"Estoy bien, me encuentro bien.
Estoy bien, no es nada, no me pasa nada..."
Se decía, mientras desde su visión podía ver su cuerpo tendido en el frío suelo del cuarto de baño.
Era otra mentira más, otra más que se decía.
Todo empezó de pequeño, en su casa, cuando sonaba el teléfono y su padres le decían : "dí que no está papá,dí que no hemos salido, ni que nos hemos ido a comer fuera."
Él no lo entendía pues al otro lado de la línea de teléfono estaban sus tios, ¿por qué no decir la verdad? ¿por qué no decir que habían ido a comer al restaurante de al lado, o que papa estaba sentado al sofá pero no se quería poner?
Miraba
extrañado a sus padres, y estos sólo le decían que a veces es mejor una
metirijilla que no hace daño a nadie, que decir la verdad.
Y él lo tomó al pie de la letra.
Cuando
su hermana salía con su noviio y le decía no digas nada, él sabia que
era otra mentirijilla, "¿Dónde está tu hermana? " le preguntaba su
madre, "ha ido a estudiar a la biblioteca" decía sonriendo. ¿De dónde
vienes? le preguntaba su madre, "me he quedado a estudiar con Juan" le
decía, cuando había estado toda la tarde en el parque.
"No hago daño a nadie", si digo la verdad mis padres se enfadaran, así es mejor.
Y aquello fue creciendo a medida que él crecía. Las mentiras pasaron a ser una parte fundamental en su vida, eran como una vida paralela,
a
veces, le cogían en alguna y aunque era peor, siempre recordaba la
frase de sus padres, "... mejor una mentirijilla que no hace daño a
nadie..."
Empezó a creerselas, sus mentiras se conviertieron en
verdades de tanto repetirlas, tanto que llegaba a vivir en mundos
recreados a base de
mentirse.
Hasta que llegó aquel dolor,
una punzada que le atravesába el pecho, "no es nada, estoy bien" se
decía cada mañana al espejo, "es algo normal, un poco de flato".
Se mentía a si mismo, llegándose a creer que aquel dolor sólo era un acto de su imaginación.
Pero
aquella mañana la punzada no se fue, aquella mañana no le bastó
repetirse una y otra vez "no me duele, estoy bien, no es nada".
Aquella
mañana mientras veía desde lo alto del techo su cuerpo tendido en el
frío suelo del cuarto de baño, se dijo por primera vez una verdad:
"estoy muerto".
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