domingo, marzo 08, 2015

Un cuento ya escrito

A veces hay cuentos que se releen y a pesar del tiempo merence ser re posteados.

LA BODA

Los años habían caído sobre mi como una pesada losa. Perdida en aquella ciudad, un mundo conocido pero distante. Había decidido dar una vuelta de tuerca más a mi vida, la tentadora oferta de cambio de trabajo era irrenunciable, por más que ello significase, cambiar de ciudad, dejar amigos y familia atrás… y a él.

Le había conocido de la manera más extraña, y para mi, cuando ahora lo pienso, imposible, pero ahí estaba, después de mi azarosa vida sentimental, había llegado de improviso, cuando menos lo esperaba. Y ahora que comenzaba a conocerlo un poco, la distancia se ponía entre los dos.

Dos meses daban para poco, pero aún así me reconfortaba la idea de saber que le había conocido. Su imagen distaba mucho de lo que en mente podría ser mi “hombre” ideal, de hecho era el polo opuesto a mi ex. En nuestros pocos encuentros había conseguido sacar de mi, mi parte mas dulce pero también sabía como sacar mi genio. Era, en definitiva, una persona dual. Su imagen podría dar a engaño pues tras una aparente dulzura, se refugiaba una rabia contenida, como si en el fondo estuviera peleado con el mundo.

Y sin embargo, había sabido conquistarme, añoraba su sonrisa, como me ruborizaba ante él, cuando sentía que iba a intentar besarme, y muchas veces me llamaba a mi misma tonta, a mis años no podía demostrarme tan frágil.

Cuando llegó la propuesta, lo primero que hice fue llamarle, mi decisión estaba tomada, pero aún así necesitaba…. Bueno en realidad necesitaba oírle decir que no me fuera, que me iba a extrañar, que aún siendo tan poco tiempo y conociéndonos tan poco. Pero su reacción fue todo lo contrario a lo que yo quería y deseaba. Lejos de intentar que no me fuera, parecía que ardía en deseos de verme lejos, y lo peor fue su silencio a mis preguntas, no dijo nada sobre lo que sentía o deseaba, era una decisión mía y por tanto el no tenía ningún derecho en inmiscuirse en la decisión, eligiese lo que eligiese el lo aceptaría, aunque su opinión era que no debía dejar pasar aquella ocasión.

Y no lo hice.

Fue doloroso, ahora que sentía que mi vida podría de nuevo estabilizarse, era como si el destino jugase de nuevo conmigo. Y ahora, me hallaba lejos de todo y de todos.

Lo peor era la sensación de soledad que nuevamente me embargaba, y para colmo la compañera de piso, con su feliz maridito, a la espera de que le destinaran también a él a la ciudad para reintegrarse a la vida marital, y aquellas miradas, esas que tantas otras veces había sentido como se clavaban en mi como agujas, “mírala, otra vez viene sin pareja” “pues no se a que espera…”.

Lo había intentado, pero él pareció reacio a conocer a mis amigos, y las dos o tres veces que salió el tema terminamos discutiendo, no quería forzarlo, pero no entendía que le costara tanto entrar en mi mundo.

En el fondo suponía que sería cuestión de tiempo, pero aquella forma de actuar, provocaba en mi serias dudas, su reticencia parecía ocultar algo que yo no llegaba a comprender.

Y de nuevo el destino jugó sus cartas, una boda, de una de mis mas antiguas amigas, y con ello otra vez el torrente de si iría sola o acompañada.
No pude aguantar la presión, esta vez no, demasiado dolía la soledad que me había impuesto con el cambio de ciudad, como para aparecer allí, de nuevo sola y aguantar el chaparrón de preguntas, miradas y risitas.
Pero esta vez no iba a ser así, estaba dispuesta a apretar hasta donde hiciera falta para que me acompañara, al menos eso me decía a mi misma, aunque a la hora de oír su voz pudiera derrumbarme y flaquear.

Cogí el móvil y le llamé.

