viernes, febrero 10, 2006

El viaje

Abandonó.
Aquella noche tomó su pequeña barca y dejó atrás el pueblo.
Lentamente desplegó la vela y dejó las luces de lo que hasta ese día había sido su hogar.
Lloraba.
Sentía que atrás quedaba parte de su alma, que allí enterrado entre los muros de las calles, en los escalones y en el asfalto dejaba parte de si.
Y no miró atrás.
Tenía que marcharse y lo hizo, por más que le doliese, sabia que no podía quedarse por más tiempo.
La noche se lo tragó, allá el mar era negro pero el sabia que su pequeña barca le llevaría lejos de allí y quizás, quien sabe, podría encontrar una nueva playa donde anclar.
No tomó ningún rumbo, lo cierto es que cuando se marchó lo hizo de pronto sin pensarlo y aquella noche navegó mar adentro, ya pensaría que dirección tomar al alba.
Casi no durmió, pendiente de la mar, se tumbó en la barca y miró las estrellas, era algo que le encantaba hacer, se sentía solo y a la vez perdido en aquella inmensidad, con los deseos de poder lanzarse detrás de cada estrella, el ruido del mar chocando con la barca le hizo olvidarse de todo por un momento era feliz, y aquella sensación inundo su ser.
Amaneció.
El mar estaba en calma y aun conservaba un poco de la sensación de la noche, una fuerza se apoderó de él, y tomando firmemente el timón se dijo que nada podria con el , encontrare una bella playa y volveré a empezar.
Así fueron pasando los días, pasaba parte de la noche con las estrellas, a algunas las puso nombre y empezó a hablar con ellas, les contó sus sueños, aquellos que hablaban de navegar donde la mar le llevase, de encontrar un nuevo lugar donde empezar, donde su pueblo se convirtiese en un grato recuerdo pero solo eso, de encontrar de nuevo el amor y sentirlo, amar y ser amado, era lo que más perseguía y lo que ocupaba todos sus sueños. Y mientras hablaba de ello alguna estrellas parpadeaban como si le contestasen. Por el día se ocupaba de limpiar la barca, pescar, orientarse y racionar un poco el agua.
Navegó y navegó por semanas, el mar se hizo su amigo, pero algunas veces jugaba con él y la barca se movia zarandeada por las olas, y él agarrado al mastil desafiaba al viento, sabiendo que el mar nunca se lo llevaria.
Por fin divisó tierra, pero cuando se acercó pudo ver que la playa solo eran rocas y se desilusionó, las fuerzas empezaron a fallarle. Ancló apartado del arrecife y nado hasta la orilla, sus pies se cortaron con las aristas afiladas de las rocas, pero necesitaba tocar tierra firme y buscar agua.
Recorrió la isla por la tarde y se sintió triste y solo, era la primera vez desde que habia dejado el pueblo que se sentía así.
Se sentó en las rocas y vió el horizonte, el mar de azul verde esmeralda se alzaba ante el, con todo su poder, y alli la barquita como un punto danzando.
Y le embargó la soledad, se sintió lejos de todo y de todos, y dentro de él notó como algo se iba resquebrajando lentamente, intentaba frenar ese sentimiento pero no podia, y comenzó a llorar. Buscó refugio bajo unas palmeras y pasó alli la noche, no vió las estrellas, deseaba estar solo, más solo que nunca y cuando al final el sueño le venció, soñó con su pueblo, el olor de las aceras mojadas, aquellas paredes blancas y tejados rojos, el ruido de los niños correteando, y un amor lejano que se perdió.
Le despertó un viento frio, el mar aquella mañana parecia que se habia enfadado con él, y las olas amenazaban con llevarse su barca
Tomó unas lianas , se ató los dos bidones de agua al cuerpo y nadó hacia la barca, cuando llegó estaba extenuado se tiró a lo largo y dejo que la barca fuera arrastrada por las olas, una sensación de abandono le embargó y se dejó llevar, le daba igual acabar contra aquellas rocas, solo deseaba seguir tumbado y dormir, sin tener conciencia de la realidad.
Cuando abrió los ojos, estaba lejos de la pequeña isla, la barca estaba casi inundada y empezó a achicar agua, el mar se habia calmado y ahora pudo fijarse en el atardecer, los reflejos anaranjados llenaban el cielo y se quedó mirando como el sol iba desapareciendo..
Cayó rendido cuando ya era noche cerrada, se acurrucó en un rincón de la barca, miró de nuevo al cielo pero no tuvo fuerzas de hablar con las estrellas.
