lunes, junio 30, 2008

Caminos

Recuerdo cuando con unos veinte años, nos reuniamos las amigas y yo, y gritábamos hasta dejarnos la garganta "nos comeremos el mundo". Hoy cuando ya pasé la barrera de los treinta, siento que la vida me ha devorado.
No es aquello que soñé, quizas por que yo soy así, y me encanta ir a contracorriente, a veces la vida, según nos cuentan, es un camino salpicado de paradas: estudios, novio, boda, casa, hijos.
Y yo no paré en algunas de ellas, y cuando aparezco en una reunión, aun siento esas miradas, "llegó la solitaria, otra vez sin pareja".

Y siento el frió de las sábanas, la ausencia de ese abrazo, alguien a quien esperar, y que me espere... recuerdos....

Hoy salgo con las amigas, es el día que sus chicos "les dan libre", intentaré que no hablen de crios, de coladas, de cocina, necesito un baile, dejar que la cabeza bucee un rato en el alcohol.

Entramos en un garito y mi mirada se cruza con un chico de pelo negro, nos vemos y ese instante se queda suspendido en el tiempo. Paso parte de la noche buscándolo, y él me busca a mi, miradas, cruces, hasta que se decide y se acerca.
Tiene una sonrisa encantadora, y su voz acuna mis miedos adormeciendolos del todo.

Mis amigas me miran incitandome a irme con él, pero aun mi cabeza centrifuga. Noto su mano sobre la mia, y sus ojos desnudando el último vestigio de sensatez.

Lo llevo a mi casa, allí abro una botella de vino, y lentamente a la luz de las velas veo sus ojos brillar, me besa dulcemente, y mi respiración se agita, se separa un poco de mi, y pausadamente me habla.

- Quizás te haya encontrado, quizás me hayas encontrado tú a mi, pero no quiero saber nada, no quiero preguntas, sólo tengo la certeza de que me iré, y ahora no quiero pensar en ello.

La puerta se cerró tras él, los miedos salieron de su fosa, sin lápida ya que los tapase.

Fuí feliz, no hubo preguntas, no hicieron falta, me regaló su sonrisa, sus miradas, sus palabras, sus silencios, sus caricias, su apoyo, sus fuerzas, disfruté viendole dormir, sintiendome querida de nuevo, sintiendome mujer, sin importarme el mañana, o las diferencias, me dejé deslizar por el fin de semana, por ese tiempo que pasa tan breve, pero que me caló el alma.
Me dejé caer en sus brazos, sin tener que pensar ¿es él, el hombre de mi vida?, por que la vida es en este instante, aqui y ahora, y es, en ese momento, cuando él, era el hombre de mi vida.

Que en ese tiempo me has dado el conocimiento de saber como soy, siendo tambien tú, me has devuelto el creer de nuevo en mi, el sentir las aguas tranquilas bajo mis pies, el que las diferencias nos ayudan a crecer y no a alejar.

Me has enseñado a querer de nuevo.

Volví a la cama, aquella que aún olía a él, él, que tomaba su rumbo,y yo el mio, con la esperanza de que ese rumbo nos llevara de nuevo a encontrarnos.

3 comentarios:

Belén dijo...

Querido, eso me ha pasado una vez, y por ahora los caminos no nos son propicios, pero no desisto :)

Besicos

...solo una mujer. dijo...

Lo único que existe es el presente. No necesitamos nada más. Viajar libres de equipaje hace que disfrutemos más del camino, pues no hemos de arrastrar una pesada carga que nos amarga el paseo.

Hermoso relato, como siempre.
Un beso, sin preguntas.

Nicolás dijo...

Belen

Ánimo Belen, quien sabe si tras cualquier recodo elñ camino se convierte simplemente en un hermoso paseo.

...solo una mujer
Asi es pero llevamos el pasado incrustado en la piel y los ojos puestos en el futuro...
¿sin preguntas?