viernes, diciembre 16, 2016

Navidad

Ya no queda caja de cerillas.
Ya no hay mantelitos blancos, aunque me hayan regalado unos hermosos.
Ya no suena Maxwell, ni hay velas encendidas...
Los recuerdos están embalados.

Ya no hay alacenas.
No hay letras en las frascas, sólo quedan frascas vacías.

El sol ha rasgado la cortina de nubes.
Hace frío en Madrid.
El frío húmedo de Diciembre, impregnado de la soledad de  unas navidades en las que ya no eres aquel niño que las sentía como mariposas en el estómago.
Ahora tan sólo quedan sillas vacías, huecos que son imposibles de rellenar.

¿Dónde se quedaron aquellas soñadas navidades en las cuales habría una mesa alargada llena de gente, familia, amigos...?
Envuelvo en pequeños paquetes todos mis sueños que se quedaron colgados en mi cajita de cerillas, una cabalgata de reyes,  un despertar temprano para intentar "pillar" a los reyes,  esas sonrisas cuando abren los regalos.
Todos esos pequeños paquetes se quedan en mi mente, en un rincón iluminado por un árbol de navidad gigante, imaginario claro.

A veces la Navidad sonríe, pero a veces la Navidad duele cuando del árbol sólo cuelgan los recuerdos, aunque estos estén envueltos en papel de regalo y lazos rojos.

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