La miro.
Me mira.
Ha cogido mi mano, y dentro de mi busco cualquier atisbo que pueda decirme... quien es ella... ¿quien ..?
Su mirada es suave, dulce, y su sonrisa... su sonrisa se desliza como lo haría un esquiador en la nieve virgen, zinzageante.
Se acerca a mi, y de repente... de repente su olor rasga una cortina blanca y se hace la luz, la veo...
Está sentada en un banco de una catedral, su brazo extendido sobre el alargado banco vacío, y yo.. yo y mi cámara, mi cámara y yo, apunto hacia ella, que esboza una sonrisa, es su sonrisa la que suele poner cuando me a regañar, por que ella me regaña dulcemente, como lo haría una madre a su pequeño cuando hace alguna trastada, por que no le gusta que la fotografíen, porque sabe que me encanta fotografiarla, esa es la labor de un fotógrafo... coleccionar recuerdos.
Y de repente todo se oscurece, con una espesa niebla, desaparece.
Y la miro.
Y me mira.
No se quien es, solo veo su mirada que es suave y dulce, y una sonrisa que se desliza como lo haría un esquiador en la nieve virgen, zizageante.
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