- Hola peque
- Hola bebe, ¿que tal va todo?
- Bien, oye que no tengo mucho tiempo, ya sabes yo y mis prisas, dentro de dos semanas tengo una boda y me gustaría que vinieras.
- Ummmm, ya sabes como pienso al respecto, no sé si sería una buena idea, tendrías que estar pendiente de mi y….
- Déjate de excusas, creo que al menos por mi, deberías hacerlo.
- Ok, estará bien, ya me dirás la fecha exacta, espero que no te arrepientas.

Me dejó perpleja, que aceptara tan rápidamente y ese: “espero que no te arrepientas”

- Pero ya me conoces tendrás que dejarme ser tal cual soy, y entrar en mi juego.
- ¿Juego? Bueno vale, si vienes lo acepto, pero no te pases ¿vale?, ahora tengo que dejarte una nueva reunión, besitos peque
- Besitos y no te preocupes ya me conoces.

Seguí toda la tarde dándole vueltas a no arrepentirme, pero ya empezaba a hacerlo, sabía que podía ser capaz de cualquier cosa, y además se vanagloriaba de ello, acciones que mas de una vez me habían provocado más de una jaqueca.
Intenté no pensar en ello, además la sensación dulce de ir acompañada borró cualquier atisbo de duda, ahora sólo tenía que concentrarme en el vestido para la ocasión, y que no supusiese una nueva discrepancia entre los dos.

Me sentí como una niña y no dejé pasar mucho tiempo sin coger el móvil y llamar a mis amigas para confirmar que ese fin de semana iría a la boda y acompañada. La perplejidad que mostraron algunas de ellas me resultó insultante, acaso, ¿no tenía derecho a ir acompañada? No dejaría que me estropeasen ese momento, puse mi CD y empecé a bailar solo con la imagen de los dos juntos en la boda en mi mente.

Aquellas dos semanas fueron una lenta agonía, no podía concentrarme en mi trabajo y las reuniones me parecían largas y tediosas. La elección del vestido fue otra tortura, estuve a punto de ir con el último que había llevado, pero sabía que alguien me lo recordaría y además quería darle una sorpresa a él. Pero la elección no fue fácil, sin nadie que me aconsejara buscar un punto intermedio entre mi gusto y el suyo, se tornó en un acto que me dejó exhausta.

El día de la boda llegó y él estaba en su línea me pareció encantador que se hubiera
comedido en su vestimenta, pero aún así no dejó de dar su estilo personal, sin duda no era el estilo de la boda. Le sonreí y el disimuladamente me miró de arriba abajo, esos segundos fueron eternos, pero la sonrisa que me regaló lo justificó todo.
Me tomó por la cintura y me besó suavemente en los labios.

- Estas realmente encantadora, solo por verte merece la pena venir a la boda.

Mis palpitaciones subieron aceleradamente y me separé de él para que no las notara. No tardaron mucho tiempo en ir apareciendo mis amigas y haciendo las inevitables presentaciones.

Con un gesto tierno rehusó entrar en la iglesia, era demasiado forzar la situación y le dejé a la puerta.
En cuanto me vieron sola, dos de mis amigas se acercaron para sentarse a mi lado en uno de los últimos bancos de la iglesia.

- Por fin, podemos charlar.
- Pero que estamos en misa, luego si quieres.
- No puedo esperar, es él ¿no? El chico del que nos has estado hablando. La verdad es que no está nada mal.
- Si es él, pero por favor no le acoséis a preguntas, no le gustan los eventos sociales.

En ese momento di las gracias al cura, cuando hizo sonar la campanilla, y mis amigas dejaron el interrogatorio.

Sentí algo de envidia cuando pasaron los dos a mi lado, no salí de la iglesia hasta después del lanzamiento de los pétalos y el arroz, aún me daba la cabeza vueltas al verle allí, al fin y al cabo era como una presentación en sociedad, pero para mi suponía un paso más en nuestra relación, era como si él se acercase mas a mí, a mi mundo y lo aceptase.

