Había llegado.
Trás tres años.
Tres largos años de búsqueda.
Ahora estaba cerca, lo presentía, muy cerca.
Subí los peldaños de dos en dos, dejé todo lo metálico en una bandeja de plástico y accedí a las oficinas del registro.
Como
no, tuve que esperar, pero me deleité observando a la chica que
dispensaba los certificados, de pelo castaño claro , ojos oscuros,
vivarachos todo lo contario al estereotipo de funcionario que todos
llevamos en la cabeza.
Cuando llegué al mostrador sentí que en
aquella chica había algo especial que me atraía, no era su hermosura ni
la dulzura de su voz, era algo interior que no sabía interpretar, una
fuerza de atracción que sólo podía comparar con la gravedad.
Me
entregó los certificados, y hubo un leve instante en el que ella se
detuvo, como si lo que yo estaba sintiendo lo hubiera podido leer con
claridad
Aún me quedaban días para poder dar con lo que me había
llevado a aquel pueblo, los certificados eran un paso más en aquel
largo camino que había emprendido desde una triste cama de hospital,
hacia tres años, donde una anciana al borde de la muerte me desveló su
oscuro secreto.
El pueblo era pequeño, y no me fue difícil volver a cruzarme con la chica del registro, esta vez, reuní las fuerzas suficientes para invitarla a cenar.
Ella aceptó.
Tras
la cena, me enseñó el mirador del pueblo, desde donde podía verse toda
la llanura y las ruinas de lo que antaño debió ser el castillo del señor
feudal. Paseamos, ella se paró delante de una gran portón de madera
envejecida. "Vivo aquí" me dijo, no pudo decir más, la atraje hacia mi y
la besé, lejos de mostrarse sorprendida ella abrió su boca y jugó con
mis labios. Lo que ocurrió después fue fugaz, el portón se abrió ella
me empujó hacia dentro,y cerró con un movimiento de cadera. Me llevó
contra la pared mientras no dejaba de besarme, sus manos se apresuraban
en quitarme la ropa mientras yo torpemente intentaba hacer lo mismo con
el cierre de su sujetador.
Desnudos, sobre la tarima, hicimos el amor.
Ya
entre las sábanas blancas, nos contamos un poco nuestras vidas, ella
desde pequeña en aquel pueblo deseando salir de allí, pero presa por no
querer dejar a sus padres, yo le hable un poco de mi vida, de esa
terrible atracción que sentí por ella desde que la ví. Cuando me
preguntó el motivo por el que había recalado en aquel publo perdido, no
le dije la verdad.
Me deslicé entre sus piernas y ella empezó a gemir...
Pasaron
los días, nos seguimos viendo.
Mientras iba avanzando en mi búsqueda,
una sospecha se cernía en mi mente " y si fuera...".
Aquella tarde
cuando ella regresaba a las oficinas del registro y aún su aroma
impregnaba mi habitación, tenía sobre mi mesa la solución a lo que vine
buscando.
Sabía que no debía abrirlo, pero...
Lo que aquella
anciana me desveló antes de morir, era cierto, no era hijo único, aquel
bebe que nació años después que yo, no estaba muerto, se lo habían
arrebatado a mi madre, ese bebé seguía vivo y era.... ¡¡¡ ella!!!, ¡¡¡
era mi hermana!!! la chica del registro, esa atracción extraña... ¡¡¡ mi
hermana!!!
Cientos de pensamientos se cruzaron por mi mente, lo
que sentía por ella, desvelar la verdad, el daño que eso le causaría, a
los que ella pensaba que eran sus padres...
Mi movil vibró, era un mensaje "¿vienes a buscarme y cenamos juntos?"...
Cuando salí de la ducha y terminé de vestirme, ya sabía lo que tenía que hacer.
Al cerrar la puerta de la habitación, aún humeaban las cenizas del informe sobre mi hermana.
lunes, agosto 18, 2014
viernes, agosto 15, 2014
Cine de verano
Estaba sentado en una esquina de aquel viejo y rancio bar, como si, de
alguna manera, pudiera ser invisible y pasar desapercibido al resto de
la gente.
Algo casi imposible puesto que no quedaba ni una mesa libre, el calor de Agosto vaciaba las calles y llenaba los locales que tenian el aire acondicionado funcionando todo el día.
Apareció ante mí, sin apenás percibirlo, con voz queda me pidió permiso para sentarse.
