Sonó el telefono.
- ¿Carlos? - dijo una voz femenina rota por el llanto
- Carlos, soy yo, otra vez... otra vez ha pasado...
Quise contestarle que se había equivocado, pero ella siguió hablando.
-
Se ha ido, y quizás sea para siempre - el llanto entrecortaba sus
palabras - y otra vez no he sabido implicarme, me ha dado tanto miedo, decirle lo que sentía,
que cuando se lo he dicho, ha sido demasiado tarde... y ahora ya no está... le echo tanto de menos, me siento tan vacía...
Oigo sus sollozos pero no puedo decirle nada, solo escuchar.
-
Ahora me he dado cuenta de cuanto le quería y lo que le echo de menos,
pero se ha ido, le he perdido, no sé si algún día volverá, me dijo
tantas cosas... creí que nunca pasaría...
y no supe verlo... ¿porqué
Carlos?, por que soy tan estúpida, por que siempre dejo pasar a las
personas que me quieren y no logro darme... hasta que es tan tarde...
- Perdona, no soy Carlos...
- ¿No? - noto como su voz se endurece, se retrae asustada - perdona yo... no ...pensé que eras...
- No te preocupes, quizás sea mejor así, desahogarse con un extraño.
- Yo... no sé... ¿quien eres?
-
Eso es lo de menos, soy un contador de historias, un tejedor de
palabras, quizás ahora sea alguien que puede contar cuentos por
teléfono, ¿quieres oir uno?
Su voz cae por el hilo del teléfono y
se apaga, sé que se lo está pensando, ¿estará loco, un contador de
cuentos por teléfono?, espero hasta que su voz nace de nuevo.
- Está bien, no sé quien eres ni sé que me vas a contar, pero siempre puedo colgar ¿no?
- Siempre que quieras, aunque creo que no lo harás.
- Veremos...
- Este es mi cuento.
Y empiezo una historia.
-
"Ella bajó a la playa, y a pesar de ser principio de Otoño, el sol
calentaba la arena, sintió que el calor de sus pies peleaba con el frío
que cubría su corazón, estaba sola de nuevo, y aquella playa como un
cuchillo que se hunde en la mantequilla, rasgaba la piel de sus recuerdos,
recuerdos de risas, de paseos acompañada, de una casa que no era suya
pero que por horas lo era.
Anduvo como si estuviera pérdida, como si todo aquello fuera un lugar desconocido.
Vió
a un chico, ya había dejado de ser un niño, pero aún no era un hombre,
se sentó en la arena ni demasiado cerca para incomodarle ni demasiado
lejos para no verle. Estaba construyendo un castillo de arena, despacio
con detalle, cuidando cada parte, se para y le hace una foto un
instante antes de que una ola se lo lleve. Él mira como se
deshace, y en cuanto la ola se va, vuelve a comenzar a construir otro.
Hace la misma operación, y otra ola llega y se lleva su castillo.
Al
tercer castillo que una ola besa, atrapa y se va con el, me acercó, él
me mira y yo dudo de si preguntarle, pero las palabras caen de mis
labios, - ¿si sabes que una ola puede llevarse el castillo, por que
sigues haciéndolo? - le pregunto. - No sé si se lo llevará hasta que lo
hace, me gusta pensar que llegará el momento en que la ola no pueda con
mi castillo y rompa contra su muralla...- ¿Y las fotos? - le pregunto
de nuevo. - Las fotos son para recordar los que hice, para recordar
donde me equivoqué, por donde la ola se llevó mi castillo, para... si acaso
volver a construir otro, quien sabe quizás construya uno nuevo, o
quizas construya el mismo pero sabiendo por donde no ha de caerse..."
Me
despido y le dejo con otro castillo, desde lejos me doy la vuelta, él
me saluda con la mano, y yo miro su nuevo castillo, este parece que será
mas fuerte y aguantará el envite de la ola, y yo pienso en mis propios
castillos, en prepararme para construir uno nuevo, quizás sea como el
último, quizás... sin embargo sé que será más fuerte, y que no habrá ola
que pueda con él."
Guardo silencio, oigo un leve sollozo, hasta que el silencio se rompecon su voz, esta vez más clara.
- Es hermoso... tu cuento - me dice - gracias.
-
Gracias a ti, por no haberme colgado, por haberme escuchado, yo tambien
tengo mis castillos yo tambien tengo olas que se lo llevan...
- ¿Puedo..?
- Dime
- ¿Llamarte otro día?
- Puedes, siempre que quieras.
- Lo haré ¿cómo te llamas?
- Por ahora soy un simple contador de historias... cuentos por teléfono.
- Pues gracias por tu cuento, me siento mejor
- Yo también.
- Te llamaré
- Hazlo.. cuando quieras, quizas haya otro cuento.
- Ójala, un beso
- Un besito. ciao
2 comentarios:
Me encantó leerte Nicolás, eres un gran creativo de las letras. El contador de cuentos y el constructor de castillos se entrelazan en este relato. Cuantas veces un oído atento, y una historia acorde pueden cambiar el ánimo de una persona dándole otra perspectiva de la vida.
Congratulaciones amigo de Madrid, agradezco tu visita.
Un abrazo.
¿Spinoff de Raíces al Viento? Me ha gustado, contador de historias!
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