Le sonreí, y él me devolvió la sonrisa, estaba allí apoyado contra la pared del edificio de enfrente de la iglesia ajeno a todo, le pedí con un gesto que se acercara, teníamos que acercarnos a los novios a felicitarles y esperaba hacerlo juntos.
No vi un atisbo de negación en sus ojos, y eso me alegró aún mas, me tomó de nuevo ligeramente por la cintura y nos acercamos a los novios. Le miraron inquisitivamente intentando disimular, pero yo sabía que mi amiga no había dejado pasar ni un detalle sobre él. Me miró disimuladamente y me sonrió como si me diera su aprobación.

Fuimos a los coches, y aprovechó el momento que íbamos solos para hablarme.

- Te sientes feliz, al final lo has conseguido, aquí estoy, pero ya sabes que hicimos un trato.
- ¿Trato?

Un escalofrío me recorrió la espalda, de que se trataría.

- No te preocupes, solo seré yo mismo, tu me conoces…

Miedo me estaba dando la conversación, pero nada podía hacer. Llegamos al coche, y este nos llevó hasta donde cenaríamos, no volvió a hablar de ello, ni yo quise sacarle más el tema, quizás solo era un juego para devolverme el mal trago que debía estar pasando, aunque no lo creía, justo era lo que le había prometido.

Llegamos al lugar elegido, una amplia zona verde con una carpa rodeada de mesas circulares, un pequeño grupo musical y un catering. Le miré, sentí su nerviosismo, sabía que estas cosas le ponían nervioso, y que cuando ello ocurría tendía a crear un pantalla de protección. Sin embargo me sonrió, se acercó y me susurró al oído un te quiero dulce y suave, que dejó temblando mis piernas, levanté la vista y me crucé con su mirada, pícara y traviesa con un brillo especial, que nunca antes había visto.

La cena estuvo muy bien, el grupo donde nos sentamos fue muy agradable, y aunque en un principio le costó integrarse, en cuanto cogió confianza se hizo con las riendas de la conversación.

Empezaron a servir las copas, y la gente se animó a bailar mientras el alcohol hacia el resto, yo estaba con mi Bombay saphire, él no se había apartado mucho de mi, como si temiera juntarse al resto de la gente, no me desagradaba, al contrario sentía un poder de posesión raro en mi, pero que dejé que me invadiera lentamente, como si disfrutara por la pírrica victoria de estar con alguien rodeada de mis amigos.

Llegó una prima de la novia, y mirándome de soslayo me preguntó:

- No te importa que te lo robe un ratito, a ver si baila tan bien como parece.

Noté en su mirada un atisbo de que corriera en su ayuda, pero a pesar de que no me hacía gracia, quise ver su reacción.
Al poco de estar bailando le vi que hablaba con ella con soltura, y reían, sentí un leve ataque de celos, cuando me vi rodeada por el resto de mis amigas. La verdad es que no las había hecho mucho caso y ahora ellas no me dejaban respirar.

- Bueno, nos tienes que contar muchas cosas, como le has conocido, cuanto tiempo llevas con él, a que se dedica
- Si, si cuenta nos tienes a todas en ascuas, la verdad es que su forma de vestir ha llamado mucho la atención.
-
Imaginé por un instante la cara que él pondría cuando le contara el éxito de su vestimenta.
Por mucho que había pensado que llegaría el momento de decir cómo le conocí, solo pude balbucear que era un amigo de un amigo de Carlos. Parecí convincente, cuando dejaron esa pregunta por otras más inquisitivas e intimas, intenté zafarme de ellas pero me era imposible. Alcé la vista buscándole, y le vi entre otro grupo de amigos y amigas mías, charlando amistosamente. Temblé, no sabía si diría en que forma nos conocimos, y eso aún me aterraba. Me buscó con su mirada y rápidamente interpreto que esperaba me sacara del compromiso de mis amigas, se giró saco algo de su bolsillo y sonriendo vino hacia mí.