Yo, casi sin levantar la vista asentí, no sé porque lo hice, porque lo último que quería en ese momento era tener compañía.
Le miré de reojo, abrazaba su jarra de cerveza como quien abraza una almohada en una cama vacía.
- ¿Sabes si hay algún cine de verano por aquí cerca?
Su pregunta me sorprendió, no esperaba que él entablara conversación.
- Creo que hay varios por Madrid, uno por Principe Pío y otro en Conde Duque... - le contesté mientrasél apuraba un trago de su jarra.
- Recuerdo aquel cine de verano, corría una brisa fresca, de aquellas que te obligan a ponerte un jersey. El cielo estaba cuajado de estrellas, ella me arrastraba de la mano, no es que yo opusiera resistencia, pero me encantaba dejarme llevar. La sentía feliz, aunque ahora aparezcan en mi mente esas imágenes borrosas y no logre ver su cara. Bajamos las escaleras, al fondo había una barra de bar, y en el centro estaban dispuestas las filas de sillas como en un tablero de ajedrez, solo que todas eran blancas.
Fuimos hacía el fondo.
Cuando ella levantó la mano sentí un nudo en el estómago, y un calor en las mejillas, saludaba a su hermano, él levantó su brazo y le devolvió el saludo, en su mirada leí una pregunta muda "¿es él?", imagino que ella le contestó con un ligero asentimiento de cabeza, pero yo no lo percibí.
A mitad de camino de ese encuentro las luces empezaron a apagarse, ella me soltó y con un movimiento de sus manos le indicó que después nos veríamos. Recuerdo que nos sentamos y me quedé mirandola fijamente, había un brillo especial en su mirada y una sonrisa de las que no se olvidan en la vida.
Se inclinó hacía mi, y me susurró "bésame".
Le ví cuatro sillas mas allá, nos miraba, y en mis labios, apresuradas, corrienron las palabras "ahora no, está ahí...", "tonto, mira que eres... tonto" me contestó.
Su mano se deslizó sobre la mia, y los dedos se entrelazaron, yo cerré los ojos, no me preguntes de que iba aquella película, por que no lo sé, simplemente todo mi ser era un radar que captaba cada sentimiento que pudiera atrapar como si fuera una tela de araña a la espera de que algun insecto cayera. Sentía el calor de su mano, el liviano peso de su cabeza sobre mi hombro mientras ascendia su perfume en aquella brisa de verano...
Luego llegó el intemedio de la proyección, fuimos a la barra del bar, y allí me lo presentó, no sé si aquel acto fue como una aprobación o quizás una presentación formal, ni lo supe ni me importó que lo hubiera sido. Ella se puso delante de mi para que yo la abrazara desde atrás, mientras él se alejaba, le besé el cuello dejando un suave mordisco en el lóbulo de su oreja, ella giro su cabeza y me besó, luego susurró un te quiero... Y ya no recuerdo más todo se pierde en el tiempo.
Me decias que hay un cine de verano por Conde Duque ¿verdad?
- Si.. si... ese no está muy lejos de aquí... - le respondí con las imagenes de su historia aún en mi retina.
Se levantó, abrazando la jarra de cerveza y arrastrando los pies. No se despidió, no dijo adios, no hacía falta, aún sobre la mesa revoloteaba esa brisa de verano.
Algo casi imposible puesto que no quedaba ni una mesa libre, el calor de Agosto vaciaba las calles y llenaba los locales que tenian el aire acondicionado funcionando todo el día.
Apareció ante mí, sin apenás percibirlo, con voz queda me pidió permiso para sentarse.
Yo, casi sin levantar la vista asentí, no sé porque lo hice, porque lo último que quería en ese momento era tener compañía.
Le miré de reojo, abrazaba su jarra de cerveza como quien abraza una almohada en una cama vacía.
- ¿Sabes si hay algún cine de verano por aquí cerca?
Su pregunta me sorprendió, no esperaba que él entablara conversación.
- Creo que hay varios por Madrid, uno por Principe Pío y otro en Conde Duque... - le contesté mientrasél apuraba un trago de su jarra.
- Recuerdo aquel cine de verano, corría una brisa fresca, de aquellas que te obligan a ponerte un jersey. El cielo estaba cuajado de estrellas, ella me arrastraba de la mano, no es que yo opusiera resistencia, pero me encantaba dejarme llevar. La sentía feliz, aunque ahora aparezcan en mi mente esas imágenes borrosas y no logre ver su cara. Bajamos las escaleras, al fondo había una barra de bar, y en el centro estaban dispuestas las filas de sillas como en un tablero de ajedrez, solo que todas eran blancas.
