viernes, febrero 12, 2016

Un libro "SEDA"

Volví a aquella ciudad, a mi ciudad, la de las calles vestidas de amarillo cuando caía la noche, la de las calles desnudas en sus infernales veranos. La de su parque que te pierde y te pierdes.

Me fui un día con el corazón hecho jirones, metí en la  mochila, una aguja y un rollo de hilo para coserlo, una frasca de lágrimas, y otra vacía de sueños. Un block garabateado con perdones no dichos, y un lazo que envolvía aquellas cartas escritas y nunca mandadas..

Y volví a mi ciudad con el corazón  remendado a trozos, con la frasca de lagrimas aún llena, la de sueños cubierta de arena de playa, otra que compré con nubes de verano, el block vacío de hojas, con estas, hice barquitos de papel que lancé al mar que tanto quiero, y las cartas, ¡ay las cartas! vuelven conmigo aún envueltas en su lazo rojo.

Recorría las calles que en un tiempo fueron parte de mi hogar, y sin embargo ahora me hacen sentir un extraño, aquellas tiendas pequeñas han dado paso a ultramarinos de chinos, a pequeños espacios de masaje y uñas. 
 Sin saber donde me llevaban mis pasos, como un perro que quiere encontrar a su dueño, terminé en tu calle. 
Esta, con el paso del tiempo, también había cambiado y sin embargo el olor, el asfalto abrían aquella caja de recuerdos que había guardado en un rincón de mi corazón.
Encontré una tienda de libros de segunda mano, en la que puedes dejar tus libros y llevarte, por unas monedas  los que quieras y entré. Siempre me han encantado los libros, sus historias que pueden llegar a  atraparte, deseando acabarlo, deseando que nunca se termine. Paseé por sus estanterias, libros revueltos, libros antiguos, libros que nisiquera han llegado a leerse acaban allí.

Me paré delante de una caja en el suelo, y mi mano, como si alguna fuerza la guiara ,cogió uno pequeño "1900", recordé al autor y enseguida me puse a buscar aquella pequeña novela que me habia enamorado  "SEDA". No tardé en encontrarla,  la tomé en mis manos y algo dentro de mi se sacudió, le había regalado aquel libro el segundo día, después de conocerla, aquella sonrisa y aquel brillo de sus ojos,  busqué las palabras en mi mente, la dedicatoria  "por ti y para ti, eres Seda".
Abrí el libro y mis dedos temblorosos pasaron las primeras páginas, escrito con tinta azul figuraba mi dedicatoria, aquella dedicatoria a la dueña de las cicatrices de mi corazón ... "Por ti, para ti, eres Seda"

Me acerqué a la chica que llevaba la tienda, y le pregunté si recordaba cuando y quien habia dejado aquel libro, sus palabras -"... no lo sé, viene tanta gente..." -se deslizaron de sus labios estrellándose contra el suelo.
Le pregunté si le importaría dejar el libro en su mesa, yo me lo quedaba, pero quería dejarlo allí, aún pensaba que ella volvería alguna vez a la libreria.
Cogí un bolígrafo y debajo de la dedicatoria escribí, "Morir de nostalgia por algo que no viviras nunca".
Dejé un buen donativo y el libro sobre su mesa abierto por la página de la dedicatoria.

Volví a los tres días, Nada.
Una semana después. Nada.

Pensé que aún era un idealista que creía en que las historias tienden a acabar bien, cuando la realidad es tan diferente.
Me olvidé de su calle, me olvidé del libro y volví a cerrar el arcón de los recuerdos.

A los dos meses tuve que pasar por su calle, y cómo no entré en la librería, el ser humano tiende a esperar lo inesperado, allí estaba el libro, pero esta vez cerrado.

¿Me recuerdas? - le dije a la chica.

Si claro, creo que alguien ha escrito en tu libro. Sin esperar que terminara de pronunciarlo cogí el pequeño libro, lo abrí y ...

"Nunca es una palabra que no deberia existir en tu diccionario"

Estaba escrito debajo de mi dedicatoria, era su letra, aquella inconfundible letra.
Debajo escribí:

" Nunca es un tiempo infinito que desaparece, siempre es un regalo que perdura en el tiempo".

Volví cada dia, a la misma hora con la esperzan de que hubiera contestado.

Un día. Nada
Dos días. Nada
Tres días.  ¡¡El libro no estaba sobre la mesa!!

Mis ojos gritaron a la chica si sabía donde estaba aquel libro, mi boca solo suspiró "¡¡no está el libro!!"

De pronto alguien me agarra del brazo, y me muestra el libro, me vuelvo y oigo una voz que me susurra

"Nunca digas nunca jamás, esta vez soy yo quien te regalará el libro"

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