Detrás de él, alguien recogía algo del suelo, me fijé en su gesto extrañado miro lo que había recogido, luego a él y fue a hablar con una de mis compañeras de facultad. No quise darle importancia, él se estaba acercando con su grácil y rápido andar, cuando vi que se arremolinaban alrededor de mi compañera y esta mostraba una especie de tarjeta.

- Hola ya estoy aquí, ¿No me presentas al resto de tus amigos?

Había perdido la noción del lugar donde estaba, ignorando que aún mis amigas y algunos de sus chicos estaban a mi lado.

- Sí claro.- Le sonreí.

Fui haciendo el resto de presentaciones sin perder de vista al grupo que parecía mirarme con extrañeza. Una sensación de desasosiego subía por mi pecho, que era lo que habían recogido del suelo que tanto alboroto había creado, sin duda era algo de él.

- Una cosa, - le dije- ¿se te ha caído algo del pantalón?

Él se metió las manos en los bolsillos, comprobó su cartera y su móvil.

- No nada, ¿porqué me lo preguntas?
- No, por nada tenía la sensación de que al sacar la cartera se te había caído algo.
- Pues no, aquí tengo las tarjetas del banco el dni, no nada.

Y sonrió, en otro momento esa sonrisa hubiera bastado, pero yo miraba al grupo que seguían cuchicheando y levantando la vista disimuladamente como si quisiera evitar que yo les viera mirarme.


Del grupo salió Ángel dirigiéndose hasta nosotros, hablo con Silvia su novia, y esta me miró y me dijo:

- Ahora vuelvo no te me vayas.

Me estaba sintiendo mal, no entendía lo que estaba pasando y una punzada en mi cabeza presagiaba otra de mis jaquecas, él se dio cuenta, y se acercó a mi hasta abrazarme.

- No pasa nada bebe, no te preocupes por ellos, déjales y veremos como reaccionan.


-“¿Reaccionan?”- pensé a qué, busqué en su mirada una respuesta pero solo obtuve un cálido beso, que me reconfortó, dejé que esa sensación me inundara y que la seguridad se instalara de nuevo en mi.

No sé si fue su intención por bailar conmigo, o por tranquilizarme, pero me abandoné en sus brazos, y dejé llevarme por él, mi mente voló y por un momento solo eramos él y yo bailando.

La canción terminó antes de lo que yo hubiera deseado.

- ¿Te traigo otra copa?
- Está bien, ya sabes lo que me gusta.

Le ví alejarse, mientras se giraba y me ofrecía otra de sus cálidas sonrisas.
Busqué con la mirada al grupo de mis amigos, ahora era menos numeroso pero con elementos distintos, aunque seguían mirándome disimuladamente, volví a sentir ese desasosiego cuando noté un leve roce en el hombro.

Me volví y me encontré con la mirada de mi mejor amiga, era una mirada llena de ternura pero a la vez inquisitoria.

- Hola, bueno la verdad es que me gustaría hablar contigo,¿ tienes un momento?


Un nudo se estaba haciendo en mi garganta, recordaba sus palabras “… no pasa nada bebe…”, intenté serenarme pero me era imposible. Nos partamos del resto de la gente.

- Bien, dime ¿pasa algo?
- Bueno como pasar, la verdad no sé como decírtelo, hemos…
- ¿Hemos?
- Si, no lo hemos podido evitar, nos importas y…

Ahora si que temblaba….
- Mira esto se le ha caído a tu chico.

Me tendió una tarjeta, Albatros Consulting, una web y un móvil, sin embargo en la letra pequeña se podía leer, “chicos de compañía”.

- Lo siento, quizás no lo sabías…

Sonreí un poco, ¿sería eso?... porque aunque no lo conocía del todo, no me lo imaginaba como un chico de compañía. Me miró y al ver mi leve sonrisa me dijo:

- Vaya, sí que lo sabías, eso habíamos comentado algunas pero no te creíamos capaz de ello, no tenías por qué, sabes que nunca te diríamos nada si vinieras sola, pero recurrir a esto, imagina que tu madre se enterase.
- Bueno… yo…. es que……
- No se en que estarías pensando, no somos así, además besarte con él… ya se que eres mayor pero no crees….

