- Dime ¿pasa algo?
- Lo siento pero la que cuida a la tía no puede ir y a mi me es imposible, ¿puedes quedarte tú con ella esta noche?
- No me jodas... ¿esta noche?
- Si... venga ya sabes que...
- Sí ya se... pero es que es inaguantable...
- Lo sé... pero no puede estar sola.
- Está bien, vale voy para allá.
La tía era una anciana de 90 años, con demencia senil pero forrada de dinero, algo que aunque costara reconocerlo era un buen motivo para aguantar una noche. Vivía en una casa grande y desde hacía tres años no había vuelto a pisar la calle, las visitas que le había hecho su sobrino siempre terminaban en discusión, era una mujer con un terrible carácter que siempre había hecho en su vida lo que le había dado la gana y le habían consentido.
Cuando llegó al portal ya era noche cerrada pese a ser las 6:30 de la tarde, la lluvia arreciaba y maldijo cuando apretó el botón del portero automático. Como era habitual tardó en abrir lo cual solo logró enfadarlo aún más.
- Ya te vale casi me quedo helado abajo - le soltó nada más abrir la puerta
- Es que no he oido nada
- Claro tienes la tele a todo volumen no me extraña.
- Anda que nada mas entrar y ya me estas regañando, ¿no me traes tabaco?
- ¡¡Ya estamos!! no acabo de entrar y siempre con el tabaco, ¿a que te has fumado lo que te dejan?
- No lo sé voy a ver.
Le hace la cena, ella sentada no se mueve para ayudarle simplemente le mira hacer, y se queja de la ciática. "Te ayudaria, pero es que no puedo moverme" - le dice. Él masculla un " ya, cuando quieres bien que te mueves no te jode" y se sienta a verla cenar.
- ¿Te vas a quedar? dame un pitillo anda - le dice mientras sigue masticando la tortilla francesa que asoma por su boca
- Si me quedo, sola no puedes estar, y tabaco no hay así que cena y tómate las pastillas.
- Pero ¿porque? dame un pitillo si tu fumaras yo te lo daría...
- ¡¡Que no!! No puedes fumar y por favor no me lo digas más, siempre igual que si un pitillo...
Termina de cenar se toma las pastillas y cuando él está llevando los platos a la cocina se pone un vaso de vino con gaseosa que se lo bebe de un trago.
- Venga dame un pitillo aaaanda -le dice arrastrando las palabras en su boca
- ¿Pero que has hecho? ya te has tomado el vino si sabes que con las pastillas de dormir no puedes que te afecta ....
- Si... bueno.... y ese pitillo ¡¡damelo!!
Su cara se descompone mueve las manos como si quisiera atrapar algo en el aire, las pastillas para dormir ya empiezan a hacerle efecto y él se asusta un poco.
- Vamos que te llevo a la cama.
. Y mi pitillo ... anda... no seas malo...
- ¡Qué no! basta ya, a la cama
La mete en la cama ella coge el mando de la tv y la enciende, "no me cierres la puerta del todo" - le dice. El vuelve al salón y busca algún canal de televisión donde haya algo interesante que ver.
Desde la cama ella grita.
- ¿Me vas a traer el pitillo? me voy a comprar cuatro cajetillas y voy a fumar cuando yo quiera...
Él hace oídos sordos, mientras ellas sigue de vez en cuando preguntando por el tabaco. Hasta que pasado un rato se hace el silencio.
Cansado él se va a su dormitorio, apaga la luz y cierra la puerta. Las paredes de aquella casa como papel de fumar dejan oír cualquier ruido. En su habitación brillan unas estrellas fosforescentes, no puede dormir, le parece que su tia se ha levantado y oye como arrastra los pies, sin embargo no ve ninguna luz encendida por debajo de la puerta de su habitación.
- No te obsesiones, no se ha levantado - se dice, e imagina que ella en un ataque psicótico entra en la habitación a reclamar su tabaco. No suele ser miedoso pero esa imagen de su tía abriendo lentamente la puerta le hiela la sangre.
Vuelve a oír ruidos en el pasillo, - ¿tia? - grita, pero nadie contesta, mira el hueco de la puerta no hay luz pero juraría que la puerta se está abriendo, justo en ese momento se oye un tremendo relámpago y la luz del despertador parpadea antes de apagarse.
- Mierda, no me jodas que se ha ido la luz.
Intenda ver en la oscuridad algún reflejo que pueda indicarle si la puerta se está abriendo, su mente le traiciona y cree ver la silueta de la vieja en el quicio de la puerta "vengo a por mi tabaco... dame mi pitillo..."
Se pone nervioso, su imaginación se dispara, y si su tía alterada por la mezcla del vino y las pastillas para dormir fuera capaz de... " no digas tonterias, es una vieja..." se dice intentando tranquilizarse. A tientas toca el pomo de la puerta del dormitorio e intentado no hacer ruido abre la puerta, se asoma al pasillo y casi susurrando - "¿tía, estas despierta?" - No hay respuesta.
La casa es grande y no sabe donde puede haber alguna vela, duda si acercarse hasta la habitación de su tía, pero paso a paso avanza hacia ella, intentando oír si duerme. Con la mano pegada a la pared avanza recuerda que el pasillo gira a la izquierda antes de llegar al dormitorio, se para e intenta escuchar, silencio. De repente un crujido a sus espaldas, lanza un grito, su corazón parece salirse de su pecho, se agarra a la pared esperando ver si ella está detrás, - "Tia, por Dios, ¿estas ahí? " - pero nadie contesta, ahora el ruido parece amortiguado. Se detiene y vuelve a escuchar, otra vez el crujido, pero no viene de atrás sino de arriba, "malditas paredes, !!joder!! es el vecino".
Por fin llega al dormitorio de su tia, empuja la puerta, todo está a oscuras y no se oye nada. Duda si acercarse a la cama y tocar por si está allí, - "y si se ha muerto.."- piensa mientras se concentra en si puede oir su respiración, cuando ya está casi pegado a la cama la luz de la mesilla se enciende y se apaga repentinamente. lo justo para ver que ¡¡¡ la cama está vacía!!!
El amago de volver la luz, se ha quedado en eso, y todo sigue a oscuras.
- Tiaaaaa - grita - ¿pero donde estas?
- continuará -
2 comentarios:
Que noche que ha pasado el chabón, mira que le ha entrado el miedo.
Dicen que las personas de mal carácter, cuando se vuelven seniles se ponen peor.
Nos ha quedado la intriga de como sigue esta historia.
Excelente la primera parte.
Un fuerte abrazo Nico.
Queremos segunda parte.
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