Fuimos hacía el fondo.
Cuando ella levantó la mano sentí un nudo en el estómago, y un calor en las mejillas, saludaba a su hermano, él levantó su brazo y le devolvió el saludo, en su mirada leí una pregunta muda "¿es él?", imagino que ella le contestó con un ligero asentimiento de cabeza, pero yo no lo percibí.
A mitad de camino de ese encuentro las luces empezaron a apagarse, ella me soltó y con un movimiento de sus manos le indicó que después nos veríamos. Recuerdo que nos sentamos y me quedé mirandola fijamente, había un brillo especial en su mirada y una sonrisa de las que no se olvidan en la vida.
Se inclinó hacía mi, y me susurró "bésame".
Le ví cuatro sillas mas allá, nos miraba, y en mis labios, apresuradas, corrienron las palabras "ahora no, está ahí...", "tonto, mira que eres... tonto" me contestó.
Su mano se deslizó sobre la mia, y los dedos se entrelazaron, yo cerré los ojos, no me preguntes de que iba aquella película, por que no lo sé, simplemente todo mi ser era un radar que captaba cada sentimiento que pudiera atrapar como si fuera una tela de araña a la espera de que algun insecto cayera. Sentía el calor de su mano, el liviano peso de su cabeza sobre mi hombro mientras ascendia su perfume en aquella brisa de verano...
Luego llegó el intemedio de la proyección, fuimos a la barra del bar, y allí me lo presentó, no sé si aquel acto fue como una aprobación o quizás una presentación formal, ni lo supe ni me importó que lo hubiera sido. Ella se puso delante de mi para que yo la abrazara desde atrás, mientras él se alejaba, le besé el cuello dejando un suave mordisco en el lóbulo de su oreja, ella giro su cabeza y me besó, luego susurró un te quiero... Y ya no recuerdo más todo se pierde en el tiempo.
Me decias que hay un cine de verano por Conde Duque ¿verdad?
- Si.. si... ese no está muy lejos de aquí... - le respondí con las imagenes de su historia aún en mi retina.
Se levantó, abrazando la jarra de cerveza y arrastrando los pies. No se despidió, no dijo adios, no hacía falta, aún sobre la mesa revoloteaba esa brisa de verano.
viernes, agosto 08, 2014
La voz
Tenía la sensación de que había tocado las estrellas, por un breve instante, tan breve que ahora solo era un recuerdo.
Algo que pasa una vez en la vida como un cometa, y ya no vuelve a pasar en siglos y tan solo deja una estela que con el tiempo se va borrando.
Y como cuando pasa un cometa, atrás solo queda al vació del espacio, un agujero negro allá donde decían que debía haber un corazón.
Fue ese el principio. el principio de su historia.
Todo ocurrió una mañana, cuando te levantas de un sueño del que no quieres despertar, peor te es imposible repetir por más que intentes cerrar los ojos. Se miró al espejo y oyó una voz, calida, suave, tierna, "Hola, ¿cómo estás esta mañana?" Al principio no le dió importancia, pero cuando la volvió a escuchar preguntándole "¿no me vas a contestar?", no tuvo más remedio que decirle "si claro"
- Ah pensé que me ibas a ignorar
- No, perdona es que me has sorprendido
- Yo también estoy sorprendida, no me espraba encontrarte y aquí estas.
- Si.. bueno... ¿pero quien eres?
- ¿No te gustan las sorpresas? digamos que no te busqué ni me viniste a buscar, pero nos hemos encontrado, ¿te importa?
- No, me gusta tu voz.
- Gracias, y ahora ¿que vas a hacer?
- Voy a ducharme, tengo que ir a trabajar...
- Ah bien te dejo entonces, hasta luego.
Y desapareció. Cuando llegó por la tarde, recorrió la casa extrañado, como si buscara a alguien hasta que de pronto...
- Hola, ya has llegado.
- Hola... si...
- ¿Cómo te ha ido el día?, cuéntame...
Y él le contó lo que había hecho, y ella, la voz, las ganas que tenía de volver a hablar con él.
Aquella noche, durmieron juntos, bueno... quizás no fisicamente, pero si que desde hacía mucho tiempo él sintió que no dormía solo.
