El calor pierde la batalla contra el tiempo y el alba,
dejando las sábanas llenas de escarcha.
Risas que se desvanecen entre las manecillas de un reloj,
y se estrellan contra la pared, astillandose en ecos perdidos.
Desayunos fríos, un café solitario y con prisas, a pesar que
nadie espera.
Tardes que agonizan lentamente, en una rueda que se repite
día a día, y que muere cuando los párpados echan el cierre.
Silencio que estalla en los oidos, palabras mudas, mordazas del alma.
Aún quedan los platos fríos, en cenas que nunca llegaron, mientras
el microondas calienta los sueños.
Pasos que huyen sobre baldosas de un calendario que desprende sus
hojas como los árboles en otoño.
La puerta se cierra, y la sombra se proyecta en espejos que vieron
imágenes que se pierden en el olvido.
Mañana traerá su luz el alba y con ella se iran estos versos de oscuridad.
5 comentarios:
Los desayunos no deben ser solitarios, porque es lo mejor para empezar un día, aunque sea, ponte la radio, funciona, eso hago yo...
Besicos
Agradezco haber llegado a este rincón Nikolas.
Gracias por escribir como lo haces
Que el alba, se lleve tus versos y la oscuridas traiga otros sin sombras, sin frios, soledades y oscuridad.
Besitos
Al leerte se me fue helando la mirada...
BSS
Pero tío pero tío pero tío.... Que yo desayuno 2 tostadas con mermeladilla y manzana verde.
Te noto como por fuera o como por dentro. Como que sí, como que nó, como que hay que comer de todo, jejeje.
¿Para cuando la historia de la Moraleja? La estoy esperando, jejeje.
A cuidarse
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