lunes, abril 10, 2006

Las fotos

Dejaba que la arena acariciara mis pies, aquella playa que me habia visto crecer era ahora mi acompañante muda en mi soledad. Me encantaba pasear en aquel dia encapotado, que amenaba con llorar de esa manera que solo lo sabe hacer el cielo en los dias de Abril.

Llevaba mi cámara, colgada sobre el pecho, sin darme cuenta se habia vuelto una parte de mi,con la que intentaba agarrar el tiempo en breves escenas de recuerdos, como si quisiera atar mi vida entre los fotogramas de una pelicula.

Volví a sentir en la boca el sabor amargo que deja el pensar que la vida se escapó por la borda un día, sin más, calladamente y cuando uno quiere darse cuenta, ir a buscarla, la ve correr a lo lejos con una sonrisa en la boca que mas que sonrisa es una mueca de burla.

Intenté borrar ese sabor viendo la mar, azul turquesa anidándose en el horizonte con las nubes intentando fundirse en un imposible. Tomé mi cámara y disparé. A lo lejos percibí un grupo de chiquillos, quizas dos o tres, pero lo que mas me llamó la atención fué que estaban sentados, quietos con la mirada perdida en la mar sin moverse.

Me acerque, no se habían movido, incluso cuando me senté a su lado, solo uno giró la cabeza me miró, y volvio a su posición.
Al cabo de un rato, mi curiosidad pudo mas y les pregunté:

-¿Qué haceís con la mirada perdida, sin moveros?
El mismo chico que habia girado la cabeza, me contestó:
- Miramos el cielo violeta, las aguas naranjas que cambian a verdes y luego azules.

Yo miré hacia donde ellos lo hacian mas el cielo seguía plomizo y el azul turquesa del agua iba tonrandose en un azul oscuro.

Pero ellos seguian mirando extasiados, hice unas fotos más, me levanté y seguí mi paseo. el cielo empezo a desbordarse, corrí y volví a casa.

Volvi a mi querido Madrid, llevé las fotos a revelar y cuando fuí a recogerlas, el dependiente me dijo:

- Creo que el carrete se debió velar por que los colores han salido alterados.

Cogí las fotos, y en ellas el cielo era violeta, y las aguas del mar variaban de una a otra desde un naranja a un verde pasando por un azul.

Miré al dependiente y le dije:

- Estan bien asi, han salido perfectas.

Él me miró extrañado, le pagué, y en el fondo supe que cuando uno realmente siente y cree en algo, quizas, al final llegue a realizarse.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

....Por eso yo siempre seguiré creyendo...

Anónimo dijo...

Me has hecho pensar en que la realidad es relativa y limitada, nuestra singular subjetividad para percibirla es la que le da una dimensión infinita, dinámica, viva, repleta de mil y una pincelada.
Un beso desde el otro lado del horizonte