

Papá

 Sólo queda una imagen en algún rincón de mis recuerdos.
Aunque la palabra papá, padre lleve tantas connotaciones,  a mi me evoca una figura, de pie, en silencio,  quizás la imagen que más puedo y quiero recordar es esa foto con mamá en la playa, dos jóvenes, enamorados, con la mirada hacia .. ¿el futuro?

Sin embargo qué lejos está de lo que, ahora, con el paso del tiempo creo que fue "nuestra realidad"

No sé si por mi falta de espacio neuronal, digamos mi mala memoria, o bien por que creo que esa memoria es como aquel hotel de la película de Kubrick "Overlook", lleno de habitaciones donde se esconden los recuerdos, y muchas de esas habitaciones están bajo llave, ¿una forma de sobrevivir? quizás,  otras están simplemente vacías.

Los recuerdos se pierden.
No sé si alguna vez existieron, o se perdieron en la nebulosa de los tiempos, pero no tengo recuerdos de jugar contigo, de un abrazo, de un te quiero...

Siempre he pensado que tu vida no fue, simplemente, lo que esperabas que fuera, lo que alguna vez aquel muchacho de Málaga, que vivía "la vida loca" en Bilbao pensó que llegaría a ser.

Imagino que vivir bajo la alargada sombra del abuelo, tu padre,  que por lo que cuentan era, como se debía ser en aquellos tiempos, una persona distante, de alguna manera un símbolo, un patriarcado en toda regla, quiero pensar que de alguna manera quisiste ser él, quisiste parecerte a él, ser tanto como él, que él se sintiera orgulloso de ti,  y eso marcó tu vida.

Y así debió ser,  porque elegiste ser como él, el que traía el dinero a casa, el que trabajaba como debía ser, y el que solo era él mismo en fechas determinadas, navidad, nunca la cena de nochebuena y algún que otro cumpleaños.

Marcaste tu espacio, quisiste ser el faro de una familia, que iluminase, pero eso conllevó también ser el farero que vive solo en su torre, y así nos lo hiciste ver, aunque creo, en el fondo eras más el barco que necesita del faro, que el faro.

Yo te recuerdo lejano, llegando a casa muchas noches tarde, quizás fuera una de tus formas de huir de un hogar que hacía mucho tiempo que dejó serlo, sentado en aquel viejo sillón, con tu gin-tonic, y tus puñetazos en el reposabrazos intentando mitigar el dolor, esos mordiscos que te iba dando el cáncer mientras te devoraba por dentro.

Te fuiste demasiado pronto, para ti, y para mi,  cuando rozabas con la yema de los dedos la jubilación,  después de haber estado trabajando primero en la empresa familiar, esa que la cubrió un velo de silencio y misterio y nunca supimos que pasó, luego en otra empresa, hasta que enfermaste, yo era aún muy pequeño y tampoco se habló mucho de ello, y al final,  como si la vida tuviera un macabro juego contigo, trabajaste bajo en la empresa del marido de tu hermana, como si otra vez tuvieras que estar a la sombra de alguien, como así fue tu vida casi hasta el final de ella, cuando ya una vez que habiamos crecido algo, te deshiciste un poco de aquel "yugo" y escapabas a tu querido Bilbao, donde creo que, seguramente ayudado por el alcohol que era tu bálsamo y tu flotador, tuviste tus momentos de felicidad.

Nunca llegué a saber que pasaría por tu cabeza, que esperabas de mi, y qué sentirías cuando tu mujer, mi madre, sufría de "su enfermedad". esa  depresión que devoraba cualquier atisbo de felicidad, ahora sin duda creo que más que depresión era bipolar.

Recuerdo muchas miradas de odio, miradas cargadas de resentimiento, de culpa, por un lado y por el otro, quizás en esas miradas había el reproche al unísono de dos personas que esperaban otra vida, mi madre por que pensó que había encontrado a su príncipe azul, un niño de papá, y tú, por que te sentías encerrado en demasiadas jaulas, incluso en tu hogar.

Yo siempre quise que estuvieras orgulloso de mi, tu primogénito, y sin embargo de alguna manera me dabas miedo, un miedo que me hizo perder años, pero no solo fue culpa tuya, también mía.

Cuantas cosas se nos quedaron por hacer, por decir, aquellos últimos años viviendo  donde tú tenias la oficina, donde ya. silenciosamente el cáncer se había adueñado de ti, y tú nunca dijiste nada, te recuerdo abrazando a tu nieto, y ahora entiendo que en aquella mirada iba un adiós, por que en el fondo tú sabias que ya habías perdido la guerra.

No nos dijimos mucho, tuvimos muchos encontronazos, tú entendías una forma de ser padre, mas apegada a la que debiste mamar de tu padre, entendiendo que ser un buen padre era ejercer una autoridad,  "se hace lo que yo digo, y al que no le guste, ahí está la puerta"...

Te fuiste demasiado pronto, demasiado pronto para conocernos "ya de adultos", para que vivieras  tu tiempo con tu único nieto, demasiado pronto para que la vida te devolviera algo de lo que realmente merecías.

Y al final nos diste una lección a todos, cuando de siempre habías sido un cobarde con los médicos, donde la mentira para vivir fuera de aquel mundo cerrado que era tu hermana y su marido, nuestros segundos padres, era lo que imperaba. Te habían arrebatado la libertad, para bien o para mal, y alli en ese tiempo de hospital demostraste que dentro de ti había una ser fuerte, valiente, independiente y con ganas de vivir.

Demasiado pronto, para no dejarte que te conociéramos de verdad, que quizás de alguna manera dejaras todo tu pasado, dejaras atrás a tu padre, todo lo que te condicionó, y fueras tú,Adolfo, un persona y no el hijo de Nicolás.

Demasiado pronto para ti y  para los que nos quedamos aquí.

Quiero pensar que estarás en algún lugar siendo feliz a tu manera, viéndote disfrutar como aquellos, breves, muy breves momentos, de nuestros cumpleaños, de alguna Navidad...

Te fuiste en silencio, agarrándome la mano con fuerza, como si de alguna manera pensaras que yo podría tirar de ti lo suficiente para que la parca no te llevara, y haciéndome prometer que cuidaría de mis hermanas.

No se que pensarías si ahora pudiera hablar contigo y vieras como ha ido la vida de tus hijos, quizás estarías orgulloso de algunas cosas, de otras, seguro que no.

Demasiado pronto.

Te debo un abrazo y un te quiero, y nos debemos una charla, de esas de reir y de llorar, de terminar abrazos y de tirarnos las cosas esas que nos callamos tantas veces.

Que sepas que te echo de menos, que odio a la vida que te pagó tan injustamente y te llevó tan repentinamente.

Ójala algún día podamos encontrarnos de nuevo... 

No hay comentarios: