Tenía el corazón roto, a veces te das tanto que no sabes cuanto queda de
ti, y cuando quieres darte cuenta de lo inútil que es seguir, estás
simplemente vacía.
Pasé un tiempo entre soledades y la oscuridad de
mis cuatro paredes. como si aquel tiempo de luto pudiera coserme por
dentro, hasta que un día decidí que era el momento de ir despertando,
de que la vida se me iba en un soplo y que no merecía la pena dejarme
por que alguien me hubiera dejado con todo el desprecio del mundo.
Me
conecté a un chat, y tras varios asaltos del tipo "que ropa interior
llevas", "no sabes lo que te haria, ningún tio te ha hecho lo que voy a
hacerte", sin ni siquiera saber mi nombre, cuando iba a cerrar la sesión
se ma abrió una ventanita con un simple "Hola, ¿cómo estas?"
Pasé
mas de dos horas hablando con él, al principio costaba sacarle las
palabras, e incluso me pareció algo borde su actitud, sin embargo no
pronmunció la palabra sexo en las dos horas y eso me animó a seguir
charlando con él.
Se sucedieron los días, y las conversaciones se
hicieron algo mas intimas, mas personales, e incluso hubo un leve juego
de coqueteo.
Sentía que la mujer que llevaba dentro volvía salir
reclamando el espacio que le había negado, y volvía con mas ganas que
antes, con toda la sensualidad que había reprimido en ese tiempo de
duelo. Asi que una tarde de domingo, introduje en nuestra conversación
pinceladas eróticas, él antes de mostrarse tímido me siguió el juego y
aquella tarde cuando cerré el portátil, me fui a la ducha y tuve uno de
los mejores orgasmos de los últimos meses.
Tenía claro que no
queria una relación, aún no estaba preparada para que alguien jugara con
mis sentimientos, pero mi cuerpo deseaba unas manos, unos labios sentir
el calor de una piel en mi piel, así que llevaba las conversaciones a
jugar cada vez un poco mas, hasta que...
Hasta que se lanzó y me
propuso un juego. Nos nos habíamos mandado ninguna foto, algún mensaje
de voz, alguna descripción y poco más, entonces él me dijo:
- ¿Te gusta jugar?, juguemos
- ¿Qué propones? - conteste con algo de incertidumbre.
-
Qudemos en un bar, en mesas separadas, sin conocernos asi miraras y yo
mirare quien puedes ser, despues de un cuarto de hora ve al camarero, el
tendrá un sobre con la llave de una habitación de un hotel cercano,
irás a la habitación y alli tendras otra carta, ¿te atreves?
Sentí miedo, sin conocerle... pero a la vez me desperto un morbo y un deseo irrefrenable "si" le contesté.
Llegué
al bar, estaba llenos de gente, intenté descubrir quien podría ser, la
mayoria de los chicos no me atrían fisicamente, alguno que sí estaba
ocupado, y por el momento pensé que me había tomado el pelo, que
simplemente se había burlado de mi, sin embargo le pregunté al camarero
si tenía un sobre. El camarero miró tras de la barra y con una sonrisa
me entregó un sobre cerrado de color crema.
Salí a la calle, lo abrí apresuradamente, dentro había una tarjeta, la llave de una habitación y la dirección del hotel.
Dude
unos instantes si ir, pero me pudo más esa sensación de volver a
sentirme mujer, deseada, mi cuerpo volvía a arder, sentía un cosquilleo
en mi sexo que me resulto muy agradable.
Entré en el hotel, miré
el numero de la habitación por enésima vez, y cuando llegué a la puerta
mis manos temblaban. era una habitación amplia, con una cama de
matrimonio, sobre ella había una nota y una caja.
Cogí la nota y leí.
"Si
has llegado hasta aquí ya no puedes echarte atrás, en la caja hay un
camison de seda, póntelo, sin ropa interior, luego apaga la luz, la
habitación ha de permanecer totalmente a oscuras, si percibo algo de
luz, no entraré. tienes diez minutos..."
Continuará
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