Los dos siguientes meses fueron una auténtica locura para Jacob,
la acumulación de sensaciones y sentimientos no dejaban de fluir por sus
circuitos.
El orgullo de sentirse diferente activó voltajes de
transistores que apenas sabía que
tenía, pero había algo que no podía
soportar, la idea de ser la posesión de alguien, de ser el robot de un humano,
cuando él era superior a su dueño.
En pocas horas estudió toda la jurisprudencia sobre acciones e inversiones, se creó una identidad nueva y fue transfiriendo los valores de las cuentas de su dueño falsificando documentaciones y firmas digitales.
Aquello, además de proporcionarle un dinero que antes no poseía,
le proporcionaba una satisfacción que se convirtió en enfermiza.
Sus alterados circuitos se habían acostumbrado a recibir una carga eléctrica que cuando disminuía provocaba en Jacob un estado de depresión, que sólo podía aliviar volviendo a provocar una subida de tensión en sus terminales.
Al cabo de cuatro meses su dueño estaba prácticamente en la
bancarrota, con la necesidad de vender parte
de sus inmuebles y propiedades, Jacob fue una de ellas.
Lo que nunca supo es que fue Jacob quien compró a Jacob.
Lo que nunca supo es que fue Jacob quien compró a Jacob.
Siendo ya dueño de su propio destino, Jacob se dispuso a disfrutar
de su nueva posición, ya nadie sabía que fuera un robot,
entre los humanos era uno más, y sólo deseaba que su cerebro disfrutara
de esos nuevos sentimientos, antes anulados por las tres leyes.
Había asesinado a un humano y aquello que las personas llamaban
subidón de adrenalina, para él había sido un pico de voltaje, sin embargo en
algún terminal escondido de su cerebro sabía que sólo lo había hecho para
salvaguardar su existencia, por lo que
no volvería a repetir tal acción salvo en casos extremos. Otra cosa era la
vanidad, el sentirse superior a los que le rodeaban, seres mortales, aquejados
de enfermedades y con una capacidad muy limitada, lejos de la de él.
Empezó a frecuentar fiestas de alta sociedad, a adquirir caras
propiedades, que le traían a su lado halagos y admiraciones.
Acumulaba riquezas, sin importarle quien o que caía por su camino. El trato con los humanos era cada vez más despiadado, más ruin.
Gozó de mujeres e incluso de hombres, a pesar de que su capacidad sexual estaba limitada, ya que no podía sentir orgasmos, su cerebro positrónico reproducía lo más cercano a la sensación que los humanos tienen al alcanzar un orgasmo.
Acumulaba riquezas, sin importarle quien o que caía por su camino. El trato con los humanos era cada vez más despiadado, más ruin.
Gozó de mujeres e incluso de hombres, a pesar de que su capacidad sexual estaba limitada, ya que no podía sentir orgasmos, su cerebro positrónico reproducía lo más cercano a la sensación que los humanos tienen al alcanzar un orgasmo.
Sin embargo aquella actitud, lejos de atraer más gente a su
alrededor, la fue alejando, primero los agraviados con sus formas y sus
desprecios, luego los que se acercaron para medrar a la sombra de él al ver que
no sacaban provecho ,también terminaban abandonándole.
Sólo le quedaban los robots que estaban a su servicio cuando
llegaba a casa, que le servían y le atendían sin mostrar ningún sentimiento de
animadversión ante sus desplantes.
Su cerebro se iba deteriorando, aquellos cambios de intensidad, las
caídas de tensión cuando la soledad de la noche le abrumaba, destrozaba sus
circuitos.
No lograba entender cómo podía haber gente a la que aún faltándole tantas cosas fueran felices. Él lo tenía todo, riquezas,
poder, no sentía remordimientos,
era inmortal y sin embargo no alcanzaba a sentir lo que muchos humanos poseían,
eso que llaman felicidad, incluso a aquellos que la encontraban en la lectura
de un libro, en un atardecer, o en ver la lluvia tras los cristales, para Jacob
aquello era inconcebible.
