Sonó el teléfono, una, dos, tres veces.
Descolgó.
En algún lugar
al otro lado del aparato una voz apagada, cubierta de lágrimas, susurró
un "hola" tan bajito que las palabras se descolgaron de sus labios con
una tirolina, saltarón al telefono y caminaron hasta donde él pudo
escucharlas.
- Hola - respondió el contador de historias - hace tiempo que no sabía de ti, pensé que ya no necesitarías de nuestras charlas.
-
Hola - repitió ella, esta vez con algo más de fuerza - lo siento, sólo
que no tenía fuerzas, a veces uno suelta tanta mierda que parece un
aspersor de un parque cuando toca la hora de riego, y yo no quería
empaparte con la mia.
- No digas eso, me gusta que me llames, que me
cuentes, que por un momento descargues tu mochila, si eso te hace sentir
mejor, a mi me hace sentir mejor que escuches mis cuentos, que yo te
escuche a tí y cuando cuelgas note que tu voz ha cambiado.
- Gracias... de verdad, ¿podrás aguantar una más?
- Claro que sí.
-
Hoy no sé si te pediré un cuento, hoy soy yo la que quiero leerte algo
que he escrito en una de esas noches que no puedes conciliar el sueño,
que las sombras de una vela se confunden con las sombras de los
recuerdos, recuerdos que saltan de su arcón, un arcón guardado en un
recoveco del corazón al que uno no quiere ir a visitar, pero va.
- Dime... leemelo.
- Son unas pocas líneas... me inspiré en una canción
"Cuando me hayas ahogado en las aguas de tu olvido.
Cuando me hayas disuelto en la niebla de la mañana
Cuando me hayas dejado ir entre la espuma de las olas
Cuando sólo sea una página más que pasaste del libro de tu vida
Cuando cierres la puerta de aquella casa de la playa y
el eco de nuestras risas solo sean eso un eco
Cuando me conviertas en un recuerdo de tus recuerdos..."
Se hizo un silencio, un extraño silencio lleno de sonidos.
- Lo has dejado sin acabar - dijo el contador de historias.
-
No sé acabarlo, me quedé ahí colgada, como esos cuadros que se cuelgan
solo por el hecho de que hay que vestir una pared para que no quede
desnuda.
- ¿Me dejas?
- ¿El que?
- Terminarla
- Si quieres...
- A ver ...
"Cuando la vida te sonría y no te acuerdes del ayer
yo aún estaré detrás de tí
Cuando todo lo que veas es el azul intenso del cielo
yo tendré en mi mano el bote de pintura
Cuando tus risas apaguen el sonido de mi voz
yo aún guardaré mis canciones para ti.
Porque cuando llegue la tormenta que un día llegará
y no tengas sitio donde ir
Piensa en mi y allí estaré
acunándote una vez más"
- Me gusta ese final... pero...
- ¿Pero?
- El final ya se escribió, el final estaba escrito en el viento, gracias de todas maneras
- ¿Sabes?
- Dime...
-
Los finales nunca se escriben, los finales los pone uno cuando cierra puertas, cuando deja de sentir, cuando guarda los recuerdos en
arcones olvidados, los finales los pone uno cuando cierra los ojos, no
pongas finales, simplemente pon punto y seguido, o puntos suspensivos,
porque quien sabe...
"Cuando abrás los ojos y abras la ventana, cuando quieras pintar de azul el cielo gris
y de verde esmeralda el mar de tu vida
cuando quieras, puedes empezar a vivir."
Llámame pronto, te echo de menos.
- Gracias una vez más mi contador de historias, lo haré, no lo dudes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario