Abrió la tapa con sumo cuidado, como si de un bebé se tratara, cuando le va a cambiar el pañal.
Ante ella las 88 teclas del piano relucian como si fuera la primera vez que vieran la luz.
Posó los dedos sobre ellas deslizandolos, sin presionar, mientras el piano seguía mudo.
Levantó
las manos y las dejó caer, con el primer "do" él cerró la puerta tras
un te quiero que se perdió en el aire, con el "re" colgó los recuerdos
en el tendedero de su memoria, el "mi" trajo una casa cerrada donde
alguien un extraño retira el cartel de "se vende", rozó el "fa" como si
con ello pudiera llevarse la lágrima que surfeaba en su mejilla, el "so"
trazó una sonrisa en su boca, "la" se conviertió en el el aleteo de un
pájaro que lograba llevarla lejos de allí, y por último el "si", un si
quiero, un si puedo un si que borraba los si hubiera, si fuera, y si...
Con ellos compusó su última melodía, una que supo que nunca llegaría a superar.
Cerró el piano y descalza, bailó sobre él.
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