viernes, marzo 09, 2007

El asesino

Encendió un cigarrillo, dio una larga bocanada y dejo que el humo se escapara lentamente de su boca saboreando el sabor de la nicotina.
“ A la mierda con los anuncios de lo perjudicial que puede ser el tabaco”- pensó. Tomó el vaso corto y ancho donde momentos antes había echado dos cubitos de hielo y un generoso chorro de whisky, y de un sorbo apuró la mitad del contenido.

Se recostó en el sillón. Estaba hecho, y al final tampoco había sido tan duro como él pensaba. Y una sonrisa se dibujó en su cara.

Todo había comenzado tres meses antes, una carta de despido del trabajo y una llamada días después de su ex reclamándole que actualizara la pensión de su hijo, le habían ayudado a tomar la decisión. No tenía nada que perder, su vida había ido cuesta abajo hacía años, y ahora sentía que nada en el mundo le importaba, quizás sólo su hijo, pero incluso él terminaría olvidándole, una foto y un recuerdo… y en el fondo él esperaba que fuera así.

Lo primero que hizo fue contratar un seguro de vida, y ponerlo a nombre de su hijo, al menos si alguien tenía que salir beneficiado que fuera él, ordenó sus cosas y hizo una lista de ellas, de lo que quería dejar a su hermana, y algo para algunos amigos.

El siguiente paso fue algo más complicado, la adquisición de un arma, pero hoy en dia en Internet se puede encontrar la manera de conseguir todo y con unas pocas herramientas se construyó lo mas parecido a una pistola, de alguna manera le recordó aquella película de Clint Eastwood y Malkovich, con su pistola de madera.

Solo tenía que esperar la ocasión, y esta llego como si el destino le estuviera esperando. Un traslado a la Audiencia Nacional, un grupo agitador de defensores de aquel asesino, y otro grupo que defendía que la ley se cumpliera sin claudicaciones, un buen alboroto para pasar desapercibido.

Y llegó el día.

Se vistió de la manera más cómoda y normal para pasar desapercibido, y como si fuera un día más a trabajar cogió el metro, allí delante de la Audiencia se habían congregado cerca de 200 personas en frente el grupo pro etarra, provocaba con sus gritos sabiendose protegidos por la Policía Nacional. No le fue difícil ponerse en primera fila y con unos gritos arengar a la gente en contra de aquellos etarras.

Acariciaba el artilugio, ya cargado como el que acaricia en su bolsillo el tesoro mas preciado para cerciorarse que aún estaba allí. El furgón que trasportaba al asesino frenó en la puerta, la gente se arremolinaba en la barrera policial que intentaba proteger al preso. Pero no contaron con la cantidad de gente que se arremolinó en el lugar y en el caos del momento, el cordón policial se vino abajo, justo para que la distancia mínima del disparo fuera lo suficientemente certera para acabar con él.

Un leve chasquido. Un brote de sangre a borbotones de la frente. Y el caos.

Más fácil de lo que nunca supuso, mientras él gritaba- “Allí, allí va con un arma” y la policía corría hacia ese lugar, el distraídamente se encaminó hacia el metro, como si volviera del trabajo.

Y ahora ya en casa, con el televisor encendido, y la noticia saltando de una cadena a otra como un reguero de pólvora, él sonríe, al menos no me iré sin haber hecho algo importante.

Y cuando dio la ultima bocanada a su cigarro, tomó de nuevo el vaso, ancho y corto y bebió hasta apurar la última gota de whisky, viendo los posos de aquel polvillo blanco que le llevaría lejos de todo aquello.

Y cerró los ojos.

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