Al día siguiente, vio a lo lejos un grupo de islas y dirigió la barca hacia alli, pero cuanto más intentaba acercarse, cuando casi estaba a la altura de sus playas, la corriente lo devolvía mar adentro, se pasó todo el día intentándolo hasta que las fuerzas le abandonaron y lo dejó por imposible, vio alejarse aquellas islas sin poder hacer nada, lentamente desaparecieron en el horizonte.
Fue entonces cuando ya no pudo mas y empezó a gritar, maldijo a dios y a la naturaleza, les amenazó con todas las fuerzas de sus ser. Él que estaba allí, que podía esperar, que más podrían hacerle, había dejado el pueblo, había navegado, día y noche, se había dejado los pies en las rocas y nunca hubo una queja y ahora el mar le traía hasta aquellas islas y cuando ya creía que estaba cerca se reían de él. Se golpeó el pecho y el estomago, no podía mas, quería lanzarse al agua y acabar con todo, nada tenia sentido ya, que mas le daba si un día seguiría a otro, y sólo podría ver agua y mas agua sin meta alguna. De repente un golpe seco abrió una vía de agua, aun había mas , se dijo, corrió y la taponó con uno de los bidones. Cayó derrumbado, que mas puedo hacer se decía, que mas va a venir ahora.
Y empezó a llover.
Mientras la lluvia le calaba los huesos y la barca era un juguete en las olas, él cerró los ojos y recordó.... recordó lo solo que se había sentido la noche que decidió abandonar el pueblo, dejándolo todo atrás, aferrado a aquellos recuerdos de tantas y tantas cosas que habian pasado y tanta gente que también pasó a su lado y luego desaparecieron y ahora en aquella barca todo le parecía tan lejano que aún mas le crecía la sensación de soledad.
Recordó cuando salía a dar vueltas por el pueblo viendo a la gente pasar a su lado, le encantaba fijarse en la mirada de las personas, en sus ojos, algunos claros como el mar otros oscuros pero en todos ellos sentía la vida.
Recordó a sus amigos, aquellos con los que compartió momentos alegres y momentos tristes de su vida, recordó su primer amor con el que aprendió a vivir a disfrutar del sexo y a compartir, y aprendió lo duro que es perderlo y que la vida sigue. Pensó en los tres años que habían pasado, en los que su vida había fluido día a día simplemente, lentamente dejándolos gotear poco a poco, tres largos años en los que habia conocido gente y gente que luego siguió su camino, y luego conoció una tarde, cuando la brisa del mar traía el olor a salitre, unos dulces ojos, una dulce mirada, que lo enamoró pero la vida volvió a jugar con él... y fue entonces cuando decidió que lo dejaba todo y se marchó en su barca.
Abrió los ojos, le dolia el alma, ahora ya no llovia y el mar había vuelto a serenarse, aprovecho para sacar todo el agua de la barca, se tapó con una lona y se durmió.
Cuando se despertó el sol brillaba con fuerza, sintió aun el dolor, y decidió enterrar los recuerdos tan dentro de si q nunca mas volvieran, tomó el timón y navegó hasta la primera isla que apareció en el horizonte, ante si apareció una hermosa playa, cuando estuvo enfrente de ella, quitó el bidón que taponaba el agujero en la quilla y se lanzó al mar, nadó hasta alejarse un poco y ver como la barca se hundia, le dio pena, su fiel compañera había aguantado tanto tiempo junto a él, se dió media vuelta y sin volver la vista atrás nadó hasta la playa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Preciosa metáfora acerca de lo que es vivir plenamente. La contradicción de la realidad con los sueños, de la ilusión y la desesperanza, de soledades y anhelos. Somos contrastes, en constante cambio, adaptados e inadaptados, racionales o emocionales, crueles o bondadosos, entrañables o soberbios…exploradores infatigables al encuentro de…..
Me viene a la memoria unos versos de Kavafis “… más lejos tenéis que ir más lejos de los árboles caídos que ahora os aprisionan y cuando lo hayáis conseguido tened muy presente no deteneros. Más lejos, id siempre más lejos….
Lo importante es viajar, unas veces a favor del viento, otras en contra, otras con marejada, otras dejándonos mecer entre las olas, naufragando, recuperando, anclados o a la deriva…en transatláticos o en pequeñas chalanas….buscando nuestra isla, nuestro paraíso, nuestra Itaca.
Os deseo una feliz, estimulante y muy viva travesía

hilda dijo...

segunda parte??