En ese momento llegó él.

- Hola, estabais aquí.
- Si, aquí me estaba contando que se te había caído esto.

Le dí la tarjeta, la miro y sin mover un músculo de su cara, nos dijo

- Bueno, con que era esto, por lo que os he visto cotillear todo rato, que deciros, parece que vosotros lo habéis hablado todo.
- Quizás debería dejaros solos
- No espera, -le dije a mi amiga- quizás deberíamos decirte …
- No hace falta, no vine para pedirte explicaciones, sólo quería q supieras que somos tus amigos y que no necesitas de estas argucias, si vienes sola nadie te iba a decir nada…

Yo la miraba, no me podía creer lo que había sido capaz de hacer, y él me miraba a mi con su sonrisa pícara, no podía estar enfadada con él, sabía que era capaz de eso y de mucho más, y bueno era un juego, esperaba que mis amigos lo comprendieran

- La verdad, - dije- es que no quería sentirme sola, y busque en internet y lo encontré. Quedamos hace dos días para conocernos y me he enamorado de él.

Me miraron los dos con incredulidad, pero él sonrió ligeramente, entendió que yo había entrado en su juego.

- Ahora quizás él que se deba ir soy yo.
- No, no te vayas solo entiende que es una situación rara –dijo mi amiga- nos extrañamos que ella llegara al extremo de llamar a un chico como tu, bueno quiero decir… ya sabes.
- La verdad es que no te imaginas que tipo de chicas suelen contratarme.
- Pero, espero y deseo que no se haya enamorado nadie más de ti… - le dije-
- ¿De verdad estás diciendo que te has enamorado de él?
- Si – fue mi respuesta tajante-.
- Entonces os dejo, quizás deberíais hablar entre vosotros.
-
La ví alejarse y no dudé que no tardaría mucho en comentar nuestra conversación, nos miramos y no pudimos evitar reir, aunque me sentía un poco arrepentida por la mentira, estaba disfrutando de ello como una niña.

Me acerqué a él y tome su cara entre mis manos, le besé, al separarme le dije:

- Sabes que eres malo, muy malo.

Sin duda mis amigos nos estaban mirando, y ya no pude más, los veía con cara de asombro, yo que siempre había dado una imagen de chica seria y más o menos formal y ahora estaba rompiéndoles los esquemas, la seria se volvía la mas loca enrollándose con un loco chico de compañía. Me reí, nunca pensé que llegaría a hacer una cosa así y sin embargo me sentía bien como si aquello me diera un aire de libertad.

- Creo que es hora de hablar con ellos, ¿no crees?
- Si, - me contestó- espero que no se hayan molestado, al menos se han preocupado por ti, pero antes me dejaras terminar el juego ¿no?
- Si claro.

Nos acercamos a mis amigos y justo unos metros antes de llegar a ellos, se giró, me apretó contra su cuerpo y me beso largamente en un beso apasionado.

Cuando terminó, todos tenían la boca abierta mirándome sorprendidos.

- Bueno chicos, no es lo que pensáis, era simplemente una broma, le seguí el juego, estaba harta de que siempre me miraseis con cara de compasión pensando que nunca traería a nadie, y bueno esto le dio pie a él…


Sus caras se tornaron del asombro a las risas, algunas a la incredulidad, pero al final se acercaron y entre soplidos me dijeron que menudo susto les había dado, su amiga con un chico de compañía… ja ja ja ja….. aunque yo me preguntaba y ¿Por qué no podría ser verdad?


- Bueno esta ronda es mía, -dijo él- pero que conste que es Albatros Consulting quien paga………

Y todos rieron.

Aunque yo vi un brillo especial en su mirada cuando lo dijo, ya me lo explicaría mas tarde… ¿estaría con un chico de compañía? Por si acaso guarde bien la tarjeta, mientras me abrazaba a él.

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