Me daba una pereza enorme ver el vestido sobre la cama y saber que
tendría que ponérmelo cuando lo que más me apetecía era tumbarme en el
sofá con mi viejo y raído pijama, mi cuenco y alguna peli que me haga
olvidar, que me haga dormir... dormir.
Reconozco que no es el mejor
plan, pero cuando él se fue, sin explicaciones, sin más dejándo tras de
si un corazón roto, un silencio, se llevó mis ilusiones, mis fuerzas, y
ahora recuerdo lo que decia Rayuela " cada vez iré sintiendo menos y
recordando más, pero qué es el recuerdo sino el lenguaje de los
sentimienos.." y yo no quiero olvidar como sentir, aunque sea a base de
recuerdos.
He de vestirme lo sé, pero esto me recuerda las veces
que me vestía para él, llena de dudas ¿le gustaré?, siempre había una
diferencia entre sus gustos para vestirme y los suyos, pero luego
siempre coincidíamos en los gustos a la hora de que me desvistiera.
Miro
al espejo, y sólo puedo ver lo que aquella casa era hace tiempo. Una
cama para dos, sin escarcha en un rincón, un sofa testigo mudo de besos y
suspiros, una mesa de madera que se vestía de manteles blancos y velas,
danzando con aquella música...
Ya de eso hace tiempo, tanto tiempo, que los recuerdos se tornan borrosos como si estuvieran cubiertos de un extraño velo.
Bien
estoy vestida, ¿y a dónde vas con tan pocas ganas? os preguntaréis,
voy a casa de una de mis mejores amigas, bueno a su casa, a la de su
marido y a la de sus dos niños, ¡¡ qué planazo !!, pero se lo debo, se
preocupa por mi, me llama e incluso ha intentado presentarme algún
chico, "que no puedes estar en el dique seco, que la vida pasa y al
final se te va a cerrar de no hacer nada..." Logra sacarme algunas
sonrisas, y es cierto echo de menos esos arrebatos, esos besos
provocativos, las caricias, y el sexo, suave, salvaje, torrido, correrme
como una loca una y otra vez hasta quedarme acurrucada en sus brazos.
Como
siempre iba tarde subí las escaleras y llegué justo cuando un chico de
unos treinta y tantos cerraba la puerta del ascensor, pulsé el sexto
piso, era un edificio antiguo y el ascensor sin saber porqué aún seguía
vivo aunque su motor respiraba como si tuviese asma.
Le miré de
reojo, no estaba mal del todo, ¿ cuanto tiempo hacía que no me fijaba en
un chico? mi cuerpo reaccinó a mis pensamientos y noté un calor entre
mis piernas que añoraba. "Esta podria ser la tipica fantasia de hacer
el amor con un desconocido en el ascensor" me dije mientras mi
respiración se entrecortaba.
- No te preocupes, aunque a veces parezca que se va a venir abajo o pueda pararse es seguro - me dijo.
- No si no tengo miedo es que...
En
ese momento el ascensor lanzo un quejido, un estertor y se paró
bruscamente, yo caí hacia el chico que con unos reflejos increíbles me
sostuvo entre sus brazos. Noté su cuerpo pegado al mio y sin saber como
me vi besando su boca, abrí mis labios y enseguida sentí su lengua
buscando la mia. Mis manos sujetaron su nuca mientras mi pierna se
cerraba en su cintura, sus manos recorrian mi espalda bajando hasta que
encontró el final de la falda.
No dudó un instante en subírmela, e
introducir una mano por debajo de mis braguitas para agarrarme el culo y
apretarme contra el. Yo deslice las mias hasta su cinturón que se
resistia a dejarse abrir, se separó un poco me ayudo en mi tarea y en
ese espacio metio su mano en mi sexo. Lo acaricó despacio mientras yo
gemia de placer, hacía tanto tiempo que una mano extraña no me
acariciaba, y él sabia lo que hacia. empapó sus dedos con mi humedad y
me acarició lentamente, tuve que cerrar mi boca para evitar un grito de
placer cuando sentí como me penetraba con sus dedos , por fin agarraba
su tesoro escondido que se mostró duro al contacto de mis manos. Lo
acaricié apretándolo entre mis dedos, intentando frenar las ganas de
sentirlo dentro, pero no pude, lo acerque a mi sexo y con un golpe de
caderas entró. Sentía como se abría paso como me iba llenado mi sexo
mientras él me besaba el cuello me mordia despacio y se movía ¡¡ y cómo
se movia!! no resistí mucho tiempo cuando me llegó un orgasmo salvaje,
ansiado, mis piernas temblaban y él se aferraba en sujetarme para que no
cayese. Me giró contra el espejo del ascensor y volvió a metérmela
desde atrás, arqueé mi espalda provocando que la pentración fuera más
profunda, sentia sus embestidas, no quería que parase, me sentía como
"una perra en celo" y lejos de desagraderme me excitó más aún.
- Fóllame. no pares sigue follándome... - le suplicaba.
- Perdona... ya hemos llegado ¿es este tu piso?
Le miré sorprendida, bajo sus gafas de pasata negra, dos ojos de color caramelo me miraban.
- Uyss si , aquí me bajo.
- Anda yo también, ¿no iras a casa de Alicia y Carlos?
- Pues... si... no me digas .. ¿que tú también?
- Si debe ser que nos han invitado, soy Héctor.
- Y yo Almudena... encantada ... Héctor.
La
cena estuvo bien, muy bien , y aquella encerrona de mi amiga... bueno
¿quién no se preocupa por una amiga?. Lo que si que os contaré es que lo
que vino después cuando la cena terminó y Héctor y yo nos fuimos, supero con creces a mi fantasía del ascensor.
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