Suena el teléfono. Descuelgo.
- Hola
- Hola - su voz suena dura, como si las palabras que fuera a pronunciar se fueran a estrellar contra una pared de mármol.
- Hace mucho tiempo que no me llamabas
-
Lo sé, he dejado pasar el tiempo, porque tras nuestra última
conversación, tú ultimo cuento... no, cuento no, aquel final a mi
poema, lo escuche una y mil veces y sinceramente me dolió
- ¿Te dolió?
-
Si, creo que no llegaste a comprender lo que sentía lo que te quería
decir, y tú simplemente utilizaste tu "buenismo", creo que a veces
en la vida no basta con ser positivo, no basta con decir si tiene que
ser que sea, no basta con pensar que con querer es suficiente...
- Pero...
- ¿Sabes? aquella frase "Cuando tus risas apaguen el sonido de mi voz yo aún guardaré mis canciones para ti." A
mi las risas se me apagaron y mi voz se quebró, no podía cantar, no
podía ni siquiera hablar, hasta borré la palabra peque de mis labios.
- Yo...
-
Quizás tu no has amado, pero yo no puedo pensar en que las cosas
suceden y uno las recoge y aprende de ellas como si fueran una lección
de gramática, yo no.. quizás porque en mi corazón no caben más
cicatrices, y aunque sepa que un dia oueda encontrarme mirandole a los
ojos ... se que ahora vivimos vidas separadas.
- Y sin embargo creo
que siempre hay un rincón de nuestro corazón donde a aquellas personas
que amamos, que nos quisieron, siguen viviendo allí, bajo aquellos recuerdos que
nos hicieron vivir, besar, abrazar, soñar, sé que conviven con el dolor,
el rencor y la decepción, pero siempre queda algo o eso es lo que me
gustaría pensar.
- A mi no me queda nada, solo un vacío... un enorme vacío
- Y sin embargo
- ¿Sin embargo?
- Habia
una vez un chico y una chica, en un pueblo de casas blancas cerca del
mar, de un mar tan azul que parecia convertirse en verde turquesa. desde
un primer momento supieron que eran el uno para el otro, como en
aquello cuentos donde el final siempre es feliz, sólo que la vida no es
asi y a pesar de lo que sentían su final si fue un final. Ella se mudó a
otra ciudad, y a pesar de que conoció a más gente, nunca le olvidó. Muchas veces se sorprendía cuando caminaba por una calle pensando en que estaría haciendo él, que estaría comiendo, que película estaría viendo. pero su dolor era tam grande que borraba aquellos pensamientos de un soplido.
Él
se quedo en el pueblo, intentó volver a enamorarse pero sólo conseguía
tener relaciones que le dejaban más y más vacío. Se convencía que ella
ya lo había olvidado y aunque hacía esfuerzos por olvidarla, siempre pensaba que no hay nada más lindo que recordar a quien te ha olvidado.
Pasaron
los años, hasta que el destino los volvió a jugar una pasada. Él viajó
a aquella ciudad y como si alguna mano manejara unos hilos invisibles
se cruzaron en una calle. A pesar del tiempo transcurrido, cuando sus
miradas se enlazaron en el aire, fue como si una agujero en el tiempo
les devorara y aquello que habían sentido les golpease de nuevo. Él siguió
andando, pensando que ella no le recordaría, ella se mordió el labio,
intentó cruzar la calle pero recordó la frase de aquella canción "
aunque sepa que un dia me encontraré mirándote a los ojos... se que
ahora vivimos vidas separadas". Ella siguió su camino.
Hubo un silencio
- ¿Y...? - dijo ella.- Nada - contestó él
- ¿Cómo que nada? ¿no se volvieron a ver, no se llamaron no se dijeron nada...?
- Tú que harías, me has llamado enfadada y ahora me dices...
- Ya, bueno, pero la vida es otra cosa, no es un cuento de los que tú cuentas
- ¿de verdad? No crees que puedes hacer de tu vida un cuento, y que no sea un cuento tu vida
Hubo otro silencio
- Quizás... - y las palabras de ella, como equilibristas, se mantuvieron en el aire.
- Quizás ya es algo, me ha gustado que me llamaras, por favor no te demores tanto
- Te llamaré
- Adiós
- Ciao
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