Me pongo el uniforme azul, y cuando paso delante del espejo del vestuario bajo la mirada.
No
es que me avergüence de el, pero tras pasar muchos años de mi vida
estudiando, dando todo de mi, terminar una carrera, nunca pensé que
llegara a trabajar con este ridículo uniforme en un supermercado.
No
quiero que penséis que me las doy de algo, tal como están las cosas y
mi vid,a incluso debería dar las gracias, pero pìenso qué tan bajo hemos
llegado, que se han de dar las gracias por un mísero sueldo en un
mísero trabajo, no sólo a mi. que pasé mi vida entre libros sino a la
mayor parte de las personas que ejercen trabajos tan mal pagados aunque
la excusa sea que cualquiera puede hacerlo y que hay cientos esperando
por un trabajo así.
Monto el mini stand entre esas dos barreras
frigorificas, sino fuera por mi camiseta térmica estaría temblando de
frío todo el día.
Aún es pronto, pero en nada vendrán, unos pasaran
sin ni siquiera mirarme, otros se pararan a la espera de que me acerque
por que ya no sólo buscan comprar los productos también buscan algo de
charla, luego están esas personas que te miran por encima del hombro,
que despectivamente te llaman o ni siquiera te escuchan tan solo porque
creen que son algo más que yo, y por último están los niños, esos que
corretean, cogen los productos los tiran al suelo o los abren y los
padres les rien la gracia, mientras yo no se si gritarles a ellos o
darles un bofetón, ahora los niños, con eso de que no se les puede
gritar y ni mucho menos un cachete se les educa con esa "psicologia"
barata que crea monstruos que gritan a los padres, que se enfrentan a un
adulto cuando les recriminan su actitud y lo peor es que si lelgan los
padres encima se te encaran.
Sin embargo me gustan los viejitos
que viene a verme, unos me piden si tengo algo de oferta o de muestra,
algunos sólo vienen a pasear por el centro comercial, su vida ha quedado
relegada a eso, a un paseo solitario antes de estar encerrados en sus
cuatro paredes, y se me acercan y me cuentan, que si sus hijos ya casi
no pasan a verlos, que se sienten solos y salir a dar una vuelta les
vale, otros solo lo piden por que seguramente es el unico postre que
tendrán, su corta pensión no da para más, luego llegan las señoras con
el carro como si circularan en un coche de lujo con sus abrigos de piel
sintética, se paran y me sueltan los ultimos cotilleos que en tardes
pegadas al televisor han visto en salvame o en cualquier programa
basura y de mierda que proliferan y triunfan, echar la bilis unos sobre
otros, sacar todos lo trapos sucios, qué más da que sea en horario
infantil, los que lo ven se tragan toda esa mierda como si fuera el
mejor alimento cocinado.
Y yo les escucho, no me que da otra, en
una especie de consejara-psicologa-sacerdote, a la espera de que se
llevan un pack o dos, a la espera de que vuelvanm y con sus compras yo
puedarellenar luego un largo formulario de los productos que más han
gustado , los que más se han vendido, y así poder volver el siguiente
fin de semana.
Llega un señor con traje y corbata, engreido me
mira y me escupe sus palabras " tienes alguna muestra hoy", es su ritual
no suele comprar nada, pero me mira altanero a la espera de que se lo
de, y cuando lo tiene en su mano se va, ni un gracias, ni un feliz día.
os
preguntaréis que porqué se lo doy, es sencillo, la segunda vez que me
lo pidió y le dí, a la hora de comer le sorprendí en un banco, un papel
de estraza, un bocadillo y mi muestra. Seguramente es alguien al que le
han echado del trabajo y no tiene valor de enfrentarse en casa a la
verdad, pasa por 100 grs de mortadela y una pequeña barra de pan y come
en un banco alejado de todos y de todo, intentando pensar que su mundo
no se ha venido abajo que él sigue igual, que todo sigue igual, hasta
las 5 que puede volver a casa, un dia de trabajo más un dia con la
mentira bajo el brazo.
Y asi son mis días aquí, de pie con la
mejor de mis sonrisas, aunque por dentro yo tambien sienta que mi mundo
lentamente se derrumba, auqnue cuando me quite el uniforme tenga que
ponerme otro, ese que oculta lo que siento por dentro para que nadie se
de cuenta, para que lo que mas quiero en el mundo solo vea mi sonrisa y
no mis lágrimas, para de alguna manera no sentirme devorada por este
mundo cruel, donde hay personas que una vez pensaste conocer y amar y
hoy se te revuelven como serpientes.
Sólo os pido una cosa,
cuando os acerquéis en un hiper mercado o en un super a alguien que
promociona productos, pensar que vosotros podíais ser esa persona, es
alguien que hace su trabajo, que quizás es todo lo que tenga, alguien
como vosotros.
1 comentario:
Cuantas clases de gente ve y escucha el que está en contacto con el público, los clientes. Es una feria de personas y personajes que debe filtrar y sobrellevar.Pero él se merece todo el respeto del mundo.
Un abrazo Nico
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