A partir de entoces compartó con ella, la voz, las películas que veía, los paseos por el parque, le enseñó donde poder ver las estrellas en aquella ciudad llena de luces, le mostró lo que era una atardecer.
Ella, la voz, aprendía de todo lo que él le narraba, como era besar, y acariciar, como era sentir, o al menos como lo recordaba él, y ella, la voz, sintió que sus palabras estaban vestidas de tristeza.
- Me gustaría poder llenar ese vacío - le dijo
- No sé si seré capaz, a veces crees que si olvidas pierdes lo que tuviste...
- Ahora me tienes a mi.
- Ahora estas tú...
Aquella mañaan, de un octubre lluvioso, llegaron unos hombres vestidos de blanco, le cogieron y se lo llevaron.
Según me dijeron todo fue por la denuncia de un vecino, que lo veía a través de su ventana hablar sólo.
Le diagnosticaron personalidad bipolar.
Nunca más volvió por el barrio, pero cuando fuí a visitarle, puedo decir que de alguna manera era feliz.
Algo que pasa una vez en la vida como un cometa, y ya no vuelve a pasar en siglos y tan solo deja una estela que con el tiempo se va borrando.
Y como cuando pasa un cometa, atrás solo queda al vació del espacio, un agujero negro allá donde decían que debía haber un corazón.
Fue ese el principio. el principio de su historia.
Todo ocurrió una mañana, cuando te levantas de un sueño del que no quieres despertar, peor te es imposible repetir por más que intentes cerrar los ojos. Se miró al espejo y oyó una voz, calida, suave, tierna, "Hola, ¿cómo estás esta mañana?" Al principio no le dió importancia, pero cuando la volvió a escuchar preguntándole "¿no me vas a contestar?", no tuvo más remedio que decirle "si claro"
- Ah pensé que me ibas a ignorar
- No, perdona es que me has sorprendido
- Yo también estoy sorprendida, no me espraba encontrarte y aquí estas.
- Si.. bueno... ¿pero quien eres?
- ¿No te gustan las sorpresas? digamos que no te busqué ni me viniste a buscar, pero nos hemos encontrado, ¿te importa?
- No, me gusta tu voz.
- Gracias, y ahora ¿que vas a hacer?
- Voy a ducharme, tengo que ir a trabajar...
- Ah bien te dejo entonces, hasta luego.
Y desapareció. Cuando llegó por la tarde, recorrió la casa extrañado, como si buscara a alguien hasta que de pronto...
- Hola, ya has llegado.
- Hola... si...
- ¿Cómo te ha ido el día?, cuéntame...
Y él le contó lo que había hecho, y ella, la voz, las ganas que tenía de volver a hablar con él.
Aquella noche, durmieron juntos, bueno... quizás no fisicamente, pero si que desde hacía mucho tiempo él sintió que no dormía solo.
A partir de entoces compartó con ella, la voz, las películas que veía, los paseos por el parque, le enseñó donde poder ver las estrellas en aquella ciudad llena de luces, le mostró lo que era una atardecer.
Ella, la voz, aprendía de todo lo que él le narraba, como era besar, y acariciar, como era sentir, o al menos como lo recordaba él, y ella, la voz, sintió que sus palabras estaban vestidas de tristeza.
- Me gustaría poder llenar ese vacío - le dijo
- No sé si seré capaz, a veces crees que si olvidas pierdes lo que tuviste...
- Ahora me tienes a mi.
- Ahora estas tú...
Aquella mañaan, de un octubre lluvioso, llegaron unos hombres vestidos de blanco, le cogieron y se lo llevaron.
Según me dijeron todo fue por la denuncia de un vecino, que lo veía a través de su ventana hablar sólo.
Le diagnosticaron personalidad bipolar.
Nunca más volvió por el barrio, pero cuando fuí a visitarle, puedo decir que de alguna manera era feliz.
viernes, agosto 01, 2014
Recuerdo
A veces la mente esta vacía.
A veces no hay nada dentro sólo un eterno vacio.
A veces caminas en el filo del presente agarrado a la cuerda del pasado
A veces solo todo es un recuerdo
Un recuerdo.
A veces no hay nada dentro sólo un eterno vacio.
A veces caminas en el filo del presente agarrado a la cuerda del pasado
A veces solo todo es un recuerdo
Un recuerdo.
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