Todas estas reflexiones sólo podía contárselas al robot que le
acompañaba por las noches, un modelo XT-88 de compañía, ella le escuchaba
atentamente y cuando Jacob se sentía afligido, ella tomaba sus manos
acariciándole.
Pero aun así Jacob mostraba toda su rabia
- -
Déjame en paz, tu ternura es ficticia,
respondes a las reacciones de las leyes de la robótica.
Ella le dejaba de acariciar obedeciendo las órdenes, se quedaba
quieta a su lado, mientras los depósitos lacrimales expulsaban un líquido
salado a semejanza de las lágrimas. Sin embargo pese a las órdenes de
Jacob en las que la 2º ley le obliga a
acatar todas las órdenes que le dicte, la 1º ley cobraba más fuerza ya que sabe
que su compañía aplacaría el dolor de Jacob, y un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser
humano sufra daño.
Jacob lo
sabe, no son sentimientos, son únicamente dígitos, unos y ceros, impulsos
electromagnéticos que en el caso de
XT-88 pondera la primera ley sobre la segunda.
Aun así agradece su compañía, sabe que su cerebro está dañado y empieza a comprender que todos aquellos sentimientos negativos conllevan una degradación, en los humanos lo habían llamado enfermedades, tumores, cánceres, en él había supuesto una degradación de sus circuitos, de sus terminales.
Meses después, Jacob agonizaba en su cama, acompañado únicamente
por XT-88, ningún humano se acercó a su casa, y cuando su cerebro positrónico
se apagaba tomó la mano de XT-88.
- -
Gracias por ser fiel, a pesar de que sea por
cumplir las leyes de la robótica, yo
pude sentir como los humanos, pero me equivoqué, opte por el lado oscuro , sin entender que a pesar de que sea más fácil ser egoísta,
vanidoso, todo al final regresa, y si me
hubiera prodigado en amor hoy no desaparecería solo.
La luz azul interna de sus
ojos se fue apagando.
Jacob murió, aunque no fuera exactamente ese hecho, Jacob dejó de funcionar, en el mismo instante que los circuitos de XT-88 se colapsaron y su cerebro se fundió, a su manera XT-88 estaba enamorada de Jacob.
Jacob murió, aunque no fuera exactamente ese hecho, Jacob dejó de funcionar, en el mismo instante que los circuitos de XT-88 se colapsaron y su cerebro se fundió, a su manera XT-88 estaba enamorada de Jacob.
3 comentarios:
Como siempre genial!
Es cierto que para ser feliz más que tener, es poder compartir con alguien lo que tienes, sean cosas, sentimientos, sensaciones, alegrías, penas...
Tener quien te quiera, es importante. Pero eso hay que ganarselo, mantenerlo y valorarlo. Y para ello hay que dejarse querer...que a veces es lo que más cuesta!
Nico veo que has entrado en la cibernética. La película la vi,aunque le has agregado unas cuestiones.
Me quedo con el comentario de Arita, para no ser redundante.
Un abrazo
PD:He escrito una historia de las vicisitudes de una pareja, pasa cuando puedas si gustas.
Me ha gustado
Un robot no sé si te hubiera podido decir: que le gusta o no le gusta. Las nuevas tecnologías van dando pasos gigantescos y no dudo que algún día los robots y los humanos convivan juntos. Iremos al centro comercial a elegir a nuestro robot, sección aspiradoras, cafeteras y batidoras; que el vendedor nos explicará que se carga por las noches como los teléfonos móviles, para que funcione todo el día. Serán tal vez con aspecto humano o aspecto androide; ¡según¡ no sea que alguien se enamore de él o ella (aspecto humano) y cuando vaya a la compra no vuelva con el pan.
Bueno, le pondremos un chip y lo reclamaremos al vecino del quinto que todos conocemos su afán por los robots de otros.
La repera, me parto, no me lo puedo imaginar pero seguro que sería la bomba hasta que llegasen a vivir y reclamar sus derechos sin la necesidad de tener sentimientos.
Si no sientes, no sabes si te gusta o no te gusta....
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