Estaba sentado frente a él.
Él mira por la ventana, su mirada perdida en algún punto que yo no soy capaz de reconocer.
Recordé
aquel lejano día, cuando aún la vida estaba creciendo y yo tenía el
hambre suficiente para devorar el mundo y aún quedarme con hambre.
Llegué
del instituto con el miedo metido en la mochila abrazando el cuaderno
de notas. Intenté pasar la tarde sin pensar en ello, en el momento en
el que él llegara y tuviera que hacer frente a la entrega de aquel
cuaderno de notas.
Mi mano temblaba cuando se deslizo sobre la
mesa como lo haría un esquiador sobre una fina capa de hielo a punto de
romperse, él me miró a los ojos, como si supiera lo que se encerraba en
aquel cuadernito, y sin ni siquiera abrirlo lo desplazó a la esquina de
la mesa, acercó su mano a la mia y la acarició suavemente, mientras de
su boca empezaron a flotar las palabras.
- Imagino como son tus
notas, pero ahora eso no tiene importancia, ya tienes la edad suficiente
para saber lo que es importarte para ti y lo que no. Cómo es la vida, y
lo dura que se está poniendo para saber que lo que ahora hagas va a
repercurtir en el resto de tus días, pero además de eso, hay algo que
nadie sabe porqué no se enseña en la escuela, quizás por que es la vida
la que te va enseñando día a día, aunque el aprendizaje es duro, muy
duro ya que nadie nos prepara para ello, no hay libros, ni fórmulas, que
nos ayuden a resolverlo. Tienes que aprender que tus instintos son
parte de ti, óyelos porque muchas veces son ellos los que nos llevan por
el camino que hay que recorrer. No te dejes llevar por las opiniones de
los demás, ni por lo que ellos piensen de ti, sólo tú te conoces, sólo
tú sabes como eres, cuales son tus debilidades y cuales son puntos
fuertes. Ante todo cree en ti, nunca dejes de creer en que eres capaz de
todo lo que te propongas, por mucho que los que te rodeen te digan que
no seras capaz, que no lo lograras, lucha por ello, aunque caigas vuelve
a levantarte, porque por cada caida habrá una enseñanza que te hará más
fuerte. Quierete como nadie te querrá nunca, porque de ese amor por ti
mismo nacerá el amor por los demás, ama cada instante como si fuera el
último instante de tu vida. Nunca te creas mejor que nadie, pero tampoco
te creas menos que nadie, no valores a las personas por lo que tienen
sino por lo que son. Besa con la pasión del primer beso, y hazlo con la
sinceridad de tu corazón. Y aunque esto lo lleves a la práctica todos
los días, no puedo prometerte que seas feliz, pero te hará sentirte
mejor, aunque haya días que quieras mandarlo todo a la mierda, que te
sientas solo y perdido, no olvides estas palabras, busca dentro de ti,
alli encontrarás la solución.
Calló por un momento, abrió el cuaderno de notas y lo firmó sin fijarse en mis aprobados y suspensos.
- ¿Me has comprendido?
Asentí
con la cabeza, aunque había cosas que ni siquiera sabía de lo que
estaba hablando. Fue el tiempo el que me demostró el valor de aquella
conversación, y aunque intenté llevarlas a la práctica hubo momentos que
las dejé guardadas en un cajón olvidadas, hasta que lo volvía a abrir.
Se
gira y me mira, como si por un momento supiera lo que estoy pensando,
en sus ojos hay un poso de extrañeza, la misma que he visto en los
últimos meses, cuando ya no es capaz de reconocerme.
Me levanto
de la silla, una que el enfermero me ha dejado, quisiera decirle tantas
cosas que al final solo articulo palabras mudas. En el jardín mi mujer y
mis dos hijos me esperan, al llegar a la puerta de su habitación me
giro y le veo con la mirada perdida a través del cristal. Sus labios se
mueven...
- Me alegro que seas feliz, Javier, porque me hace sentir que algo hice bueno en la vida, cuidate y cuida a tu familia...
Cuando me acerco, vuelve a silenciarse, su mirada se pierde de nuevo y sé que de alguna manera está y no está.
Ya
en el coche, miro a mi mujer y la beso, ella sorprendida me dice "¿y
eso ...?" y yo le respondo "¿y por qué no?", me doy la vuelta y mirando a
mis hijos les digo:
- Hoy quiero contaros una historia...
1 comentario:
Sencillamente preciosa.
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